Red World / Parte VI: Eden
“Esta vez os habéis equivocado.”
Un joven apuesto de cabellera morena se escabulle entre contenedores en una zona industrial con contenedores de mercancía y un gran hangar central. El joven viste un gi verde en su parte superior con el kanji “raku” y pantalón naranja a juego con un pañuelo atado al cuello y con una espada colgando de su cinturón.
El joven hace señas con las manos a su acompañante, una mujer rubia armada con un revolver, que le sigue a una distancia prudencial. La mujer viste un conjunto vaquero con hombreras de cuero con botas a juego y guantes rosados.
Cerca de allí, personal militar con el emblema de la Red Ribbon patrulla la zona.
Uno de los soldados camina hasta una garita, donde otro duerme la siesta, y recoge una tarjeta de identificación que está sobre la mesa.
El soldado camina hasta un hangar cercano y abre la puerta lateral usando la tarjeta.
La pareja de bandidos observa desde su escondite.
El soldado les hace una señal y los bandidos se apresuran a entrar al hangar.
El soldado cierra la puerta tras ellos y… ¡puff! revela su forma original: un pequeño felino volador azulado.
- “¡Lo logramos!” – celebra el felino.
- “Muy buen trabajo, Puar.” – dice el bandido.
Los dos chocan la mano.
- “No nos precipitemos, Yamcha.” – dice la mujer. – “La Red Ribbon suele proteger muy bien sus activos.”
- “Tranquila, Hasky.” – suspira el bandido. – “No es la primera vez que nos colamos en un…”
Antes de acabar la frase, el bandido queda boquiabierto frente lo que tiene delante.
- “¿…hangar?” – acaba Yamcha casi sin voz.
- “Qué demonios…” – dice Hasky al ver lo mismo que su compañero. – “Esto no es un simple hangar…”
Yamcha avanza hasta el balcón central que rodea el centro de la sala para verlo más de cerca.
Una figura humanoide gigantesca robot de constitución similar a las Battle Jackets se encuentra erguido en mitad del hangar y está cubierta por grandes lonas blancas, con puentes a diferentes alturas para poder acceder a distintas zonas del robot. Algunas partes están destapadas y sin acabar, con los circuitos al aire.
- “Esa cosa es enorme…” – dice Puar.
Suenan las alarmas.
- “¡¿Hemos sido nosotros?!” – se preocupa Yamcha.
- “¡Buscaré una salida!” – exclama Puar, que se marcha volando.
Yamcha retrocede sin dejar de mirar el gigantesco robot.
- “¡Salgamos de aquí!” – dice el bandido.
- “Yamcha…” – interrumpe Hasky, con voz temblorosa.
El bandido mira a su compañera y la encuentra inmovilizada por un apuesto hombre rubio de ojos azules, que rodea su cuello con su brazo y le apunta con una pistola a la cabeza. El hombre viste un impoluto uniforme militar de la Red Ribbon, con corbata y gorro incluidos.
La mujer tira su revolver al suelo.
- “Buena chica.” – sonríe el soldado.
- “¡Suéltala!” – exclama Yamcha.
- “Esta vez os habéis equivocado.” – dice el hombre rubio. – “Robar combustible y chatarra es una cosa… pero esto os queda grande.”
Yamcha desata la espada de su cinturón y la lanza a un lado.
- “Suéltala y pelea conmigo, Blue.” – lo provoca Yamcha.
- “¿Es que me conoces?” – se sorprende el General. – “Vaya… vas a hacer que me sonroje.”
Yamcha se pone en guardia.
- “¡VAMOS!” – insiste el bandido.
En un instante la sala se llena de soldados armados que rodean a Yamcha y lo encañonan.
- “¡Quietos!” – ordena Blue.
El General lanza a Hasky hacia un lado y un grupo de soldados se abalanzan sobre ella para inmovilizarla y esposarla.
- “¡Bastardos!” – exclama ella. – “¡Soltadme!”
Blue se quita la gorra y se la entrega a uno de sus hombres.
- “Me ha entrado la curiosidad…” – dice el General.
Los soldados se miran entre ellos, asombrados.
Puar observa la escena, oculto tras unas cajas.
Blue se quita su corbata, la dobla y la coloca sobre el brazo de su hombre.
- “Me conoces, pero te atreves a retarme…” – continúa Blue.
El General se desabrocha los puños de la camisa y se arremanga.
- “Que nadie intervenga.” – les dice a sus hombres. – “¿Entendido?”
- “¡SÍ, SEÑOR!” – exclaman todos al unísono.
Blue da un paso al frente y se pone en guardia.
- “Veamos si eres tan fuerte como te crees.” – sonríe el General.
Blue y Yamcha se encuentran en el centro del círculo formado por los soldados, los dos en poses de combate.
- “¡¡YAAAH!!” – ataca Yamcha con una patada.
Blue se protege con su antebrazo y se agacha dando una vuelta sobre sí mismo, extendiendo la pierna para zancadillear a Yamcha y derribarlo de espaldas al suelo.
El General remata a Yamcha con una patada descendente, con el tacón, pero Yamcha ruedo por el suelo y la evita.
El bandido recupera la distancia y se levanta.
- “Tsk…” – aprieta los dientes el bandido.
- “Je…” – sonríe Blue.
Yamcha ataca de nuevo.
- “¡¡AHORA VERÁS!!” – exclama el bandido. – “¡¡COLMILLOS DE LOBO!!”
El bandido utiliza sus manos en forma de garra para intentar golpear al enemigo, pero Blue intercepta cada uno de sus golpes y acaba atrapando los brazos de Yamcha bajo sus axilas y propinándole un cabezazo en la cara.
Yamcha retrocede aturdido, con la boca sangrando.
- “Vaya…” – dice Blue. – “Creo que te he roto un diente… Con lo guapo que eres.”
Hasky mira con preocupación a su compañero.
Puar aprovecha la situación para transformarse en soldado y unirse al corro sin que nadie sospeche.
Yamcha se limpia la sangre con el dorso de la mano.
- “Maldita sea…” – refunfuña el bandido.
Hasky saca una pequeña ganzúa que llevaba oculta en su guante para empezar a forzar el cierre de sus esposas.
Yamcha se pone de nuevo en guarida.
Blue sonríe con prepotencia.
- “¿Puedes hacerlo mejor?” – se burla el General.
Blue se pone en guardia.
- “Vamos.” – invita a Yamcha.
Yamcha ataca una vez más con sus Colmillos de Lobo.
Blue se agacha para esquivar el golpe y contraataca con un puñetazo en el abdomen.
Yamcha se arrodilla de dolor.
- “Qué decepción…” – se mofa Blue. – “Esperaba más.”
Yamcha, humillado, mira de reojo su espada, en el suelo a tan solo unos metros.
Blue da la espalda al bandido.
- “Esposadlo.” – ordena a sus hombres.
Pero Yamcha aprovecha el momento para recoger su arma, desenfundar y abalanzarse sobre Blue.
Pero el General se da la vuelta con un extraño brillo en sus ojos.
Yamcha queda petrificado al instante.
El bandido, inexplicablemente, es incapaz de moverse.
- “Vaya, vaya…” – dice Blue. – “No esperaba honor de una rata como tú… Pero atacar por la espalda…” – niega con la cabeza. – “No, no…” – hace con el dedo índice.
Blue se agacha y saca un cuchillo de su bota.
- “¿Dónde está tu fanfarronería ahora?” – dice el General, moviendo el cochillo frente al rostro del bandido. – “Voy a hacerte aullar, lobito.”
- “Grrr…” – gruñe Yamcha, impotente.
El General coloca el cuchillo en la mejilla izquierda del bandido.
- “Eres muy apuesto…” – dice Blue.
El rostro del General muestra una perversidad que había permanecido oculta hasta ahora.
- “…puede que demasiado.” – continúa Blue.
El soldado desliza el cuchillo por la mejilla del bandido.
- “Hmm…” – murmura el General.
- “Grrr…” – sufre Yamcha.
Los soldados se miran entre ellos, perturbados por la crueldad de su General.
Blue coloca de nuevo el cuchillo en la mejilla sangrante de Yamcha, perpendicular al primer corte.
- “Mucho mejor…” – sonríe Blue, haciéndole otra herida.
Puar, transformado en soldado, tiene que apartar la mirada, pues no aguanta ver a su amigo torturado.
Hasky sigue trasteando con sus esposas.
Blue tararea con la boca cerrada mientras coloca ahora el cuchillo sobre ceja derecha del bandido.
Puar no aguanta más y vomita.
- “¿Eh?” – lo miran los soldados y Blue.
En ese momento, Hasky abre sus esposas y roba el arma del soldado que tiene al lado.
La mujer apunta al General Blue… pero se detiene.
A Blue le brillan de nuevo los ojos. La bandida está petrificada como Yamcha.
- “¿Qué crees que haces, mujer?” – se burla el General.
El soldado al que le han robado la pistola traga saliva, aterrado, pero el General lo ignora.
Blue se acerca a la muchacha y se coloca frente a la pistola.
Hasky intenta apretar el gatillo, pero no puede moverse.
- “Tan cerca… ¿verdad?” – se mofa Blue.
Una lágrima cae por el rostro de la mujer.
Sin que ella pueda controlarlo, la mano armada empieza a moverse, su codo se dobla, acercando poco a poco la pistola a su propia cabeza.
Por mucho que ella intente luchar, no puede detenerse… hasta que ¡BANG!
Un disparo retumba en el hangar.
La pistola humeante en la mano de Hasky. El soldado a quién se la había robado ha recibido un disparo en la frente.
- “No tolero errores.” – sonríe Blue.
El soldado cae de espaldas al suelo ante la estupefacción de los demás.
- “Y ahora…” – continúa Blue.
- “¡BASTA!” – interrumpe una voz.
El Coronel Green entra en escena vestido con un mono verde oscuro de trabajo, acompañado por un pequeño robot azul oscuro de aparente fácil fabricación, de extremidades finas con pinzas por manos, con un ojo central rojo y antenas a los lados de su cabeza.
- “Este es mi puesto de trabajo, Blue.” – dice Green. – “No es lugar para tus juegos macabros.”
- “Green…” – frunce el ceño el General. – “¿Desde cuándo me da órdenes, Coronel?”
Green deja atrás a su acompañante robótico y pasa entre los hombres de Blue para plantarse frente al General.
Green es alto y fornido, casi con 2 metros de altura, frente al 1,80 de Blue.
- “¿Quieres probarme?” – lo provoca Blue.
- “No todos tenemos tus tendencias… psicopáticas.” – responde Green.
Los soldados se miran entre ellos sin saber muy bien que hacer.
Green, sin dejar de mirar a Blue, desarma de un manotazo a Hasky, quedándose con la pistola.
- “Basta de juegos.” – insiste el Coronel. – “Si vas a matarlos, hazlo ya.” – le ofrece el arma.
- “¿Y por qué no lo haces tú?” – responde Blue, sin intención de coger el arma.
Green y Blue mantienen su duelo de miradas.
- “¿Qué me dices?” – lo provoca el General. – “Demuéstrame lo buen soldado que eres, salvador de la Tierra…”
El robot que acompañaba a Green interviene.
- “Coronel Green…” – dice el robot. – “Puede que al Doctor Gero le interesen estos sujetos…”
De repente, en un ataúd de metal colocado de forma vertical, Yamcha abre los ojos, confuso y cegado por fuertes luces blancas.
El bandido puede oír la misma voz robótica.
- “Sujeto 17 activo.” – anuncia el ayudante robótico.
Poco a poco, su vista se adapta y se da cuenta de que se encuentra en un laboratorio.
- “Hola, Número 17.” – dice una voz humana.
El joven ve a un anciano vestido con una bata blanca acercarse a él con cierta prudencia.
- “¿Puedes oírme?” – insiste el anciano.
- “¿Dónde estoy?” – pregunta el sujeto.
- “Estás en mi laboratorio.” – dice el viejo. – “Soy el Doctor Gero.” – se presenta. – “Tu creador.”
- “¿Mi creador?” – repite el joven, confuso. – “No recuerdo nada… ¿Quién soy?”
- “Eres el androide número 17.” – responde Gero.
- “¿Un androide?” – se pregunta el sujeto, mirándose las manos.
El joven viste solo un calzoncillo negro con el logotipo de la Red Ribbon en la parte trasera.
- “Parece que todo ha salido bien…” – sonríe Gero.
- “Todo está en orden.” – responde el robot, analizando los datos en una pantalla de ordenador mientras teclea.
- “Activa al Número 18.” – dice Gero.
- “Como ordene.” – responde el robot.
El ataúd de metal número 18 hace un ruido hidráulico y emite vapores mientras se abre lentamente, revelando a una mujer rubia vestida solo con ropa interior negra.
El Número 17 se queda mirando a la hermosa mujer.
- “¿Quién es?” – pregunta el androide.
El robot interrumpe.
- “Sujeto 18 activo.” – anuncia el robot.
- “Es un androide como tú.” – responde Gero. – “La androide número 18.”
La mujer se incorpora.
Los dos androides se miran, pero no se reconocen. Sus vidas pasadas han quedado en el olvido.
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