viernes, 19 de junio de 2020

ESPECIAL DBSNL /// Hopeless Future // Universo 3 / Parte II: El último vuelo de la Grulla

Hopeless Future / Parte II: El último vuelo de la Grulla

“Habéis tenido mala suerte”



En el bosque Fukurou, el viejo Tsuru pelea con Kirano y Mokekko. El anciano maestro esquiva las embestidas del gigantón y detiene los feroces golpes de su compañero.


- “Tenéis una fuerza extraordinaria, pero carecéis de técnica.” – dice Tsuru. – “¿Qué queréis?”


Mokekko ataca de nuevo a Tsuru dispuesto a propinarle un puñetazo, pero el viejo Grulla salta sobre el puño del grandullón, después sorbe su cabeza y con una pirueta se sube al tejado de la cabaña.


Los hombres de Babidí se preparan para atacar de nuevo.


Tsuru se da cuenta de que los forasteros están pisando de nuevo su huerto y responde alzando el dedo índice, que se ilumina con luz amarilla.


- “He acabado la paciencia.” – sentencia el viejo, que apunta con su dedo a Mokekko. – “¡DODONPA!” – exclama. 


El ataque del anciano Grulla sorprende a los guerreros del brujo e impacta de lleno en el pecho de Mokekko, al que empuja hacia el interior del bosque, rompiendo los árboles que encuentra a su paso.


Kirano clava su airada mirada en el viejo.


Tsuru le mira con desprecio.


- “Te lo advierto.” – dice el Duende. – “Márchate o acabarás como tu compañero.”


Kirano esboza una media sonrisa prepotente que confunde a Tsuru.


Un ruido en el bosque alerta al viejo Grulla.


Mokekko, con el pecho chamuscado, aparece caminando por su propio pie.


- “Eso ha dolido…” – refunfuña el grandullón.


Tsuru, sorprendido por la resistencia del guerrero, se pone en guardia.


- “¿Acaso no sois humanos?” – les pregunta el viejo.


Kirano y Mokekko se abalanzan de nuevo contra el Duende, que retrocede en el momento justo para evitar un puñetazo del grandullón que hace estallar la cabaña.


El viejo se eleva utilizando la técnica clásica de la Escuela Grulla, buscando ganar tiempo y analizar a sus rivales.


- “Si no voy con cuidado, voy a tener problemas…” – piensa el anciano. – “Estos tipos no son normales.”


De repente, los dos enemigos embisten a Tsuru, revelando que ellos también pueden volar.


- “¡¿QUÉ?!” – se sorprende el viejo.


Mokekko propina un puñetazo directo al abdomen del Duende Grulla, y Kirano se eleva sobre él para rematarle con un golpe con sus manos juntas, a modo de martillo, lanzándole contra el suelo.


El anciano Tsuru, magullado, intenta levantarse, pero se da cuenta de que tiene varias costillas rotas. 


- “Maldita sea…” – refunfuña el viejo maestro.


Mokekko desciende sobre él y lo pisa, estampándolo contra el suelo e inmovilizándole.


Kirano aprovecha para recoger la urna de recolección y ensartar al anciano.


- “Ya eres nuestro” – sonríe el hombre de Babidí. – “Tu energía nos será muy útil.”


De repente, el tronco de un árbol aparece de las profundidades del bosque, lanzado como un proyectil, y ensarta a Mokekko, empujándole hasta una montaña cercana y dejándole empalado.


- “¡¿QUÉ HA SIDO ESO?!” – exclama Kirano, asustado. – “¡MOKEKKO!”


Un personaje con partes cibernéticas hace acto de presencia, vestido con una camiseta de tirantes blancas y un pantalón negro, luciendo una larga coleta adornada con un lazo rojo, y cargando con un fajo de leña recién cortada.


- “Habéis tenido mala suerte” – dice el hermano de Tsuru. – “Os habéis topado con el legendario asesino Tao Pai Pai.”


Kirano se pone en guardia.


- “¿Asesino?” – refunfuña el hombre del brujo, que saca el medidor de kiris para evaluar a su rival. – “Bien…” – sonríe Kirano. – “¡TU ENERGÍA TAMBIÉN SERÁ PARA NUESTRO AMO!”


Kirano se abalanza sobre Tao, pero el asesino le sorprende con un rápido movimiento que cercena su brazo. La mano izquierda metálica del asesino ha caído al suelo y una cuchilla ha aparecido de su antebrazo.


El luchador de Babidí, aterrado, mira su extremidad amputada.


Ahora es la mano derecha del asesino la que cae al suelo, revelando un cañón que Tao coloca en el abdomen de Kirano.


- “Fuera de nuestro huerto.” – le susurra el asesino. – “¡SÚPER DODONPA!” – exclama.


El ataque del hermano de Tsuru empuja a Kirano hacia el cielo hasta que desaparece de la vista de Tao.


Sus manos mecánicas regresan a sus brazos automáticamente, como si se activaran unos potentes imanes.


El asesino se acerca a su anciano hermano para comprobar su estado.


Tao se sienta en el suelo e intenta reincorporar a Tsuru, pero el anciano casi no tiene fuerzas.


- “¿Cómo te encuentras?” – pregunta Tao.

- “Cansado…” – responde Tsuru. – “Creo que voy a dormir un rato…”


Tsuru pierde el conocimiento.


El cuerpo de Kirano, completamente chamuscado, cae del cielo y se estrella contra el suelo.


Kibito y Shin aparecen de la nada frente a los dos hermanos.


Tao, furioso, increpa a los forasteros.


- “¡¿Quiénes sois vosotros?!” – exclama el asesino. – “¡¿También buscáis pelea?!”


Tao Pai Pai, sin soltar a su hermano, apunta a los Kaioshin con su cañón.


- “¡IDOS AL INFIERNO!” – grita el asesino al proyectar su Dodonpa contra los Dioses.


Shin repele el ataque con el dorso de su mano. El Dodonpa se pierde en el cielo.


- “No está mal para un humano.” – murmura Shin. – “Pero nosotros no somos tus enemigos.”


Tao se queda sin palabras, sorprendido por el poder de ese misterioso individuo.


Kibito se acerca a los hermanos y se agacha para comprobar el pulso de Tsuru.


- “Es demasiado tarde.” – dice Kibito. – “Le han arrebatado toda su energía.”

- “¿Dónde están los hombres de Babidí?” – se pregunta Shin.

- “Maté a los dos tipos que nos atacaron.” – dice Tao.

- “Te sorprenderías de lo mucho que pueden aguantar esos hombres…” – dice Shin. – “La marca del brujo les da un poder sobrehumano.”

- “Te he dicho que los he matado.” – insiste Tao.


Kibito se acerca a Mokekko, ensartado en la pared y arranca el tronco que lo empala, haciendo que su cuerpo caiga al suelo.


Su mano se mueve.


- “Grr…” – gruñe el hombre de Babidí.


Tao Pai Pai se queda boquiabierto.


- “No puede ser…” – murmura Tao. – “Nadie puede sobrevivir a eso…”


Shin se acerca al Mokekko.


- “¿Cree que podrá conseguir algo?” – pregunta Kibito.

- “Pronto lo sabremos.” – responde Shin, que se agacha y coloca su mano sobre la cabeza de Mokekko.


El Kaioshin del Este intenta leer la mente del sujeto. El Dios puede ver imágenes del pasado de Mokekko, su entrenamiento como artista marcial en la montaña, la imagen del brujo Babidí, una voz retumbando en su cabeza, una gran “M”. Shin revive el dolor que sintió Mokekko al sufrir la transformación que lo deshumanizó. Él y su compañero Kirano han atacado múltiples aldeas y masacrado a sus habitantes para poder cosechar energía y llevársela a su Amo. 


De repente, Shin puede ver lo que buscaba: la nave de Babidí.


- “¡La encontré!” – exclama Shin, que se pone en pie. – “¡La nave está enterrada al sur!” – dice.  – “¡En esa dirección!” – señala. 

- “Enterrada, ¿eh?” – cabila Kibito. – “Por eso no hemos podido encontrarla…”

- “Ha llegado el momento” – dice Shin. – “Tendremos que hacerlo solos.” 


Kibito asiente.


Tao Pai Pai se pone en pie.


- “¿A dónde vais?” – pregunta el terrícola. – “¿Es que no vais a explicarme lo que ocurre? ¡¿QUIÉN HA MATADO A MI HERMANO?!” – pregunta inquisitivo.

- “Un brujo” – responde Shin. – “Querían su energía para resucitar a un viejo monstruo.”

- “¿Su energía?” – repite Tao, confuso.

- “Siento que los humanos os hayáis visto envueltos en asuntos celestiales” – añade Shin. – “Mis condolencias.”


Shin y Kibito se preparan para marcharse.


- “Dejad que os acompañe.” – les interrumpe Tao. 

- “Tu alma es oscura, terrícola” – dice Kibito. – “Y si yo puedo verlo, Babidí también.”

- “¡Quiero matar a ese brujo tanto como vosotros!” – insiste el asesino.

- “No me cabe duda.” – responde Shin. – “Pero no por las razones adecuadas.”

- “Si nos acompañaras, terminarías como ellos.” – dice Kibito, señalando a Mokekko y Kirano. – “Convertido en una sombra al servicio del brujo.”


Tao Pai Pai parece preocupado por las advertencias de los Dioses, pero insiste.


- “Correré el riesgo” – dice el asesino.

- “Yo no” – responde Shin. – “Lo siento.”


Kibito toca el hombro de Shin y los dos Dioses desaparecen repentinamente, dejando a Tao Pai Pai solo y abatido.

11 comentarios:

  1. He llegado a sentir lastima por los hermanos, pobre Tao.
    Es la primera vez que Shin y Kibito harán frente ellos solos a Babidi, puede ser interesante, ¿con la inminente llegada de Freezer?
    Buen capitulo, espero ansioso la resolución.

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  2. Exacto. No saben de qué soldados dispone Babidí.

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  3. Hombre, que pueda ver donde está la nave de Babidi pero no los secuaces que tiene... si ya entregaron energía es porque fueron a la nave y se habrán encontrado con Dabura pero Shin justo no vio ese recuerdo? Bastante conveniente.

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    1. El vio lo que buscaba
      Hay veces que Las cosas estan frente a ti Pero Como no Las estas buscando no Las ves

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    2. Es conveniente para Babidí, sí :)

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  4. A mi me da la sensación de que es una trampa de Babidi, que se ha dado cuenta de que alguien estaba indagando en la cabeza de uno de sus lacayos, se habrá dado cuenta de que eso sólo lo puede hacer un Kaioshin y le ha dejado ver lo que ha querido. Ahora Shin y Kibito saben donde ir pero no saben lo que se encontrarán. Seguramente cuando lleguen, Babidi les estará esperando y les invitará a entrar a la nave si quieren detener el nacimiento de Majin Buu.

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