DBSNL // Capítulo 144: Un misterioso pasado
“Ha ocurrido algo terrible…”
Gohan y Pino han abandonado el Cuartel General de la Patrulla Galáctica en una nave prestada.
El Número 16 pilota el vehículo a través del espacio en dirección al planeta Snack.
- “Nuestra primera misión” – sonríe Gohan. – “¿Estás animado, Pino?”
- “Es un placer ayudar” – responde el robot.
En la Tierra, Suno, Mai y Puar han puesto la mesa y han llamado a los chicos, que siguen jugando en el jardín.
Después de lavarse las manos, Yamcha y su hijo ya se han sentado a la mesa. Lapis, Ikose y Hatchan se disponen a hacer lo mismo, pero una fotografía en la estantería llama la atención del Número 8.
- “¡¿Conocéis al Coronel Green?!” – pregunta el robot, sorprendido, agarrando la foto para verla de cerca.
- “¿A quién?” – pregunta Lapis.
- “¡Me alegro mucho de verle!” – exclama emocionado el Número 8. – “Me temía lo peor…” – suspira aliviado.
- “¿De qué estás hablando, Hatchan?” – se extraña Suno.
Lapis se fija en la fotografía. Es la que tomaron el día en que Gohan y el Número 16 se marcharon al espacio con la Patrulla Galáctica. En ella aparecen Lapis, Mai, Pino, Lázuli, Krilín y Marron.
En la Kame House, Pan sigue entrenando con Goten.
- “¡Muy bien!” – felicita el muchacho a su sobrina. – “¡Casi lo tienes!”
Pan esboza una enorme sonrisa.
- “¡Es que soy genial!” – presume, haciendo el símbolo de la victoria.
En la Corporación Cápsula, Trunks se ha puesto a trabajar en su despacho, pues tiene ciertas responsabilidades ineludibles con la empresa.
Bra, harta de tener que contenerse durante su entrenamiento para no causar destrozos, ha decidido viajar a la Atalaya de Kamisama, donde se encuentra con Piccolo.
- “Hola, Piccolo” – saluda la muchacha.
- “Hola, Bra” – responde el namekiano. – “¿Qué haces aquí?”
- “Necesito un lugar donde poder entrenar de verdad.” – dice la mestiza. – “Jamás podré superar mis límites si siempre tengo que preocuparme por contenerme y no romper nada.”
Piccolo sonríe al ver el espíritu guerrero de Bra.
- “Supongo que has venido al lugar adecuado” – dice el namekiano. – “El palacio es bastante resistente.”
- “Pensaba entrenar en la Sala del Espíritu y el Tiempo” – dice Bra.
- “¡¿Qué?! – se sorprende Piccolo. – “¿Quieres entrar en la sala?”
- “Necesito hacerme más fuerte si quiero enfrentarme a ese Garlick” – dice la mestiza.
El namekiano se pone serio.
- “Tu actitud es la adecuada, pero entrar en la Sala tiene un alto precio” – dice Piccolo. – “Perder un año de tu vida, sobretodo a tu edad… y forzar el cuerpo de esa forma…”
- “Mi hermano y Goten entraron más jóvenes” – dice Bra. – “Y también Son Gohan.”
- “Pero la Tierra corría un peligro inminente…” – dice el namekiano.
- “¿Y ahora no?” – insiste Bra.
Piccolo suspira. La chica tiene un carácter difícil.
- “Escúchame, Bra.” – dice el namekiano. – “La Sala es un lugar complicado. Pasar tiempo ahí dentro es realmente duro. Gohan entró con su padre. Los chicos entraron juntos, y después acompañados por Bu y Satán.” – explica. – “Cuando Goku entró a tu edad y en solitario, únicamente fue capaz de aguantar unos meses.”
Bra parece pensárselo de nuevo.
- “Yo he pasado un año solo ahí dentro, y te aseguro que es mucho más duro de lo que parece.” – sentencia Piccolo.
La muchacha, algo enfurruñada, patea una minúscula piedra en el suelo.
- “Siento que estoy estancada…” – murmura Bra.
Piccolo parece entender a la joven.
- “A veces, para hacerte más fuerte necesitas contar con los demás.” – sugiere el namekiano. – “No todos tenemos el carácter despreocupado de la familia Son, pero el tiempo les ha dado la razón. Incluso tu padre llegó a entenderlo.” – sonríe.
Bra camina hacia el borde de la Atalaya y contempla la Tierra en silencio, recapacitando sobre las palabras del namekiano.
En la cabaña de Lapis y Mai, Hatchan les cuenta todo lo que sabe sobre el supuesto Coronel Green.
- “Recuerdo al joven Coronel” – dice Hatchan. – “Buena gente. Era el único que me trataba bien.”
- “¿Estaba en la Muscle Tower?” – pregunta Suno.
- “No” – responde el Número 8. – “Le conocí antes de ser trasladado allí; en el laboratorio del Cuartel General.”
- “Pero de eso hace muchos años…” – murmura Yamcha. – “Es imposible que el Número 16 fuera creado antes que Hatchan… La tecnología, su numeración… No cuadra.”
- “¿Y si no era un androide?” – sugiera Mai.
- “El Número 16 es un robot completamente mecánico” – responde Lapis. – “No tiene base biológica, como sí tenemos Lázuli y yo.”
- “Puede que no la tenga, pero podría estar inspirado en alguien…” – dice Ikose.
- “¿Un Coronel de la Red Ribbon?” – murmura Yamcha.
Yamcha saca su teléfono móvil y marca un número.
- “¿A quién llamas?” – le pregunta Suno.
- “A Bulma.” – responde Yamcha. – “Ella y su padre son los que más saben sobre Gero y la Red Ribbon.”
En la Corporación, Brief coge el teléfono.
- “¡Hola, Yamcha!” – saluda el doctor. – “¿Qué ocurre?” – pregunta. – “¿El Doctor Gero? ¿Coronel Green?” – cabila Brief. – “No conozco a nadie llamado así… ¿El Número 16, dices?” – se sorprende. – “Voy a tener que buscar en mis viejos archivos…”
La esposa de Brief, que se encuentra en la cocina preparándose un té, escucha a su marido hablando por teléfono y siente curiosidad.
- “¿Quién es, cariño?” – pregunta la mujer.
- “Es Yamcha” – dice Brief. – “Me pregunta si conozco a un tal "Coronel Green" de la vieja Red Ribbon.”
- “¿Coronel Green? ¿No será Capitán?” – reacciona su esposa, ruborizada. – “¿Mister Junio?”
- “¿Qué?” – pregunta Brief, confuso.
Brief cuelga el teléfono y ayuda a su esposa a buscar en el almacén, donde ella guarda una caja perfectamente ordenada y etiquetada como "Panty’s".
Entre viejos vinilos y libros aparece un polvoriento calendario erótico de la Red Ribbon.
- “¡Aquí está!” – sonríe la esposa del Doctor Brief.
Al pasar las páginas, fotos de varios miembros del viejo ejército aparecen con poca ropa. El General Blue viste solo unos slips, mirando sensualmente a cámara mientras huele una rosa roja. El Coronel Silver, descamisado y con su pañuelo rojo al cuello, finge boxear con la cámara.
- “Mira que comprar el calendario de la competencia…” – refunfuña Brief.
Su esposa fuerza una tos – "*cof*, *cof*" – señalando un viejo calendario colgado en la pared del almacén, en el que aparece la Coronel Violet en ropa interior, posando sobre su avión.
- “Bueno…” – se sonroja Brief. – “Mejor centrémonos en ayudar a Yamcha…”
Finalmente, al llegar al mes de junio, Brief se queda de piedra.
- “Increíble…” – se sorprende Brief. – “¡Es él!”
Un individuo idéntico al Número 16, pero más joven, posa semidesnudo en el bosque, rodeado de animales salvajes. Su cabello es más largo, cortado a media melena, pero alborotado. No luce pendientes.
- “Ese muchacho me resultaba familiar…” – dice la esposa de Brief. – “Pero no le había reconocido con ese estrafalario peinado que lleva ahora… y con tanta ropa.”
En el lejano planeta sin nombre, Trunks y Cheelai han encontrado una cabaña de madera en mitad del valle.
- “Voy a entrar para echar un vistazo.” – dice Trunks.
- “Bien” – responde Cheelai. – “Yo veré qué encuentro por aquí.”
Trunks entra en la cabaña. El interior es muy austero. Muebles de madera que parecen de fabricación casera rodean una chimenea central.
En el exterior, Cheelai escrudiña los alrededores del lugar. En la parte trasera, hay un pequeño campo arado.
- “Alguien vive aquí…” – murmura Cheelai.
Trunks busca en las habitaciones. Hay dos dormitorios, uno de ellos con dos camas pequeñas.
- “Parece que no hay nadie en casa…” – suspira Trunks.
En ese instante, el saiyajín siente una presencia detrás de él.
En el jardín, la patrullera se da cuenta de que, tapada en grandes telas verdes, se encuentra una nave espacial esférica de color negro y blanco.
- “Esta debe ser la señal que seguía Trunks…” – murmura Cheelai. – “Será mejor que le avise de que…”
De repente, la pared de la cabaña estalla y Trunks sale propulsado a través de ella, chocando contra el suelo y dando varias vueltas de campana.
Cheelai agarra su pistola.
- “¡NO!” – exclama Trunks. – “¡QUIETA!”
La patrullera se detiene.
Trunks esboza una sonrisa, a pesar de estar magullado.
- “Hola, Hit” – saluda el mestizo.
Cheelai se da cuenta de que el individuo con el que su compañero habla se encuentra detrás de ella y de que le ha quitado el arma.
La muchacha se aparta del asesino, asustada.
Hit esboza una media sonrisa al reconocer al saiyajín.
- “¿Qué hacéis aquí, Trunks?” – responde el asesino.
- “Ha ocurrido algo terrible…” – dice el mestizo. – “Necesito tu ayuda.”
En el sótano de la casa, ocultos bajo el suelo de madera, la esposa de Hit y sus dos hijos, un adolescente varón y una pequeña niña, salen de su escondrijo al ver que las visitas no son una amenaza.
- “Siento mucho haberos atacado” – se disculpa Hit, que le devuelve la pistola a Cheelai. – “¿Podemos ofreceros algo de beber?”