domingo, 27 de febrero de 2022

DBSNL // Capítulo 238: Hijo de Namek

DBSNL // Capítulo 238: Hijo de Namek

“No vas a librarte de mí…”



En Makyo, una silueta humana se adivina entre la polvareda. Son Gohan ha perdido su transformación y ha regresado a su estado base. Los demás se acercan a él con recelo.


- “¿EH?” – recupera el conocimiento. – “¿Qué ha pasado?” – se pregunta Gohan, un poco confuso.

- “¡¡PAPÁ!!” – exclama Pan, corriendo hacia él.

- “¡PAN! ¡Estás bien!” – se prepara el mestizo para abrazarla.


Pan se detiene y mira a un lado, sonrojada.


- “Por favor… ponte algo…” – dice ella tímidamente.

- “¡¿EH?!” – se da cuenta Gohan de que va desnudo y se tapa la entrepierna con las manos.


Krilín y los demás se emocionan al ver a su amigo de vuelta.


De repente, Gohan recuerda lo sucedido.


- “¡TEN!” – exclama el mestizo, buscando a su alrededor.


Su mirada se cruza con la de Krilín, que niega con la cabeza.


- “No… yo…” – dice Gohan, apenado.


Ub lleva a Mai y Baicha hasta Gohan y Pan.


- “No eras tú…” – dice el chico.

- “Estabas poseído…” – dice Mai. – “Por esto.”


Baicha muestra la Bella Durmiente, que brilla tenuemente de color rojo.


Gohan extiende la mano para agarrarla, descubriendo sus partes.


- “¡Pero ponte algo!” – insiste Pan.


Mai le presta su abrigo y el mestizo se lo pone alrededor de la cintura, atándoselo detrás.


Piccolo, malherido, camina hacia ellos.


- “Una pena…” – dice el namekiano. – “Habrías sido un demonio excelente…” – sonríe.


Pan se pone en guardia, pero Gohan la detiene agarrándola del hombro.


- “Papá…” – lo mira Pan, confusa.


El mestizo adelanta a su hija y se dirige a Piccolo.


- “Piccolo…” – dice Gohan. – “Detén esta farsa…”

- “¿Farsa?” – gruñe el namekiano.


Gohan y Piccolo se miran fijamente.


Sin apartar la mirada, Gohan llama a Krilín.


- “¡Krilín!” – exclama el mestizo. – “¿Te quedan semillas senzu?”

- “¡Ah! ¡Sí!” – dice el terrícola. – “¡Me quedan dos!”

- “¿Puedes dármelas?” – pregunta Gohan.

- “¡Claro!” – dice Krilín. – “Estarás agot… ¡Eh! Espera… No irás a…”


Gohan mira a su amigo y sonríe.


- “Confía en mí.” – dice el mestizo.

- “No sé que decirte…” – protesta Krilín mientras busca entre sus ropajes. – “Hace un momento querías matarnos…”

- “Por favor.” – insiste el mestizo.


Krilín mira a Pan y ella siente.


- “No aprendemos…” – refunfuña Krilín al lanzarle las semillas. – “De tal palo…”


Gohan las caza al vuelo y se toma una.


- “¡Cógela!” – le lanza la otra al namekiano.


Piccolo la agarra sorprendido.


- “¿Estás seguro?” – sonríe el namekiano antes de comérsela. – “No te creía tan idiota como tu padre…” – mastica.


Krilín sufre.


- “Gohan… ¿Es que quieres pelear de nuevo?” – pregunta Krilín.


Bra se une al grupo.


- “Lo habías debilitado…” – dice la hija de Vegeta. – “Pan y yo fusionadas podríamos haberlo derrotado.”

- “¿Has dicho fusionadas?” – se sorprende Gohan.


Piccolo recupera sus energías y aviva su aura.


- “¡JAJAJAJA!” – ríe a carcajadas.


Una fuerte corriente de aire barre la zona, haciendo que varios de nuestros amigos tengan que cubrirse.


Krilín frunce el ceño.


- “Estupendo…” – murmura el terrícola con retintín. – “Volvemos a la casilla de salida…”


Son Gohan parece satisfecho.


- “¿No lo sientes?” – pregunta el mestizo.

- “¿Eh?” – se extraña Krilín.

- “Su aura…” – dice Gohan. – “Cierra los ojos…”


El terrícola, confuso, obedece.


- “Detecto múltiples individuos.” – anuncia Pino.

- “Eso es…” – dice Gohan. – “Hacía tiempo que no sentía esas energías…”

- “Me resultan familiares…” – murmura Krilín. – “¡KAMISAMA!” – exclama sorprendido. – “¡¿Y NAIL?!”

- “¡Hay muchas más!” – se sorprende Pan, también con los ojos cerrados.


Una terrible jaqueca azota al namekiano, que deja de emitir ki.


- “¡Silencio…!” – gruñe Piccolo, llevándose ambas manos a la cabeza. – “¡¡SILENCIOOOO!!” – exclama.


Gohan observa detenidamente a su antiguo maestro.


- “Este combate deben librarlo ellos.” – dice el mestizo. – “El resurgir de Daimaoh ha roto los términos en los que Kamisama y Nail aceptaron la unión… Sus consciencias han estado despertando a medida que el demonio se debilitaba.”


En el interior del namekiano, el viejo Piccolo Daimaoh se encuentra arrodillado en el suelo, rodeado por un gentío namekiano.


- “¿Quienes sois…?” – pregunta Daimaoh, sufriendo. – “¿Qué hacéis aquí? ¡¡Dejadme en paz!!”

- “Eres una vergüenza para Namek…” – dice uno.

- “¡Has fallado a tu gente!” – exclama otro.

- “¡¡BASTA!!” – replica el demonio.

- “¡Dejaste que ese brujo masacrara nuestro hogar!” – se queja un tercero.

- “¡Traicionaste a tus amigos!” – añade un cuarto.

- “¡¡SOY EL REY DE LOS DEMONIOS!!” – grita Daimaoh.


De repente, de la espalda del demonio nacen tres bultos que terminan convirtiéndose en Nail, Kamisama y Piccolo Jr.


- “¡¡¡GRRAAAAAHHH!!!” – grita Daimaoh.


Los namekianos que los rodean empiezan a fusionarse entre ellos hasta que solo queda uno; Slug.


Nail, Kamisama y Piccolo Jr. caminan hasta Slug mientras se unen entre ellos, dando lugar al Piccolo que todos conocemos, que se coloca al lado del milenario namekiano.


Slug y Piccolo juzgan a Daimaoh con la mirada. El viejo diablo siente como envejece lentamente hasta reflejar su edad real.


- “Ah… ah…” – sufre Daimaoh, agotado.

- “Se acabó…” – dice Piccolo.

- “No… no vas a librarte de mí…” – gruñe el viejo. – “Siempre… siempre estaré ahí… listo para regresar…”

- “Lo sé.” – dice Piccolo. – “Y por eso he tomado una decisión.”

- “¡¿QUÉ?!” – se asusta Daimaoh.


Slug se cruza de brazos.


- “Date prisa.” – dice el grandullón. – “No tenemos mucho tiempo.”


En el exterior, Piccolo levanta la cabeza, agotado tras un gran sufrimiento, pero en paz. Su mirada es reconocida por todos, que sonríen aliviados.


- “Piccolo…” – murmura Gohan sonriente.

- “Ah… ah…” – respira Piccolo. – “Creo que os debo una disculpa…”


 Piccolo se acerca a sus amigos. Pan salta sobre él.


- “¡Tío Piccolo!” – exclama ella, contenta.

- “Hola, renacuajo…” – dice el namekiano, despeinándola con la mano.


Piccolo y Gohan se miran. El namekiano sonríe.


- “Permíteme” – dice Piccolo mientras extiende su mano hacia el chico.


La magia namekiana envuelve al mestizo. El abrigo de Mai se desata y cae al suelo. Un nuevo gi se materializa; uno azul con cinturón y muñequeras rojas, con calentadores blancos y zapatillas negras.


Gohan se mira la ropa, sorprendido.


- “¡Esto es nuevo!” – exclama el mestizo.


Piccolo sonríe.


Pan da una vuelta alrededor de su padre para verlo bien.


- “¡Oh!” – exclama la muchacha. – “¡Tienes un kanji en la espalda! ¡Pone “Han”!”


Gohan, sorprendido, mira al namekiano.


- “Has llegado muy lejos por tu cuenta.” – dice Piccolo. – “Eres más que el hijo de Goku o el aprendiz de un pobre diablo.”

- “Piccolo…” – sonríe Gohan con melancolía. – “Gracias.”


El namekiano se pone serio.


- “¿Cuántas esferas tenéis?” – pregunta el namekiano.

- “Solo tres…” – lamenta Gohan.

- “Je, je…” – ríe Pan. – “Tenemos algunas más…”


Ub saca dos esferas de sus bolsillos.


- “¡¿Cuándo?!” – se sorprende Mai.


Krilín aporta las esferas restantes.


- “Cinco Dragon Balls…” – dice Gohan.

- “Faltan solo dos.” – sonríe Bra.


Piccolo frunce el ceño.


- “La otra esfera está siendo disputada en estos momentos.” – revela el namekiano. – “Esperemos que Trunks lo consiga.”

- “¡¿Trunks?!” – se sorprenden todos.

- “Pero la última…” – una gota de sudor recorre la frente del namekiano. – “Necesitaremos entrar al Makai.”

- “¡¿QUÉ?!” – se aterrorizan todos.


Mientras tanto, en el Makai, Vegeta sigue corriendo a oscuras.


En el castillo, Kerubero se enfrenta a los gemelos demoníacos, pero más que un combate parece una sesión de entrenamiento.


- “Si pusieras más cadera a esos golpes serían mucho más potentes” – le dice al chico mientras le detiene un puñetazo, antes de empujarlo con su vara.


La mujer ocupa el lugar de su hermano y ataca al Kerubero.


- “¡Desaprovechas tu agilidad!” – le dice el demonio mientras esquiva un puñetazo. – “Intentas pelear como tu hermano y te olvidas de que tu cuerpo es distinto…” – niega antes de responder con un codazo en su abdomen.


Goten y Trunks miran asombrados el combate.


- “¿De dónde ha salido este?” – se pregunta Trunks.


Los gemelos saltan sobre Kerubero, pero éste genera una esfera roja como la sangre en su mano y dispara a sus enemigos, deteniéndolos al clavarles múltiples cristales de ki por el cuerpo.


- “¿No debería ser yo quien preguntara eso?” – dice Kerubero, mirando de reojo al hijo de Vegeta. – “Ver a un demonio en el Makai no debería sorprenderos…”

- “Visto así…” – se disculpa Goten.


Los gemelos caen al suelo.


- “Si queréis salir, la única opción es la sala principal de ese castillo…” – señala el demonio. – “Pero tendrán que abrir la puerta desde el otro lado… Lo que no es demasiado conveniente.”

- “No nos iremos sin papá.” – dice Trunks.

- “No podemos dejar a Vegeta.” – asiente Goten.


Los gemelos se ponen en pie y atacan de nuevo.


- “Disculpadme un momento.” – dice Kerubero a los mortales.


El rostro del diablo se transforma, tornándose verdaderamente demoníaco.


Kerubero vuela hacia sus enemigos y cuando está apunto de toparse con ellos clava su vara en el suelo, creando una onda expansiva que frena el avance de los gemelos.


Kerubero salta por encima de ellos, impulsado por el bastón, y cae detrás de ellos, apuntándoles a bocajarro con sus dedos índice y corazón de cada mano.


- “Hasta la próxima vez.” – sonríe de forma macabra.


El terror invade a los hermanos que, de repente, estallan en mil pedazos.


Goten y Trunks se miran aterrados ante tal demonstración.


El rostro de Kerubero vuelve a la normalidad.


- “Y bien…” – dice el mayordomo, que se limpia la sangre morada que ha manchado su ropa. – “Parece que hay otro humano en este lugar… ¿No es así?”


Goten y Trunks se miran asombrados mientras Kerubero recupera su vara.


El diablo les punta con el pomo de su bastón y su luz baña a los mestizos.


En Makyo, un sonido de pasos llama la atención de nuestros amigos. Shula, con su brazo mecánico roto, se acerca a nuestros amigos.


- “Necesitáis la Bella Durmiente…” – dice el ira-aru, que apunto está de desmayarse, pero es recogido por Mai.

- “¿Qué ha pasado?” – pregunta ella.

- “Se ha liberado…” – responde Shula. – “Con todo el barullo debo haberme desconcentrado… Lo siento. Ha huido.”


Gohan interviene.


- “Yo me encargaré de ella.” – dice el mestizo. – “Mai, ¿puedes cuidar de nuestro nuevo amigo?”

- “Por supuesto.” – asiente ella.

- “Escuchadme…” – les interrumpe Shula. – “Con la Bella Durmiente podréis abrir la puerta al Makai… pero aún no está cargada del todo.”

- “¿De verdad tenemos que ir?” – pregunta Krilín, con recelo.

- “Son Goku le robó la esfera de cuatro estrellas a Moro antes de que lo encerrara.” – dice el namekiano.

- “¿Papá está en el Makai?” – se preocupa Son Gohan.

- “Me ofrecería a entrar…” – dice Piccolo. – “Pero no confío en mí mismo ahí dentro…”

- “Gohan tampoco debería…” – dice Pino.

- “Podemos ir nosotras” – dice Pan.

- “Iré yo.” – dice Ub.

- “¿Eh?” – se sorprenden ellas. – “Pero Ub… tú…”

- “Todo esto empezó conmigo.” – dice el chico de Isla Papaya. – “Si estamos buscando las esferas para resucitar a todos… es por mi culpa.”

- “Ub…” – sufre Pan.

- “Iremos los tres.” – dice Bra.


Baicha se queda mirando a Bra y se sonroja.


- “Yo también.” – dice el chico, reuniendo todo su coraje.

- “Tú eres demasiado pequeño…” – dice Mai.

- “¡Quiero ayudar!” – protesta Baicha.


Gohan se agacha y despeina al chico con una carantoña.


- “Ya has hecho suficiente, pequeño…” – dice el saiyajín. – “Eres un guerrero valiente…”


Baicha sonríe.


Piccolo interrumpe.


- “Cuando hayamos invocado a Shenron, yo desapareceré, y conmigo las Dragon Balls.” – dice el namekiano. – “Dejaré que otro tome el control de mi cuerpo y me retiraré para siempre.”

- “Piccolo…” – se sorprende Gohan.

- “Bajo ningún concepto podemos permitir que Moro reúna las Dragon Balls o desatará el Makai sobre el Universo.” – dice el namekiano. – “Si ahora ya es un brujo terrible, con el poder de las esferas será imparable.”


De repente y sin previo aviso, el aire parece enfriarse y enrarecerse.


- “¿Eh?” – se percata Ub.


Gohan, Piccolo, Krilín, Shula y el chico de Isla Papaya se giran todos hacia el mismo punto. Una presencia hiela la sangre de todos los presentes.


- “Maldición…” – gruñe Piccolo, asustado.

- “Es… es terrible…” – tiembla Krilín.


Una nube negra ha aparecido en el horizonte. A medida que ésta se disipa, revela una figura cornuda y raquítica en el centro.

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