DBSNL // Capítulo 291: Sed de venganza
“Esto no va bien… nada bien…”
Granola embiste a Piccolo. El cereliano tiene su mano extendida como un estoque con intención de ensartar a su adversario. El namekiano activa su Kaioken y logra esquivar el ataque por los pelos.
- “Tsk…” – protesta Piccolo.
Granola usa el mismo brazo extendido como si fuera una espada e intenta sorprender al namekiano, pero éste se inclina hacia atrás para evadirlo.
Piccolo retrocede con varias volteretas, intentando recuperar la distancia, pero Granola lo persigue.
El cereliano propina un puñetazo al namekiano, que lo detiene cruzando ambos brazos frente a su pecho.
Piccolo se desliza sobre el suelo varios metros por la fuerza del impacto.
Mientras tanto, Yuzun cae al suelo tras recibir una tormenta de ataques de ki de Marron. Su cuerpo humeante rompe el pavimento al caer con una rodilla hincada.
- “Grrr…” – gruñe el lagarto.
Marron se pone en guardia, preparada para continuar el combate.
Yuzun clava su mirada en la hija de Krilín y le muestra los dientes de hierro Katchin.
El hanschurui embiste como un animal, trotando a cuatro patas y con sus fauces abiertas de par en par, salivando.
La muchacha corre a recibirlo, pero cuando el lagarto se abalanza sobre ella, Marron se agacha, deslizándose entre sus piernas.
La luchadora terrícola extiende sus manos a cada lado y crea un kienzan de poco más de 25 centímetros de diámetro en cada una de sus palmas y ahora es ella quien ataca.
El hanschurui retrocede ante los insistentes ataques de Marron, que se mueve con agilidad, con movimientos gráciles que buscan cortar al enemigo.
Poco a poco, pequeños cortes se van sucediendo. Ninguno fatal, pero cada uno provoca que el enemigo cometa más errores y sufra más heridas.
Marron acaba saltando por encima del lagarto y propinándole una doble patada en la espalda que ella aprovecha para impulsarse y recuperar la distancia, y que hace que Yuzun caiga de boca al suelo.
La guerrera terrícola desvanece los Kienzan, pero sigue en guardia.
Yuzun, sangrando por sus varias docenas de cortes, se levanta, pero se da cuenta de que tiene un corte en la rodilla que le impide mantenerse en pie y cae de nuevo al suelo. Por encima del hombro, mira a la muchacha con miedo.
- “Pagarás por esto…” – dice el lagarto. – “Debí imaginar que, si ibas con saiyajín, también serías un monstruo…”
- “Mi padre me ha enseñado a tener piedad de mis enemigos…” – dice Marron. – “Pero mi madre tiene otro punto de vista.”
La escena es vista por los demás en pantalla. Goten traga saliva un poco asustado del carácter de su pareja. Vegeta esboza una media sonrisa.
Marron se prepara para realizar la técnica de la Escuela Tortuga.
- “Ka… me… ha… me…” – se prepara. – “¡HAAA!” – dispara.
El ataque impacta en la espalda del hanschurui y lo empuja hasta un edificio cercano que estalla en mil pedazos.
No muy lejos de allí, Botamo se levanta de entre los escombros mientras tose humo negro.
- “Maldición… *coff*” – murmura el úrsido. – “Ese chico…”
Ikose lo mira con sorpresa.
- “Parece que por dentro es tan resistente como por fuera…” – dice mientras una gota de sudor recorre su sien. – “Qué pereza me está dando este combate… ¿Es que no acabaremos nunca?”
De repente, el androide tiene una idea.
- “¡CLARO!” – exclama Ikose.
Botamo ya corre hacia él con los brazos hacia los lados, cargando con todo su peso hacia delante.
- “¡¡BASTARDO!!” – grita el kumotoko.
Ikose extiende su mano hacia el enemigo, que sigue corriendo con tanta inercia que ya parece incapaz de detenerse.
Ikose sonríe, lo que enfurece aún más a su enemigo.
Pero de repente, Botamo choca contra una barrera invisible y cae de espaldas al suelo.
- “¿EH?” – se sorprende el úrsido
Botamo se pone en pie y se da cuenta de que se encuentra dentro de una barrera esférica de energía azulada.
- “¿Qué es esto?” – toca las paredes extrañado.
- “Je, je…” – sonríe Ikose. – “Ventajas de ser un androide.”
- “¿Un… un qué?” – se sorprende Botamo.
Ikose introduce sus manos a través de la barrera.
- “Dime, ¿tu resistencia es ilimitada?” – pregunta el androide, ante el miedo de su adversario.
Las manos de Ikose forman un triángulo.
- “¡¡MUGEN KIKO-HO!!” – exclama el discípulo de Ten Shin Han.
Un torrente de ki emana de las manos del muchacho e inunda la esfera de energía, que ilumina la zona como si de un nuevo sol se tratara.
A través de la pantalla, los demás pueden verlo. Goten parece sorprendido ante la nueva técnica de Ikose.
- “Parece que tengo que tomármelo más en serio…” – dice el hijo de Goku.
- “Sorprendente…” – murmura Gohan.
Hermila observa desde una azotea.
- “Esto no va bien… nada bien…” – se preocupa el tirador.
Granola intercambia golpes con Piccolo. El cuerpo del namekiano humea mientras intenta mantener el ritmo del cereliano. Los movimientos del segundo son milimétricos, haciendo que Granola esté fresco a pesar del prolongado combate, mientras que Piccolo tiene que esforzarse para defenderse y reaccionar a tiempo.
- “¡NO TE INTERPONDRÁS EN MI CAMINO!” – exclama Granola.
El cereliano empuja al namekiano golpeándole con la mano en el pecho y le apunta con el dedo índice de la otra, a la que sujeta enseguida para ganar estabilidad.
Una gran esfera de ki verde se materializa frente al cereliano. Piccolo mira con miedo la cantidad de energía que ha acumulado su adversario en tan solo un instante.
De repente, un látigo de ki se enrolla en la pierna del cereliano.
- “¿EH?” – se extraña Granola.
Con un tirón, el cereliano se cae de cara contra el suelo y es arrastrado durante varios metros para después ser lanzado contra un edificio. Su ataque se disipa.
Piccolo sonríe.
- “No podéis manteneros al margen, ¿eh?” – dice el namekiano con complicidad.
- “Nos toca a nosotras.” – dice la fusión metamor de Pan y Bra, transformada en Súper Saiyajín.
Ikose deja de emitir su Kiko-ho y desvanece la barrera. El pobre Botamo aparece humeante, pero aún en pie.
- “Pagarás… por esto…” – gruñe Botamo.
- “¿Estás de broma?” – murmura Ikose, asombrado.
Pero de repente, el úrsido se desmaya.
- “Buff…” – suspira el androide.
Marron se acerca.
- “Se acabó…” – dice ella.
- “Ese está fuera de nuestro alcance.” – suspira Ikose, mirando hacia donde sus compañeros se están enfrentando a Granola.
- “¿Y Baicha?” – pregunta Marron.
Ikose recuerda al pobre muchacho malherido y corre hacia donde se encontraba. Marron lo sigue.
Hermila sigue a Marron con la mirada desde un balcón, mientras le apunta con el cañón de su antebrazo.
- “Te tengo…” – murmura el tirador.
Pero en ese instante, una esfera de ki amarillo destruye el balcón y continúa su camino hacia el cielo.
- “¡¿QUÉ?!” – se sorprende Hermila.
El tirador intenta esconderse corriendo rápidamente hacia el pasillo del edificio, a oscuras, para poder buscar una nueva posición.
Pero al dar unos pasos entre las sombras, siente una presencia. Como si un depredador le estuviera acechando.
Hermila se detiene y mira a su alrededor, nervioso.
Al oír un ruido, Hermila dispara a la nada.
- “¡No te escondas!” – exclama el tirador.
- “Mientas nos mirabas desde las alturas, yo he seguido tu rastro.” – dice la voz de Baicha, que retumba entre los pasillos vacíos del edificio.
- “Muchacho…” – se sorprende Hermila.
- “Nunca des a un lobo por muerto.” – dice el hijo de Yamcha.
De repente, la Shokidan cae sobre Hermila rompiendo el techo y haciéndole atravesar el suelo, cayendo al piso inferior. La Shokidan continúa hacia pisos inferiores.
Hermila se pone en pie mientras se sujeta la cabeza, dolorido.
- “Maldita sea…” – protesta el tirador.
Una pisada detrás de él lo alarma. Hermila se queda quieto instintivamente, como si por un segundo esperara que así su adversario no podría ver.
Lentamente gira la cabeza y mira por encima del hombro, pero ya es demasiado tarde.
- “¡¡COLMILLOS DE LOBO!!” – exclama Baicha, abalanzándose sobre Hermila como si del mismísimo animal se tratara.
Mientras tanto, Granola sale de entre los escombros que le habían soterrado.
Piccolo ha desactivado su versión del Kaioken.
- “Necesito recuperarme.” – dice el namekiano. – “¿Crees que puedes aguantar hasta que mi cuerpo se haya regenerado? Después podré ayudarte.”
- “¿Recuperarte?” – dice la fusión metamor. – “Vamos a derrotarlo nosotras.”
Granola mira extrañado a su nueva adversaria.
- “¿Quién eres tú?” – se sorprende el cereliano.
La fusión metamor no responde, pero su mirada seria se clava en Granola.
Por un instante, dos recuerdos cruzan la mente del cereliano. Dos miradas saiyajín. Una es la de Vegeta durante su enfrentamiento. La segunda es un recuerdo vago, casi como un sueño; el mundo estalla a su alrededor mientras un saiyajín extiende su mano para agarrarlo del brazo.
- “Tsk…” – protesta Granola, sacudiendo su cabeza para aclarar su mente.
Granola eleva su ki, que azota la ciudad como una fuerte corriente de aire.
La fusión siente la presencia de su adversario y aprieta los puños.
- “Este tipo va en serio…” – murmura la guerrera.
El cabello de la fusión se eriza aún más y su poder estalla, transformándose en Súper Saiyajín 2.
En el ojo rojo de Granola se refleja su adversaria.