Red World / Parte VII: El nido
“Necesito hablar con usted.”
En la base de la Red Ribbon, Ten Shin Han camina por una pasarela lateral en el dojo de entrenamiento; un gigantesco hangar adaptado para esa función. Docenas de tatamis colocados uno junto al otro en los que los soldados practican artes marciales.
El asesino observa a los soldados, algunos más habilidosos que otros. Pero su atención pronto apunta al tatami central.
El viejo maestro Tsuru está practicando con varios alumnos, entre los que destacan los androides número 17 y 18, ambos vestidos con pantalón beige del ejército y camiseta blanca de tirantes.
Distintos soldados van atacando a los androides y éstos los repelen fácilmente.
- “Muy bien.” – sonríe Tsuru. – “Muy bien.”
Ten Shin Han se acerca a su maestro.
- “Maestro.” – saluda Ten con una reverencia.
- “Hola, Ten Shin Han.” – responde Tsuru. – “¿Qué quieres?”
- “Necesito hablar con usted.” – dice Ten.
Tsuru sigue con la mirada puesta en sus nuevos alumnos.
- “Está bien.” – dice Tsuru. – “Pero ahora estoy un poco ocupado…”
- “Lo siento, señor.” – hace Ten otra reverencia.
Ten se da la vuelta.
- “¡Espera!” – lo detiene Tsuru. – “Tengo una idea.”
El anciano alza su mano.
- “¡YAME!” – exclama Tsuru, ordenando detener la clase.
Los contrincantes, magullados y agotados, se sientan en el suelo para recobrar el aliento. Los androides siguen de pie, sin inmutarse por el esfuerzo.
- “Creo que esto puede ser muy interesante.” – sonríe Tsuru con picardía. – “Número 17, prepárate.”
- “Sí, maestro.” – responde el androide.
Ten Shin Han frunce el ceño, confuso.
- “Adelante, Ten Shin Han.” – dice Tsuru, invitando a su antiguo alumno al tatami.
- “¿Quiere que luche con el androide?” – pregunta Ten.
- “Puede ser un buen ejemplo para la clase.” – asiente el anciano.
Ten Shin Han avanza hasta el centro del tatami, donde ya espera el androide 17.
Al ponerse cara a cara con su contrincante, Ten se fija en el rostro del joven y parece reconocerlo.
- “¿Nos conocemos?” – pregunta Ten.
- “He oído hablar de usted.” – dice el Número 17. – “El asesino Ten Shin Han.” – hace una reverencia. – “Es un honor.”
Ten mira de reojo a su maestro, que ni se inmuta.
- “Es extraño…” – piensa Ten. – “Su rostro me resulta muy familiar…”
El Número 17 se pone en guardia. Ten sigue de pie, con las manos en la espalda.
- “¿De dónde lo conozco?” – se pregunta el asesino. – “¿Acaso nos enfrentamos en un torneo?”
Tsuru levanta la mano y luego la mueve hacia delante.
- “¡HAJIME!” – ordena el inicio del duelo.
Sin dudarlo, el androide se abalanza sobre Ten.
El androide intenta golpear al asesino, pero éste esquiva todos los golpes.
- “No…” – piensa Ten, al no reconocer su forma de luchar. – “No es la misma persona…”
Poco a poco, Ten siente como la velocidad y la fuerza de los golpes de su contrincante aumenta.
- “¿Eh?” – se sorprende el asesino.
De repente, Ten se ve obligado a detener uno de los puñetazos.
Los dos se miran fijamente. El androide sonríe.
El Número 17 retrocede y se pone de nuevo en guardia.
- “El Número 17 aprende rápido.” – advierte Tsuru. – “No te confíes, Ten Shin Han.” – sonríe de forma pícara.
Ten se resigna y se pone en guardia.
Poco a poco, los soldados de los otros tatamis se dan cuenta de lo que está ocurriendo y detienen sus entrenamientos para prestarle atención y acercarse.
El androide ataca de nuevo y Ten sale a recibirlo.
Los dos chocan en el centro del tatami e intercambian golpes. Cada uno detiene los golpes del otro sin conectar ninguno.
Finalmente, Ten frunce el ceño y su cambio de actitud se refleja en su forma de luchar.
El Número 17 golpea a Ten, pero éste resulta ser un espejismo.
Media docena de Ten Shin Han rodea al androide, que no entiende lo que sucede.
- “¡¿EH?!” – parece alarmado el 17.
Durante un instante, el Número 17 se encuentra sobre el tatami del Torneo Mundial de Artes Marciales, rodeado de gente coreando.
Pero un rodillazo en la nuca lo saca de su trance y cae de boca al suelo.
Ten Shin Han se posa en el suelo, aún con la rodilla derecha levantada haciendo la pose de la grulla.
- “Lo siento, maestro.” – dice Ten, bajando su pierna y poniendo las manos en su espalda de nuevo. – “Creo que he roto su juguete.”
Pero sin ninguna mueca de dolor, el androide se levanta.
- “¿Eh?” – se sorprende el asesino.
El Número 17 se pone de nuevo en guardia.
- “Je, je, je…” – ríe Tsuru.
Ten Shin Han mira de reojo a su maestro y de nuevo al androide.
- “Número 18.” – dice Tsuru. – “¿Has estado observando atentamente?”
- “Sí, maestro.” – responde ella.
- “Bien.” – asiente el anciano. – “Únete al combate.”
- “Como ordene, maestro.” – hace una reverencia.
La Número 18 se une al Número 17. Los dos se ponen en guardia.
Ten Shin Han los mira atentamente.
- “Son máquinas…” – piensa el asesino. – “Y aun así se mueven como luchadores experimentados…” – frunce el ceño, ofendido. – “¿En qué está pensando la Red Ribbon? ¿Y el maestro Tsuru está de acuerdo con esto?”
Los androides atacan, colocándose uno tras otro durante un instante antes de saltar hacia los lados para sorprender a Ten por ambos flancos.
Ten se protege y detiene un puñetazo del 17 y una patada de la 18.
- “Tsk…” – se queja el asesino.
Los androides dan un salto hacia atrás y cargan de nuevo.
Los dos desatan una tormenta de puñetazos y patadas que el asesino detiene, pero cada vez se siente más presionado. Su tercer ojo no da abasto, moviéndose de derecha a izquierda sin cesar, cambiando su atención del hombre a la mujer una y otra vez.
Desde un balcón, el Oficial del Estado Mayor Black observa el combate, acompañado por el Doctor Gero.
- “Impresionante…” – murmura Black. – “Esas cosas están plantando cara al terrible asesino Ten Shin Han…”
- “Esto es solo el principio, señor.” – dice Gero. – “Están aprendiendo.”
Ten Shin Han se agacha, haciendo que el 17 y la 18 golpeen sus puños, y el asesino aprovecha la ocasión para cruzar sus brazos, apuntando con cada mano a un enemigo.
- “¡HA!” – exclama Ten, empujando con su ki a sus contrincantes, que retroceden sobre el tatami deslizándose hasta los límites.
Los androides, inexpresivos, alzan su mano derecha y apuntan a Ten.
- “¿Hmm…?” – se prepara Ten.
Una esfera de ki aparecen en las manos de los androides.
Los soldados presentes retroceden aterrados. El mismísimo Tsuru se sorprende ante el intenso brillo que desprenden y la ventisca que generan. Black se agarra a la barandilla de su balcón, preocupado.
- “¡BASTA!” – exclama Black. – “¡YA ES SUFICIENTE!”
Ten Shin Han hace una serie de sellos con sus manos, listo para defenderse del ataque… pero al echar un vistazo a su alrededor y se da cuenta que está rodeado de soldados que corren por sus vidas.
- “Tsk…” – gruñe el asesino, en conflicto.
Pero de repente, las esferas de ki se desvanecen.
- “¿EH?” – se extraña Ten.
Tsuru parece igual de confuso.
Los androides han quedado inmóviles.
En el balcón, el Doctor Gero empuña un control remoto con un gran botón rojo apretado.
- “Creo que necesitaremos un lugar de entrenamiento más aislado.” – dice el Doctor.
- “Sus androides…” – gruñe Black.
El Oficial del Estado Mayor Black agarra del cuello de la bata al científico.
- “¡¡CASI DESTRUYEN NUESTRO CUARTEL GENERAL!!” – exclama furioso.
- “Eso es solo una prueba de nuestro éxito, señor.” – responde Gero, calmado.
Black recapacita, contrariado, y acaba soltando al doctor.
- “Malditos científicos…” – gruñe Black mientras se retira.
Mientras los androides son retirados por el personal de la Red Ribbon, Tsuru le hace un gesto con la cabeza a Ten Shin Han para que lo siga. Los dos caminan hasta que salen al exterior.
Los dos pasean en silencio por el interior de la muralla de la base, cerca de una hilera de abetos.
- “Has luchado bien.” – habla Tsuru.
- “Gracias, maestro.” – responde Ten.
- “¿Qué querías decirme?” – pregunta el anciano.
- “He estado pensando en la conversación que tuve con Kamisama.” – dice Ten, un poco avergonzando.
- “¿Con ese traidor?” – gruñe Tsuru.
- “Me pregunto…” – dice Ten. – “Si hay otra forma de hacerme más fuerte.”
Tsuru se detiene.
- “Espero que no estés sugiriendo lo que creo…” – dice el viejo entre dientes.
- “He alcanzado mi límite.” – dice Ten. – “Y esos androides, a la velocidad a la que aprenden… Me han demostrado que necesito nuevos retos.”
- “¿Y crees que ese viejo usurpador puede enseñarte algo que yo no?” – pregunta Tsuru, claramente intentando contener su rabia.
- “No lo sé, maestro.” – agacha la cabeza Ten, intentando ser todo lo respetuoso que puede. – “Pero…”
- “Dime, Ten Shin Han…” – interrumpe Tsuru. – “¿Dónde estaba Kamisama cuando los invasores atacaron la Capital del Norte?”
Ten Shin Han no responde.
- “¿Lo viste en el campo de batalla?” – insiste Tsuru.
- “No, maestro.” – responde Ten.
- “Eso debería darte la respuesta.” – responde el anciano, que empieza a caminar de nuevo.
Ten Shin Han se queda quieto, con la cabeza agachada mientras Tsuru se aleja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario