viernes, 30 de octubre de 2020

RECOPILACIÓN DE FANART

Diseños alternativos "casual" de los jóvenes de DBSNL, por Ipocrito:


Dibujado por Ipocrito


Dibujado por Ipocrito


Dibujado por Ipocrito

miércoles, 28 de octubre de 2020

DBSNL // Capítulo 170: "El que vio"

DBSNL // Capítulo 170: "El que vio"

“Hace honor a su leyenda.”



En un planeta desconocido, alejado de la mano de Dios, Pan, Bra y Ub pueden ver como la masa rosada que antes conformaba a Janemba ha cobrado forma. Un monstruo grande y orondo de color amarillo y morado se presenta ante ellos.


- “¿Qué es esa cosa?” – se pregunta Bra.


El monstruo ríe y golpea el suelo repetidas veces con las palmas de sus manos, como si fuera un enorme bebé.


- “Parece inofensivo…” – dice Pan, algo confusa.

- “No… No os dejéis engañar…” – dice Ub.

- “¿Es un enemigo?” – pregunta Bra.

- “Soy… era yo… Es el demonio…” – dice Ub. – “Puedo sentir su odio…”


El nuevo Janemba aplaude varias veces y con cada aplauso crea una onda expansiva que altera la realidad, mostrando fragmentos de distintas dimensiones durante un breve instante.



Dibujado por Beldum




El gran bebé pronto se fija en nuestros amigos y su mirada cambia de forma repentina, tornándose fría y amenazante.


Janemba propina un puñetazo en el suelo, pero su puño es transportado por un portal interdimensional antes del impacto y aparece sobre los chicos.


- “¡CUIDADO!” – exclama Bra.


Los chicos logran esquivar el ataque, que se estrella contra el suelo, creando una gran onda expansiva.


- “Es increíble…” – murmura Pan. – “¡Sigue teniendo una fuerza abrumadora!”


El monstruo repite su gesto y de nuevo su puño aparece sobre ellos, obligándoles a apartarse una vez más.


- “¡Es muy rápido!” – exclama Pan.


Janemba insiste una tercera vez.


Bra se da cuenta de que el portal está materializándose sobre ellos y, justo en el momento en que el puño aparece, ella le lanza un ataque de ki, provocando una explosión que es transportada a través del portal y sorprende a Janemba, haciéndole caer de espaldas al suelo, patas arriba. 


- “¡Bien hecho!” – celebra Pan.

- “No ha terminado…” – advierte Ub.


Unos agujeros en el tronco del monstruo, en forma de cañones, brillan intensamente.


- “¿Qué es eso?” – se pregunta Bra.


De repente, el orondo enemigo libera una tormenta de ataques de ki que barren el lugar, obligando a nuestros amigos a esquivar la incesante avalancha de energía.


En Konats, Piccolo tortura a Son Goku, cuya energía está siendo usada para abrir el portal del Amenoukihashi.


Madas y la bruja vuelven a pensar por separado desde hace milenios y se quedan desconcertados.


Son Goku, sufriendo en el suelo, mira a los dos personajes.


- “Necesitan ayuda…” – dice el saiyajín, que recibe una patada de Piccolo como castigo.


Madas da un paso al frente, dispuesto a pelear, pero la bruja le agarra del brazo. Sus ojos han quedado en blanco durante un breve instante.


- “¡Tienes que irte!” – despierta la anciana.

- “¿Qué?” – protesta Madas. – “¡Pero…!”

- “¡No hay tiempo!” – insiste la bruja.


Las voces llaman la atención de Garlick, que apunta con su dedo a Madas, listo para asesinarle.


Goku apunta con su mano a Madas y hace desaparecer al Kaioshin en el momento justo para evitar el ataque del demonio.


Piccolo se sorprende al ver la nueva técnica de Goku.


- “¿Qué has hecho?” – gruñe el namekiano.

- “Jeje…” – ríe sin fuerzas el saiyajín.


Goku recibe un nuevo pisotón que lo hace gritar a pleno pulmón.


- “¡YAAAAAAH!” –  se retuerce el saiyajín.


La anciana enseguida cae al suelo de rodillas, sin magia no le quedan fuerzas, y mira a Son Goku con una misteriosa pero reconfortante sonrisa.


Garlick dispara un extraño ataque de ki eléctrico que engulle a la bruja y acaba con su vida, dejando su cuerpo inerte y humeante yaciendo en el suelo.


Mientras tanto, el umbral se ilumina y el templo Yahirodono tiembla. Un torbellino de energía y humo rojo y negro aparece en el centro del ojo de la vieja estructura.


De repente, una explosión ocurre al otro lado del portal y trozos gigantescos de hielo atraviesan la dimensión, deslizándose por el suelo del templo Yahirodono.


En la Tierra, todos en la Corporación Cápsula perciben una terrible presencia que afecta sobretodo a Krilín.


- “¿Qué es esto?” – se pregunta el terrícola.


En el espacio, en la nave de la Patrulla Galáctica, Son Gohan y Cell también perciben la llegada del nuevo enemigo.


- “¿Quién es?” – se pregunta Gohan.

- “Estoy… estoy temblando…” – piensa Cell, mirándose las manos.


En la vieja nave de la Corporación Cápsula, Hit y Trunks se encuentran entrenando cuando se detienen al sentir la desatada oscuridad.


- “Nunca había sentido algo así…” – dice Trunks, asustado.


En el planeta de Kaiosama, el Kaio del Norte siente que algo va mal y apunta con sus antenas hacia Konats.


- “No puedo ver nada…” – dice el Dios. – “Solo veo oscuridad…”


En Konats, una mano decrépita de tez azul y con uñas negras largas asoma por el portal y se agarra a él para salir.


- “Maestro…” – se arrodilla Salabim, con sus brazos extendidos hacia delante.

- “Maestro…” – repite Arak, imitando a su compañero Kashvar.


El ser cruza el umbral y desciende hasta el suelo. El personaje viste una larga túnica de color vino-tinto y su rostro está oculto bajo una capucha. Es un individuo de gran estatura que camina encorvado.


- “"El que vio"…” – murmura Garlick.


En el Más Allá, Kaiosama siente que una mirada se clava en su alma y cae de espaldas al suelo, aterrado.


- “¿Qué…? ¿Qué ha sido eso?” – titubea el Kaio. 


En la Corporación Cápsula, Uranai Baba decide cambiar la orientación de su visión e intenta ver la procedencia de ese terrible poder maligno, pero al intentar concentrar su poder, unos diabólicos ojos rojos se manifiestan en su bola de cristal, que se resquebraja de forma repentina y empuja a la bruja, estrellándola contra la pared de la sala, dejándola inconsciente en el suelo.


En el Planeta Sagrado, Shin y Kibito miran la bola de cristal de Madas que sufre el mismo destino que la de Baba, estallando en mil pedazos y dejando pasmados a los dos Kaioshin.


En el interior de la cueva, en el suelo, un malherido Son Goku observa al nuevo enemigo.


- “Maldita sea…” – gruñe el saiyajín.


“El que vio” mira a todos los presentes. Shiras, Piccolo y Garlick hincan la rodilla en señal de respeto y servitud. Son Goku sigue en el suelo, desangrándose. Salabim y Arak adoran a su maestro. Broly sigue inconsciente.


- “Maestro…” – dice Salabim. – “Al fin hemos logrado liberarle…”

- “Tenemos mucho que contarle, señor…” – dice Arak.


El anciano brujo alza sus manos y atrae a los dos Kashvar hasta él. “El que vio” sujeta las cabezas de los magos, sostenidos en el aire.


- “No hace falta que me contéis nada…” – dice el anciano. – “Compartidlo conmigo.” – sonríe bajo su capucha.


Las manos del anciano brillan con luz roja como la sangre y los ojos de Arak y Salabim se ponen en blanco.


Tras un instante, los cuerpos inertes de los dos Kashvar caen al suelo.


- “Ya veo…” – murmura el anciano.


De la túnica de Arak cae la Dragon Ball de cuatro estrellas, que rueda por el suelo.


Garlick, con cierto recelo, intenta hablar.


- “Señor…” – dice el demonio. – “Yo…”

- “Sé quienes sois.” – dice el encapuchado brujo.

- “Hace honor a su leyenda.” – dice Shiras.

- “No esperaba menos de "El que vio"” – añade Garlick.


El brujo esboza una media sonrisa.


- “"El que vio", ¿eh?”” – dice el anciano. – “Esa ha sido mi identidad en estos tiempos de silencio…” – añade.


El Kashvar original se fija en la Dragon Ball y la reclama. Ésta vuela hacia su mano.


- “Eso se ha acabado.” – dice mientras juega con la esfera entre sus dedos. – “He regresado; y mi nombre volverá a ser pronunciado y temido en el Universo…” – sentencia mientras se quita la capucha, revelando un hocico de cabra con retorcidos cuernos en su cabeza y ojos rojos con pupilas rasgadas. – “Moro.”


Son Goku, pese a estar perdiendo mucha sangre, intenta ponerse en pie.


- “No creas que te lo pondremos fácil.” – dice el saiyajín.


Moro mira a nuestro amigo de reojo.


- “Son Goku…” – murmura el brujo.



Dibujado por Ipocrito


domingo, 25 de octubre de 2020

DBZ - SAGA BU REWRITE / Capítulo 10: ¡El arma secreta de la Tierra!

DBZ - Saga Bu Rewrite / Capítulo 10: ¡El arma secreta de la Tierra!



En un solo día, Majin Bu ha causado el pánico en el planeta Tierra. La gente abandona las grandes ciudades por miedo a un ataque del monstruo y se dirige a zonas rurales, donde esperan estar a salvo. Grandes atascos se forman en las salidas de las metrópolis.


Bu ha matado indiscriminadamente a todo el que ha encontrado en su camino, a veces por diversión y otras para saciar su apetito. 


El Rey del Mundo, desesperado, ha decidido recurrir al salvador de la Tierra; el hombre que liberó al mundo de las garras del terrible Cell.


Ese luchador legendario, el hombre más fuerte del planeta, ha respondido a la llamada del deber y al clamor popular. Un helicóptero recoge al Campeón en el jardín de su mansión, ante la atenta mirada de miles de fans amontonados a las puertas de su hogar, en la ciudad que lleva su nombre, y que claman a su salvador a viva voz.


- “¡SATÁN! ¡SATÁN! ¡SATÁN!” – corean al héroe en el que tienen puestas todas sus esperanzas.


Mientras tanto, en las montañas rocosas, Gohan entrena a las órdenes de Ten Shin Han y supervisado por Chaoz.


El mestizo, agotado, se encuentra rodeado de pequeños cráteres causados por intentos fallidos de realizar la técnica ancestral de sellado.


- “¡Tienes que coordinar mejor las dos manos!” – le corrige Ten. – “¡Otra vez!”


Gohan intenta recuperar el aliento y vuelve a prepararse para realizar el Mafuba.


- “Esto me recuerda a mis entrenamientos con Piccolo…” – piensa mientras una gota de sudor recorre su frente.

- “¡Otra vez!” – insiste Ten.

- “¡Sí!” – responde Gohan con convicción.


En la Atalaya de Kamisama, Dende observa las fechorías de Majin Bu. Los demás se encuentran en el interior del palacio, intentando matar el tiempo jugando a cartas. 


Bulma está apartada del resto, sentada en un banco cerca de la puerta de la Sala del Espíritu y el Tiempo, preocupada por su hijo y aún llorando la muerte de Vegeta. Yamcha intenta consolarla sin éxito.


Chichi se acerca y le hace un gesto a Yamcha para que le deje sitio. Yamcha se levanta y Chichi se sienta en su lugar.


- “¿Estás bien?” – pregunta la viuda de Goku a Bulma.

- “Sí, lo siento…” – responde Bulma. – “No debería estar llorando…”

- “No pasa nada.” – dice Chichi. – “Sé que es un momento difícil.”

- “Pero… Tú has perdido a Gohan…” – dice Bulma. – “Y pareces tan entera… Yo no sé que haría si perdiera también a Trunks…”


Chichi esboza una sonrisa que sorprende a Bulma.


- “Sé que está vivo.” – dice Chichi.

- “¿Eh?” – responde una confusa Bulma.

- “Gohan.” – dice Chichi. – “Estoy segura.”


Yamcha agacha la cabeza.


- “Chichi… Entiendo lo que sientes…” – dice el guerrero. – “Pero eso no es posible… Su energía…”

- “Te equivocas.” – le interrumpe Chichi. – “Gohan está vivo.”


Yamcha se queda en silencio, sin saber cómo reaccionar. Bulma sonríe.


- “Espero que tengas razón…” – dice la viuda de Vegeta. – “Le necesitamos.”


En la Sala del Espíritu y el Tiempo, Trunks cae de espaldas al suelo. El chico, transformado en Súper Saiyajín y con su gi hecho trizas, ha sido noqueado por Piccolo.


Trunks derrama una lágrima y empieza a moquear, pero el chico aspira con fuerza por la nariz y se frota los ojos.


- “¿Es que necesitas un descanso?” – le pregunta Piccolo con tono condescendiente.

- “No” – responde Trunks, poniéndose en pie y reavivando su aura.


El namekiano se pone en guardia y esboza una media sonrisa.


- “Su determinación no debería sorprenderme…” – piensa Piccolo. – “Es Trunks, al fin y al cabo.”


Muy lejos de allí, Majin Bu sobrevuela la Tierra buscando una nueva fechoría que cometer cuando ve a un niño vagabundo caminando por una carretera montañosa, guiándose con un bastón.


- “¡No escapará nadie!” – se ilumina el rostro de Bu al ver a una nueva víctima.


El monstruo aterriza delante del chico.


- “¡HA!” – intenta sorprenderlo Bu con una pose de pelea.


El pequeño no parece intimidado.


- “Hola, señor” – saluda alegremente el vagabundo, con los ojos cerrados.

- “¿Eh?” – murmura un confuso Bu. – “¿Es que no sabes quién soy?”

- “Soy ciego…” – responde el chico. – “¿Quién es? ¿Acaso es usted famoso?”

- “No ves nada porque tienes los ojos cerrados. A mí también me pasa.” – responde Bu. – “¿Has intentado abrirlos?”

- “Jeje…” – ríe tiernamente el chico. – “Aunque los abriera no cambiaría nada.” – responde. – “Soy ciego desde que nací.”

- “Vaya… Así que no me tienes miedo porque no me has visto…” – refunfuña B, un poco frustrado.


El monstruo coloca su manopla sobre los ojos del chico y usa su magia sobre él.


- “¡¿Qué ha pasado?!” – se sorprende el pequeño pordiosero, que ha sentido una extraña sensación sobre su rostro.

- “Pero abre los ojos, tonto…” – dice Bu.

- “¿Qué…?” – se extraña el chico.


El niño abre sus ojos y se da cuenta de que puede ver.


- “¡¡PUEDO VER!!” – celebra el chico. – “¡¡ES UN MILAGRO!!”

- “Jijiji…” – ríe Bu. – “¡Ahora ya puedes verme! ¡¿A que tienes miedo?!”


Pero el chico tira su bastón y se abalanza sobre Bu para abrazarle.


- “¡MUCHAS GRACIAS, SEÑOR!” – exclama el muchacho. – “¡¡GRACIAS!!”

- “¿Pero a éste que le pasa…?” – se pregunta Bu. – “¿Por qué no huye?”


Mientras tanto, en la cabaña del bosque, Shin ha puesto al día al Número 17. El Kaioshin está sentado en la cama y el androide en una silla. Lapis bebe café de un termo, mientras al Dios le ha preparado una taza de té.


- “Es terrible…” – murmura el androide, dando un sorbo a su bebida.

- “Es todo culpa mía…” – lamenta Shin, que llevado por la rabia hace estallar su taza y derrama el té caliente en el suelo. – “Lo siento…” – se disculpa enseguida.

- “No pasa nada.” – dice Lapis.

- “Mírame…” – lamenta el Kaioshin. – “Ni siquiera soy capaz de contener mis emociones… Soy un Dios patético.”

- “Las emociones no son una debilidad.” – dice Lapis. – “Nos hacen humanos.”


Shin agacha la cabeza, avergonzado.


El Número 17 se pone en pie y agarra su escopeta.


- “Lo siento, Kaioshin… perro tengo que bajar al pueblo esta noche.” – dice Lapis. – “Le he dejado un plato de guiso preparado en su mesilla. Volveré mañana a primera hora.”

- “¿A dónde vas?” – pregunta Shin.

- “Mis asuntos no son los de un Dios…” – sonríe el androide. – “Pero eso no significa que pueda descuidarlos.” 


En la carretera montañosa, Majin Bu y el chico se han sentado a charlar.


- “¿Y vives solo?” – le pregunta Majin Bu al pordiosero.

- “Vivo con mi hermano mayor.” – responde el chico. – “¿Y usted?”

- “Yo vivo solo.” – dice Bu.

- “¿Y no se aburre?” – pregunta el niño.

- “Salgo a divertirme de vez en cuando.” – dice Bu.

- “¿Tiene muchos amigos?” – pregunta el chico.

- “¿Amigos?” – murmura Bu, que no comprende el concepto.

- “Gente de confianza con la que pasarlo bien…” – dice el pordiosero.

- “Creo que no tengo…” – dice el monstruo. – “¡Pero me divierto sin amigos! La gente suele tenerme miedo y huyen… y yo los persigo.”

- “Es un juego un poco raro…” – responde el niño. – “Creo que huyen porque parece extranjero. Nunca había visto a nadie con eso en la cabeza.” – dice señalando su antena.


Bu parece triste y pensativo.


- “Siempre ha sido así…” – dice el monstruo. – “¿Por qué no estás con tu hermano?” – le pregunta. 

- “He ido a comprar leche.” – dice el muchacho. – “Mi hermano está trabajando en una granja cerca de aquí. Yo todavía soy demasiado joven para trabajar.”


Bu mira de reojo al horizonte hacia una columna de humo.


- “¿Y ya la has comprado?” – pregunta Bu.

- “No… Las tiendas estaban cerradas.” – dice el chico.


El monstruo Bu se pone en pie.


- “¿A dónde va?” – le pregunta el niño.

- “Espera aquí.” – dice Bu.


Majin Bu se marcha volando.


- “¡OH!” – exclama el pequeño. – “¡Los extranjeros vuelan!”


Bu no tarda en llegar a una aldea.


- “¡ES EL MONSTRUO BU!” – gritan todos asustados. – “¡HUYAMOS!”


En unos instantes, Bu regresa a la montaña con dos cartones de leche que entrega al chico.


- “Aquí tienes” – le dice al muchacho.

- “¡Es genial!” – exclama el pordiosero.


Bu se eleva de nuevo y se marcha sin decir nada.


- “¡MUCHAS GRACIAS, SEÑOR!” – se despide el chico. – “¡ADIÓS!”


El monstruo Bu desaparece en silencio en el horizonte con una tierna sonrisa dibujada en su rostro.


Mientras tanto, en Satán City, Videl se ha despedido de su padre, que ya vuela en helicóptero hacia la última localización conocida de Majin Bu. La muchacha ha decidido regresar a la Torre de Karín, pues se hace preguntas que cree que solo los amigos de Son Gohan le pueden resolver.


Videl sobrevuela el mar en dirección a la Tierra Sagrada.


En la Atalaya de Kamisama, Dende percibe algo.


- “¡Una energía!” – exclama Dios.


Krilín y Yamcha también lo han sentido y salen del palacio corriendo.


- “¡¿Quién es?!” – pregunta Krilín.

En las montañas rocosas, Gohan, Ten Shin Han y Chaoz también han sentido la presencia de la muchacha.

- “¡¿Alguien se mueve?!” – se pregunta Ten.

- “¡Es Videl!” – exclama el mestizo. – “¡¿QUÉ HACE?!”


Mientras tanto, Majin Bu regresaba a su casa, pero al sentir una energía en movimiento ha decidido cambiar de rumbo.


Nuestros amigos observan lo ocurrido desde la Atalaya.


- “Maldita sea…” – sufre Yamcha.

- “¡Debemos hacer algo!” – dice Krilín.

- “No hay nada que podamos hacer…” – aprieta los puños Dende, impotente.

- “Kamisama…” – sufre su amigo Popo.


De repente, sobre el mar, Majin Bu se presenta frente a Videl, obligándola a detenerse repentinamente.


La muchacha mira horrorizada al monstruo que reconoce de las noticias.


- “Tú… Tú eres…” – titubea Videl. – “El monstruo del que hablan…”

- “¡Hola!” – saluda el monstruo.


Videl se pone en guardia, asustada.


- “¿Qué has hecho con Gohan?” – pregunta la muchacha.

- “¿Quién es ese?” – pregunta Bu. – “¿Alguien que he matado?”

- “Maldito…” – aprieta los dientes Videl, intentando ser valiente.


Bu se acerca lentamente a la muchacha.


- “Dime una cosa…” – dice el monstruo, haciendo retroceder a Videl con su presencia. – “¿Soy guapo?”

- “¿Qué?” – pregunta una confusa Videl.

- “¿Crees que soy guapo?” – insiste Bu.


Videl no duda y le propina un puñetazo en la cara que se hunde en el rostro del monstruo.


Majin Bu ni se inmuta, y Videl retira su puño lentamente, aterrada ante el impávido monstruo. La cara de Bu recupera su forma original.


- “Eres una maleducada…” – gruñe Bu. – “¡TE MATARÉ!”


Pero de repente, Bu recibe una patada voladora que lo lanza al mar. Es la Número 18.


- “¿Eh?!” – se sorprende Videl al ver a la poderosa mujer.


La androide agarra a Videl del brazo.


- “¡VÁMONOS DE AQUÍ!” – exclama, tirando de la muchacha y arrastrándola por el cielo.


Videl desconoce la identidad de su salvadora, pero no duda de que, sea quien sea, es mejor opción que enfrentarse al monstruo.


La Número 18 viste un pantalón vaquero y camiseta negra con mangas blancas y pequeñas rayas horizontales negras.


La Número 18 y Videl llegan a tierra firme y descienden en un denso bosque.


- “¡¿Qué está pasando?!” – pregunta Videl, desconcertada y nerviosa. – “¡¿Quién eres?!”

- “¡¿Y quién demonios eres tú?!” – protesta la androide. – “¡¿Es que quieres morir?!”


Videl se detiene un instante y no tarda en atar cabos.


- “¿Eres amiga de Son Gohan?” – pregunta la muchacha.

- “Así que conoces al chico…” – se sorprende la Número 18. – “Majin Bu ha podido sentir tu energía. Volar ha sido una mala idea. Eres descuidada.”

- “¡¿Sabes si Gohan está bien?!” – pregunta Videl, emocionada.


La Número 18 tarda en responder.


- “No es el momento.” – dice la androide. – “¡Tienes que ocultar tu energía o nos matará! Has tenido suerte de que justo pasaba por aquí…”


Bu sale del agua. Está enojado.


- “¡¿Quién me ha golpeado?!” – protesta el monstruo.


De sus poros emana humo rosado a presión.


- “¡OS MATARÉ A TODOS!” – grita furioso, mientras expulsa una gran cantidad de energía que estalla sobre el mar como si fuera una bomba, provocando un maremoto cuyas gigantescas olas chocan contra la costa.


Mientras tanto, en un pueblo bajo la montaña, el Número 17 ha sentido temblar el suelo y ha salido de su pequeña pero acogedora casa. 


El androide mira al horizonte y puede ver un destello de luz rosada.


- “¿Qué ocurre, cariño?” – pregunta una voz femenina desde el interior del hogar.

- “Tengo que regresar a la cabaña…” – responde Lapis, intentando fingir calma. – “¿Por qué no me acompañáis?”


Bu sobrevuela el bosque, buscando a las dos fugitivas.


- “¡Os convertiré en galleta de chocolate y os comeré!” – refunfuña el monstruo.


La Número 18 y Videl corren bajo el amparo de los árboles, intentando pasar desapercibidas.


En las montañas rocosas, Gohan está cada vez más nervioso.


- “¡Ya no siento el ki de Videl! ¡¿Qué está pasando?!” – sufre el mestizo.


Bu se impacienta y dispara ataques de energía al azar, devastando el bosque varias parcelas de bosque.


La Número 18 se detiene de repente.


- “Odio esconderme…” – protesta la androide. – “¿Cómo te llamas, muchacha?”

- “¿Eh? Videl” – responde la muchacha.


La Número 18 le entrega el radar y una bolsa con las Bolas de Dragón que ha reunido.


- “Estas son las Dragon Balls.” – dice la androide. – “Hay seis. Falta una.”

- “¿Dragon Balls?” – se extraña Videl.

- “Esto es un radar.” – le indica la Número 18. – “Tienes que encontrar la última para que podamos resucitar a todo el mundo”

- “Las siete Dragon Balls…” – murmura Videl. – “Pero si son solo una vieja leyenda…”


La androide agarra a Videl de los hombros.


- “¡¿Pero de dónde sales tú?!” – protesta la 18. – “¡Busca la última! ¡Y que no te detecte Bu!” – insiste. – “¡Cuando las tengas, llévaselas a Karín, en la Tierra Sagrada!”

- “¿La Torre del gato?” – se extraña Videl.

- “¡Eso es!” – dice la androide. – “¡Vamos! ¡Márchate!”

- “¡¿Y qué vas a hacer tú?!” – se preocupa la muchacha.


La Número 18 esboza una media sonrisa nerviosa.


- “No te preocupes por mi” – responde la androide. – “¡Vete!”


Videl asiente y echa a correr.


La Número 18 suspira.


- “El pantalón era nuevo…” – protesta antes de empezar a elevarse.


Majin Bu iba a disparar de nuevo indiscriminadamente, pero se detiene al ver a la mujer, que surge de entre las copas de los árboles y asciende hasta ponerse a su altura.


- “¡¿Tú me has golpeado?!” – le increpa Bu. – “¡¿Por qué?!”

- “Porque tu cara de gordinflón me da asco.” – responde la androide.

- “¡¿Me estás llamando feo…?!” – gruñe el monstruo.


En la cabaña del bosque, Shin se ha levantado, pese a estar aún malherido, y con sus poderes reestablece su ropa.


El Dios camina a trompicones hasta la puerta, pero al abrirla se da cuenta de que una camioneta azul destartalada acaba de llegar. Lapis, su mujer y su hijo se bajan de ella.


La mujer es castaña, de cabello largo, y viste un peto vaquero azul, una camisa amarilla a cuadros y un pañuelo naranja en la cabeza. El pequeño es moreno y viste un pantalón corto azul, camiseta verde y un gran sombrero de paja.


El Número 17 y su mujer descargan unas cajas, mientras el pequeño se acerca al extraño con curiosidad.


- “¿Tú eres el forastero?” – pregunta el niño.

- “No seas maleducado…” – interviene el androide.

- “Lo siento…” – agacha la cabeza el pequeño. – “Me llamo Tori. Encantado de conocerle.” – saluda con una reverencia.

- “Eso está mejor” – sonríe Lapis.


Los dos adultos descargan la camioneta ante la mirada confusa de Shin.


El androide se despide de su mujer y de su hijo.


- “Voy a llevar a este amigo a su casa.” – dice Lapis. – “Aquí estaréis a salvo hasta que vuelva. Es un lugar tranquilo. Han dicho que las zonas rurales son más seguras.”


La mujer abraza al Número 17.


- “Ten mucho cuidado, Lapis.” – dice ella.

- “Siempre lo tengo.” – responde el androide.


Lapis se acerca a Shin y le pone la mano en la espalda.


- “¿Puede caminar?” – pregunta el androide.

- “Creo que sí.” – dice Shin.

- “Bien.” – asiente Lapis.


Los dos se alejan de la cabaña.


- “Bonita familia.” – dice Shin. – “Pero no saben quién eres…”

- “Puede que no conozcan mi pasado, pero saben quién soy.” – responde Lapis, sorprendiendo a Shin.


Mientras tanto, la Número 18 está sufriendo un duro castigo. La androide, con la ropa rota y ensangrentada, retrocede y apunta a Bu con su mano, disparando una ráfaga de ki, pero eso no detiene el avance del monstruo, que propina un cabezazo a la mujer y luego la remata con un golpe las manos juntas que la lanza contra el suelo.


La Número 18 atraviesa el techo del hangar de una base militar abandonada en medio del bosque y rebota rompiendo las puertas del susodicho, deslizándose sobre la pista de aterrizaje mientras intenta recuperar la estabilidad.


- “Maldición…” – gruñe la androide. – “Es un monstruo…”


En la Atalaya de Kamisama, Krilín y Yamcha intentan sentir lo que ocurre.


- “¡¿Qué está pasando?!” – se pregunta Yamcha. – “El ki de la muchacha ha desaparecido, ¡pero Majin Bu parece que esté peleando con alguien!”


Dende no responde. Una gota de sudor frío recorre su frente.


El miedo embarga a Krilín.


- “Número 18…” – sufre el terrícola. – “¡Voy a ayudarla!”


Yamcha agarra a su amigo del brazo.


- “¡No seas idiota!” – exclama Yamcha.

- “¡NO LA ABANDONARÉ!” – insiste Krilín.

- “¡PIENSA EN MARRON!” – replica Yamcha. – “¡¿Vas a dejarla sola?!”


Krilín se detiene y recapacita. Su ojos se inundan de lágrimas.


Dende cierra los ojos, abatido.


- “Si Majin Bu descubre este lugar… Todos moriremos.” – sentencia Kamisama.


Majin Bu agarra a la Número 18 del pelo, le propina un puñetazo en el abdomen, y luego la lanza contra un edifico que se derrumba sobre ella.


La androide sale de los escombros arrastrándose.


- “No voy a rendirme…” – dice ella, poniéndose en pie. – “Tengo energía ilimitada… ¡Pelearé hasta que me mates!”


Majin Bu alza su mano y, sin hacer ningún esfuerzo, dispara una gigantesca esfera de energía rosada que avanza rápidamente hacia la mujer.


Un gigantesco estallido arrasa la base abandonada, convirtiendo la zona en un páramo desierto.


La Número 18, que había cerrado los ojos con fuerza, pues no veía escapatoria a su final, los abre de nuevo y se sorprende al ver que sigue con vida. A su alrededor, una burbuja de energía verde la ha protegido.


- “Esto es…” – se sorprende ella.

- “Hola, hermanita.” – saluda Lapis, que ha alzado su barrera protectora. – “Ha pasado mucho tiempo…”

- “¡¿Número 17?!” – exclama ella. – “Pero… ¡¿Cómo has…?!”

- “He tenido ayuda.” – sonríe el androide.


Majin Bu mira a los dos gemelos confuso.


- “¡OH! ¿Ahora son dos?” – se extraña el monstruo, que se frota los ojos.


La Número 18 avanza hasta colocarse al lado de su hermano.


- “Esto me trae recuerdos…” – sonríe ella.

- “Como en los viejos tiempos…” – añade él.


La androide se pone seria.


- “Es un tipo terrible…” – advierte a su hermano. – “Parece inmortal. Vegeta y Gohan han muerto.”

- “¿Y Piccolo?” – pregunta Lapis.

- “Está entrenando al hijo de Vegeta.” – responde ella.

- “Ya veo…” – fuerza una sonrisa el androide. – “Así que ahora mismo somos lo mejor que tiene la Tierra… Irónico.”

- “Yo no lucho por la Tierra.” – responde la Número 18.

- “Yo tampoco.” – añade Lapis.


Los dos se miran de reojo y comparten una breve sonrisa antes de clavar sus miradas en el adversario.


- “Demostrémosle a esta bola de grasa como nos las gastamos.” – dice el Número 17.


Majin Bu frunce el ceño.


- “¡¿Me habéis insultado?!” – protesta el monstruo.


Cerca de allí, Shin espera escondido tras unas rocas.


- “Espero que esto salga bien…” – piensa el Dios, que respira con dificultad, pues se duele aún de sus heridas.


No muy lejos de allí, Videl se deja el alma corriendo a través del bosque.


Mientras tanto, el Campeón ya puede ver desde su helicóptero la pequeña casa de arcilla de Majin Bu.


- “Llegaremos en unos minutos, señor” – anuncia el piloto.

- “Bien, bien…” – dice Satán, fingiendo estoicidad. – “Estoy ansioso por enfrentarme a ese monstruo…” – su voz se quiebra de miedo y una gota de sudor frío recorre su sien.