miércoles, 25 de octubre de 2023

ESPECIAL DBSNL /// Red World // Universos 1 y 2 / Parte IX: La Tierra Sagrada

Red World / Parte IX: La Tierra Sagrada

“El chico ya no es tuyo para atormentar.”



En el Palacio de Uranai Baba, el fantasma sale a buscar nuevos clientes. Una gran cola de hombres fornidos y caballeros bien vestidos espera a las puertas del oasis.


- “¿Siguiente?” – pregunta el ayudante de la bruja.


El fantasma acompaña a un grupo de hombres fornidos al interior del palacio.


El tiempo pasa y el fantasma sale de nuevo a buscar clientes.


- “¿Siguiente?” – pregunta de forma rutinaria, sin levantar la mirada de una pequeña carpeta.


Pero al mirar a su alrededor, se encuentra con un páramo desértico. Solo una persona espera en la cola, rodeada por tres cadáveres en la arena.


- “Yo.” – responde el asesino Tao Pai Pai.


Han pasado tres días desde que Ten Shin Han ha desaparecido.


Muy lejos de allí, Ten Shin Han atraviesa un denso bosque que apenas deja ver el cielo.


De repente, Ten llega a un claro y se queda boquiabierto frente a una gran estructura que se alza frente a él.


- “¿Qué…? ¿Qué es eso?” – se pregunta el guerrero de tres ojos. – “¡Es impresionante!”


Una voz sobresalta a Ten.


- “Estás entrando en la Tierra Sagrada de Karín, extranjero.” – dice una voz profunda.


Ten mira a su alrededor y se encuentra con un hombre de gran tamaño, nativo de la zona, armado con una lanza.


- “Me llamo Bora.” – continúa el indígena. – “Y soy el guardián de la Tierra Sagrada.”


Ten Shin Han hace una pequeña reverencia.


- “Me llamo… Chaoz.” – responde Ten.

- “¿Chaoz?” – repite el indígena.


Ten asiente.


- “¿Qué intenciones tienes, Chaoz?” – pregunta Bora.

- “Hace unos años, un anciano me dijo que, si necesitaba ayuda, viniera a estas tierras.” – dice Ten.

- “Hmm…” – murmura Bora. – “¿Buscas fuerza? ¿Sabiduría?”

- “Perdón.” – responde Ten.


Bora sonríe.


- “Esa respuesta es nueva.” – dice Bora.


El indígena parece relajarse y deja su lanza clavada en el suelo.


Mientras tanto, en el Palacio de Uranai Baba, Tao Pai Pai se encuentra sobre una plataforma formada por las lenguas de dos entes demoníacos gigantes de piedra a decenas de metros de un pozo de ácido.


El asesino sostiene por el cuello a una corpulenta momia que mira con miedo el resplandor verde que emana del fondo del pozo.


- “Basta de juegos, vieja bruja.” – dice el asesino. – “He derrotado a tus patéticos guerreros, así que me debes una respuesta.”

- “Los años no te han hecho más sabio, Tao.” – dice Baba, sentada sobre su bola de cristal flotante.

- “¿Dónde está Ten Shin Han?” – insiste el asesino.

- “Suelta a mi luchador.” – dice Baba.


Tao sonríe.


- “Como desees.” – responde el asesino, que deja que la momia se precipite hacia el pozo de ácido.

- “Eres un miserable…” – dice la bruja, apretando los puños con rabia.


Una voz resuena desde la oscuridad de la boca de un gigante de piedra.


- “Tranquila, abuela.” – dice una voz masculina.


Un guerrero demoníaco con cuernos y alas de murciélago sale a la luz.


- “A mí no me ganará tan fácilmente.” – sentencia el diablo.


En el despacho del Rey del Mundo, el Comandante Red está siendo informado por teléfono, por el Oficial del Estado Mayor Black, de la desaparición de Ten Shin Han y Tao Pai Pai.


- “¿Cómo que habéis perdido contacto?” – pregunta confuso y enfadado.

- “Lo siento, señor.” – dice Black por el altavoz. – “Ten Shin Han salió a una misión, que llevó a cabo con éxito, y después perdimos contacto…” – explica. – “Tao Pai Pai fue informado y se ha marchado esta mañana.”

- “¿Estás seguro de que se ha marchado?” – pregunta Red.


Black mira hacia el balcón, donde falta otra columna.


- “Sí, señor.” – confirma el Oficial.


Red cuelga el teléfono repentinamente.


- “Esas ratas… ¿están abandonando el barco?” – refunfuña.


En el Palacio de Baba, sobre la lengua de los demonios, Akkuman recibe el impacto de del Dodonpa en el pecho y es empujado contra una de las estatuas de piedra, desfigurando el rostro del demonio rocoso.


Akkuman cae sobre la lengua pétrea, malherido.


- “Bastardo…” – refunfuña el diablo, que tose sangre.

- “No diré que esperaba más de un bicampeón del Torneo Mundial de Artes Marciales…” – dice Tao. – “…porque la idea de enfrentarse en un torneo tan lleno de normas siempre me ha parecido patética.”

- “Tsk…” – intenta levantarse Akkuman, sin éxito.

- “Pero de un demonio…” – sonríe Tao con prepotencia. – “Esperaba un poco más de instinto asesino.”


Baba se acerca a Tao Pai Pai por la espalda, flotando sobre su bola de cristal.


- “Está bien…” – dice Baba. – “Ya es suficiente…”

- “¿Dónde está Ten Shin Han?” – pregunta Tao, centrando su atención en la bruja, despreciando al demonio caído dándole la espalda.

- “El chico ya no es tuyo para atormentar.” – dice Baba. – “Aunque lo encuentres, no volverá contigo.”

- “Deja que de eso me encargue yo.” – sonríe el asesino.


De repente, un ataque espiral de energía mágica de color fucsia se aproxima a Tao por la espalda.


El asesino se revuelve y con prepotencia extiende su mano para detener el ataque.


Pero la energía fucsia ignora su gesto y al entrar en contacto con el asesino lo envuelve en una esfera de luz.


- “¿Qué es esto?” – se pregunta Tao Pai Pai, confuso ante tan extraña técnica.

- “A… Akkuman…” – se sorprende Baba.


El demonio, malherido, se ha puesto en pie, con sangre derramándose por la boca, y ha lanzado el ataque con sus dedos.


- “El asesino Tao Pai Pai…” – dice Akkuman.


Tao puede sentir como en su interior algo se revuelve.


- “¡¿Aagh?!” – se queja, confuso, sujetándose el pecho como sufriera un infarto. – “¡¿Qué…?! ¡¿Qué me has hecho…?!”

- “Tu maldad será la causante de tu derrota.” – dice Akkuman.

- “¡¡AAAH!!” – se retuerce Tao, cayendo de rodillas.


Su espalda y su pecho revelan pequeños bultos que poco a poco crecen, como si algo en su interior intentara salir. El terror puede verse en sus ojos y contrasta con su gesto natural inexpresivo. 


La noche ha caído en la Tierra Sagrada. Ten Shin Han y Bora están sentados alrededor de una hoguera frente a un tipi. Cerca de allí, el hijo del guardián, Upa, persigue una luciérnaga.


- “Así que piensas intentar escalar la torre mañana…” – dice Bora, avivando el fuego con un palo.


Ten Shin Han asiente.


- “Volaré hasta la cima.” – dice Ten.

- “Hmm…” – murmura Bora. – “Si no subes de la forma correcta, serás rechazado.”

- “¿Rechazado?” – pregunta Ten.


Bora siente.


- “Tienes que subir sin ayudas.” – dice el guardián de la Tierra Sagrada.

- “Volar no es una ayuda.” – replica Ten. – “Es mi propia técnica.”

- “A veces, Chaoz…” – dice Bora. – “Las normas se siguen como una forma de respeto. Tus intenciones quedan reflejadas en tus acciones.”


De repente, un ruido entre la maleza los alerta. Bora se pone en pie y agarra su lanza, que reposaba a su lado.


- “¡Upa!” – exclama Bora. – “¡Entra en la tienda!” – ordena.

- “¿Qué ha sido eso?” – pregunta Ten. – “¿Un animal?”

- “No.” – responde Bora. – “Es otra cosa…”


Un zumbido aumenta rápidamente y pronto son rodeados por un escuadrón de Battle Mechs; robots automatizados derivados de las Battle Jackets con propulsores en lugar de piernas y armados con ametralladora en los brazos.


- “La Red Ribbon…” – murmura Ten, frunciendo el ceño.


Desde su despacho, el Comandante Red observa la situación a través del ojo rojo de los robots.


- “Ahí estás…” – gruñe el pequeño líder.


Un pitido de acoplamiento ensordece a Bora y a Ten antes de que se pueda oír la voz metalizada de Black, que habla desde su despacho.


- “¡ASESINO TEN SHIN HAN!” – dice el altavoz de uno de los robots. – “¡HAS SIDO ACUSADO DE TRAICIÓN A LA GRAN EJÉRCITO DE LA RED RIBBON!”

- “¿Ten Shin Han?” – murmura Bora, mirando de reojo y con desconfianza a su acompañante de tres ojos.

- “¡VUELVE A LA BASE AHORA MISMO PARA SER INTERROGADO Y JUZGADO!” – continúa Black.


Ten Shin Han identifica cada uno de los Mechs; cinco en total.


- “Asesino…” – gruñe Bora. – “Me has mentido… y has traído a la Red Ribbon hasta la Tierra Sagrada…”

- “Protege a tu hijo.” – responde Ten. – “Son asunto mío.”


Los Battle Mechs apuntan con sus ametralladoras al asesino.


En un parpadeo, Ten ha desaparecido de la vista de los robots y cae sobre uno de ellos, atravesando su cabeza de un puñetazo.


Los demás se giran para verlo.


- “¡FUEGO!” – ordena Black.


Los cuatro robots restantes disparan a discreción y masacran a su ya desactivado compañero, mientras Ten Shin Han desaparece de nuevo.


Ten reaparece detrás de un robot y le propina una fuerte patada que lo lanza contra otro, y ambos se estrellan contra el suelo.


- “Ahora veras…” – refunfuña Black.


Uno de los robots se inclina hacia delante, revelando un compartimento en su espalda del que sale proyectado un misil.


Ten no duda en interceptar el misil con una patada que lo lanza hacia arriba.


El misil estalla en el cielo, iluminando el bosque y lloviendo trozos de metralla ardiente.


Ten se abalanza contra el robot y usa su técnica del puño ametrallador para convertir en chatarra al robot.


De repente, los gritos de Upa alertan a Ten Shin Han. 


Bora yace en el suelo con el hombro ensangrentado, y el Mech restante tiene atrapado a Upa con un brazo mientras aún apunta a Bora con el otro. 


- “Suelta al chico, Black.” – dice el asesino.

- “A mí el chico no me importa.” – responde Black, que ahora apunta a Ten Shin Han. – “¡HAS DESERTADO DEL EJÉRCITO DE LA RED RIBBON! ¡AHORA ERES CONSIDERADO UN ENEMIGO DEL MUNDO! ¡TU SENTENCIA ES LA MUERTE!”


Ten Shin Han levanta el dedo índice y éste se ilumina.


El Mech deja de apuntar a Ten y ahora apunta a la cabeza de Upa.


- “¡DETENTE!” – exclama Black. – “¡VOY A MATAR AL…!”

- “¡DODONPA!” – dispara Ten.


Como un rayo de luz, el ataque de la Escuela Grulla atraviesa la cabeza del robot entrando por su ojo y saliendo por la nuca, desactivándolo al instante.


El robot cae y Upa queda libre.


El muchacho enseguida acude a socorrer a su padre herido.


- “Asesino…” – murmura Bora. – “Gracias…”


Ten Shin Han camina hasta uno de los robots derribados, que chispea por los daños, y se acerca a su ojo.


- “Black…” – murmura Ten. – “Y apuesto a que el enano gruñón también me está viendo…”

- “¡¿QUÉ ME HA LLAMADO?!” – protesta Red desde su despacho.

- “No soy un enemigo del mundo.” – dice Ten Shin Han. – “Soy consciente de la amenaza que nos acecha y pienso luchar a vuestro lado cuando llegue el día…”

- “Hmm…” – murmura Black.

- “Nos veremos en el campo de batalla.” – sentencia Ten.


Red ve en su ordenador como Ten golpea al robot y se pierde la señal.


- “¡¡NO PUEDO PERMITIR QUE ME HABLE ASÍ!!” – exclama Red. – “¡OFICIAL DEL ESTADO MAYOR BLACK! ¡LO QUIERO MUERTO! ¡¿ME OYE?! ¡MUERTO!”

- “Señor…” – dice Black. – “Comparto su opinión… Pero puede que no sea el momento.”

- “¡¿CÓMO DICES?!” – protesta Red, crispado. – “¡¿OSAS DESOBEDECER UNA ORDEN DIRECTA?!”

- “No, señor. No se me ocurriría.” – dice Black, mientras una gota de sudor frío recorre su frente. – “Pero parece que Ten Shin Han tiene intención de luchar a nuestro lado contra los extraterrestres.”

- “¡¿Y QUÉ?!” – sigue protestando el Comandante.

- “Podemos utilizarlo.” – dice Black. – “No cabe duda de que ese traidor sabe pelear. Creo que podemos usarlo a nuestro favor y después encargarnos de él, si es que los extraterrestres no lo hacen ya por nosotros.”

- “PERO… pero…” – duda Red, intentando calmarse. – “Me ha llamado enano…”

- “Usted está por encima de cualquier tipo de ofensa, señor.” – dice Black. 

- “Pero…” – insiste Red. – “Su marcha puede interpretarse como una muestra de debilidad…”

- “Ocultaremos el incidente al público.” – continúa Black. – “Nadie sabrá que el asesino ha desertado.”

- “Maldita sea…” – gruñe Red. – “¡Ya lo sé! ¡No diremos nada! ¡La gente seguirá creyendo que pelea en nuestro nombre!”

- “Eso es lo que yo…” – dice Black.

- “¿Cómo dices?” – pregunta Red, amenazante.

- “¡Una idea excelente, señor!” – rectifica Black. – “¡Bravo!”


Los primeros rayos de sol se filtran entre las hojas de los árboles de la Tierra Sagrada de Karín. 


Upa está vendando a Bora frente al tipi.


- “¿Te duele mucho, papá?” – pregunta su hijo.

- “No pasa nada.” – responde Bora.

- “Tu padre es un hombre fuerte.” – dice Ten Shin Han, saliendo del tipi.


Ten Shin Han camina hasta la base de la imponente torre.


- “Me mentiste.” – dice Bora.

- “Lo siento.” – responde Ten. – “Mi reputación no es buena.”

- “Chaoz…” – murmura Bora. – “¿Es ese nombre parte de tu nuevo camino?”


Ten Shin Han sonríe.


- “Ha sido un placer.” – alza la mano para despedirse.


Bora sonríe.


- “Te deseo suerte.” – responde el guardián.


Ten Shin Han empieza a escalar la Torre de Karín.

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