domingo, 30 de agosto de 2020

DBZ - SAGA BU REWRITE / Capítulo 2: ¡Las aventuras del Gran Saiyaman!

DBZ - Saga Bu Rewrite / Capítulo 2: ¡Las aventuras del Gran Saiyaman!



Es un nuevo día en la rutina de Son Gohan. El joven muchacho está listo para ir al instituto. Su madre le despide en la puerta de casa.


- “¡Me marcho!” – se despide Gohan.

- “¡Cuidado con los aviones!” – dice Chichi.

- “Claro…” – sonríe el mestizo.


Gohan aprieta el botón rojo de su reloj y materializa el traje de Gran Saiyaman.


- “¡Hasta luego!” – exclama alzado el vuelo.


Chichi dice adiós con la mano mientras Gohan se aleja en el horizonte.


- “Hay que ver lo contento que está” – sonríe la orgullosa madre. – “Ayer pasó toda la tarde cambiando de traje. Creo que ir al instituto ha sido una buena idea, después de todo.”


En menos de 20 minutos, Son Gohan aterriza en la azotea del Instituto Orange Star.


- “¡Genial!” – dice el chico, mientras comprueba que nadie le vea y desactiva su traje. – “A partir de ahora podré dormir un rato más cada mañana.”


Gohan se dirige con normalidad a su taquilla cuando se topa con un compañero de clase.


- “¡Buenos días!” – le saluda el alumno. – “¡Llegas muy temprano!”

- “¡Buenos días!” – responde Gohan.

- “Oye, ¿ya lo sabes?” – pregunta el muchacho. – “¡Ayer apareció un nuevo héroe en la ciudad! Y no es el Guerrero Dorado...”

- “¿Otro nuevo?” – disimula el mestizo.

- “Al parecer tiene un aspecto ridículo, ¡pero es muy fuerte!” – cuenta el chico. – “Dicen que se hace llamar el Gran Mazapán.”

- “¡Es Gran Saiyaman!” – le corrige Gohan un poco molesto.

- “¡Ah! Vaya…” – responde su compañero. – “¿Y cómo lo sabes?”

- “¿Eh? Pues…” – intenta explicarlo Gohan. – “Hablé con alguien que lo vio…”


Las clases empiezan y el día transcurre con normalidad hasta que, en plena lección de filosofía, Videl recibe una alerta en su reloj de pulsera. 


- “¡Videl al habla!” – responde ella.

- “¡Ha habido un atraco en Randosel Town!” – exclama una voz por el intercomunicador. – “¡Los atracadores han huido por la carretera 81 en dirección a la montaña!”


Videl se levanta de su asiento y sale del aula corriendo.


- “¡Tengo que irme!” – se despide.

- “¡Buena suerte, Videl!” – exclama la profesora, que parece acostumbrada a la situación. – “¡Ten cuidado!”


Gohan no comprende lo que acaba de suceder.


- “¿Qué ocurre?” – le pregunta Gohan a Erasa.

- “Videl ha jurado defender la paz” – dice la muchacha. – “No olvides que es la hija de Míster Satán. ¡Es tan fuerte que la policía a veces le pide ayuda!”

- “¿Eh? ¿Ella?” – se sorprende Gohan.

- “¡No la subestimes!” – dice Shapner. – “Es mucho más fuerte que cualquiera de nosotros. ¡Casi tan fuerte como su padre!”


Son Gohan los escucha preocupado.


- “¿Tan fuerte como Satán?” – murmura el chico. – “Entonces puede tener problemas…” – piensa.


Gohan analiza la situación.


- “Si salgo corriendo, todos sospecharán…” – piensa el mestizo. – “Necesito una coartada…” 


De repente, el chico se pone en pie e interrumpe la clase.


- “¡PE… PERDÓN, SEÑORITA! ¡¿PUEDO IR AL LAVABO?!” – pregunta con una vehemencia que sorprende a sus compañeros.


Gohan sale del aula, corre a la azotea y acciona el dispositivo de Bulma.


- “¡TACHÁN!” – exclama vestido de Gran Saiyaman.


El mestizo echa a volar a toda velocidad… pero no tarda en detenerse.


- “¿Y dónde está la carretera 81…?” – se pregunta.


Gohan aterriza en un pequeño tejado y se sienta a esperar.


- “Maldita sea… Aún no conozco la ciudad…” – refunfuña. – “Tendría que haberle pedido a Bulma que me pusiera un GPS en el reloj…” – lamenta. – “Tendré que esperar y captar la energía de Videl…”


En la estrecha carretera 81, la policía pisa los talones a dos bandidos que huyen en un coche descapotable. El conductor un tipo delgado de pelo moreno rizado que viste pantalón militar y camiseta oscura.  Su acompañante es un hombre musculado de pelo corto que viste camiseta negra ceñida y pantalón marrón. Sus cuerpos están repletos de tatuajes, entre los que destaca un gran tigre de Bengala cuya cabeza asoma por el cuello de sus camisetas.


El grandullón prepara un lanzacohetes y apunta a uno de los coches patrulla que los persiguen.


- “¡Cárgatelos de una vez!” – le alienta su compañero.


El bandido aprieta el gatillo y hace saltar el vehículo policial por los aires, impidiendo que los demás puedan continuar la persecución.


Los maleantes ya celebran la victoria cuando se dan cuenta de que hay un obstáculo en su camino. Videl ha aterrizado con su jet en mitad de la carretera para frenarles el paso y espera de brazos cruzados.


Los delincuentes se ven obligados a detenerse.


- “¡Sal de ahí, niña!” – exclama el grandullón. – “No quieres meterte en líos, ¿verdad, guapa?”


Videl revela un par de esposas en su mano.


- “Tirad las armas y dejad que os detenga pacíficamente o los líos los tendréis vosotros.” – les advierte la muchacha.


El tipo ríe ante las amenazas de la que cree que es una simple chica.


- “¿Has oído eso?” – se burla con su compinche. – “¡Jajaja!”


Su compañero se fija en Videl y no tarda en reconocerla.


- “¡Espera!” – exclama sorprendido. – “¡Yo a esa la he visto en la tele! ¡Es la hija de Míster Satán!”

- “Así que es la hija del Campeón, ¿eh?” – sonríe su robusto socio. – “Parece bastante mona… ¿De verdad buscas pelea, muchacha?” – pregunta amenazante mientras hace crujir sus nudillos.

- “¡Ten cuidado!” – le advierte su compañero. – “¡Dicen que es bastante fuerte!”


El grandullón camina hacia Videl.


- “Nadie es más fuerte que yo” – dice el bandido. – “Ni siquiera el mismísimo Satán.” – fanfarronea. – “Voy a pasármelo bien contigo, chiquilla…”


El tipo se abalanza sobre Videl, pero ella le propina una patada en la barbilla que lo deja sentado en el suelo.


Mientras tanto, el Gran Saiyaman, que esperaba este momento, ha sentido el ki de su amiga.


- “¡Ahí está!” – exclama mientras sale volando a toda velocidad. – “¡Esa es Videl!”


El bandido se pone en pie de nuevo.


- “No está mal, niña…” – dice el tipo mientras se limpia una gota de sangre de su labio y escupe al suelo. 


El grandullón ataca de nuevo intentando propinar un puñetazo a hija del Campeón, pero Videl lo esquiva agachándose y contraataca con un "uppercut" que levanta al enemigo del suelo.


El Gran Saiyaman ya observa la escena desde el cielo.


- “¡Vaya! ¡Pues sí que es fuerte!” – se sorprende Gohan al ver a Videl en acción. – “Puede que sí sea más fuerte que su padre…”


Videl sigue propinando una paliza al delincuente cuando su compañero saca una pistola.


- “Niña estúpida…” – refunfuña mientras apunta a la hija de Satán.


Gohan aparece frente al tipejo en un abrir y cerrar de ojos y agarra su arma, estrujándola y haciéndola añicos.


- “¡AH!” – grita asustado el maleante. – “¡¿Y quién eres tú?!”


Videl, al escuchar el grito del bandido se da la vuelta y mira sorprendida al misterioso guerrero


El Gran Saiyaman sonríe. Es su oportunidad para brillar.


- “¡Yo soy el que no permite el mal! ¡El defensor del bien!” – recita mientras posa de varias formas distintas, cada cuál más estrafalaria que la otra. – “¡Soy el Gran Saiyaman!” – sentencia.


Tanto los bandidos como Videl se quedan sin palabras ante tan teatral presentación.


- “Me ha quedado bien…” – piensa Gohan. – “Ayer estuve practicando frente al espejo durante horas…”

- “Qué tipo tan ridículo…” – piensa Videl.


El Gran Saiyaman se pone serio.


- “No te resistas.” – advierte al criminal. – “¡Videl, ponle las esposas!”


La muchacha prepara los grilletes.


- “Sabe mi nombre…” – piensa ella. – “Pero podría haberlo oído en la tele…”


El bandido mira de reojo a su compañero, que se encuentra en el suelo en un estado deplorable.


- “Maldita sea…” – piensa el tipo. – “¡No me atraparán estos dos idiotas!”


El maleante tira una granada de humo al suelo y corre hasta su coche.


- “¡Hasta nunca, pringados!” – celebra mientras acelera y da la vuelta para escapar.


Gohan se eleva lentamente mientas observa al vehículo alejarse.


- “¿Crees que puedes huir de la justicia?” – sonríe el Gran Saiyaman. – “¡No escaparas!”


Videl contempla estupefacta al guerrero levitando.


- “¡Está flotando!” – exclama sorprendida. 


Gohan vuela tras el enemigo.


- “¡Está volando!” – exclama Videl. – “¡Y no es un truco!”


El Gran Saiyaman enseguida alcanza al fugitivo y se posa sobre el maletero.


- “¡¿Qué?!” – se asusta el criminal, que puede ver los pies del héroe a través del retrovisor. – “Pero… Pero, ¿cómo…?”


Gohan lo noquea con un coscorrón, detiene el coche y lleva al delincuente hasta Videl.


- “¿Qué hacemos con estos dos?” – pregunta el mestizo. – “¿Puedes encargarte tú de entregarlos a la policía?”

- “Déjalos aquí, llamaré por radio.” – dice Videl. 


El Gran Saiyaman deja al bandido junto a su socio.


- “Oye…” – dice Videl. – “Pareces muy fuerte… ¿No me puedes decir quién eres?”

- “¡No, no puedo!” – responde el enmascarado héroe. – “¡Jamás revelaré mi identidad secreta!”


El Gran Saiyaman se eleva de nuevo.


- “¡Buena suerte, compañera!” – se despide antes de salir volando.


Videl se queda mirando al héroe alejarse en el horizonte con una desconfiada mirada.


- “¿Acaso…  es eso posible?” – se pregunta la muchacha, que tiene claras sospechas sobre quién puede esconderse bajo el disfraz. 


Finalmente, la hija de Satán espera a la policía y los delincuentes son apresados y puestos bajo custodia.


Videl regresa al instituto y recibe una estruendosa ovación por parte de sus compañeros, que ya han oído las noticias. Entre ellos Son Gohan, que se encuentra en su asiento.


La chica disimula, pero el aplauso no va con ella. Además, en esta ocasión, siente que es más inmerecido que nunca. La muchacha regresa a su asiento con una suspicaz mirada fija en Gohan. 


Con el paso de los días, luchar contra el crimen se convierte en rutina. Videl recibe llamadas de auxilio de la policía y acude sin falta. Gohan se inventa una excusa para salir de clase y llega a los lugares antes que Videl, algo que frustra a la joven justiciera… pero cuando ella regresa al instituto, Gohan siempre está allí.


El joven muchacho no pretende eclipsar a su amiga, pero su talante teatral y sus habilidades sobrehumanas pronto acaparan portadas en la prensa escrita y ocupan los espacios de muchos medios de comunicación.


Un día, antes del alba, un rascacielos arde en la metrópolis.


Videl se preparaba para ir al instituto cuando ha visto el horror desde la ventada de su habitación en la lujosa Mansión Satán.


La muchacha corre hasta el lugar del incendio. La policía ya ha acordonado la zona y el cuerpo de bomberos trabaja para extinguir las llamas que devoran los diez últimos pisos.


El edifico es demasiado alto para usar mangueras, así que la tarea se encomienda a varios jets específicamente equipados para combatir el fuego con cañones de agua.


Videl se acerca a uno de los bomberos.


- “¡¿Cuál es la situación?!” – pregunta la muchacha, que tiene que gritar para sobreponerse al rugido continuo de las llamas.

- “¡La estructura ha sufrido muchos daños!” – responde el hombre. – “¡No aguantará mucho!”

- “¡¿Hay alguien dentro?!” – pregunta Videl.

- “¡El edificio debería estar vacío!” – explica el bombero. – “¡Son todo oficinas y aún no habían empezado a…!”


Un estruendo interrumpe la conversación. Una explosión en la antepenúltima planta aviva aún más el desastre.


- “¡El incendio se ha descontrolado!” – exclama por radio uno de los pilotos.

- “¡Tened cuidado!” – se preocupa su compañero en tierra. – “¡Mantened una distancia segura!”


El piloto recupera la posición y sigue disparando su hidrocañón.


- “Esto es un desastre…” – murmura el hombre. – “Pero al menos no había nadie…”


Pero de repente, en la azotea, entre el denso humo y las gigantescas llamas, el bombero identifica a un hombre trajeado intentando pedir ayuda mientras se ahoga con su propia tos.


- “¡AYUD…! *cof, cof*” – intenta gritar el hombre. – “¡POR FAVOR!”

- “¡ATENCIÓN!” – avisa el piloto por radio. – “¡HAY UN HOMBRE EN LA AZOTEA!” – exclama. – “¡REPITO! ¡HAY UN HOMBRE EN LA AZOTEA!”


En tierra todos se asustan al oír la noticia.


- “¡¿Qué hace allí?!” – se preguntan los presentes.


El piloto intenta aproximarse, pero el humo y las llamas le impiden situarse sobre el tejado. 


- “¡No puedo acercarme más!” – exclama el bombero. – “¡El fuego no me lo permite!”


Los hombres que contemplan el incendio desde la calle suponen lo peor y agachan la cabeza derrotados.


- “Maldita sea…” – lamentan. – “No podemos hacer nada…”


Videl mira al cielo en todas direcciones esperando ver al Gran Saiyaman, pero éste no ha aparecido.


La muchacha estudia la distancia entre la aeronave y la azotea.


- “¡Necesito subir ahí!” – exclama Videl.


El bombero coloca la mano sobre el hombro de la chica.


- “No hay nada que hacer…” – intenta consolarla. – “Es demasiado peligroso.”


Videl aparta la mano del hombre. Ella no se ha rendido.


- “¡He dicho que necesito subir!” – insiste ella. – “¡Llame a uno de esos jets! ¡Ahora!”


En unos instantes, Videl ya se encuentra en el vehículo que sobrevuela la zona en círculos. Ella puede comunicarse con los bomberos a través de unos cascos que le han facilitado.


- “¡Acercadme todo lo que podáis!” – ordena la hija de Satán.


El piloto cumple la petición de Videl y se aproxima la azotea del edificio.


- “¡No puedo acercarme más!” – advierte el bombero.


Entre el tejado y el jet hay más de diez metros de distancia.


Videl mira fijamente su objetivo. La mirada de determinación alarma al piloto.


- “Oye…” – dice el bombero. – “No pensarás…”


Pero antes de que el hombre pueda terminar la frase, Videl salta.


La muchacha logra llegar al edificio y da una voltereta para amortiguar la caída.


- “Buff…” – resopla Videl, aliviada.


El hombre de la azotea está sentado en el suelo, aturdido por el humo, pero consciente.


- “¡¿Se encuentra bien, caballero?!” – pregunta Videl.

- “Lo siento…” – dice el hombre. – “Mi mujer me echó de casa… Vine a dormir a la oficina… Puede que una colilla…”

- “¡Ahora no es el momento!” – le interrumpe Videl. – “¡Tenemos que salir de aquí!”


La muchacha coloca el brazo del caballero sobre sus hombros para ayudarle a caminar y juntos se dirigen hacia el borde de la azotea… pero una nueva explosión sacude el edifico. Parte del tejado cae sobre la planta inferior.


- “¡Se va a derrumbar!” – exclama el piloto por radio. – “¡Salid de ahí!”


Cada vez más humo negro brota de entre las fracturas formadas en la azotea. La tos embarga a Videl.


- “No quiero morir…” – llora el hombre, desesperado.

- “¡No le va a pasar nada!” – intenta calmarlo Videl. 


El jet se acerca todo lo que puede a la azotea, mucho más de lo que sería considerado seguro.


- “¡VAMOS!” – exclama el piloto.


El hombre entre en pánico. Al ver el jet tan cerca empuja a Videl y corre hacia el vehículo dispuesto a saltar… pero en el último instante una nueva explosión sorprende a todos y obliga al jet a apartarse para no ser engullido por las llamas. El hombre se precipita al vacío.


- “¡NO!” – grita Videl, que ve desaparecer al hombre ante sus ojos.


La muchacha corre preocupada hacia el borde del tejado, pero el suelo se desmorona bajo sus pies. Videl se hunde entre los escombros y el fuego. El miedo se apodera de la joven muchacha mientras cae. 


- “¡G… GOHAN!” – grita desesperada.


De repente, raudo y veloz, el Gran Saiyaman aparece en el cielo y se precipita en picado sobre el edificio para rescatar a Videl de las llamas. El héroe se adentra en el fuego y asciende un solo instante después con la muchacha en brazos. 


Los testigos y cuerpos de seguridad celebran la llegada del nuevo héroe de la Satán City.


Videl, que había cerrado sus ojos con fuerza para no ver el final que la esperaba, se atreve a abrirlos y ve el rostro enmascarado de su salvador.


El Gran Saiyaman vuela hasta una azotea cercana.


- “¿Estás bien, Videl?” – pregunta el héroe mientras aterriza y la posa en el suelo.

- “Sí… Gracias…” – responde ella tímidamente. 


Videl está agradecida a su héroe, pero a la vez avergonzada por su fracaso.


- “Ese hombre…” – dice ella, preocupada. – “Está…”

- “Lo puse a salvo” – responde el Gran Saiyaman.


La muchacha se alegra de oír eso, pero a la vez parece alicaída.


- “Es una suerte que aparecieras… Has vuelto a salvar el día…” – suspira Videl. – “Creo que esto se te da mucho mejor que a mí.”


El Gran Saiyaman no sabe qué responder.


Tras un incómodo silencio, el héroe prueba suerte.


- “Trabajamos con el mismo objetivo.” – dice el Gran Saiyaman. – “¡Protegemos la paz y la justicia!” – exclama poniendo los brazos en jarra y mirando al infinito.


Videl fuera una media sonrisa.


- “La ciudad está más segura contigo” – dice la muchacha. – “Yo no puedo hacer lo que tú haces.”


El Gran Saiyaman se sorprende al escuchar a su amiga tan abatida.


- “Yo hago esto porque me gusta ayudar a la gente…” – dice Gohan. – “Pero sé que no me va a pasar nada. Sé que no encontraré a nadie más fuerte que yo. Sé que sus armas no van a hacerme daño…” – continúa. – “Pero tú… Tú sabes lo que te puede ocurrir… y decides actuar de todas formas.”


Las palabras del héroe conmueven a Videl, que le mira sorprendida.


- “Luchas por los débiles. Por lo que es justo.” – dice serio el Gran Saiyaman. – “Eres mucho más valiente que yo.”


Videl, sonrojada, agacha la cabeza tímidamente.


- “Gracias… Son Gohan.” – dice la muchacha.

- “No hay nada que agradecer” – responde el mestizo instintivamente.


Una enorme sonrisa se dibuja en el rostro de la hija de Satán.


- “¡LO SABÍA!” – exclama Videl, apuntando con un dedo acusador al enmascarado.


El mestizo se da cuenta de su error y se queda petrificado. Le han descubierto.


- “¡¿C… Cómo… Cómo me has descubierto?!” – titubea Gohan aterrado. – “¡Pero si voy disfrazado!”


Videl sonríe con chulería.


- “La voz, tu forma de hablar, de moverte…” – responde ella. – “Te veo cada día en clase. ¿Creías de verdad que con un casco ibas a engañarme?”


Gohan intenta defenderse como puede.


- “¡¿O sea, que estabas fingiendo?!” – replica el mestizo.

- “¿Eh?” – se extraña ella.

- “Todo esto que has dicho… Era para que bajara la guardia, ¿verdad?” – pregunta el Gran Saiyaman.


Videl se sonroja de nuevo.


- “Pues… ¡Por supuesto!” – disimula ella. – “¡Formaba parte de mi plan!”


Gohan se rinde y suspira.


- “¿Y ahora qué?” – pregunta el chico.


Videl se queda pensando, sujetándose la barbilla.


- “¿Cómo haces eso de volar?” – pregunta ella. – “Porque está claro que no es un truco…”


Gohan parece sorprendido por la pregunta.


- “No, no es un truco…” – responde el saiyajín. – “Es una técnica…”

- “¿Una técnica?” – murmura Videl. – “Así que se puede aprender…”

- “¿Eh? Sí… Claro…” – dice el chico.

- “¡Pues decidido!” – exclama ella. – “Vas a enseñarme a volar.”

- “¡¿QUÉ?!” – se sobresalta Gohan. – “¡¿YO?! ¡¿POR QUÉ?!”


 Videl se cruza de brazos haciéndose la dura.


- “Pues porque si no lo haces le diré a todo el mundo que el Gran Saiyaman es en realidad Son Gohan.” – le amenaza.

- “¡No hagas eso!” – suplica el mestizo.

- “Entonces…” – sonríe ella.

- “Está bien…” – suspira Gohan encogiéndose de hombros. – “Te enseñaré a volar…”


El rostro de la muchacha se ilumina con ilusión.


- “¡Estupendo!” – celebra ella.


Gohan se siente derrotado.


- “En menudo lío me he metido…” – piensa el mestizo.


Videl se dirige a la puerta de la azotea.


- “¡Pues nos vemos en un rato en clase!” – le guiña un ojo.


Gohan se despide sin ánimos.


- “Sí… Hasta ahora…” – dice el chico.


Videl intenta abrir la puerta, pero resulta que está cerrada.


Gohan ya se estaba marchando, pero Videl lo reclama.


- “Oye, Gran Saiyaman…” – dice la muchacha con cierta verngüenza.

- “¿Qué ocurre?” – pregunta Gohan.

- “Pues… Está cerrada…” – responde ella.

- “Está bien…” – suspira el chico.


Gohan desciende y se acerca a Videl hasta colocarse a escasos centímetros de ella y la agarra por la cintura.


- “¿Qué haces…?” – dice ella, ruborizada, pero con cierta ternura.

- “¿No quieres que te baje?” – responde Gohan, inocentemente.

- “¿Eh…? Sí, claro…” – dice Videl, apartando la vista hacia un lado. 


Gohan y Videl se elevan. Videl queda impresionada al sentir que está levitando en el aire, pero al mirar hacia abajo tiene cierto miedo y se agarra al gi verde de Gohan.


Los dos descienden lentamente hasta la acera de la calle.


Gohan la suelta e intenta apartarse.


- “Nos vemos en clase” – sonríe el mestizo.


Videl sigue mirando al suelo.


- “¿Eh…? Sí…” – responde ella.

- “Videl…” – dice Gohan.


La muchacha se da cuenta de que sigue agarrada al Gran Saiyaman.


- “¡Ah!” – exclama ella, que de repente propina un guantazo inesperado al joven muchacho que le gira el casco noventa grados.


El mestizo, completamente desconcertado, se recoloca su disfraz.


- “¡¿PERO QUÉ MOSCA TE HA PICADO?!” – pregunta el chico.


Videl empieza a alejarse.


- “¡Tú sabrás!” – responde ella. – “¡Nos vemos en clase!” – se despide alzando la mano sin darse la vuelta.


Gohan se cruza de brazos mientras ve a la muchacha marcharse.


- “No hay quién la entienda…” – refunfuña el mestizo. 


De repente, una avalancha de periodistas dobla la esquina y corren hacia el Gran Saiyaman.


Gohan se asusta y alza el vuelo rápidamente, desapareciendo en el cielo entre flashes, mientras los reporteros gritan su nombre e insisten en hacerle preguntas. 

viernes, 28 de agosto de 2020

DBZ - SAGA BU REWRITE / Capítulo 1: El instituto de Satán City

DBZ - Saga Bu Rewrite / Capítulo 1: El instituto de Satán City



Gracias al sacrifico de Son Goku y a la valentía de Son Gohan, la Tierra fue rescatada de las garras de Cell todos pudieron volver a su vida tranquila y pacífica… pero no pasó mucho tiempo hasta que el mundo volvió a dar la paz por sentada, y la gente recuperó sus comportamientos egoístas y maliciosos; así somos los seres humanos.


Los habitantes de la Tierra creían que Míster Satán había salvado el planeta, aunque en realidad no había sido así. Por eso, la ciudad dónde el Campeón vivía cambió de nombre en su honor. 


Han pasado siete años desde la lucha contra Cell. Nos encontramos en Satán City.


En el banco de la ciudad, un grupo maleantes está cometiendo un atraco y disparan a todo el que se interpone en su camino.


Mientras tanto, ajeno al delito, un adolescente Gohan vuela sobre Kinton hacia la metrópolis. El muchacho ya ha cumplido 16 años. Ha estado estudiando a distancia, ya que vive alejado de la civilización, pero su madre ha decidido que eso ya no es suficiente y que ha llegado el momento de asistir al instituto. Empieza hoy.


- “Ya estoy en las afueras…” – piensa el mestizo. – “Me bajaré aquí.” – dice al saltar de la nube. – “¡Hasta luego, Kinton!” – se despide. – “¡Te llamaré para volver a casa!”


El muchacho lleva una bandolera al hombro y viste pantalón marrón, camiseta blanca y chaleco negro, luciendo una chapa en el pecho con la insignia de su nuevo instituto; una estrella naranja.


Gohan empieza a caminar, pero al mirar el reloj se da cuenta de que llega un poco tarde.


- “Me lo he tomado con demasiada calma…” – piensa el chico.


Tras mirar a su alrededor y ver que no hay nadie observándole, una pícara sonrisa se dibuja en su rostro. El mestizo echa a correr, adelantando vehículos cuyos conductores miran extrañados el misterioso borrón que los rebasa. 


Después de recorrer unas cuantas calles, el sonido de disparos alerta a Gohan, que se detiene para investigar de qué se trata.


Es el banco. Los atracadores han subido a una camioneta y están disparando contra la policía. Los agentes buscan parapeto tras sus coches.


Gohan contempla la escena.


- “Otra vez… Esta ciudad… No tiene remedio…” – murmura mientras se quita la mochila y la deja oculta tras unos setos. – “Me transformaré para que no me reconozcan.” – piensa mientras su cabello se torna rubio.  


El saiyajín interviene en la disputa y en un solo instante deja fuera de combate a los ladrones y vuelva el coche en el que intentaban escapar con un empujón de energía invisible. 


Cuando la policía se da cuenta de lo sucedido, él ya ha desaparecido.


Gohan, que ha vuelto a su estado base, recupera su mochila y suspira. Ha logrado actuar sin ser visto.


En ese momento, una muchacha le sobresalta.


- “¡Oye!” – exclama ella; una bonita chica de pelo negro y coletas, que viste un short negro y una camiseta blanca decorada con la misma chapa que lleva Gohan. – “¿Quién ha hecho eso?” – pregunta. – “No creo que haya sido la policía…” – dice al fijarse en el coche bocabajo.

- “No lo sé…” – responde un nervioso Gohan. – “Yo no he visto nada…” – dice mientras retrocede para marcharse.


La chica ignora a Gohan al ver que no sabe nada.


- “¡Y yo que he venido corriendo!” – se queja ella cruzándose de brazos. – “¿Quién habrá sido?”


Gohan aprovecha el momento para marcharse sin levantar sospechas.


Un viandante, un señor trajeado, se acerca a la muchacha.


- “¡Señorita Videl!” – exclama el hombre. – “¡Lo he visto todo! ¡Ha sido el Guerrero Dorado!”

- “¿El Guerrero Dorado? ¡¿Otra vez…?!” – murmura ella.

- “¡Es un tipo muy fuerte y rápido!” – continúa el señor. – “Emitió una extraña energía… ¡y el coche de los atracadores dio una vuelta de campana!”


Videl escucha atentamente al caballero, pero no puede evitar pensar que el hombre está exagerando.


- “¡Y creo que era un alumno de su instituto!” – exclama el señor al ver la chapa de Videl. – “¡El Orange Star High School! ¡Llevaba esa misma insignia!”

- “¡¿Qué?!” – exclama la chica. – “¿Alguien de mi instituto…?” – reflexiona. – “No conozco a nadie de cabello dorado…”


Media hora más tarde, en el Instituto Orange Star, Videl comenta lo ocurrido con sus compañeros de aula. El grupo está sentado en la penúltima fila del gran anfiteatro.


- “Shapner…” – le dice Videl a un amigo fortachón de pelo rubio y largo sentado a su derecha. – “¿Tú no serás el Guerrero Dorado…?”

- “Lo siento, pero yo no tengo tiempo para esas cosas” – dice con chulería. – “He estado entrenando con el club de béisbol toda la mañana.”


Otra compañera de Videl, sentada a su izquierda, se mete en la conversación.


- “Oye, Videl…” – dice la muchacha rubia de pelo corto. – “¿Crees que ese tipo podría ser más fuerte que tu padre?”


Un tercer personaje, sentado en una fila inferior, se entromete en la discusión.


- “¡No digas tonterías, Erasa!” – dice el chico, con prepotencia. – “¡No hay nadie en el mundo más fuerte que Míster Satán!”


En ese instante, el profesor entra en el aula y todos los estudiantes se apresuran a sentarse correctamente y en silencio.


- “¡Bien!” – empieza el maestro. – “Os voy a presentar un alumno nuevo…” – anuncia. – “¡Adelante!”


Gohan entra en la clase con cierta vergüenza.


- “Buenos días. Me llamo Son Gohan…” – se presenta el chico. – “Encantado.”


Erasa le mira sonriente.


- “Es muy guapo…” – dice la muchacha. – “¡Justo mi tipo!”

- “¿Ha dicho que se llama Gohan?” – dice el uno. – “Qué nombre tan raro…”

- “Creo que le he visto en alguna parte…” – piensa Videl.

- “Ju, ju, ju” – ríe Shapner. – “Vaya pinta de niño mimado y empollón…”


El profesor invita a Gohan a sentarse.


Gohan busca un sitio libre, pero antes de que pueda decidirse, Erasa le reclama.


- “¡Aquí, aquí!” – exclama ella, señalando el asiento libre a su izquierda.


Gohan sube las escaleras hasta su asiento.


- “Gracias…” – dice el mestizo tímidamente.

- “Me llamo Erasa. ¡Encantada de conocerte!” – se presenta ella. – “Y mi amiga es Videl.”


Gohan reconoce a la muchacha con la que habló esta mañana.


- “¡Su padre es Míster Satán!” – dice Erasa.

- “¡¿Qué?!” – se sorprende Gohan. – “¡¿Míster Satán?!”

- “¡Jajaja!” – ríe Erasa. – “Pareces muy sorprendido…”


La clase empieza, pero los chicos siguen hablando en voz baja.


- “Un poco…” – se disculpa Gohan.

- “¡No te preocupes! ¡Es normal!” – dice Erasa. – “Al fin y al cabo, estamos vivos gracias a él.”


Videl ha estado mirando a Gohan desde que ha entrado y finalmente le recuerda.


- “¡Oye!” – exclama la hija de Satán. – “¡Tú eres el chico de esta mañana! ¡El que estaba en el lugar del atraco!”

- “Ah… sí…” – responde Gohan.

- “¡Oh!” – exclama Erasa. – “¿Y pudiste ver al Guerrero Dorado?”

- “¿El Guerrero Dorado?” – pregunta Gohan, desconcertado. – “¿Quién es ese?”

- “Claro… No lo conoces porque acabas de llegar.” – dice Erasa. – “¡Es un guerrero que ha aparecido tres veces en los últimos diez días! ¡Siempre para defender el bien y la justicia!” – explica. – “¡Dicen que es un muchacho de cabello dorado! ¡Y que es muy fuerte! Ya es famoso en la ciudad…”


Gohan no dice nada y traga saliva nervioso.


- “Maldita sea… Parece que me vieron cuando vine a visitar el instituto por primera vez y también cuando volví para matricularme…” – se preocupa el mestizo.


Videl sigue atenta a Gohan y a sus reacciones.


- “Me han dicho los testigos que el Guerrero Dorado llevaba una insignia del instituto…” – dice la hija de Satán. – “Pantalón marrón, camisa blanca y chaleco negro… Parece que encajas en la descripción.”

- “Pues es cierto…” – dice Erasa.


Gohan ríe nervioso.


- “¡Qué casualidad…! ¡Jajaja!” – intenta disimular.


El profesor oye a Gohan alzar la voz y detiene la clase para pedir silencio.


Tras un breve instante, la case continúa y los chicos siguen conversando. 


- “¡Jujuju!” – ríe Shapner. – “Pero miradle bien... ¿Tiene pinta de guerrero?” – se burla. – “¡Pero si ni siquiera es rubio!”

- “¡Jiji!” – sonríe Erasa. – “Es cierto… No te ofendas, Gohan, pero no pareces muy fuerte…”

- “¡Jaja!” – ríe el mestizo para disimular. – “No, no me gustan las peleas…”


Videl sigue estudiando al recién llegado.


- “No creo que sea él…” – piensa la hija de Satán. – “Aunque en aquel video antiguo de mi padre luchando contar Cell aparecen unos extraños hombres de cabello dorado… Mi padre siempre dijo que era solo un truco… Pero, ¿tendrán alguna relación con ese Guerrero Dorado?”


Mientras tanto, Erasa sigue dando conversación a nuestro amigo.


- “Y dime, Gohan… ¿Vienes cada día a la ciudad o has alquilado un apartamento aquí?” – pregunta ella.

- “Vengo cada día desde casa” – responde el mestizo.

- “¿Y dónde vives?” – dice Erasa.

- “En la zona 439 del Este, en las montañas…” – responde Gohan.


Erasa se levanta sobresaltada.


- “¡¿HAS DICHO 439 DEL ESTE?!” – exclama sorprendida. – “¡ESO ESTÁ A 1000 KILÓMETROS!” 


El profesor se molesta al escuchar el grito.


- “¡Silencio, por favor!” – insiste el docente.


Erasa se vuelve a sentar y se esconde tras su cuaderno.


- “¿Y cómo…? ¿Cómo vienes a clase?” susurra la muchacha. – ¡Incluso en Jet-Flyer se tarda más de cinco horas!” 

- “Eh… Esto…” – tartamudea Gohan. – “¡Por eso he llegado tarde! ¡Jaja!”


Tras unas cuantas clases en el aula ha llegado la hora de gimnasia. Los estudiantes se han puesto ropa deportiva y salen al patio, todos con la misma gorra del instituto. 


El profesor de gimnasia, un hombre fortachón de cabello negro y frondoso bigote, organiza un partido de béisbol.


- “¿Tú sabes jugar a béisbol?” – le pregunta Shapner a Gohan.

- “Bueno… Mi tío me enseñó las reglas.” – responde el mestizo.


Shapner le mira con aires de superioridad.


- “Vaya paleto…” – piensa Shapner, mientras se prepara para batear. – “Esto va a ser divertido…”


Videl es la lanzadora.


- “Gohan, tú cubrirás el flanco derecho, ¿lo entiendes?” – pregunta ella.

- “Claro” – sonríe el chico.


Gohan camina hasta su posición, algo nervioso.


- “Mamá y Bulma me han dicho que oculte mi fuerza para pasar desapercibido…” – piensa Gohan. – “Intentaré comportarme como los demás.”


Videl se prepara para lanzar.


- “¡Esta ni la verás!” – piensa ella, que lanza la bola con todas sus fuerzas.


Shapner batea con rabia. Es un golpe perfecto. La pelota se eleva rápidamente y él suelta el bate para correr hasta la siguiente base, dando por hecho el “Home run”.


Gohan, sin ningún esfuerzo, salta y atrapa la pelota en el aire.


Los presentes se quedan boquiabiertos al ver al chico unos ocho metros por encima de sus cabezas.


- “A ver… Si la lanzo a la tercera base creo que elimino a ese…” – piensa Gohan. – “Pero tengo que hacerlo flojito…”


Gohan lanza la pelota y el compañero de dicha base la recibe, cayendo de espaldas al suelo por la velocidad que llevaba la bola.


El mestizo aterriza sonriente.


- “Creo que ha salido bien…” – piensa Gohan.


Pero pronto se da cuenta de que nadie sigue la jugada. Todos se han quedado boquiabiertos ante tal exhibición de cualidades físicas. 


- “Maldición…” – piensa Gohan, intentando ocultarse tras la visera de su gorra. – “Parece que me he pasado…”


El profesor de gimnasia se acerca a Gohan.


- “Eres muy ágil…” – dice el asombrado maestro. – “¿Qué has saltado…? ¿Diez metros?”

- “¡Jaja!” – ríe Gohan. – “¡Habrá sido suerte!”

- “¿Y ese tiro también ha sido suerte?” – dice Erasa.

- “No lo sé… No había jugado nunca… ¡Jaja!” – se excusa Gohan.

- “A lo mejor deberías plantearte ser profesional…” – dice el profesor.


El partido sigue y ahora a Gohan le toca batear.


- “A ver cómo lo hace de bateador…” – dice Erasa.

- “Veamos…” – piensa Videl.


Gohan se prepara. Pronto se da cuenta de que todas las miradas están fijas en él.


- “No puedo llamar más la atención…” – piensa el mestizo.

- “Oye, muchacho…” – dice el profesor de gimnasia. – “¿Eres zurdo?”

- “No…” – responde Gohan.

- “Entonces estás en el lado equivocado…” – explica el docente.

- “Ah, vaya…” – se sonroja el mestizo.

- “Y además tienes las manos colocadas al revés…” – continúa el profesor.

- “¡Jaja!” – ríe Gohan.


Gohan corrige su posición y su agarre.


- “Será mejor que ni golpee la pelota…” – piensa el chico.


Shapner es el lanzador y observa la escena.


- “Ese paleto me ha fastidiado el “Home run”…” – dice entre dientes. – “Voy a darle un susto.” – se prepara para lanzar. – “¡Si no la esquiva, le dolerá de verdad!”


El chico lanza la pelota con todas sus fuerzas, y ésta se dirige directa a Gohan.


- “¡CUIDADO!” – exclama Videl, que conoce a Shapner y ve sus intenciones. 


La pelota impacta en la cara del mestizo, asustando a todos los presentes.


- “Ese idiota…” – dice Shapner, asustado por el daño que puede haber causado a su compañero. – “Tenía que esquivarla… Yo no pretendía…”


Pero Gohan ni se ha movido y ahora mira la pelota en el suelo con inocencia.


- “Esto se llama “Dead Ball”, ¿verdad?” – pregunta Gohan a su profesor.

- “Sí… así es…” – responde el perplejo maestro.

- “¡Genial!” – celebra Gohan.


El mestizo corre hacia la primera base.


- “¡Puedo avanzar a la primera base sin necesidad de batear!” – sonríe alegremente. – “¡Me he librado!”


Todos lo miran estupefactos.


- “¿De dónde sale este tipo?” – se pregunta Shapner.

- “Todo esto es muy sospechoso…” – piensa Videl.


Tras un largo día, las clases finalizan y Gohan está ordenando su taquilla cuando Shapner le interrumpe.


- “¿Ya has escogido alguna actividad extraescolar?” – pregunta el chico. – “¿Algún deporte?”

- “No, no he elegido nada…” – responde Gohan.

- “¿Has pensado en hacer boxeo?” – sugiere Shapner. – “Eres ágil y creo que más fuerte de lo que crees…”

- “No me gustan los deportes de contacto…” – insiste el mestizo.

- “Puedes probar el béisbol…” – dice Shapner. – “Parece que tienes un talento innato para ello…”


Erasa interviene.


- “Si vive tan lejos no creo que tenga tiempo para hacer extraescolares…” – dice la muchacha.

- “¡Sí! Es eso…” – responde Gohan, aprovechando la excusa que le ha pueso en bandeja Erasa.

- “Oye, nos vamos juntos, ¿no?” – coquetea ella. – “¿Me llevas a casa?”

- “Eh… Lo siento… Mi coche es monoplaza” – dice Gohan.

- “Ven a vivir a Satán City, hombre” – le dice Shapner.


Gohan no tarda en ponerse en camino, pero pronto se da cuenta de alguien lo observa. 


La hija de Satán lo sigue, ocultándose tras cada esquina.


- “Vive muy lejos… ¿Y no va en coche ni en jet?” – se pregunta Videl.


Tras caminar unas cuantas calles, Gohan dobla la esquina. Videl corre para no perderle el rastro, pero al girar se da cuenta de que el chico ha desaparecido.


- “Maldita sea…” – lamenta ella. – “¿Dónde se ha metido?”


Gohan ha saltado hasta la azotea de un bloque de pisos.


- “Uf…” – suspira el mestizo. – “Qué insistente…”


El chico llama a Kinton y pone rumbo a casa.


- “Esto es más agotador de lo que esperaba…” – piensa el chico. – “Y lo del Guerrero Dorado… Debo tener más cuidado.” – reflexiona. – “Puede que Bulma tenga alguna idea para ocultar mejor mi identidad… ¡Le haré una visita!”


Son Gohan decide visitar la Capital del Oeste.


Ya en la Corporación Cápsula, Gohan se ha reunido con Bulma.


- “Mmm…” – cabila Bulma. – “Así que quieres un disfraz…”

- “Sí…” – responde Gohan. – “¿Es posible?”

- “¡Por supuesto!” – exclama ella, arremangándose. – “No olvides que soy un genio” – le guiña el ojo. – “Podrías llevarlo instalado en alguna parte del cuerpo… Un disfraz comprimido en una cápsula…”

- “¡Suena genial!” – celebra Gohan.

- “Una identidad secreta para luchar contra el crimen…” – sonríe Bulma. – “Lo tendré listo en un par de horas.”

- “¡Muchas gracias!” – dice el mestizo. – “¿Dónde está Trunks? Podríamos jugar mientras espero. Siempre tiene los mejores videojuegos.”

- “Creo que está en su habitación leyendo un cómic nuevo” – dice Bulma. – “¡Seguro que se alegra de verte!”


Son Gohan recorre los largos pasillos de la Corporación hasta llegar a la habitación de Trunks y llama a la puerta.


- “¡Adelante!” – se oye una voz a través de la puerta.

- “¡Hola, Trunks!” – saluda Gohan.

- “¡Son Gohan!” – exclama ilusionado el hijo de Vegeta, que ahora tiene ocho años, mientras se levanta de la cama en la que estaba tumbado y lanza su cómic sobre el escritorio. – “¿Cuándo has llegado? ¿Qué haces aquí?” 

- “He venido a hablar con tu madre” – dice Gohan. – “¡Va a hacerme un disfraz para luchar contra el crimen!”

- “¡WOW!” – exclama Trunks, con ojos como platos. – “¡Eso suena fascinante!”

- “Jeje” – ríe Gohan. – “Tengo un par de horas hasta que Bulma lo tenga listo, así que… ¿Qué te apetece hacer?”

- “¡Jugar a las peleas!” – exclama Trunks, sin dudar ni un momento.

- “Me encantaría… Pero si rompo esta ropa, mi madre me matará.” – se excusa Gohan.

- “Joo…” – lamenta el niño. – “Mi padre tampoco quiere nunca…”


Gohan se cruza de brazos, pensativo.


- “¡Ya lo sé!” – tiene una idea el mestizo. – “¿Tienes ropa para prestarme?”

- “Ni yo ni mi padre tenemos tu talla…” – dice Trunks. – “¡Excepto…! ¡Sígueme!”


Trunks agarra del brazo a Gohan y lo lleva hasta un gran vestuario hecho de mármol, mejor que el de cualquier gimnasio, con taquillas, duchas, jacuzzi, y bancos para sentarse.


- “Esto es impresionante…” – piensa Gohan. – “Esta casa tiene de todo…”


Trunks busca en una estantería y saca una ropa que entrega a Gohan.


- “¡Ponte esto!” – dice Trunks.


Gohan reconoce enseguida esa ropa.


- “Esto es…” – murmura el mestizo.

- “¡No te preocupes!” – insiste el niño. – “Mi padre ya no la usa.”


En unos minutos los dos chicos ya pelean en la Sala de Gravedad, que marca 1G; la gravedad habitual de la Tierra.


Los dos muchachos visten armaduras saiyajín hechas por Bulma. Trunks insiste en sus ataques contra Gohan, pero el mestizo detiene todos los puñetazos y patadas que el pequeño propina. 


- “¡Oye!” – exclama Gohan. – “¿Te has hecho más fuerte desde la última vez que jugamos o me lo parece a mí?”

- “He entrenado por mi cuenta” – sonríe Trunks.

- “¡No está nada mal!” – dice Gohan.

- “Mi padre no quiere entrenar conmigo.” – dice el hijo de Vegeta, apenado.

- “Vaya…” – suspira Gohan. – “Sigue con esas, ¿eh?”


Trunks se detiene.


- “Mi madre dice que él y tu padre eran grandes guerreros…” – dice Trunks. – “Pero ya no sé qué creer.”

- “Te aseguro que lo eran.” – dice Gohan. – “Tu padre era realmente fuerte… Temible, me atrevería a decir.”

- “Pero ya no pelea…” – agacha la cabeza Trunks.

- “La muerte de mi padre nos afectó a todos de forma distinta.” – suspira Gohan.


Trunks parece algo desanimado.


Gohan le propina un coscorrón por sorpresa.


- “¡Pero bueno!” – exclama Trunks. – “¡Eso no vale!”

- “¡Has bajado la guardia!” – se burla Gohan.

- “¡Me vengaré!” – grita Trunks, que se abalanza contra su compañero.

- “Jeje” – ríe Gohan.


Tras un buen rato de pelea, Gohan y Trunks se sientan en el suelo, agotados.


- “Cada día eres más fuerte” – dice el hijo de Goku. – “¡A este ritmo vas a alcanzarme pronto!”

- “No te burles…” – dice Trunks. – “Sé que nunca peleas en serio.”

- “Así que lo sabes, ¿eh?” – sonríe Gohan.


Gohan ve a Trunks vestido con la armadura saiyajín y sonríe de forma nostálgica, recordando a Mirai Trunks y su propio entrenamiento en la sala con Goku.


En ese instante, Gohan se da cuenta de que Vegeta les observa por el ojo de buey de la puerta.


- “¡Hola, Vegeta!” – saluda Gohan.


Pero el saiyajín lo ignora y se marcha.


Gohan y Trunks se duchan y se están cambiando de ropa cuando Bulma entra en el vestuario, sorprendiendo a un desnudo Gohan, que se apresura en taparse.


- “Ya está listo” – anuncia Bulma.


En unos minutos, Gohan se ha puesto el reloj que le ha entregado la madre de Trunks.


- “Así que aprieto este botón rojo, ¿no?” – dice Gohan.

- “¡Yo también quiero uno!” – exclama Trunks.

- “¡Venga, pruébalo!” – insiste Bulma.


Gohan activa el dispositivo y un estrafalario traje se materializa sobre su ropa. Un mono negro, con un gi verde sobre la parte superior, botas y guantes blancos parecidos a los de saiyajín, una capa roja y un casco naranja con visera negra y dos antenas.


Gohan se mira en el espejo.


- “¡Me encanta!” – exclama el mestizo, ilusionado. – “¡Justo lo que tenía en mente!”


Bulma le guiña un ojo.


Trunks se queda maravillado.


- “¡WOW!” – exclama el niño. – “¡Pareces un héroe de comic!”

- “¡Con este traje no tendré problemas nunca más!” – celebra Gohan. – “Aunque aún tengo que pensar un nombre…”


El mestizo desactiva su traje y se da cuenta de que ya se ha hecho tarde.


Gohan sale al jardín y llama a Kinton para marcharse.


- “Me queda un largo camino a casa…” – se despide Gohan. – “¡Hasta luego! ¡Y gracias por todo!”

- “¡Hasta pronto, Gohan!” – se despide Trunks.


El chico vuela sobre su nube hacia el Monte Paoz.


- “Con este traje incluso podré volar al instituto cada día sin ayuda de Kinton…” – murmura Gohan. – “Me ahorraré un buen rato. Yo vuelo más rápido.”


Gohan se pone en pie sobre la nube.


- “¿Quieres comprobarlo, Kinton?” – dice el chico. 


El mestizo activa su traje y se coloca al lado de la nube.


- “Te hecho una carrera hasta la Satan City” – dice Gohan. – “¿Listo? – le reta. – “¡YA!” 


Los dos salen disparados a toda velocidad, pero Gohan pronto toma la delantera.


- “¡Eres rápido…!” – dice Gohan. – “¡Pero yo aún puedo serlo más!”


En un instante el chico llega a la ciudad.


El chirrido de ruedas llama la atención del saiyajín. Un coche deportivo recorre la avenida principal a gran velocidad, conduciendo de forma temeraria. 


- “¡Ese idiota va a provocar un accidente!” – exclama Gohan.


El mestizo desciende y se planta frente al vehículo, que tiene que frenar hasta detenerse para no chocar con él. 


El conductor, un hombre con malas pintas, se asoma por la ventanilla.


- “¡¿Qué haces, imbécil?!” – dice el tipo. – “¡Podría haberte atropellado!”

- “¡No se puede conducir de esa forma!” – exclama Gohan. – “¡A partir de ahora, prométeme que seguirás las normas de circulación y conducirás con precaución!”


El hombre sale del coche.


- “¿Pero de qué hablas, idiota?” – dice mientras saca una navaja. – “¿Dónde vas con esas pintas? ¿A una fiesta de disfraces?” ¿Quién te crees que eres?”


Son Gohan se queda dubitativo.


- “¿Quién soy…?” – piensa el mestizo. – “Pues… A ver…”


El conductor parece confuso ante la reacción de tan estrafalario individuo.


- “¡Soy alguien que lucha por la paz y la justicia!” – exclama Gohan, mientras hace varias poses que recuerdan a las Fuerzas Ginyu. – “¡Soy el Gran Saiyaman!”


El malhechor se queda perplejo ante tan extravagante despliegue, pero pronto estalla en una enorme carcajada.


- “¡Mira que eres ridículo, payaso! ¡JAJAJA!” – ríe el tipejo. – “¡Eres aún más estúpido que tu traje!”


Gohan se enfurece y pisa el suelo con fuerza, creando un socavón. 


- “¡NO TE BURLES DE MÍ!” – grita Gohan. – “¡Este traje ha costado horas de trabajo!”


El tipo retrocede asustado.


- “Bueno… Ahora que me fijo… Es bastante bonito…” – se excusa el conductor, mientras vuelve a meterse en el coche. – “Prometo que conduciré con más cuidado… ¿De acuerdo?”


Gohan mantiene la mirada con el tipejo mientras éste da la vuelta y marcha conduciendo adecuadamente.


- “Parece que lo ha entendido…” – piensa Gohan.


Y así fue como por Satán City se extendió el rumor de que había aparecido un nuevo héroe… ¡el Gran Saiyaman!