DBSNL // Capítulo 312: Furia de titanes
“Soy el Dios de vuestro mundo.”
Los aún espectadores observan en las pantallas lo que sucede en la jungla.
- “Tsk…” – protesta Freezer. – “Esa forma…” – recuerda su enfrentamiento con el terrible saiyajín.
- “Ese poder bruto…” – murmura Cooler, recordando el extracto del Fruto Sagrado que él mismo tomó.
Vegeta y Gohan observan el monitor.
- “Esa transformación va más allá de cualquier límite…” – murmura el mestizo, capaz de llevar al máximo el poder ancestral de los saiyajín.
- “Es una aberración.” – responde Vegeta, tajante.
Shido sonríe.
- “Así es.” – responde el demonio. – “La esencia del Fruto Sagrado lleva las capacidades genéticas de un individuo más allá de sus límites, haciéndolo mutar.”
- “¿Cómo puedes hacer algo así?” – replica Gohan.
- “¿Y qué son los límites?” – se pregunta Shido. – “¿No es a romperlos en lo que basan su vida los grandes guerreros?”
- “Los guerreros nos ponemos a prueba a nosotros mismos.” – responde Vegeta. – “No somos tan cobardes como para adjudicarnos lo que consiguen otros.”
Shido cierra los ojos e intenta controlar su risa.
- “Ja, ja ja…” – ríe por lo bajo. – “¿El orgullo saiyajín?” – pregunta con retintín. – “Todo lo que ha conseguido tu raza de cobayas ha sido gracias a mí.” – mira a Vegeta con desprecio. – “Soy el Dios de vuestro mundo.”
- “Ten cuidado, entonces.” – sonríe Vegeta con picardía. – “No serías el primero que muere a mis manos.”
- “Tsk…” – protesta Shido, que fija su atención de nuevo en las pantallas.
Turles, que poco a poco abre los ojos después de recibir el Taiyoken de Ub, busca su oponente.
Ub se esconde tras un árbol mientras se agarra el costado, dolorido, y respira con dificultad.
- “Maldita sea…” – refunfuña.
Turles se frustra y toma aire, como si estuviera preparándose para gritar… pero lo que emana de su boca es un cañón de ki verde que arrasa todo a su paso.
Ub, asombrado por la cantidad de energía que emana, se prepara para moverse, pero el saiyajín gira sobre sí mismo para así causar daños en la mayor área posible, acercando su ataque al terrícola, que usa el Shunkanido para evadirlo.
Ub aparece volando a una docena de metros de altura sobre Turles, que está envuelto en una nube de polvo y sigue buscando a su alrededor al muchacho.
- “Es un monstruo…” – murmura el terrícola, asustado ante el poder devastador de su contrincante.
Mientras tanto, Reitan ha llegado hasta Okure.
- “Grrr…” – gruñe la terrible herajín al verlo.
Reitan reaviva su aura de Súper Herajín.
- “¿Qué me dices, Okure?” – sonríe Reitan como reminiscencia de una complicidad que ya no tienen. – “¿Segundo asalto?”
Okure se abalanza sobre él a una velocidad de vértigo, pero el herajín responde de la misma forma y se agacha en el último instante para pasar entre las piernas de la enorme mujer.
Reitan proyecta hilos de ki con sus dedos que se enrollan en las piernas de Okure y luego tira de ellos para derribarla.
Okure se levanta enseguida, dándose la vuelta y preparada para lanzar una onda de ki a su contrincante, pero Reitan sigue proyectando hilos de ki que se enrollan en la mujer, impidiéndole atacar.
- “Grrr…” – gruñe ella, furiosa, intentando liberarse. – “¡¡GRRAAAAAAAAH!!” – emana una onda expansiva de energía que rompe la trampa de Reitan.
- “Tsk…” – protesta el herajín.
Okure apunta a su enemigo con una mano y dispara una ráfaga de ki, pero Reitan desenfunda su arma y con varios movimientos rápidos y certeros desvía las esferas de energía, que estallan en la distancia.
Mientras tanto, Turles ya ha visto a Ub y lo persigue de nuevo.
El terrícola usa el Kaioken para evadir al enloquecido saiyajín a través de los árboles.
Realizando las elípticas trayectorias de la técnica del Kaio del Norte, Ub intenta contraatacar.
- “¡¡YAAAAH!!” – grita mientras propina una doble patada a Turles por la espalda.
Pero el saiyajín ni se inmuta.
Ub retrocede y respira con dificultad, agotado.
- “No es suficiente…” – gruñe el terrícola. – “¡Voy a tener que ir al límite!” – exclama. – “¡¡YAAAAAAAH!!”
El aura roja del Kaioken se aviva y arde con violencia.
- “¡¡YAAAAAH!!” – grita cargando contra Turles.
El monstruoso saiyajín intenta interceptar a Ub, pero el terrícola esquiva el golpe volando hacia un lado y sorprende de nuevo a Turles por el otro costado, golpeándole las costillas con un fuerte puñetazo.
- “Tsk…” – protesta el saiyajín.
Turles intenta agarrar a Ub, pero éste retrocede.
Turles dispara una ráfaga da ki que persigue al terrícola, que intenta huir hacia el cielo.
Tres esferas de energía persiguen a Ub y pronto le ganan terreno.
Ub se ve obligado a actuar.
- “¡MASENKO…!” – se prepara el terrícola, apuntando a los ataques de Turles, que casi le han alcanzado. – “¡HAAAA!” – dispara.
Tres explosiones sacuden el cielo y las ondas expansivas empujan a Ub, que cae entre las copas de los árboles, con el cuerpo humeante, y se estampa contra el suelo.
En otro punto del bosque, Dabra se hace el despistado, mirando las explosiones en el cielo.
El dokuchi aprovecha la ocasión y proyecta su viscosa lengua, atacando al demonio por la espalda.
De un solo gesto, el demonio invoca su espada y corta la lengua del enemigo, que sangra y tiñe de azul la zona.
- “¡¡GYAAAAH!!” – grita entre los árboles el camaleón.
- “Je…” – ríe el demonio.
El camaleón huye de nuevo hacia el interior del bosque, dejando atrás varios metros de lengua en movimiento en el suelo, que lentamente se contraen y se detienen, viendo reducido su tamaño.
Turles camina por el bosque, buscando de nuevo a su víctima.
De repente, Liquir salta sobre él, golpeándolo en la espalda y estampando al saiyajín en el suelo.
El kurama retrocede y se coloca a una distancia prudente.
- “Siento un poder oscuro en ti, saiyajín.” – dice Liquir, ondeando dos colas.
Turles se levanta, furioso, con la cara llena de barro, y se da la vuelta para clavar su mirada furiosa en el zorro.
- “Grrrr…” – gruñe el saiyajín.
Liquir frunce el ceño.
- “Entendido.” – sentencia el kurama.
El ki naranja del zorro emana destellos morados.
Mientras tanto, Okure ha agarrado el gigantesco tronco de un árbol y atiza a Reitan, que se protege cortando el tronco con su espada.
Pero Okure da una vuelta sobre sí misma y le lanza el tronco, ahora afilado.
Reitan salta por encima de él, aterrizando sobre el tronco y corriendo sobre él hacia Okure… pero la herajín ya le apunta con ambas manos.
- “¡¡GRAAAAAAAH!!” – dispara un terrible torrente de ki verde.
Reitan se protege con su espada, pero sale disparado hacia el interior de la jungla, incapaz de detener el ataque, que lo desintegra todo a su paso.
Okure ya lo persigue de nuevo, sin darle descanso.
Reitan, con su cuerpo humeante, se pone en pie.
Los árboles que quedaban en pie, quemados y sin hojas, caen al paso de su enemiga, que va tras él.
Al encontrarlo, Okure se detiene y clava su mirada furiosa en Reitan, que ha perdido la parte superior de su vestimenta.
El herajín reaviva su aura.
- “Puede que me odies, Okure.” – dice Reitan. – “Si es así, no te culpo.”
Okure gruñe mientras empieza a avanzar hacia su viejo amigo con paso firme.
- “He venido a salvarte.” – insiste Reitan, con mirada melancólica. – “¡Libera tu odio! ¡Puedo resistirlo!”
Okure empieza a correr hacia Reitan.
- “¡VAMOS!” – exclama el herajín.
La mujer carga contra Reitan y le propina un fuerte puñetazo que el herajín intercepta con la parte plana de su espada.
- “¡Vamos, Okure!” – insiste Reitan. – “¡Sé que estás sufriendo!”
Okure se revuelve y propina una patada en abdomen del herajín, que retrocede varios metros deslizándose sobre el suelo, pero manteniéndose en pie, teniendo que clavar su cimitarra en el suelo para detener su retroceso.
- “Eso es…” – sufre el herajín.
Okure ataca de nuevo y, en un instante, se encuentra de nuevo frente a él, con el puño en alto.
Esta vez, la mujer propina un puñetazo en la cara de Reitan que lo lanza a través de la jungla, dejando atrás su espada.
Reitan atraviesa varios árboles hasta que se detiene chocando contra una gran piedra, rebotando y cayendo al suelo.
El herajín se levanta de nuevo, con la boca ensangrentada.
- “Si has llegado hasta aquí por mí…” – murmura en voz baja. – “Acabemos con esto… y vuelve a casa…”
Okure carga contra él con toda su ira, invocando una esfera de ki en su mano.
La herajín alcanza a Reitan, que parece aceptar su destino, inmóvil.
Okure extiende el brazo hacia él. La esfera de ki brilla intensamente y dobla su tamaño en un instante.
Reitan cierra los ojos.
De repente, una pequeña esfera de ki verde impacta contra la de Okure y la desvía hacia un lado, elevándola primero sobre la jungla para que caiga más tarde a varios kilómetros de allí, estallando y creando una fuerte corriente de aire que sacude el lugar.
Tanto Okure como Reitan se sorprenden, primero mirando hacia la explosión y luego mirando el origen del ataque.
Pero al mirar, Okure recibe un rodillazo en la cara que la lanza a través de la jungla.
Broly aterriza delante de Reitan.
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