Red World / Parte III: Super 8
“¿Qué vamos a hacer, Octavio?”
En el hielo, Guanai ataca de nuevo a Ten Shin Han, pero éste esquiva sus golpes con facilidad.
- “¡¡YAAAAAH!!” – grita el mixxileo, frustrado.
Con un rápido movimiento, Guanai desaparece, pero Ten lo sigue con su tercer ojo y propina una patada hacia un lado para cazar al lagarto, que se cae de espaldas al suelo.
- “No importa lo rápido que seas.” – dice Ten. – “Tus movimientos no escaparán a mi vista.”
El lagarto tiembla de rabia y miedo.
Ten Shin Han alza su dedo índice.
- “Me has aburrido.” – dice el asesino. – “Tengo otras cosas que hacer.”
- “¿EH?” – se sorprende el enemigo al ver como el dedo de Ten empieza a brillar.
El lagarto retrocede a gatas, renqueante.
- “No… No, espera…” – titubea con miedo. – “Puedo… puedo ayudarte… tengo información…”
- “¿Qué tipo de información?” – pregunta Ten.
- “Verás…” – dice Guanai. – “Yo… Mi compañero y yo… Somos solo soldados a sueldo…”
Ten Shin Han lo mira con seriedad.
- “Vuestro planeta es considerado un planeta de categoría D… Sus habitantes no son aptos para el reclutamiento ni para el adiestramiento…” – explica el mixxileo. – “Pero su atmósfera y biodiversidad sí que llaman la atención… y podrían ser preciados en el mercado intergaláctico…”
Guanai se lame la sangre de un dedo mientras hace una pausa dramática.
- “¿Y a mí qué?” – pregunta Ten con cierto hastío.
- “¡Escúchame!” – replica rápidamente Guanai, aterrado. – “Aunque nosotros no conquistemos el planeta, alguien más vendrá… ¡Enviarán a alguien más fuerte! ¡Seguro! Nuestro señor está muy interesado… ¡No parará hasta conseguirlo!”
Ten Shin Han recapacita durante un instante.
- “¿Tienes forma de comunicarte con él?” – pregunta Ten.
- “Ahora no…” – responde el mixxileo. – “He perdido… he perdido mi comunicador…”
- “Entonces no me sirves.” – sentencia el asesino.
El rostro de Guanai es embargado por el pánico.
- “¡NO!” – exclama el lagarto asustado. – “¡NO! ¡NO! ¡ESPERA!”
- “¡DODONPA!” – exclama Ten al proyectar el ki acumulado en su dedo.
El ataque impacta en el pecho del mixxileo y el hielo se resquebraja bajo sus pies. Su cuerpo se hunde en el agua.
Ten Shin Han se aleja unos pasos cuando se da cuenta de que tiene un pequeño corte en la pierna del pantalón.
- “Hmm…” – murmura Ten.
El asesino mira a su alrededor, donde no hay absolutamente nada. Solo hielo.
Mientras tanto, en la ciudad, un avión de carga sobrevuela la zona.
- “Estamos listos, Coronel Green.” – anuncia la megafonía.
En la bodega esperan sentados el Coronel y el robot Número 8. Green se pone en pie y anima a su compañero.
- “¡Vamos, Octavio!” – dice el Coronel. – “¡Nos toca defender la Tierra!”
El Número 8 se pone en pie. Los dos avanzan hacia la compuerta, que empieza a abrirse lentamente. Con cada pisada del número 8, todo el avión tiembla.
- “¿Tú me acompañas?” – pregunta el robot, colocándose una gran mochila.
- “Por supuesto.” – asiente Green, equipado ya con la suya.
La compuerta se abre por completo y una luz roja se torna verde. Los dos corren hasta el límite del avión y saltan al vacío.
- “Activo Número 8 desplegado.” – anuncia por radio el piloto.
Los dos personajes van en caída libre.
- “¡Ahora!” – exclama Green.
Ambos activan sus paracaídas. El del Número 8 es triple.
Green y el androide aterrizan.
- “¿Estás bien, Octavio?” – pregunta el Coronel.
- “Sí.” – asiente el androide. – “Un poco nervioso.”
Una explosión tiene lugar a pocas manzanas.
- “Ese debe ser nuestro objetivo.” – dice el Coronel, que desenfunda una escopeta de gran calibre. – “¿Estás listo?”
El Número 8 asiente.
Los dos avanzan hacia el lugar de la explosión.
Cerca de allí, Kaizo avanza entre los disparos de dos Battle Jackets, esquivando los disparos.
Detrás de una esquina, Green carga su escopeta con un cartucho especial de los que lleva en una cartuchera de su pantalón.
- “Es el momento, Octavio.” – dice el Coronel.
- “Vamos a salvar el mundo.” – asiente el Número 8.
Kaizo alcanza al primer Battle Jacket y atraviesa el cristal de la cabina de un puñetazo, matando al piloto.
El segundo, con miedo de ser el siguiente, dispara a discreción, pero solo logra alcanzar a su compañero.
Kaizo salta sobre el segundo Battle Jacket con los pies por delante y de nuevo atraviesa la pantalla de cristal, asesinado a su conductor.
El extraterrestre se aparta del dañado aparato y aterriza en el suelo.
En ese momento, una granada de humo cae a su lado. En unos segundos la humareda impide su visión.
De repente, Kaizo oye unas fuertes pisadas acercándose.
El extraterrestre se da la vuelta y puede ver la silueta del Número 8 corriendo hacia él.
El invasor apunta con la mano al androide, pero su ordenador fue dañado en su pelea con el Sargento Metallic y solo chispea, fallando.
- “Maldita sea…” – refunfuña Kaizo.
El Número 8 lo alcanza y le propina un puñetazo. Kaizo se cubre, pero sale repelido por el impacto y da una vuelta por el suelo antes de levantarse.
El androide carga de nuevo con otro puñetazo, pero Kaizo lo esquiva y ya prepara su contraataque.
Mientras tanto, Green ha corrido y escalado ágilmente con dos pasos por encima del Número 8 y dispara una descarga sónica a al extraterrestre con su escopeta.
Kaizo retrocede aturdido. Su parche electrónico se resquebraja.
El Número 8 aprovecha para propinarle un puñetazo al alienígena mientras Green salta hacia un lado y carga otro cartucho.
El androide golpea de nuevo, pero Kaizo detiene el puñetazo con ambas manos.
Green apunta al enemigo y dispara de nuevo, esta vez una descarga de fósforo blanco.
Kaizo se retuerce mientras su ropa y su piel se queman.
- “¡¡AAAH!!” – grita el alien.
Octavio da otro puñetazo a Kaizo y lo lanza al suelo de espaldas.
Green acaba de cargar una nueva bala y dispara, esta vez electrocutando al enemigo, impidiendo que se levante.
El Número 8 se sienta sobre él y le propina un puñetazo en la cara, quebrando el cemento bajo su cabeza. Otro golpe más, que lo incrusta en el pavimento.
Kaizo parece aturdido. El Número 8 se detiene.
- “Ah…” – sufre el alien, con medio rostro quemado. – “Ah…”
El Coronel Green carga de nuevo su arma y apunta a Kaizo.
El alienígena pierde el conocimiento.
Green y Octavio se miran de reojo. Ninguno da el golpe de gracia.
En una azotea cercana, el Coronel Silver observa la escena con unos binoculares de alta tecnología.
- “¿Qué hacen…?” – se pregunta Silver.
Por radio, Green escucha la voz de Silver.
- “Lo tienen a su merced.” – dice el Coronel Silver. – “Acaben con el objetivo.”
Green mira a su compañero, que tiene su mirada triste fija en el enemigo.
- “¿Qué vamos a hacer, Octavio?” – pregunta Green.
- “Ya no puede pelear.” – responde el Número 8.
- “Ha matado a mucha gente.” – dice Green.
- “¿Y si solo cumplía órdenes…?” – pregunta el androide. – “¿…como nosotros?”
El Coronel Green observa el puño ensangrentado de su amigo y decide bajar el arma.
- “Está bien.” – dice Green.
Silver se impacienta.
- “¿Qué se supone que están haciendo?” – pregunta el Coronel. – “¡Acaben con el objetivo! ¡Son órdenes! ¡AHORA!”
El Número 8 mira a su compañero.
- “Puedes decidir, Octavio.” – sonríe Green.
El Número 8 asiente y se levanta.
Green saca su radio.
- “Negativo, Coronel Silver.” – anuncia el Coronel Green. – “Objetivo neutralizado con vida.”
- “Coronel…” – refunfuña Silver.
- “Solicito extracción.” – continúa Green.
Green lanza una granada de humo verde para señalizar su posición.
El Número 8 se acerca a Green y chocan los cinco.
- “¡Buen trabajo, Octavio!” – lo felicita Green.
- “¡Jejeje!” – ríe el androide.
Pero de repente, el brazalete de Kaizo se reactiva con un pitido.
- “¿Eh?” – lo miran Octavio y Green.
El extraterrestre se reincorpora y lo usa para emitir un empujón electromagnético.
El androide es lanzado a más de veinte metros de distancia, cayendo de espaldas al suelo.
Green no es afectado por el empujón, pero sí su arma, y él cae al suelo intentando retenerla, sin éxito.
Silver observa desde la azotea y corre a cargar su lanzacohetes.
- “Idiotas…” – refunfuña. – “Malditos inútiles…”
Kaizo, malherido, se pone en pie.
- “Bastardos…” – gruñe el invasor. – “Os mataré… ¡OS MATARÉ!”
El Número 8 se levante y corre hacia el enemigo.
Kaizo usa de nuevo su brazalete y detiene al instante al Número 8, levantándolo del suelo.
El cuerpo del androide empieza a crujir hasta que un brazo le es arrancado.
- “¡¡OCTAVIO!!” – exclama Green, preocupado por su amigo.
Green, a pesar de estar desarmado, corre hacia el enemigo, haciendo que Kaizo detenga su ataque sobre el androide, que cae al suelo de rodillas.
Green intenta golpear al invasor, pero éste detiene su puñetazo con una mano.
- “No importa lo débil que esté…” – dice Kaizo. – “¡Solo eres un insecto para mí”
Kaizo retuerce el brazo de Green y se lo rompe.
- “¡¡AAAH!!” – exclama el soldado.
Luego lo empuja con una patada, dejándolo en el suelo, lamentándose.
Kaizo, débil, se tropieza y cae al suelo.
- “Malditos…” – protesta Kaizo entre dientes.
Green intenta ponerse en pie, sujetándose el brazo.
Silver apunta al invasor con su lanzacohetes y pone su dedo en el gatillo, observando la escena… pero decide esperar.
Kaizo intenta levantarse, pero cae de nuevo.
- “¡OS MATARÉ!” – exclama furioso.
Kaizo reclama con su poder una docena de barras de hierro de unos escombros cercanos y la lanza contara Green.
El Coronel, esperando lo peor, cierra los ojos.
Pero tras un estruendo metálico, Green sigue con vida.
Frente a él, el Número 8 con su brazo extendido lo ha protegido del ataque, siendo empalado en su lugar. El torso del androide ha sido atravesado por las barras de hierro.
- “Octavio…” – se sorprende y preocupa Green.
El androide cae de cara contra el suelo, ensartándose aún más los hierros, que salen por su espalda.
- “¡OCTAVIO!” – intenta socorrerlo Green.
Kaizo sonríe.
- “Ja… jaja…” – ríe el invasor.
Green se esfuerza para arrancar las barras del cuerpo del androide.
De repente, un bloque de hielo cae del cielo contra el pavimento, estallando en mil pedazos.
- “¿Eh?” – se extrañan todos.
Antes de que Kaizo pueda comprender lo que ocurre, Ten Shin Han cae del cielo con una rodilla sobre su cuello, partiéndoselo y acabando con él en el acto.
Con la muerte de Kaizo, los robots de la nave se apagan.
El asesino echa un vistazo a su alrededor. La ciudad está en ruinas.
Silver ve a través de su mirilla a Ten Shin Han.
- “Ahí está el salvador a sueldo…” – refunfuña mientras deja de apuntar y suelta su arma en el suelo.
Green sigue arrancando barras de metal del cuerpo de Octavio.
- “Lo siento…” – dice Octavio. – “Me he equivocado…”
- “No…” – dice Green, con los ojos llorosos. – “No hables… No gastes energía…”
Con la última barra arrancada, Green hace palanca para dar la vuelta a su amigo y ponerlo boca arriba.
- “Octavio…” – se arrodilla junto a su cabeza. – “Mi padre te reparará… Ya lo verás…”
Al darle la vuelta, Green se da cuenta de que una de las barras pasó rozando la cabeza del robot y tiene la mitad de sus circuitos expuestos y dañados.
- “Pino…” – sonríe el robot.
- “Dime, Octavio…” – le pone una mano en el pecho.
- “Eres un buen hombre…” – dice el robot. – “Gracias por darme un nombre… y por ser mi amigo… Me hiciste sentir humano.”
Los circuitos se apagan y el androide se desactiva con una sonrisa en su rostro.
- “Octavio…” – llora Green. – “¡¡OCTAVIO!!” – grita al cielo antes apoyar su cabeza sobre el pecho del androide y llorar su pérdida.
Ten Shin Han mira de reojo al Coronel y durante un segundo parece empatizar con él.
Pero de repente, algo cae sobre Ten Shin Han a una velocidad de vértigo. Un brazo verde escamoso lo estampa contra el suelo mientras es arrastrado por el pavimento, dejando un surco tras él.
- “¡¿EH?!” – se sorprenden Green.
Al detenerse, Ten Shin Han se da cuenta de que le ha atacado Guanai.
- “¿Él otra vez?” – se pregunta Ten, sorprendido. – “¡Creía que lo había derrotado!”
Guanai acerca su rostro al de Ten, aún en el pavimento.
- “Te dije que no comprendías nuestras diferencias…” – se relame el lagarto.
Ten Shin Han se da cuenta de que ahora Guanai tiene un tercer ojo en su frente.
- “¡¿QUÉ?!” – se sorprende Ten.
El lagarto agarra la cabeza del asesino y lo levanta del suelo para después lanzarlo contra un edificio cercano.
Ten da una voltereta en el aire antes de chocar para rebotar con los pies contra la fachada y así volver al suelo grácilmente.
Su ropa ha sido dañada, así que Ten se arranca la parte rosada de su gi, revelando el gi morado y blanco que lleva debajo.
Guanai sonríe con prepotencia.
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