DBZ - Saga Bu Rewrite / Capítulo 13: La legendaria Espada Z
En el Planeta Sagrado, Son Gohan se ha reunido con su fallecido padre gracias al Kaioshin del Este. Ahora, vestido con la ropa característica de los Dioses, espera conocer qué se espera de él.
- “¿Una antigua leyenda?” – pregunta Gohan.
- “Así es.” – responde Shin. – “Creo que podrías derrotar al monstruo Bu con la legendaria Espada Z.”
- “Así que ya me cree, ¿eh?” – sonríe Goku, fanfarrón.
- “Lo siento, Son Goku.” – se disculpa el Dios. – “Pero lo que me contabas… un mortal con ese poder… sonaba increíble.”
- “Lo sé” – responde el saiyajín. – “Pero es verdad.”
Shin asiente.
- “¿De qué estáis hablando?” – pregunta Gohan, confuso.
- “En este planeta hay una antigua espada atrapada en una piedra.” – explica Shin. – “La leyenda cuenta que quien sea capaz de arrancarla logrará un poder extraordinario. ¡Un poder superior al del mismísimo Majin Bu!”
- “Vaya…” – suspira Gohan. – “¿Y porqué no lo ha intentado papá?”
- “Ya lo hice…” – revela Goku. – “Pero fracasé.”
- “¡¿Qué?!” – se sorprende el mestizo. – “¡¿No pudiste arrancarla?!”
Goku sonríe.
- “No la moví ni un centímetro.” – responde el saiyajín.
- “¿Y qué oportunidad tengo de hacerlo yo?” – se pregunta el mestizo, preocupado.
- “No pierdes nada por probarlo.” – dice Goku. – “Yo confío en ti.” – dice poniéndole la mano en el hombro.
Mientras tanto, en la Tierra, Piccolo sale de la Sala del Espíritu y el Tiempo con la ropa hecha trizas.
Mr. Popo es el primeo en percibir su energía y encontrarse con él.
- “Ya has salido…” – dice el ayudante de Kamisama. – “¿Y el chico?” – le pregunta.
El namekiano regenera su ropa mágicamente.
- “Trunks está entrenando.” – responde Piccolo. – “He salido a ver si había noticias.”
- “Pues…” – Popo se dispone a contarle al namekiano todo lo sucedido.
Lejos de allí, Videl ha seguido la señal del radar y ha llegado a una pequeña aldea.
- “La señal se ha detenido aquí…” – piensa ella, observando el radar. – “¿Dónde estará esa Dragon Ball?”
Una voz llama la atención de la muchacha.
- “¡Te dije que quería zumo de naranja!” – protesta una voz masculina áspera y malhumorada. – “¡Esto es soda!”
- “Lo siento, señor…” – se disculpa otro hombre. – “No tenían…”
Videl investiga las voces. En una estación de servicio cercana, un hombre bajito de tez azul y orejas puntiagudas, regaña a un hombre perro junto a un coche rojo. A su lado, una mujer morena de larga cabellera pone gasolina al vehículo.
- “No importa…” – desiste el pequeño hombre azul. – “Esta vez lo dejaré pasar…”
- “Gracias, señor Pilaf.” – responde el perro.
- “Tienes suerte de que estoy de buen humor…” – añade Pilaf, mientras saca de entre su ropa una esfera cristalina de color naranja.
Videl se sorprende al ver la bola.
- “¡Eso tiene que ser una Dragon Ball!” – exclama la muchacha, comprobando que sea igual a las que lleva en el saco. – “¡Sí, no hay duda!” – corrobora.
En el planeta de los Kaioshin, Gohan, Goku y Shin se encuentran sobre la cima de una montaña cilíndrica y negra en la que se encuentra incrustada la famosa Espada Z.
- “¿Y no podríamos destruir la montaña?” – pregunta el mestizo.
- “Esto que pisas es hierro Katchin” – responde Shin. – “El material más duro del universo. Imposible.”
- “Vaya…” – suspira Gohan.
El mestizo hace unos estiramientos para calentar y se dispone a probar suerte.
- “¡Vamos allá!” – se anima él mismo.
El chico se agacha y agarra la empuñadura de la espada.
- “Grrrr…” – se esfuerza Gohan. – “GRRRR…KKKK… ¡¡uuuUAAAAHHHH!!!”
Sus manos resbalan y el chico cae de espaldas al suelo.
- “¡Pues vaya…!” – lamenta el muchacho. – “Sí que está bien clavada… Ni se ha movido…”
Shin parece preocupado por el fracaso, pero Goku mantiene la sonrisa en su rostro.
- “Vuelve a intentarlo.” – dice el saiyajíjn.
Gohan se pone en pie.
- “Está bien…” – asiente Gohan.
El mestizo se transforma en Súper Saiyajín antes agarrar de nuevo el arma.
Shin mira de reojo a Goku.
- “Súper Saiyajín…” – murmura el Dios. – “¿Crees que así podrá hacerlo? Pareces muy confiado…”
- “Tranquilo” – le calma Goku. – “Tú observa.”
Gohan intenta de nuevo la proeza.
- “Grrrr… yyyyyyAAAAAAH!” – grita Gohan.
Pero parece que el hierro Katchin no está dispuesto a ceder.
Goku observa atentamente a su hijo.
- “Vamos…” – piensa el padre.
El mestizo sigue esforzándose. Rayos de energía empiezan a chasquear a su alrededor y su cabello se eriza aún más, alcanzando el Súper Saiyajín 2.
- “Vamos…” – murmura Goku.
Gohan empieza a desesperarse. En su mirada puede verse la pérdida de ánimo.
- “No puedo hacerlo…” – piensa el mestizo. – “Es imposible…”
- “No te rindas…” – piensa Goku, cuya mirada ahora parece de preocupación. – “¡Gohan!”
En la mente del chico, imágenes de su infancia regresan. Goku intentando protegerle de Raditz, Krilín intentando defenderle ante Nappa, el sacrificio de Piccolo, Vegeta y el namekiano salvándole de Freezer, la muerte del Número 16, la despedida de Goku ante Cell, la ayuda de su padre desde el Más Allá en ese último Kamehameha de los Cell Games, los androides, Ten Shin Han, Chaoz, Shin y Satán ayudándole contra Majin Bu… Su agarre sobre la espada empieza a perder fuerza.
- “Siempre he necesitado ayuda…” – piensa el mestizo. – “Sigo comportándome como un niño…”
Goku observa detenidamente a su hijo. Shin, a su lado, se cubre ante la ventisca alzada por el poder del mestizo.
- “Es mi turno… Tengo que dar un paso al frente…” – se repite el mestizo.
El pequeño Trunks se cruza en su mente.
- “¡WOW!” – exclama el niño. – “¡Pareces un héroe de cómic!”
Y también Videl.
- “Es una suerte que aparecieras… Has vuelto a salvar del día. – suspira Videl. – “Creo que esto se te da mucho mejor que a mí.” – resuena su voz. – “La ciudad está más segura contigo. Yo no puedo hacer lo que tú haces.”
La mirada de Gohan cambia y ahora rezuma determinación. Su agarre vuelve a ser firme. Sus músculos se tensan y las venas se marcan en su piel.
- “No voy a rendirme…” – gruñe el mestizo. – “¡Cuentan conmigo! ¡Voy a proteger la Tierra!”
La espada cede lentamente. Los metales chirrían con la fricción.
El Kaioshin abre los ojos como platos.
- “¡LA ESPADA Z!” – exclama el Dios. – “¡Está cediendo!”
La sonrisa regresa al rostro de Goku.
Gohan sigue tirando del arma con fuerza.
- “¡¡YAAAAAAAAH!!” – grita el mestizo a pleno pulmón.
El chico finalmente arranca la espada con tanta fuerza que sale volando, elevándose sobre el Planeta Sagrado.
- “¡LO HA CONSEGUIDO!” – exclama un asombrado Shin.
Goku sigue sonriendo.
- “Bien hecho, Son Gohan. Parece que tu poder ya no nace de la ira… si no de la esperanza.” – piensa el saiyajín. – “Estoy orgulloso de ti.”
Mientras tanto, en la Tierra, Piccolo ha recibido las terribles noticias. Se encuentra reunido con Krilín, Yamcha, Dende y Roshi.
- “Ese monstruo…” – sufre el namekiano. – “Incluso a Gohan…”
- “No queda nadie.” – afirma Dende.
- “La Número 18, el Número 17, Ten, Chaoz…” – murmura Krilín.
- “El chico es nuestra última esperanza.” – dice Yamcha. – “¿Crees que puede pelear?”
- “Aún no.” – responde el namekiano. – “Está entrenando duro y es muy fuerte, pero es solo un niño… Ni siquiera Gohan ha podido contra Majin Bu.”
- “Maldita sea…” – lamenta Roshi.
En la pequeña aldea al Sur del continente, Videl se acerca a los tres tipos de la gasolinera.
- “Hola, chicos.” – saluda la muchacha.
Pilaf mira con desconfianza a Videl.
- “¿La conoce, señor Pilaf?” – pregunta Mai.
- “No la recuerdo…” – responde Pilaf. – “Debe de ser una admiradora…”
Shu mira atentamente a la chica.
- “A mí me suena de algo…” – murmura el perro.
- “¿Qué?” – se extraña Pilaf. – “Es muy mona para que tú la conozcas…”
Videl se impacienta.
- “Veréis…” – dice la muchacha.
- “¡YA LA RECONOZCO!” – exclama Shu. – “¡ES LA HIJA DE MISTER SATÁN!”
- “¡¿QUÉ?!” – se sorprenden Pilaf y Mai. – “¿La hija del Campeón?”
Pilaf la mira detenidamente y se da cuenta de lo que la muchacha lleva en la mano.
- “Y… y eso…” – titubea Pilaf. – “¿No será…?”
- “¡Es el radar!” – exclama Mai la fijarse.
- “Oye…” – se acerca Pilaf cautelosamente a la chica. – “Tú no conocerás a un tal Son Goku…”
- “¿Son Goku?” – repita Videl. – “Bueno, voy a clase con su hijo…”
- “¡¡AAAAH!!” – retroceden aterrados los tres malhechores.
Pilaf lanza la Dragon Ball a Videl, que la coge al vuelo antes de que se caiga.
- “¡Ya estoy mayor para esto!” – protesta Pilaf. – “¡PASO!”
El pequeño hombre se sube al coche, y sus secuaces le acompañan. La mujer conduce.
- “¡Vámonos, Mai!” – ordena Pilaf.
- “Pero señor…” – duda la mujer.
- “¡He dicho que vamos!” – insiste él.
El coche arranca y se marcha hacia el norte, dejando a Videl allí de pie, sola y sin palabras.
- “Pero… ¿Qué acaba de suceder?” – se pregunta la confusa muchacha.
En el Planeta Sagrado, Gohan, que ha regresado a su estado base, se prepara para empezar su entrenamiento con la legendaria espada.
- “Pesa mucho…” – dice el mestizo, que zarandea el arma de forma torpe. – “Pero no parece que tenga nada de especial… Parece solo una espada…”
- “¿No te sientes distinto?” – pregunta Shin.
- “No…” – responde Gohan.
- “¿Puedo probar?” – pregunta Goku.
Gohan entrega la espada a su padre, pero al intentar sujetarla, Goku cede y el arma cae al suelo, sorprendiendo a los presentes.
- “¿Se te ha resbalado?” – pregunta Gohan.
- “No…” – responde Goku, confuso.
El saiyajín se agacha para intentar levantarla, pero es incapaz de moverla.
- “¡¿Qué significa esto?!” – se pregunta Goku. – “¡Pesa muchísimo!”
- “Es pesada… pero no tanto…” – dice Gohan.
El mestizo la recoge del suelo y logra empuñarla de nuevo sin dificultad.
- “¿Ves?” – dice Gohan.
- “Increíble…” – se sorprende Goku.
- “¿Será un hechizo?” – sugiere Shin. – “Parece que solo el que la ha liberado puede empuñarla…”
- “Que alucinante…” – añade Gohan. – “Me siento como el Rey Arturo…”
Mientras tano, en la Tierra, en el hogar de Majin Bu, Satán despide al monstruo, que se eleva lentamente.
- “¡Voy a matar gente!” – dice Bu. – “Volveré en unas horas.”
- “¿Eh…? ¿Matar gente…?” – titubea el Campeón.
- “¡Hasta pronto!” – se marcha el monstruo.
Bu desaparece en el cielo.
Satán aprieta sus puños, impotente y frustrado.
- “Esto es humillante…” – gruñe el terrícola. – “Yo… El Campeón… Haciendo de chacha de un monstruo asesino…”
Las horas pasan. En el Planeta Sagrado, Son Gohan ha seguido practicando con la Espada Z y ahora logra manejarla con facilidad.
- “¡Progresas muy rápidamente, Son Gohan!” – celebra Shin.
- “Es cierto…” – dice Goku, poco convencido. – “Pero no veo que su poder aumente significativamente…”
- “Supongo que esto será un proceso largo…” – excusa el Kaioshin. – “¿Y si hacemos el entrenamiento más dinámico?”
Shin usa su poder mental para arranca un árbol del suelo.
- “¿Puedes cortarlo al vuelo?” – pregunta el Dios.
Gohan se pone en guardia.
- “Probemos.” – sonríe el mestizo.
El Dios lanza el árbol contra el chico, que dando un salto corta el tronco por la mitad de forma longitudinal.
- “¡Impresionante!” – sonríe Goku.
Shin parece satisfecho. El Dios usa su telekinesis para arrancar varios árboles más.
- “¿Lo hacemos más interesante?” – sugiere el Kaioshin.
Gohan se prepara.
- “Estoy listo.” – dice el mestizo.
En la Tierra, Videl ha reunido las Dragon Balls y ahora se dirige a la Tierra Sagrada de Karín, tal y como le indicó la Número 18, en un vehículo requisado.
Cerca de la carretera, una pareja de ancianos cargados con maletas se aleja del pueblo.
- “Los núcleos urbanos son poco seguros…” – dice el señor. – “Nos esconderemos en la montaña…”
De repente, la anciana que lo acompaña recibe un disparo en la cabeza y se desploma sin vida.
- “¡Abuela!” – grita asustado su marido.
En una colina cercana, un hombre ha apretado el gatillo del su rifle.
- “¡Le he dado de lleno!” – celebra el asesino.
El tirador es un hombre joven y delgado de cabello largo y rubio recogido en una coleta. Viste pantalón marrón, botas y camiseta negra.
- “¡Buen disparo, señorito!” – le anima su acompañante, que observa la escena a través de unos prismáticos.
Su compañero es un señor mayor vestido con pantalón beige, botas negras, chaleco marrón oscuro sobre una camisa y corbata roja.
- “¡Ahora que ese monstruo está atacando ciudades, yo puedo hacer lo que me plazca!” – dice el asesino. – “La policía está ocupada…”
El tirador aprieta de nuevo el gatillo y mata al anciano que intentaba socorrer a su esposa.
- “¡Otro excelente disparo!” – celebra el acompañante.
En la casita de Bu, el monstruo ha regresado. Satán sale a recibirle vestido con un delantal rosa.
- “¡Bienvenido!” – hace una reverencia el Campeón.
Bu lleva un pequeño cachorro en brazos.
- “¿Y ese perrito?” – pregunta Satán.
- “Parece que no me tiene miedo… No huye.” – dice el monstruo. – “Le he preguntado qué le pasa, pero no entiendo lo que dice.”
- “¿Eh?” – se extraña Satán, que observa al perro con atención. – “Bueno… parece que tiene una pata rota… puede que por eso no pueda escapar…”
- “¡Oh!” – dice Bu. – “Así que es por eso…”
Bu pone su mano sobre el cachorro.
- “Te curaré para que puedas huir aterrado” – dice el monstruo.
Su manopla se ilumina y el perro es curado.
Bu lo deja en el suelo.
- “¡Venga, huye!” – le dice el monstruo. – “¡Que te voy a matar!”
Pero el cachorro, lejos de tener miedo, se acerca a Bu y se restriega en su bota.
- “¿Y ahora qué le pasa?” – dice un confuso Majin Bu.
- “¡Está agradecido porque le ha curado la patita!” – responde Satán. – “¡Parece que le ha cogido cariño…!”
Bu se aleja del perro, pero éste le sigue contento.
El monstruo se detiene y el perro hace lo mismo. Bu arranca de nuevo y el cachorro le sigue moviendo el rabo. Se detienen otra vez.
- “¿Crees que me quiere?” – le pregunta Bu a Satán.
- “¡Por supuesto!” – responde el Campeón. – “¡Y parece que mucho! ¡Mire como menea la cola!”
El rostro de Bu se ilumina con una sonrisa.
- “¡Qué bien!” – celebra Bu – “¡Es mi primer amigo!”
El monstruo mira a Satán.
- “Bueno…” – se rasca la barbilla. – “¿Tú eres mi amigo?”
- “¡Pues claro!” – se apresura a decir Satán, un poco asustado.
- “¡Ya tengo dos amigos!” – celebra Bu.
Bu empieza a correr por la zona, perseguido por el perrito.
Majin Bu se sienta en el suelo y el cachorro se sube en su barriga, lamiéndole la cara… y el monstruo responde de la misma forma, lamiendo al perrito.
Satán se queda sin palabras, confuso ante la extraña actitud del monstruo.
- “¿Este es el terrible Majin Bu?” – piensa el Campeón.
En la Atalaya de Kamisama, Piccolo y Dende observan la Tierra.
- “Es increíble…” – dice Kamisama. – “Parece que Bu se ha calmado…”
- “No podemos confiarnos…” – responde Piccolo. – “Puede que esto nos de un poco de tiempo hasta que Trunks esté listo…”
En la Sala del Espíritu y el Tiempo, Trunks duerme tirado en la cama.
En el Planeta Sagrado, Gohan ha superado las pruebas de Shin.
- “¡Esta espada es tremenda!” – dice el mestizo.
- “Está afilada… ¿Pero de verdad puede derrotar a Majin Bu?” – se pregunta Goku.
- “Ya veo que nada te convence…” – dice Shin, un poco molesto con las dudas del saiyajín.
El Dios alza su mano hacia el suelo e invoca un bloque metálico de color negro.
- “¿Qué es eso?” – pregunta Goku.
- “Hierro Katchin” – dice el Dios. – “Como el que mantenía la espada apresada.”
Shin le pasa el bloque a Goku, que lo sujeta sobre su cabeza.
- “Vaya…” – suspira el saiyajín. – “Pues parece muy resistente…”
- “¡Eso sí que es un reto!” – dice Gohan, arremangándose antes de ponerse en guardia.
Shin sonríe.
- “¿Listo, Gohan?” – pregunta Goku.
- “¡Listo!” – responde el mestizo.
El saiyajín lanza el bloque de metal hacia su hijo con todas sus fuerzas.
Gohan se dispone a cortar el hierro Katchin en dos, pero al propinarle un espadazo, el arma se parte en dos, dejando a todos boquiabiertos.
- “Oh, no…” – sufre Gohan.
- “La… la Espada Z…” – titubea el Kaioshin. – “La legendaria Espada Z…”
- “La idea de lanzarle eso fue suya…” – se excusa Goku.
- “Pero… pero se supone que esa espada otorga un poder extraordinario…” – dice Shin, asustado.
Una voz sorprende a nuestros amigos.
- “Eso no es del todo así… Jeje” – dice una voz masculina anciana.
Un viejo anciano vestido con ropas de Kaioshin ha aparecido de la nada en el Planeta Sagrado.
En la Tierra, Majin Bu y Satán juegan con el cachorro, lanzándole un palo para que vaya a recogerlo.
- “¡Mire como se divierte!” – dice Satán.
Bu asiente.
- “¡Yo para divertirme mato gente!” – dice el monstruo.
Una gota de sudor frío recorre la sien de Satán.
- “Y… ¿por qué hace eso?” – pregunta el Campeón.
- “Es lo que me enseñó mi creador.” – responde Bu.
- “¿Y no cree que esto es más divertido?” – pregunta Satán con temor.
- “Es posible…” – se rasca la barbilla Bu.
- “¡Pues no tiene que matar más!” – dice Satán.
Bu mira a Satán atentamente y en silencio, cosa que aterra al Campeón.
- “O… bueno… haga lo que quiera…” – se acobarda Satán.
- “¿Tú crees que matar está mal?” – pregunta Bu.
- “Sí… Claro…” – responde el Campeón.
- “Pues no mataré más.” – sonríe el monstruo.
- “¿No matarás a nadie más?” – pregunta Satán, confuso.
- “No.” – responde Majin Bu.
- “¡Eso es fantástico!” – celebra Satán.
De repente, un disparo lejano rompe el momento.
Satán se da la vuelta, y él y Majin Bu son testigos de la terrible escena. El cachorro ha sido recibido un disparo y ha caído al suelo.