DBSNL // Capítulo 320: Los últimos participantes
“Así que tú serás mi contrincante…”
En el desierto, Cell camina en solitario, rodeado solo de arena fina. Sus pies se hunden ligeramente con cada paso.
- “¿Se supone que tengo que buscar a mi adversario?” – se pregunta el insecto. – “Hace bastante calor… y no me gusta perder el tiempo.” – refunfuña.
Un poco de arena se derrama por una gran duna, llamando la atención de Cell.
- “¿Hmm?” – mira de reojo.
Cell alza su mano y apunta a la ola de arena.
- “¿Acaso te escondes?” – pregunta el insecto.
Sin dudarlo, Cell dispara un blast de energía que impacta contra la duna, generando una explosión que levanta una gran cantidad de arena que luego llueve convertida en cristal.
- “Hmm…” – murmura Cell.
De repente, una tétrica y decrépita mano con uñas largas y puntiagudas de la arena bajo sus pies y lo agarra del tobillo, tirando de él por sorpresa y hundiéndolo en la arena, que pronto cubre su camino.
El desierto queda en calma y absoluto silencio.
Mientras tanto, en la gigantesca fábrica, Gohan observa sorprendido la cadena de montaje de Godgardons.
- “Parece un ejército…” – murmura el mestizo. – “Pero por muy fuertes que sean, saben que detendríamos una amenaza de este tipo… Tiene que ser otra cosa… ¿Un sistema de seguridad… hasta que estén listos?” – se pregunta. – “¿Listos para qué? ¿Por qué están reuniendo tanta energía? ¿Qué quieren despertar?”
En la zona volcánica, Vegeta se ha sentado sobre una roca, con sus brazos apoyados en sus rodillas y la mirada en el suelo. Dos pequeñas rocas tiemblan con la vibración del rugiente volcán, haciendo que choquen entre ellas, separándose para juntarse otra vez.
En la superficie del planeta oscuro, Goku y Gohan han puesto a salvo a Ogilvie y Punch en una pequeña cueva.
- “Buff…” – resopla Gohan, cansado.
- “Aquí no nos verán.” – dice Goku.
- “¿De verdad tenías que traer eso?” – pregunta Gohan.
Goku lleva el cinturón del Campeón Satán en la espalda, colgado como si fuera una bandolera con la hebilla de campeón en la espalda, bajo el bastón mágico.
- “Oye, que es un regalo de mi tatarabuelo…” – refunfuña Goku.
- “Ya, pero no sirve para nada…” – responde Gohan, con un poco de cuidado para no ofender a Goku, pero a la vez intentando hacerlo recapacitar.
Punch abre los ojos.
- “¿Qué…? ¿Qué ha pasado?” – pregunta el hijo de Hit.
- “¡Punch!” – se alegra Gohan. – “¡Estás despierto!”
- “¿Dónde… estamos?” – pregunta Punch, aturdido, incorporándose.
- “¡Conseguimos aterrizar!” – explica Goku, emocionado.
- “¡Pero tú y Ogilvie perdisteis el conocimiento!” – continúa Gohan, igualando el tono de su amigo. – “¡Y después Goku…!”
- “¡Lo cuento yo!” – protesta Goku. – “¡Después fui a explorar y…!”
- “¡Encontró un agujero! ¡Y había luz!” – le corta Gohan. – “¡Y…!”
- “¡¡LO IBA A CONTAR YO!!” – protesta Goku de nuevo.
Punch se sujeta la cabeza, aún más mareado.
Mientras tanto, en el pacífico desierto, una gigantesca explosión de arena tiene lugar. Cell se eleva sobre el paisaje rápidamente. El viento arrastra la arena que se le ha pegado al cuerpo. La arena de la explosión llueve sobre el desierto, de nuevo, en forma de cristal.
- “Así que este es el juego…” – protesta Cell.
El insecto apunta con su mano a la infinita alfombra de arena.
- “¡BIG BANG ATTACK!” – exclama al disparar.
Una gran explosión de fuego sacude el terreno.
En la gran zona industrial, Gohan teclea un ordenador conectado a la cadena de montaje.
- “¿Qué idioma es este? ¿Tsufur?” – protesta el mestizo. – “No entiendo nada…”
De repente, el mestizo puede oír un tenue silbido que lo alarma y lo hace reaccionar rápidamente, saltando hacia un lado.
Algo atraviesa pantalla del ordenador y continúa más allá de la cadena de montaje, dejando destrucción tras de sí.
- “Ha estado cerca…” – suspira Gohan.
Pero algo se acerca de nuevo y el mestizo puede oír el zumbido, como si de aspas se tratara.
- “¡¿EH?!” – se alarma Gohan, saltando hacia arriba.
Un objeto cortante pasa girando a toda velocidad, pero el mestizo lo evita por los pelos.
- “Maldición…” – aterriza Gohan.
El mestizo mira a ambos lados, buscando a su adversario.
- “¡Muéstrate!” – exige Gohan.
Los dos objetos regresan a su dueño, oculto entre tanta maquinaria. Gohan puede verlos pasar por su lado.
- “Eso eran… ¿espadas?” – se pregunta, sorprendido por la gran envergadura de sus hojas.
De repente, suenan las ensordecedoras alarmas por el destrozo causado. Las luces se apagan y la fábrica se tiñe de rojo intermitente por las sirenas giratorias.
Gohan se tapa los oídos con ambas manos.
- “¡Qué estruendo!” – protesta el mestizo.
Por los pelos, el mestizo ve una de las espadas acercarse a él a toda velocidad y él salta hacia un lado, evadiéndola y rodando en el suelo, y luego casi es alcanzado por la segunda. Las dos se clavan en el suelo.
- “¡Ay, ay!” – gatea Gohan por detrás de una cinta de ensamblaje cargada con piernas de Godgardons.
En el volcán, Vegeta sigue mirando las piedras, ahora en su mano, cuando su adversario se acerca.
- “Príncipe Vegeta…” – saluda amenazante.
Kamo se presenta frente al saiyajín, cruzado de brazos y con media sonrisa bajo el bigote.
- “Así que tú serás mi contrincante…” – murmura Vegeta, alzando la mirada. – “Esperaba más… pero supongo que es apropiado.”
El saiyajín cierra el puño y convierte las piedras en polvo, que al abrirla es llevado por el viento.
Kamo descruza sus brazos, con los puños apretados a cada lado de su cuerpo. Su media sonrisa se vuelve tensa.
- “Mi momento ha llegado.” – dice el tsufur. – “Al fin puedo vengarme de lo que nos hizo tu estirpe… tu padre…”
- “Eso pasó hace mucho tiempo.” – responde Vegeta.
- “Hace tiempo, ¿eh?” – Kamo frunce el ceño. – “¿Eso es el exterminio de mi raza para ti? ¿Una historia de hace tiempo?”
- “La mía sufrió el mismo destino.” – responde Vegeta. – “Llegas tarde para vengarte de nosotros.”
- “No…” – replica Kamo. – “No mientras uno de vosotros siga respirando… Y mucho menos si ese eres tú, Príncipe.”
Vegeta suspira mientras se pone en pie.
Kamo parece molesto ante la actitud de su contrincante.
- “No ocultes tu naturaleza saiyajín…” – gruñe el tsufur. – “Te obligaré a…”
- “No me malinterpretes.” – le interrumpe el saiyajín. – “Ya no tengo nada en contra de los tsufur y tampoco tenía nada contra ti. Ni te conozco.” – el saiyajín se hace crujir los puños. – “Pero atacaste a mi hija Bra.” – frunce el ceño. – “Y eso no te lo perdonaré.”
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