Cold Chronicles / Parte XV: Venganza
“¿Dónde está el subcomandante Zarbuto?”
Han pasado años desde que Cold detuvo el avance del planeta M2, sumiéndolo en la oscuridad del espacio profundo, lejos de fuentes de alimentación que le permitan reactivarse.
El Emperador ha permanecido en Numa, bajo los cuidados del brujo Salabim. Cold intenta recuperar el control sobre su cuerpo y su energía; un desequilibrio causado por su titánico esfuerzo en su pelea contra Rildo.
El Emperador ha permanecido en Numa, bajo los cuidados del brujo Salabim. Cold intenta recuperar el control sobre su cuerpo y su energía; un desequilibrio causado por su titánico esfuerzo en su pelea contra Rildo.
Cold ha logrado controlar su energía utilizando su forma de mayor reducción de poder, que le confiere un aspecto de toro bípedo, y sigue entrenando para dominar su poder en sus otras formas.
Mientras tanto, el Imperio ha sido dirigido por la mano de Ginyu, que sigue oculto en el cuerpo de Sorbet. Una época de paz y prosperidad ha reinado en los dominios del demonio del frío.
Salabim, desde las sombras, ha estado manipulando al Emperador y a Ginyu para obtener el control del Imperio. Su objetivo es recuperar las cajas de música que esconden al monstruo Hildegarn; una baza primordial para los Kasvhar y su objetivo de hacer regresar al que consideran su maestro, “el que vio”.
En el planeta del Hakaishin, Shiras medita sobre una roca, cerca del lago. Cerca de allí, el ángel Campahri se encuentra de pie, inmóvil; en su mente, una reunión está teniendo lugar entre sus compañeros.
Daishinkan y los ángeles planean su golpe de estado contra el todopoderoso Zeno. El Sacerdote preside el encuentro, rodeado por Kus, Cucatail, Campahri y Palinka.
- “Shiras ya domina el Anillo Toki.” – revela Campahri. – “Pronto estará listo.”
- “Es nuestra mejor baza” – confirma el Daishinkan. – “Su potencial es extraordinario.”
- “Ten cuidado, Campahri.” – dice Kus. – “Tu pupilo es arrogante”.
- “Cumplirá su cometido.” – responde el ángel del Universo 3.
Shiras ha terminado de meditar y se da cuenta de que el ángel se encuentra ausente.
- “Voy a echar un vistazo a la Patrulla.” – piensa el antiguo patrullero, antes de desaparecer. – “Hace años que no piso el mundo mortal”.
En el Cuartel General de la Patrulla Galáctica, Shiras aparece en mitad del puesto de mando, sorprendiendo a todos los patrulleros.
Shiras echa un vistazo a su alrededor sin reconocer a nadie.
Los agentes parecen ponerse nerviosos al ver a un extraño en sus instalaciones. Varios de ellos desenfundan sus armas.
- “¿Dónde está el subcomandante Zarbuto?” – pregunta Shiras.
Un personaje de tez azul celeste da un paso al frente y hace un gesto a sus compañeros para que bajen sus armas.
- “El subcomandante ya no forma parte de la Patrulla Galáctica” – dice el agente. – “Ahora yo estoy al mando.” – se presenta, ofreciendo su mano a Shiras. – “Soy el Comandante Papoi.”
- “¿Comandante?” – desconfía Shiras.
- “Así es.” – responde Papoi. – “Decidimos retirar el puesto honorífico del que usted disponía, pues sus asuntos ahora se encuentran en otro lugar.”
De repente, Papoi sale disparado hacia un enorme ventanal que rompe, perdiéndose en el espacio. La sala se despresuriza y una compuerta de metal cierra instantáneamente la apertura.
- “¿Qué ha pasado aquí?” – pregunta Shiras, desafiante.
En la Capital del Imperio, Ginyu se encuentra sentado en el trono cuando, de repente, Shiras aparece frente a él, provocando un estallido de energía.
Ginyu se asusta al ver al misterioso visitante y se prepara para pedir ayuda.
- “¡GUA…!” – pero no puede terminar de dar la orden.
Shiras ha introducido su bastón en la boca de la boca del consejero y lo ha empujado contra el respaldo del trono.
- “¿Dónde está el Emperador?” – pregunta Shiras. – “Miénteme y te mataré.”
El legendario patrullero deja hablar a Ginyu.
- “Desconozco su paradero.” – dice el consejero. – “Se está recuperando de una batalla, muy lejos de…”
Un golpe invisible en el pecho de Ginyu lo proyecta a través del trono, que estalla en mil pedazos, hasta la pared del fondo de la sala.
- “No juegues conmigo.” – dice Shiras. – “Responde a mi pregunta.”
Ginyu se recupera del impacto y esboza una media sonrisa.
- “Eres muy fuerte…” – dice el consejero imperial. – “¡CHA…!” – exclama.
Pero de repente se encuentra tumbado en el suelo, bocabajo y con su rostro estampado en el cemento. Shiras se encuentra sobre él, con su bato en su nuca.
- “Ese truco no funcionará conmigo, parásito.” – dice el antiguo patrullero, que aprieta con fuerza el cuello del consejero. – “Dime lo que quiero saber” – insiste.
Ginyu no entiende lo que ha ocurrido, pero se da cuenta de la superioridad de su enemigo.
- “No sé dónde está el Emperador…” – repite Ginyu.
Shiras ejerce más presión sobre su nuca.
- “¡Pero el Rey Cold no lo hizo solo!” – exclama el consejero. – “¡Le ayudó un asesino! ¡Tengo las grabaciones del Cuartel!”
- “Dame un nombre” – dice Shiras.
- “¡Hit! ¡Se llamaba Hit!” – revela Ginyu.
Los guardias irrumpen en la sala, pues han oído el estruendo.
- “¡¡ALTO!!” – exclaman los centinelas.
Shiras agarra al consejero por la calota y lo lanza con desprecio por un ventanal.
Los guardias disparan, pero el patrullero ya ha desaparecido.
En el exterior del palacio, el cuerpo de Sorbet se precipita contra el suelo desde gran altura, llamando la atención de una muchedumbre que se acerca al moribundo personaje.
- “Ch… Change…” – murmura Ginyu, emitiendo desde su boca una luz que se pierde entre la multitud.
En Numa, Salabim presencia una perturbación en su hoguera. El brujo considera que su peón ha muerto, y siente que puede perder el control de la situación si no interviene.
- “Esto puede ser peligroso…” – murmura el brujo.
- “¿Qué ocurre?” – pregunta Cold.
- “Alguien ha atacado su capital, Majestad” – revela Salabim. – “Sorbet ha fallecido.”
- “¡¿Quién ha sido?!” – se sorprende el Emperador, poniéndose en pie.
- “Tranquilícese.” – dice Salabim. – “No está en condiciones de entrar en combate, señor. Este enemigo parece tener un misterioso poder…”
- “¡No puedo dejar que nadie tome mi Imperio a la ligera!” – exclama enfadado el Emperador. – “¡No podemos mostrar debilidad!”
- “Si entra en combate y es derrotado, eso es exactamente lo que ocurrirá…” – responde Salabim.
Cold parece recapacitar su decisión.
- “Pero…” – dice Salabim. – “Puede que haya una forma de recuperar su poder…”
- “¿De qué se trata?” – pregunta el Emperador.
- “Existen dos poderosos objetos.” – dice Salabim. – “Dos cajas de música antiguas que albergan un poder increíble.”
- “¿Las cajas de música konatsianas?” – pregunta Cold.
- “¿Las conoce, Majestad?” – finge sorpresa Salabim.
- “Es posible.” – dice el Emperador.
- “El poder que encierran puede derrotar a cualquier enemigo” – dice Salabim.
Mientras tanto, en el planeta del Hakaishin, Campahri sale de su trance y se da cuenta de que Shiras se ha marchado.
- “¿Qué está haciendo ahora?” – se preocupa el ángel, que utiliza su vara para buscar a su pupilo.
En la esfera de su bastón, el ángel Shiras se encuentra en un lúgubre bar de los suburbios de Imegga. El patrullero ha propinado una paliza a todos los presentes.
- “Última oportunidad” – insiste Shiras, con una serenidad aterradora. – “¿Quién conoce el paradero del asesino Hit?”
Campahri frunce el ceño.
En la Capital del Imperio, una mujer y su hijo pequeño, que camina arrastrando un peluche con aspecto de oso extraterrestre, han llegado a casa.
La mujer habla por un intercomunicador con una compañera de trabajo.
- “¡Ha sido horrible!” – narra la mujer. – “Yo estaba recogiendo a mi hijo de la Academia cuando hemos visto al pobre señor Sorbet…”
El niño abandona el peluche y se dirige al sillón, que tiene que escalar para poder sentarse. El pequeño enciende el televisor, donde cuentan lo ocurrido en las noticias.
Tras una advertencia por el contenido gráfico que se mostrará a continuación, una grabación de los últimos momentos de Sorbet es emitida. El consejero Imperial es atendido por los servicios médicos, que se miran entre ellos y parecen tener pocas esperanzas para su paciente.
- “El señor Sorbet ha fallecido pese a los intentos por parte de los sanitarios de salvar su vida” – narra el presentador. – “Según nuestras fuentes cercanas al palacio, podría tratarse de un atentado terrorista.”
De fondo se escucha el audio de las imágenes. Entre el murmullo de la muchedumbre, Sorbet, con un hilo de voz, intenta decir algo.
- “Coldyn…” – parece decir, llorando de dolor, con miedo en sus mirada, mientras está siendo atendido. – “¿Dónde está… Col…”
- “No se esfuerce, señor.” – le dice un sanitario. – “Cuidaremos de usted.”
El niño mira de reojo a su peluche, que lleva un collar con un medallón en el que consta la inscripción "Coldyn".
¡Espero que os guste!
ResponderEliminar¡Nos acercamos al final de "Cold Chronicles"!
Gran capítulo. ¿Ese niño es el hijo de Hit?
Eliminar¡Gracias!
EliminarNo, es Ginyu :)
Ginyu me parece que es alguien a quien no le importa jugar sucio para sobrevivir.
ResponderEliminarginyu ha cambiado el cuerpo por el niño?
ResponderEliminarmenudo desgraciado!!
Correcto.
EliminarTotalmente. Pero lo que no me queda claro es si Salabim se da cuenta del Change o piens que Ginyu ha muerto (yo diría que lo segundo).
ResponderEliminarDe todas formas, Ginyu ha perdido su función, porque ya no es Sorbet. Ahora no le sirve de nada a Salabim.
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