Red World / Parte V: Siete años
“¿Quiere un acto de fe?”
La Tierra se hace eco de la victoria del Ejército de la Red Ribbon en la prensa y en las noticias:
- “¡LA RED RIBBON SALVA EL MUNDO!” – anuncia un periódico. – “¡LA PAZ ES ROJA!” – dice otro. – “¡RED, NUESTRO COMANDANTE!” – trae un tercero.
En una sala de reuniones, el Comandante Red, siempre escoltado por Tao Pai Pai, y el Oficial del Estado Mayor Black, escuchan la narración de Ten Shin Han. Un quinto hombre escucha desde una esquina de la sala, en penumbra.
- “Siete años…” – murmura Red. – “No es mucho tiempo…”
- “Haré lo posible para estar a la altura.” – dice Ten Shin Han.
- “Siempre que usted gratifique el esfuerzo.” – añade Tao Pai Pai.
- “¡¿Cómo osa…?!” – protesta Black, poniéndose en pie. – “¡La Tierra…!”
- “Siéntate, Black.” – lo interrumpe Red.
Black, contrariado, se sienta de nuevo.
Ten Shin Han no parece conforme con el comentario de su maestro, pero decide no hablar por respeto.
- “Ya he hablado con el maestro Tsuru para que nos ayude con el adiestramiento de nuestros soldados.” – dice Red. – “Creo que llegaremos a un acuerdo.”
- “Me alegro, señor.” – sonríe Tao.
Red da una calada a su puro.
- “¿Qué opina usted, Doctor?” – pregunta al hombre en penumbra. – “¿Cree que podrá poner a punto a nuestro ejército para la ocasión?”
El doctor se inclina hacia delante, revelando su arrugado rostro y su bigote blanco.
- “Con acceso a la tecnología extraterrestre recuperada es posible que demos un salto importante en nuestra capacidad armamentística…” – dice el doctor.
- “Me alegra oír eso.” – dice Red.
- “Pero puede que no sea suficiente.” – añade el Doctor.
- “¿Cómo dice?” – se sorprende el Comandante.
El doctor se levanta y camina hasta la mesa para apoyarse en ella. Viste un pantalón gris y un chaleco naranja. Su calva brilla con la luz de la sala y contrasta con su cabellera blanca.
- “Si lo que me pide es imposible, necesito que mi laboratorio esté libre de ataduras.” – dice el científico.
- “¿Qué quiere decir…?” – pregunta Black.
- “A eso mismo me refiero.” – dice el doctor. – “Se hace lo que ordeno. Lo que sea. Sin dudas ni preguntas. Me consiguen lo que pido y no preguntan para qué lo quiero.”
- “¿Quiere un acto de fe?” – replica Black.
- “Quiero un laboratorio bajo mi mando en el que impere la ciencia.” – dice el doctor. – “Sin tener que explicar cada paso que doy y justificar cada presupuesto a accionistas o benefactores.”
Red da otra calada a su puro.
- “Acepto.” – dice el Comandante, poniéndose en pie. – “Tiene mi palabra, Doctor Gero.”
Red y Gero se dan la mano.
- “El Oficial del Estado Mayor Black se encargará de cumplir sus peticiones.” – dice Red.
- “Excelente.” – responde Gero.
En la Atalaya de Kamisama, Dios observa la Tierra.
- “Tiempos oscuros se acercan…” – murmura el anciano.
En una nave discoidal gigantesca, en un trono flotante, un demonio del frío en su forma más reducida recibe un mensaje de uno de sus hombres.
- “¿Kaizo y Guanai?” – pregunta el demonio del frío mientras agita sinuosamente una copa de vino. – “¿No era ahí donde quería construir mi palacio de verano?"
El soldado asiente.
- “Una pena…” – suspira el demonio del frío.
- “¿Mandamos una segunda unidad, señor Chilled?” – pregunta el soldado.
- “No…” – responde él. – “No es necesario…”
Chilled da un trago.
- “Iré personalmente.” – sonríe.
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