Cold Chronicles / Parte XVI: Tragedia
“Tú eres el tipo que aniquiló a las Fuerzas Especiales…”
En el planeta secreto de Hit, el asesino retirado se encuentra arando el campo detrás de su cabaña, con la ayuda de su hijo.
- “¿Así, papá?” – pregunta el jovial niño, que se esfuerza para imitar a su padre.
- “Muy bien” – le felicita Hit.
De repente, Hit siente una anomalía. Un cambio en la corriente de aire le advierte de que alguien ha aparecido en su planeta.
- “Entra en casa, Punch” – dice el asesino, con rostro severo.
- “¿Qué?” – se extraña el muchacho. – “Pero aún no he terminado de…”
- “Ve con tu madre” – dice Hit. – “Ya sabes lo que hacer.”
El joven Punch se da cuenta de que algo perturba a su padre y asiente. El muchacho entra en casa, donde se encuentran su madre y su hermana y les comenta lo sucedido.
Su madre abre una trampilla en el suelo de la cabaña y los se esconden en el sótano.
En el horizonte, Hit puede ver a una figura aparecer caminando lentamente. Shiras ha llegado.
En el planeta Numa, Cold le ha contado a Salabim que las cajas están en su poder, a buen recaudo.
- “Necesita utilizar las cajas si quiere derrotar a este enemigo” – le advierte el brujo. – “No podrá derrotarle de otra forma, y menos en su estado actual.”
- “¿Qué clase de poder esconden esas cajas?” – pregunta Cold.
- “Uno antiguo.” – explica Salabim. – “Yo puedo abrirlas. Lléveme hasta ellas y la fuerza que albergan será tuya.”
- “Se me pidió que las protegiera.” – dice Cold. – “No puedo desatar un mal para enfrentarme a otro.”
- “¿Un mal?” – se ofende el brujo.
- “Confío en el hombre que me las entregó.” – dice el Rey Cold. – “Cumpliré mi promesa. Mientras yo sea el Emperador, las cajas permanecerán bajo llave.”
Salabim está furioso, pero sabe que no puede perder la compostura. Si quiere sacar algún beneficio de la situación, debe mantener su fachada.
El brujo echa un vistazo al fuego, buscando consejo, y se da cuenta de que Shiras ha llegado al planeta de Hit.
En ese remoto planeta, Hit ha salido a recibir a Shiras para mantenerlo lejos de su casa.
- “¿Quién eres?” – pregunta Hit, que enseguida se percata del símbolo de la Patrulla Galáctica en el pecho del misterioso personaje. – “Este planeta está muy lejos de vuestra jurisdicción.”
De repente, un golpe invisible en la nariz de Hit lo lanza por los aires, pero el asesino da una ágil voltereta y cae de pie, en guardia.
El asesino se limpia un hilo de sangre que brota de su nariz.
- “Tú eres el tipo que aniquiló a las Fuerzas Especiales…” – se da cuenta el asesino.
Shiras agarra con fuerza su bastón.
- “Tú y el Emperador me habéis arrebatado la Patrulla Galáctica.” – dice Shiras.
Hit puede percibir un pequeño movimiento en el pie derecho de Shiras y rápidamente responde alzando una nube de humo negro con un soplido.
Entre el humo aparece Shiras, intentando propinarle un golpe con su vara, pero Hit se agacha para esquivarlo y retrocede.
Hit es perseguido por su enemigo, que intenta propinarle un golpe descendente con su vara, pero Hit logra evitarlo en el último instante. El golpe impacta contra el suelo y crea un gigantesco cráter.
Hit recupera las distancias, sorprendido por el poder devastador de su enemigo.
Shiras intenta calmarse. El legendario patrullero respira profundamente para mantener la compostura.
- “Eres hábil.” – dice Shiras.
De repente, Hit recibe un puñetazo invisible en el abdomen que le obliga a caer de rodillas.
- “Pero yo hace tiempo que sobrepasé las capacidades de los mortales.” – dice Shiras, que ha aparecido enfrente de Hit.
Shiras hace girar su vara y propina un golpe a Hit bajo la barbilla que lo lanza por los aires.
El asesino cae al suelo, dolorido y sorprendido una vez más por el poder devastador de su adversario.
En ese instante, Shiras mira de reojo la cabaña de Hit.
- “Voy a darte una lección.” – dice el antiguo patrullero.
Hit se alarma.
- “Espera…” – dice Hit, que se pone en pie. – “¡No hemos terminado!”
Shiras se eleva lentamente.
- “¡NO HEMOS TERMINADO!” – insiste el asesino, desesperado.
El patrullero apunta a la cabaña con su mano.
- “¡NO LO HAGAS!” – grita Hit, que intenta abalanzarse sobre su adversario.
Shiras, sin expresión en su rostro, dispara un ataque de ki verde que cae sobre la cabaña de Hit, haciéndola volar por los aires. Una gran explosión sacude el lugar.
Hit se detiene en el aire, sin palabras, y lentamente desciende hasta caer de rodillas al suelo.
- “No…” – llora el asesino. – “No…”
Shiras se mantiene en el aire, sobre Hit.
- “Esto es lo que pasa cuando te enfrentas a mí” – dice Shiras. – “Tú tienes la culpa. Espero que te sirva de lección, asesino.”
De repente, Campahri aparece junto a su discípulo.
- “¿Qué se supone que estás haciendo, Shiras?” – le increpa el ángel.
- “Impartiendo justicia.” – responde su pupilo.
- “¿Justicia?” – frunce el ceño Campahri.
- “Como futuro Hakaishin, es mi deber mantener a raya a la escoria de este universo.” – responde Shiras.
- “Ya es suficiente” – dice el ángel. – “Vas a echarlo todo a perder. Vámonos.”
Los dos se preparan para marchar. Hit se pone en pie y clava su mirada en el asesino de su familia.
- “¡SHIRAS!” – exclama Hit.
El aprendiz de Hakaishin mira con desprecio a Hit.
- “Juro que te mataré.” – dice el asesino. – “Lo prometo.”
Shiras ignora a Hit y desaparece.
Camphari se queda un instante mirando al asesino, que está lleno de ira.
- “No dejes que la rabia te consuma.” – dice el ángel, antes de desaparecer.
Hit se acerca al cráter donde se encontraba su cabaña, de la que ahora solo quedan pequeños fragmentos de madera.
El asesino recoge tres tablones de madera y los clava en la tierra, en el centro del cráter, simbolizando las tres tumbas de su mujer e hijos. Hit cae de rodillas frente a ellas y llora desconsolado.
- “Lo siento mucho…” – murmura el asesino. – “Strai, cuida de nuestros hijos en el Más Allá. Yo vendré pronto.”
De repente, por arte de magia, Cold aparece al borde del cráter.
- “¿Qué haces tú aquí?” – le pregunta Hit, que ha sentido su presencia.
- “Lo siento” – dice Cold.
- “Tú me metiste en esto…” – dice Hit, furioso.
- “Lo sé” – responde el Emperador.
- “¿Y te atreves a venir aquí?” – le increpa el asesino. – “¿Por qué?”
- “Ahora tenemos un enemigo en común.” – dice el Rey Cold.
En Numa, Salabim mira la escena a través de su hoguera.
- “Que gane el mejor…” – sonríe el brujo. – “Con un poco de suerte se destruirán entre ellos… y los Kashvar reclamaremos las cenizas de lo que quede de éste universo.”