miércoles, 23 de agosto de 2023

ESPECIAL DBSNL /// Red World // Universos 1 y 2 / Parte I: Contacto

Red World / Parte I: Contacto

“¿He llamado en mal momento?”



Año 759. En la Capital del Norte, la vida transcurre pacíficamente. La gente disfruta en la plaza de un centro comercial al aire libre. Un padre observa a su hija montada en el tiovivo. Una pareja comparte un helado, sentados en un banco. Una madre pasea con su hijo agarrado de la mano mientras habla por teléfono y mira un escaparate de electrodomésticos “Corporación Cápsula.” El pequeño lleva un globo rojo en la mano.


En un instante, el niño se distrae al ver un cachorro de labrador en otro escaparate y suelta la mano de su madre para correr a verlo. 


El pequeño se pega a cristal de la tienda y deja de prestar atención al globo, que se escurre entre sus dedos. 


El niño intenta agarrarlo saltando, sin éxito, y el globo se eleva hacia el cielo ante la triste mirada del pequeño.


En la Atalaya de Kamisama, una escuálida figura encapuchada, a contraluz, sentada al lado de una ventana, se estremece.


- “¿Se encuentra bien, señor?” – pregunta Mr. Popo.


La madre termina la llamada y presta de nuevo tención al pequeño.


- “Ya te he dicho mil veces que no te alejes de mi en el centro comercial…” – protesta ella.


Pero se sorprende al ver al niño con la mirada fija en el cielo.


- “¿Eh?” – murmura ella, alzando la mirada.


En el cielo, una nave discoidal de unos 100 metros de diámetro sobrevuela la zona.


En unas horas, la ciudad está en llamas. Soldados cíclopes metálicos de gran envergadura deambulan por las calles, disparando a todo aquel que se interpone en su camino con sus ametralladoras de energía incorporadas en sus antebrazos.


El Ejército Real intenta retomar la ciudad, tanto por tierra como por aire, pero la tecnología alienígena es superior. Los robots parecen inmunes a la munición regular. Solo tanques, misiles y lanzacohetes logran causar daños a los invasores, pero por cada uno que derrotan, decenas de soldados perecen. Los robots cuentan con armamento de algo calibre y cañones de energía.


En el Palacio Real de la Capital Central, el Rey del Mundo es informado de la situación.


- “Su Majestad…” – dice uno de sus Generales. – “Todos nuestros esfuerzos están fracasando. No podemos detener al enemigo.”


El Rey agacha la cabeza y la apoya en sus manos.


- “Nunca imaginé que la raza humana tendría que enfrentarse a demonios venidos de las estrellas…” – murmura el cánido.

- “No nos detendremos hasta el final.” – continúa el General. – “Pero llegados a este punto, es cuestión de horas que…”


De repente, un teléfono rojo sobre la mesa de su despacho empieza a repicar.


El General y el Rey se miran confusos. Su Majestad descuelga.


- “¿Quién es?” – pregunta el Rey, inquisitivo. – “¿Quién tiene este número?”

- “Hola, Su Majestad.” – dice una voz. – “¿He llamado en mal momento?” – añade con retintín.


El Rey se queda petrificado.


La guerra continúa en la ciudad. Los humanos luchan con valentía, pero caen como moscas.


En el centro de mando de la nave alienígena, los radares y controles del aparato son llevados por robots mucho más simples y menudos que los que han sido desplegados en el campo de batalla.


El líder invasor, de aspecto selaquimorfo y tez azulada, luciendo un parche robótico en el ojo, observa cruzado de brazos la representación del campo de batalla en una gran pantalla. Viste botines morados, pantalón negro y una especie de mono de lucha naranja encima. 


- “Qué interesante…” – murmura el líder. – “Usan la tecnología para suplir su patética fuerza… Pero de una forma muy primitiva.” – sonríe con burla.


A su lado, un soldado mixxileo de aspecto reptiliano le acompaña, de piel verde oliva y una lenga larga azul, vestido solamente con el mono naranja.


Un pitido de un radar llama la atención del mixxileo.


- “¿Eh?” – mira de reojo.


No parece que los robots den importancia a la alerta.


- “¿Qué ha sido eso?” – pregunta el mixxileo.

- “Solo un fantasma.” – responde el robot, que sigue atento a su trabajo.

- “¿Un qué?” – no lo entiende el mixxileo.

- “Una falsa fuente de energía detectada por el radar.” – le explica el selaquimorfo.

- “Muy bien explicado, señor Kaizo.” – lo adula el robot.

- “¿Seguro que era un error?” – se interesa el mixxileo.


El robot del radar teclea.


- “La lectura rondaba los 150.” – dice el robot. – “La fuerza de combate media del planeta es de unas 5 unidades. Tiene que ser un fallo en la lectura.”


El lagarto sonríe de forma pícara.


- “Dame la localización.” – dice el mixxileo.

- “Enseguida, señor Guanai.” – teclea de nuevo el robot.

- “Es solo un fantasma.” – insiste Kaizo.

- “Tus métodos de conquista son demasiado sofisticados para mí.” – protesta Guanai. – “Me aburro.” 


En la ciudad, los soldados robot siguen avasallando al Ejército Real. 


Un soldado se esconde en las ruinas de un edificio, agachado tras una viga de hormigón, cuando una sombra se cierne sobre él.


El soldado se arma de valor y se levanta, dándose la vuelta y disparando a discreción con su fusil al titán de metal hasta que se queda sin munición.


Las balas han rebotado en el armazón de su enemigo, que se yergue frente a él como una torre.  


El soldado mira aterrado al cíclope metálico mientras éste le apunta con el cañón ametralladora de su antebrazo.


El soldado cierra los ojos con fuerza, temiéndose lo peor.


Pero en ese instante, un misil impacta contra la espalda del robot, haciéndolo estallar en mil pedazos.


El soldado se queda estupefacto ante lo ocurrido, aún incrédulo por seguir vivo.


La polvareda se disipa lentamente para revelar que un nuevo ejército está entrando en la ciudad.


- “Es… es…” – titubea el soldado, confuso.


Un logotipo rojo en forma de lazo con dos iniciales letras blancas superpuestas identifica a cada una de sus unidades: “RR”.


- “¡LA RED RIBBON!” – exclama el soldado.


Varios cazas de última generación sobrevuelan el espacio aéreo y bombardean las calles, destruyendo una docena robots enemigos.


Los tanques y las armaduras de guerra “Battle Jackets” avanzan por la avenida principal, liderados por un gigantesco soldado de pelo rojo encrespado y desaliñado luciendo gafas de sol.


El Rey del Mundo espera en la azotea del palacio, con pesar en su rostro, mientras un helicóptero sin hélices aterriza.


- “Que Dios me perdone…” – murmura el Rey.


La puerta del vehículo se abre. Una escalerilla se extiende automáticamente. 


Un pequeño hombre pelirrojo trajeado con un parche en el ojo desciende, con un puro en sus labios.


- “Su Majestad…” – saluda con retintín.

- “Comandante Red…” – asiente el Rey.


Poco a poco, la ciudad está siendo retomada gracias a la llegada del Ejército de la Red Ribbon, cuyos avances tecnológicos superan con creces a los del anticuado Ejército Real.


Los Battle Jacket pueden enfrentarse cara a cara a los robots invasores, pues otorgan a sus pilotos de una fuerza sobrehumana, además de la capacidad de volar gracias a un propulsor en su espalda y una gran variedad de armamento de alto poder destructivo.


El Comandante Red ya está de pie sobre la silla del despacho del Rey.


Su Majestad mira con recelo al Comandante ocupando su mesa. 


Red sonríe satisfecho mientras acaricia los reposabrazos del asiento.


- “Me gusta…” – dice con orgullo. – “Aunque voy a tener que redecorar un poco…” – añade mientras hace un pequeño gesto con la cabeza a uno de sus hombres.


El soldado enseguida empieza a descolgar los cuadros de los antepasados del Rey del Mundo.


En la nave extraterrestre, los ánimos han cambiado. Los robots reciben informes desfavorables sobre su invasión.


- “¡Estamos perdiendo muchos efectivos!” – alerta uno.

- “¡¿De dónde han salido sus refuerzos?!” – se pregunta otro.


Kaizo resopla.


- “Y ese idiota de Guanai ha salido…” – murmura el selaquimorfo. – “Abrid la escotilla. Yo me encargo.”

- “Sí, señor.” – confirma un robot.


La Red Ribbon sigue recuperando terreno. Un Battle Jacket pisa el cuerpo dañado de un robot y luego usa la ametralladora de antebrazo para masacrarlo.


Pero de repente, el Battle Jacket es levantado del suelo por una extraña fuerza. El soldado en su interior intenta tirar de todas las palancas que tiene a su alcance, pero no tiene control sobre su máquina.


La armadura robótica empieza a colapsar lentamente como si estuviera soportando una alta presión, ante el horror de su piloto, para finalmente quedar reducida a un amasijo de metal del que se derrama aceite y sangre.


Kaizo reclama la bola de hierros que controla gracias a un brazalete-computadora en su antebrazo derecho.


Otro Battle Jacket corre hacia Kaizo y ya le apunta con su cañón, pero el extraterrestre lanza el amasijo de hierros contra él y ambos explotan.


Un tercer Battle Jacket, desde la azotea de un edificio, apunta a Kaizo con el misil de su espalda.


- “A todas las unidades de infantería.” – anuncia el piloto. – “Despejen la zona. Voy a disparar.”


El misil sale propulsado desde su espalda y se dirige directamente contra el extraterrestre, que parece no haberse percatado de la presencia de su enemigo.


Pero de repente, el misil se detiene en el aire. Un campo electromagnético protege a Kaizo.


El extraterrestre remite el misil, que estalla contra la azotea, provocando una terrible explosión en el cielo de la ciudad, cuya onda expansiva sacude las calles.


Mientras tanto, en el despacho del Rey, el Comandante Red y Su Majestad son informados de lo sucedido.


- “¿Qué va a hacer ahora, Comandante Red?” – pregunta el Rey, con sus sentimientos en conflicto.


Red da una calada a su puro, muy tranquilo, y acerca la silla a la mesa para poder poner los pies sobre ella.


- “No se preocupe, Su Majestad.” – dice el Comandante. – “Todo está bajo control.”


El mixxileo vuela hacia el noreste, sobre el mar, hacia las coordenadas indicadas cuando, de repente, puede ver algo en el horizonte que destaca sobre el cielo azul.


- “¿Eh?” – centra su atención.


Guanai se detiene y se protege del sol para intentar verlo mejor.


- “¿Qué es eso?” – se pregunta.


Poco a poco, un pequeño punto negro revela una silueta humanoide.


La velocidad con la que avanza el objeto sorprende a Guanai, que de repente debe apartarse para no chocar contra el objeto volador.


Guanai lo deja pasara de largo y lo observa seguir su camino.


- “¡¿Qué demonios era eso?!” – se pregunta.


Una voz le responde.


- “Supongo que tú eres uno de los extraterrestres.” – dice alguien a su espalda.


Guanai se sobresalta y al darse la vuelta observa frente a él a una persona levitando en el aire, vestido con un gi rosado de estilo chino con el kanji “SATSU” en el pecho y las palabras “KILL YOU” en la espalda.

1 comentario:

  1. Notas:
    - En este universo, la Tierra ha sufrido dos cambios importantes en comparación a la que conocemos en DB que han desencadenado en todos los demás. Se confirmarán próximamente.
    - En los Universos 1, el Hakaishin tomó el control del mundo, convirtiendo el universo en la tiranía del más fuerte. En el U2, tras la usurpación por parte del Hakaishin, un Kaioshin consiguió retomar el control, llevando a cabo su propia forma de tiranía. En ambos casos, la Tierra, lejos de tener protagonismo, fue afectada “de rebote”, y descubriremos cómo en este Especial. (Podéis descubrir esta parte de la historia en el Especial “Justice”.)
    - La historia tiene lugar en el año 759. Para comparar con nuestro Universo DB, en los años entre el torneo 23 (Piccolo Jr.) y la llegada de Raditz.
    - “Kaizo” viene de “Kaizoku” (pirata). Su diseño está basado en el de “Week”, un namekiano oscuro de DBO, aunque aquí es de una raza diferente.
    - “Guanai” viene de “Iguana”. Él está basado en “Tock”, también de DBO, y mantiene el nombre de su raza.
    - La ropa de los dos es diferente a la de DBO, pues llevan un mono naranja de lucha como uniforme que posiblemente ya os dé una pista de lo que nos espera.
    - Los robots invasores están basados en los de la peli de Metal Cooler, pero nada tienen que ver aquí con Big Gete Star.

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