viernes, 31 de enero de 2020

ESPECIAL DBSNL /// Planeta maldito // Universos 3, 5, 6 y 7 / Parte II: Canción del viejo albor

Planeta maldito / Parte II: Canción del viejo albor
“Estos instrumentos están llamados a detener el avance del demonio Hildegarn.”


En Konats, el recién liberado Hildegarn avanza por la ciudad, arrasando las calles con su aliento de fuego, calcinando a todo el que encuentra a su paso.

El sacerdote del templo corre hacia las catacumbas, en busca de unos artefactos guardados en una vitrina: una espada y dos ocarinas. Estos artefactos son considerados un regalo de los Dioses. Los textos antiguos, narrados parcialmente en murales en las paredes de la sala, explican como esos objetos son lo único que puede detener al demonio al que se enfrentan.

Dos guardianes del templo y un pequeño aprendiz han visto al sacerdote y lo persiguen por los pasillos.

- “¡¿Qué podemos hacer para ayudar, padre Yuco?!” – pregunta el mayor de los tres.

El sacerdote se detiene un breve instante y escucha a su compañero.

- “Me alegro de tenerte a mi lado, Madoca” – le dice el sacerdote al mayor de los guerreros. – “¿Cuánto lleváis en la orden, muchachos?” – pregunta el sacerdote a sus acompañantes.
- “Diez años, señor” – responde el mayor.
- “Dos años” – responde el más joven del grupo.
- “Son mis hijos.” – añade Madoca.
- “¿Cómo os llamáis?” – pregunta el clérigo.
- “Tapion” – responde el mayor.
- “Minosha” – se presenta el pequeño. – 

El sacerdote entrega una ocarina Madoca y otra a Tapion.

- “Estos instrumentos están llamados a detener el avance del demonio Hildegarn.” – dice el sacerdote. – “Confío en vosotros.” – añade mientras se coloca la Espada Sagrada en la espalda.
- “¿Y qué hago yo?” – pregunta Minosha.
- “Nosotros nos encargaremos del monstruo, hijo.” – dice Madoca, esbozando una sonrisa para intentar reconfortar a Minosha. – “Tú intenta ayudar a los heridos.”

Mientras tanto, en el templo Yahirodono, los siete brujos observan los acontecimientos desde una gran bola de cristal que adorna la sala del tempo en la que se encuentra en Amenoukihashi.

- “¡COSECHA, HILDEGARN!” – exclama Arak. – “¡COSECHA LAS VIDAS DE ESTOS MISERABLES!”
- “¡SÉ LA LANZA QUE RESQUEBRAJA EL ESPACIO TIEMPO!” – exclama Zunama. – “¡ABRE EL PORTAL PARA QUE REGRESE NUESTRO MAESTRO!”

Con cada vida segada, los jeroglíficos del Amenoukihashi brillan con más intensidad.

En el planeta del Hakaishin, Sidra, Beerus, Champa, el ángel Campahri, el Kaioshin del Norte Madas y el Dai Kaioshin se encuentran observando lo ocurrido a través de la imagen mostrada por la cara del ser celestial.

- “¿Qué es esa cosa?” – pregunta Beerus.
- “Un demonio…” – murmura Champa.
- “Su energía es… desconcertante.” – dice Sidra. – “Nunca había sentido un ki de esas características.”
- “¡Debemos hacer algo!” – exclama Madas.
- “Intervenir en los asuntos mortales no se nos está permitido…” – reflexiona el Dai Kaioshin.
- “¡ESTAMOS HABLANDO DE LOS KASHVAR!” – insiste Madas. – “¡CONOCÉIS LA LEYENDA!”
- “¡Son solo habladurías!” – responde Beerus.

Sidra parece indeciso y busca respuestas en el ángel.

- “¿Qué opinas, Campahri?” – pregunta el Hakaishin.
- “Los ángeles no habíamos sido creados cuando “el que vio” dio problemas en el universo.” – responde ser celestial. – “Creo que no puedo ayudarle, señor Sidra.”

En Konats, el monstruo sigue caminando por las calles, arrasando con todo lo que encuentra a su paso. 

Hoi y Rota sobrevuelan el lugar, disfrutando de los fuegos de artificio.

- “¡Pronto, Rota!” – exclama Hoi. – “¡Nuestro amado maestro volverá!”

En ese instante, Rota se da cuenta de que tres konatsianos corren a contracorriente a través de la multitud, en dirección al monstruo.

- “¿Qué están…?” – se pregunta, antes de darse cuenta de que llevan los tres objetos sagrados. – “Malditos…” – refunfuña.

De repente, los dos brujos aparecen en el camino de Yuco, Madoca y Tapion.

- “¡Sabio Rota! ¡Sabio Hoi!” – exclama el clérigo, aliviado al ver a los dos magos. – “¡Me alegro de que estén aquí!”
- “Nosotros nos encargaremos del monstruo” – dice Hoi. – “Entregadnos los artefactos sagrados.”

Tapion está dispuesto a entregar su ocarina al brujo, pero Madoca le detiene.

- “No me fío.” – dice el guerrero konatsiano.
- “Pero son los Siete Sabios…” – dice Tapion.
- “Siento una presencia extraña en ellos.” – insiste su padre.

Yuco escucha al guardián.

- “Nosotros nos encargaremos.” – dice el sacerdote, atento a la reacción de los brujos.
- “No seáis ingenuos.” – dice Hoi. – “Solo nosotros podemos detener al renacido Hildegarn.”
- “Entregadnos los artefactos.” – insiste Rota.
- “Como guardianes del templo, éste es nuestro trabajo.” – responde Madoca.

Hoi niega con la cabeza.

- “No permitiremos que os entrometáis en nuestros planes.” – sentencia el brujo.

Yuco desenfunda la Espada Sagrada. Madoca y Tapion blanden también sus hojas.

- “¡ATENTOS!” – advierte el sacerdote.

Rota coloca sus manos en el suelo y genera una gran cúpula de fuego que rodea y cubre a los tres konatsianos y a los dos magos.

- “No iréis a ninguna parte.” – dice el brujo.

Cerca de allí, Minosha estaba ayudando a una anciana herida, pero siempre sin perder de vista a su padre y a su hermano.

- “¡PAPÁ!” – grita el pequeño konatsiano. – “¡TAPION!”

En el planeta del Hakaishin, Madas siente una presencia mágica que los demás son incapaces de sentir.

- “¡SE ACABÓ!” – exclama el Kaioshin, que se teletransporta al Konats.
- “¡NO! ¡MADAS!” – intenta detenerle el Dai Kaioshin, pero ya es demasiado tarde.

Madas aparece en Konats, en el templo Yahirodono, en medio de la sala del Amenoukihashi, donde se encuentran los cinco brujos.

- “¡UN KAIOSHIN!” – grita Bibidí, asustado.
- “¡¿Cómo nos ha detectado?!” – se pregunta Salabim. – “¡No debería ser posible! ¡Un conjuro nos protege!”

Madas observa a los cinco brujos detenidamente.

- “Kashvar…” – murmura al ver su símbolo en varias pinturas.

De repente, el Kaioshin se fija en el gran monumento central, que desprende una extraña presencia.

- “¿Qué…? ¿Qué es esto?” – titubea el Dios.
- “¡NO DEBERÍAS HABER VENIDO!” – interviene Arak, apuntando con su mano a Madas y empujándole contra la pared.

El Dios se levanta con dificultad.

- “La fusión ha mermado mis fuerzas…” – murmura Madas. – “Pero me ha otorgado otras habilidades.” – esboza una pícara sonrisa.

El Kaioshin junta sus manos en una palmada y, sin separarlas, alza sus brazos al cielo. El gesto provoca que cientos de raíces broten del suelo e intenten atrapar a los brujos, que se ven obligados protegerse con barreras de energía.

- “Tú no eres un Kaioshin normal…” – murmura Salabim.
- “Mi puesto está comprometido desde que pisado este planeta” – responde Madas.

En ese instante, Majora aparece como un rayo y golpea la palma de su mano el abdomen del Kaioshin, haciendo que caiga de rodillas, dolorido.

- “Yo me encargo, maestros.” – dice el zorro.

Majora alza su mano, listo para dar el golpe de gracia al Dios. 

En el último instante, Beerus aparece y agarra la mano del feneco.

- “¿Cómo te atreves a poner tu mano mortal sobre un Dios?” – le dice el felino con desprecio, antes de propinar un puñetazo a Majora y estrellarle contra la pared del laboratorio.

Un instante después, Sidra, Champa y el Dai Kaioshin aparecen, acompañados por el ángel Campahri.

Los brujos, asustados, retroceden lentamente ante la presencia de los Dioses.

Sidra se arrodilla y coloca su mano en el suelo.

- “Hakai” – murmura el Dios.

Pero nada ocurre.

- “¿Qué significa esto?” – se pregunta el Dios de la Destrucción. – “¡HAKAI!” – repite, con el mismo resultado.
- “Creo que es esa cosa…” – dice un dolorido Madas, señalando el Amenoukihashi.

Los Dioses contemplan horrorizados el monumento.

- “¿Qué diablos es eso?” – se pregunta el Dai Kaioshin.

Los Kashvar se dan cuenta de que el poder destructor del Dios no funciona en su templo.

- “¡JAJAJA!” – ríe Salabim. – “Ya sabéis como se sienten los mortales con los que jugáis.” 

En la ciudad, dentro de la cárcel de fuego, el sacerdote pide explicaciones a los brujos.

- “¿Por qué?” – pregunta Yuco. – “¿Por qué nos traicionáis?”
- “Nunca hemos estado de vuestro lado” – sonríe Hoi.

Madoca se coloca delante de su hijo, dispuesto a protegerlo.

- “¡PAGARÉIS ESTA TRAICIÓN!” – exclama el guardián. – “¡POR KONATS!” – grita al abalanzarse sobre el brujo.

Hoi apunta con sus manos al sacerdote y detiene su avance, haciéndole levitar un breve instante antes de lanzar al guardián contra el muro de fuego, donde muere calcinado en un solo segundo.

- “¡PAPÁ!” – exclama Tapion.
- “Maldita sea…” – refunfuña el sacerdote.

La ocarina que portaba al guerrero, inmune al fuego gracias al poder que alberga, cae fuera de la cúpula flamígena y es recogida por Minosha.

En el interior del fuego, el sacerdote se prepara para luchar contra los magos. Tapion, afectado por la muerte de su padre, se queda petrificando, mientras por su mejilla se derrama una silenciosa lágrima.

 Hoi agarra al joven guardián con su magia, haciéndole levitar.

- “¡SUELTA AL MUCHACHO!” – exclama Yuco.

De repente, una música inunda el lugar. La gente, que corría despavorida, se detiene al escuchar tan triste pero preciosa melodía. Incluso el monstruo, que rugía con un grito ensordecedor mientras quemaba la ciudad, parece detener su frenesí al escuchar esa canción.

La música atraviesa la cúpula de fuego, llegando a los oídos de Tapion y Yuca.

- “La ocarina…” – se sorprende el sacerdote.
- “Minosha…” – murmura Tapion, al reconocer la canción.

Tapion y Minosha recuerdan a su padre, cantándoles una canción del folclore popular konatsiano frente al fuego cuando eran unos niños, antes de que se unieran a la guardia del templo.

- “De la luz de un viejo albor, volverá un gran horror. Las sombras caminarán por Konats una vez más.” – canta Madoca. – “Del la luz de un viejo albor, nacerá un salvador. Luchará contra el horror y traerá, un nuevo resplandor. Y el mundo en comunión clamará con devoción; y el amor y el dolor serán uno en nuestro corazón.” – continúa. – “Nunca dejes de cantar la canción de Konats, que la gente oiga tu voz; que sepan que llega el salvador.”

El sacerdote se da cuenta de que la ocarina no ha sido calcinada y, por lo tanto, los artefactos sagrados deben estar protegidos ante la magia de los brujos.

La cúpula de fuego se vuelve inestable y cada vez es más fina, dejando entrever el exterior a través de las llamas.

Yuco se abalanza espada en alto contra Hoi, que se ve obligado a soltar a Tapion y centrar su atención el sacerdote, al que detiene con su magia.

Tapion, ahora libre, se pone a tocar su ocarina, acompañando la melodía de su hermano.

El poder combinado de los dos instrumentos anula el fuego de los brujos y libera a Yuco.

- “¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?!” – se sorprende Rota.

El sacerdote, con un rápido movimiento, decapita al jabalí.

- “¡ROTA!” – grita Hoi.

Yuco se prepara para embestir a Hoi, pero éste huye teletransportándose al Templo Yahirodono, donde se encuentra con una batalla campal.

El Dai Kaioshin se enfrenta a Bibidí. Cientos de rocas vuelan entre los dos, sin que ninguna logre alcanzar al enemigo. 

Beerus propina una paliza a Majora, que es incapaz de seguir el ritmo del gotokoneko.

Madas intentan detener a Arak, que ha dado vida a dos guerreros de piedra para que le protejan.

Sidra persigue a Iwen por la sala, pero éste utiliza su teletransporte para intentar escabullirse y mantenerse fuera del alcance del Dios.

Champa sorprende a Zunama y lo noquea de un simple golpe en la nuca.

- “Ha sido fácil…” – sonríe el gotokoneko.

Pero pronto se da cuenta de que era una trampa. El cuerpo de Zunama se convierte en agua que envuelve al felino y lo atrapa.

- “¡JAJAJA!” – ríe el mago, que se encuentra a salvo a una distancia segura.

Mientras tanto, Campahri sobrevuelta la ciudad en solitario, observando al monstruo Hildegarn dirigirse hacia los tres konatsianos que pretenden hacerle frente.

- “Muy interesante…” – sonríe el ángel.

miércoles, 29 de enero de 2020

DBSNL // Capítulo 129: Trabajo en equipo

DBSNL // Capítulo 129: Trabajo en equipo
“¿Cuál es el plan?”


En el remoto y árido planeta Rudeze, Garlick, Shiras, Belmod y Helles se han reunido.

- “Me alegra ver que has cambiado de bando, Shiras” – sonríe Helles.
- “La vida da muchas vueltas” – responde el antiguo patrullero.
- “¿Qué queréis de nosotros?” – pregunta Belmod. – “Ya sabes que yo no trabajo para nadie.”

El pequeño Garlick se acerca a Shiras, ignorando al payaso.

- “Espero que cumplan las expectativas…” – dice el demonio.
- “Confía en mí.” – respondo el legendario patrullero. – “Tuve que sufrirlos en su momento.”

Helles se acerca a Garlick y se inclina hacia delante para hablar con él, acentuando la inferioridad del demonio por su baja estatura.

- “¿De dónde sales, diablillo?” – se burla la mujer, en un tono muy condescendiente.

Garlick clava su ojo gris en Helles, que retrocede rápidamente al verlo, asustada.

- “Ese ojo…” – titubea la mujer. – “Es el ojo de un ángel…”
- “¡¿Cómo?!” – se sorprende Belmod. – “¡Maldito! ¡Es una trampa!”

Helles materializa un arco en su mano y tensa una flecha de energía apuntando a Garlick. Belmod invoca un gran mazo y se prepara para atizar al demonio.

- “Tranquilos, muchachos” – interviene Shiras. – “No es lo que creéis.”
- “¡¿Cómo lo sabes?!” – pregunta Hellas.
- “Porque el ángel protector de este universo está muerto.” – sonríe el legendario patrullero.
- “¡¿Muerto?!” – se sorprende Belmod. – “¡¿Cómo es posible?!”

Garlick empieza a reír, desconcertando aún más a los dos delincuentes.

- “Han pasado muchas cosas durante estos últimos años…” – interviene el demonio. – “Dejad que os ponga al día.”

De repente, una gran nave aterriza cerca de ellos. La compuerta principal se abre y desembarca Meerus, seguido por un grupo de personajes. Algunos visten ropa normal, relacionada con su procedencia, pero otros llevan mono de presidiario.

- “¡¿Otro patrullero?!” – se altera Belmod al ver a Meerus.
- “Está con nosotros.” – lo calma Shiras.

Meerus sonríe.

- “No he podido traerlos a todos… Algunos ya han empezado por su cuenta.” – se excusa el patrullero renegado. – “Son lo mejor de lo peor.”

Una sonrisa se dibuja en el rostro de Garlick.

Mientras tanto, en la Tierra, Gohan y Katopesla han llegado a la Corporación Cápsula. Bulma trabaja para conectar el rastreador del justiciero a la red de satélites de la empresa. 

- “Tardará unos segundos” – dice Bulma.
- “¡Genial!” – responde Gohan.
- “Vuestro equipo es alucinante…” – murmura Katopesla, al ver las instalaciones de la familia Brief. 

El sensor detecta algo.

- “¡Lo tenemos!” – celebra Bulma. – “Parece que está en esta ciudad. Vuestras deducciones eran correctas.” – dice mientras amplia la imagen de los sensores.
- “Bien.” – dice Gohan. – “Avisaré a los demás.”
- “Ya he activado el protocolo de evacuación en los alrededores” – dice Bulma.
- “¿Puedes hacer eso?” – se sorprende Gohan.
- “Trunks ha mejorado mucho nuestras relaciones con el Rey del Mundo” – responde Bulma. – “Ahora colaboramos con las autoridades.”
- “¡Eso es fantástico!” – celebra el mestizo.

Pero Katopesla parece preocupado por algo que ve en el radar.

- “Hay algo raro…” – dice el justiciero. – “No parece que venga hacia aquí…”

Bulma se fija de nuevo en las imágenes.

- “Tienes razón…” – murmura Bulma. – “¿A dónde va?”
- “¿Hay otro reactor en la ciudad?” – pregunta Katopesla.
- “Sí, pero es muy inferior al nuestro… y no está en esa dirección…” – dice Bulma.
- “Nos hemos equivocado…” – murmura Gohan, que se ha dado cuenta de su error. – “La mayor fuente de energía de la zona no es un reactor…”
- “¿De qué estás…?” – cavila Bulma, que de repente comprende a Gohan. – “¡La Número 18!”

En la casa de Lázuli, la androide se encuentra trabajando en sus diseños cuando su percepción aumentada detecta un leve temblor en el suelo que va en aumento hasta hacerse claramente presente.

- “Qué demonios…” – murmura la Número 18.

De repente, a su alrededor se alzan cuatro paredes de una masa viscosa azulada que brotan del suelo y rompen como olas sobre ella, intentando ahogarla, pero Lázuli se protege con su barrera de energía en el último momento.

- “¡¿Qué es esto?!” – se pregunta la androide, que resiste ante la presión que ejerce su enemigo.

En el exterior, Gohan y Katopesla vuelan hacia el lugar, y ya pueden ver al enemigo a lo lejos.

- “¿Hemos llegado tarde?” – pregunta Gohan.
- “Creo que no.” – responde el justiciero espacial. – “No parece distinto a cuando nos enfrentamos a él por última vez.”

Gohan y Katopesla sobrevuelan el lugar mientras idean un plan para abordar al enemigo.

- “¿Dónde está la Número 18?” – piensa Gohan.
- “Detecto una fuente de energía independiente en el interior de Maji-Kayo” – anuncia el justiciero.
- “¿En su interior?” – se extraña el mestizo. – “Veamos…” – murmura.

Gohan coloca las manos en su frente.

- “¡MASENKO!” – exclama al atacar a monstruo, generando una explosión que deja entrever brevemente a Lázuli, luchando para mantener su barrera.
- “Son Gohan…” – se sorprende ella al ver al mestizo.
- “¡Te sacaremos!” – exclama Gohan. – “¡Resiste!”

Pero en un instante, la masa vuelve a cubrir a Lázuli.

- “Bulma, ¿falta mucho?” – le pregunta Gohan por el intercomunicador.
- “Esto es más difícil de lo que esperaba…” – responde Bulma. – “Tengo todos los satélites estudiando a esa cosa. ¡Necesito tiempo!”
- “Podemos intentar distraerlo…” – dice el justiciero.

En los alrededores, la gente ha salido a la calle y a los balcones de sus casas, alarmados por tal espeluznante suceso.

- “¡Un monstruo!” – grita uno.
- “¡Vamos a morir!” – exclama otro viandante, aterrado.

De repente, alguien se percata de la presencia del Gran Saiyaman.

- “¡Es el Gran Saiyaman!” – grita esperanzado un vecino.
- “¡El Gran Saiyaman ha venido a salvarnos!” – celebra otro.
- “¡Viva el Gran Saiyaman!” – exclama un tercero.

Son Gohan escucha a los ciudadanos y se da cuenta de que están rodeados por una gran cantidad de viviendas.

- “Toda esta gente corre peligro…” – piensa el mestizo. – “Esta zona se suponía que no corría ningún riesgo y no ha sido evacuada…”

En la Corporación Cápsula, Trunks, que se encontraba en una reunión, sale al balcón al escuchar el estruendo.

Mientras tanto, Ub aparece usando el Shunkanido, acompañado por Pan y Videl, a quienes ya ha recogido.

- “Así que éste es Maji-Kayo…” – murmura Videl, algo asustada por la envergadura del monstruo.
- “¿Cuál es el plan?” – pregunta Ub.
- “Está intentando absorber la fuente de energía de la Número 18.” – dice Gohan. – “Tenemos que rescatar a Lázuli y distraer al monstruo hasta que Bulma tenga listo el pulso electromagnético. Y todo sin olvidarnos de proteger el vecindario.”

Pan mira a su alrededor, un poco abrumada ante tanta responsabilidad.

- “Tranquila, hija” – dice Videl, que se ha dado cuenta de la preocupación de la chica. – “Podemos hacerlo.”

Pan mira a los ojos a su madre y asiente.

- “¡Sí!” – dice la muchacha.

Son Gohan se transforma en Súper Saiyajín. Pan le imita. 

- “¡Videl! ¡Pan!” – dice Gohan. – “¡Vosotras encargaos de asegurar el perímetro!”
- “¡Sí!” – exclaman las dos al unísono.
- “¡Katopesla! ¡Ub! ¡Nosotros nos encargaremos de llamar su atención!” – explica Gohan. – “¡El objetivo es que disminuya la presión sobre Lázuli para poder rescatarla!” 
- “¡De acuerdo!” – exclaman el chico de Isla Papaya y el justiciero.

El toreristo activa un nuevo modo en su traje, haciendo su ropa se torne blanca y violeta, y aparezca una “U” en su cinturón.

- “¡Modo "Ultra" activado!” – exclama el justiciero.

Gohan, Katopesla y Ub se abalanzan sobre el monstruo, que intenta interceptarlos creando múltiples tentáculos, pero los tres guerreros se escabullen con facilidad.

- “¡Aquí!” – exclama Gohan, lanzando un ataque de ki contra una de las extremidades del enemigo.
- “¡Estoy aquí!” – grita Ub, que hace lo mismo desde otro ángulo. 
- “¡Vamos! ¡Atrápame!” – dice Katopesla, que coloca sus brazos en cruz, lanzando un rayo amarillo zigzagueante contra el monstruo.

El enemigo responde generando más tentáculos que rápidamente intentan atrapar a sus enemigos.

A pie de calle, la gente huye cuando, de repente, uno de los edificios cercanos es rozado por uno de los apéndices del monstruo y su fachada se derrumba parcialmente.

La gente se queda petrificada por el miedo al ver que el edificio se les cae encima, pero un ataque de ki de Pan intercepta los escombros en el aire y los hace estallar, convirtiéndolos en polvo.

- “¡Todo el mundo fuera!” – grita la muchacha.

Cerca de allí, la policía ya ha llegado al lugar, y Videl se acerca a ellos, aterrizando sobre uno de sus coches.

- “¡¿Qué sucede, Gran Saiyaman 2?!” – pregunta el agente. – “¡¿Qué podemos hacer para ayudar?!”
- “¡Evacuad a los civiles!” – dice Videl. – “¡Formad un perímetro a cinco manzanas! ¡Nosotros contendremos la destrucción todo lo que podamos!”
- “¡Sí, señora!” – responde el agente, que agarra su radio para dar las órdenes pertinentes.

En el interior de Maji-Kayo, la Número 18 se esfuerza en mantener su barrera, mientras la presión a su alrededor sigue en aumento.

domingo, 26 de enero de 2020

Especial DBSNL /// Cold Chronicles / Universos 3, 5, 6 y 7 / Parte XII: Mano negra

Cold Chronicles / Parte XII: Mano negra
“No tolero la insubordinación.”


La nave del Rey Cold se aproxima al Cuartel General de la Patrulla Galáctica; una estación espacial gigantesca compuesta por varios anillos rotatorios en torno a un largo eje central.

El vehículo imperial solicita permiso para aterrizar en un hangar y la Patrulla se lo concede. Varios agentes son enviados al lugar para recibir al Emperador.

Una hermosa patrullera de larga melena verde claro y ojos azules recibe a Cold y Sorbet.

- “Bienvenido, señor Cold” – saluda la muchacha. – “Soy la agente Ribrianne.”
- “¿Se ha olvidado del título de mi señor, agente Ribrianne?” – responde Sorbet, molesto y con cierto retintín.
- “La Patrulla Galáctica no reconoce su Imperio como legítimo” – responde la patrullera.
- “¡¿Cómo osas?!” – se enfurece el consejero.
- “Tranquilo, Sorbet” – interviene Cold. – “No hemos venido a luchar.”

En ese instante, la nave de Hit se aproxima al Cuartel y el centro de mando se lo comunica a Ribrianne.

- “Otra nave imperial solicita permiso para aterrizar.” – dice la agente. – “¿Está con ustedes?” – pregunta la agente.
- “Debe ser Hit.” – murmura Cold. – “Sí, está conmigo.” – responde.

Mientras tanto, el Capitán Ginyu, en el cuerpo de Kettol, ha aterrizado en el planeta Numa.

El soldado se adentra en el misterioso pantano, cuando una pequeña rana salta frente a él.

- “Qué asco…” – murmura antes de patearla.

De repente, el Capitán siente que alguien le está observando.

- “¡Muéstrate, cobarde!” – exclama Ginyu.

En ese instante, la oscuridad envuelve al Capitán y dos sombras se materializan frente a él. La primera, Ginyu la identifica como el Rey Cold, pero la segunda, un pequeño ser con cuernos, es un misterio para él.

De repente, a su espalda, otra figura se manifiesta. Un ser humanoide de pelo desaliñado, cuya aura estalla de color amarillo y le hace caer de espaldas al suelo. La luz proyectada por esa silueta hace que se desvanezcan las otras sombras. 

- “No… ¡No existe un poder así!” – exclama el Capitán.

Finalmente, la oscuridad se desvanece y el brujo Salabim se presenta.

- “Bienvenido a mi hogar, Capitán Ginyu” – le saluda la pequeña criatura.
- “¿Quién diablos eres?” – pregunta el soldado, que se pone en pie de un salto.
- “Soy el que buscas” – sonríe el brujo.

En el Cuartel General de la Patrulla Galáctica, Hit se ha unido a Cold y Sorbet, y los tres se dirigen a la sala de mando, guiados por Ribrianne, para reunirse con el subcomandante de la Patrulla.

- “Así que tú eres el asesino…” – le dice Sorbet a Hit, mientras recorren los pasillos.

El asesino no responde e ignora al consejero.

- “No sé qué ha visto el Rey en ti…” – continúa Sorbet, que sigue sin lograr sacar una respuesta de Hit.

Finalmente, todos llegan a la sala principal, donde les espera el subcomandante, un personaje humanoide de avanzada edad, estatura media, delgado, piel anaranjada y bigote blanco, escoltado por dos chicas parecidas a Ribrianne, una de pelo morado, y la otra castaña.

- “Soy el subcomandante Zarbuto” – se presenta. – “¿A qué se debe vuestra visita?”
- “¿Cuál es vuestro problema con mis hombres?” – pregunta Cold, muy tajante. – “No esperaba que la Patrulla Galáctica se inmiscuyera en los asuntos del Imperio.” 
- “Nuestra organización no reconoce vuestro imperio.” – responde Zarbuto.
- “Y yo no reconozco vuestra autoridad” – dice el demonio del frío.

Las tres chicas se miran de reojo, pues prevén problemas.

- “Nos han llegado informes sobre la destrucción del planeta Hera…” – continúa Zarbuto. – “¿Es cierto lo que se dice?”
- “Sí.” – responde Cold, con seguridad.

La sala se queda en silencio. Incluso Hit, que intenta disimular, se ha sorprendido ante tal información.

- “¿Y te atreves a venir a nuestro Cuartel?” – dice Zarbuto, apretando sus puños.
- “No tolero la insubordinación.” – dice Cold. – “Pero lo que ocurra en mi territorio, no debería incumbir a la Patrulla Galáctica.”

Zarbuto da una señal a las tres agentes, que enseguida se transforman y revelan su verdadera forma, con piel azul y estrafalarios trajes.

- “Quedáis arrestados” – dice el subcomandante.

Una docena de patrulleros irrumpen en la sala y apuntan con sus armas al Rey, a Hit y a Sorbet.

Cold echa un vistazo a su alrededor y esboza una aterradora sonrisa.

- “Tenéis que estar de broma…” – dice el Rey.

El demonio del frío alza su mano y lanza a Zarbuto contra el techo, incrustando su cabeza en el sitio y dejando su cuerpo inerte colgando.

Los agentes disparan sus armas, pero los rayos quedan suspendidos en el aire, gracias al poder mental de Cold, que enseguida retorna los disparos y acaba con todos los agentes. Solo las tres muchachas permanecen en pie.

- “Im… impresionante…” – titubea Sorbet, algo asustado ante el poder de su propio señor.

Las tres patrulleras dan un paso al frente, dispuestas a cumplir con su deber.

- “¡Rozie! ¡Kakunsa!” – exclama Ribrianne.
- “¡SÍ!” – responde ellas.

Cold sonríe.

- “Son tuyas, Hit” – dice el Rey.
- “Esto no forma parte de mi contrato” – responde el asesino.
- “Tranquilo, seré generoso” – sonríe el demonio. – “Quiero ver de qué eres capaz.”

El asesino se abalanza sobre Ribrianne, que intenta interceptarle con un puñetazo, pero Hit lo esquiva y propina un puñetazo a la agente en el pecho, sobre su corazón, provocándole un paro cardíaco.

La patrullera cae de rodillas y pierde el conocimiento.

- “¡Ribrianne!” – grita asustada su compañera, Kakunsa.

Rozie, furiosa, se abalanza sobre el asesino.

- “¡MALDITO SEAS!” – grita la patrullera.

Rozie intenta propinar un puñetazo a Hit con su mano izquierda, pero Hit esquiva el golpe, agarrando su antebrazo y partiéndole el codo golpeándoselo con la mano derecha, para después rematarla con un certero golpe con dos nudillos en la sien. 

Kakunsa, asustada ante la muerte de sus amigas, intenta huir, pero Hit logra agarrarla del pie. El asesino tira de ella para acercársela y le propina un golpe descendente con el codo en la espada. El violento sonido de huesos rotos hace estremecer a Sorbet.

La patrullera cae al suelo. Dolorida e incapaz de mover sus piernas, Kakunsa intenta arrastrase, pero Hit se agacha sobre ella, y agarra su cabeza. Con brusco movimiento, el asesino parte el cuello de Kakunsa.

Cold aplaude lentamente.

- “Muy impresionante” – le felicita el demonio del frío. – “Tus honorarios son merecidos. No hay duda.”

El Rey se acerca al panel de mandos de la sala y echa un vistazo a la distribución de la Patrulla Galáctica en un mapa universal.

- “Estos tipos tienen un montado algo muy interesante…” – murmura Cold. – “Puede que merezca la pena conservarlo.”
- “¿Qué sugiere, Su Majestad?” – pregunta Sorbet.
- “De momento, tú tomarás el control de la Patrulla Galáctica.” – dice el Rey. – “Hit se quedará aquí contigo, para protegerte de quién se oponga al cambio.”

Sorbet no parece convencido.

- “Pero señor, ¿no cree que soy más útil a su lado?” – pregunta el consejero.
- “Ahora te necesito aquí.” – responde Cold.
- “Como desee, Su Majestad” – dice con una reverencia.

En el planeta del Hakaishin, Shiras estudia los poderes del anillo Toki.

Mientras tanto, Campahri, a través de su vara, ha observado lo ocurrido en Cuartel General de la Patrulla Galáctica, pero decide no decirle nada a su pupilo.

En Numa, Ginyu se ha calmado y ha seguido al brujo hasta su cueva, donde ambos se han sentado frente al fuelo.  Siguiendo su misión, el Capitán pregunta a Salabim por el asesino a sueldo del Rey.

- “Él es una pieza importante de la historia.” – responde el brujo. – “Pero no una que deba preocuparnos. Está cumpliendo con su función.”
- “Vas a tener que darme más, viejo” – insiste Ginyu.
- “Creo que Sorbet no ha entendido los términos de nuestro trato…” – murmura Salabim. – “Él es una marioneta. Quiere poder y eso le hace manipulable. Cree está utilizándome… Ingenuo.”
- “¿Estás diciendo que nos habéis manipulado a mí y al Rey Cold?” – pregunta Ginyu, clavando su mirada en el brujo.
- “Yo fui quien advirtió a Sorbet sobre los peligros de los herajín” – sonríe Salabim. – “El Rey Cold nunca habría tomado esa decisión si no hubiéramos acelerado los acontecimientos.”

Ginyu se pone en pie, furioso.

- “¡¿Cómo te atreves!?” – exclama apuntando al brujo con su mano.
- “Esta historia solo puede tener un final” – dice Salabim. – “Y será el que debe ser.”
- “¿De qué estás hablando?” – pregunta Ginyu.
- “Los mortales sois solo piezas en un tablero de ajedrez que se escapa a vuestro entendimiento.” – dice el brujo. – “Esta partida se lleva jugando desde hace milenios, y cada movimiento nos aproxima al jaque-mate.”

Ginyu, muy confuso, baja su mano.

- “¿Qué pretendes?” – pregunta el Capitán. – “¡Y HABLA CLARO!” – grita, frustrado e impaciente.

Salabim suspira, manteniendo la calma.

- “Eres un hombre leal.” – dice Salabim. – “Lo que hiciste en Hera lo demuestra.”
- “Me debo al Imperio.” – reafirma el Capitán.
- “Pues coincidirás conmigo en que Sorbet ha estado confabulando en contra del Emperador, ¿no es así?”
- “Igual que tú.” – dice Ginyu, amenazante.
- “Pero yo no soy el consejero del Rey” – sonríe Salabim. – “No podría haber echo nada sin él.”
- “¿Qué quieres?” – pregunta Ginyu.
- “Elimina a Sorbet y trae al Rey Cold hasta mí, para que pueda guiarle directamente.” – dice el brujo. – “¡Convertiré el Imperio en una fuerza imparable!”

El brujo sonríe al ver que sus palabras hacen reflexionar a Ginyu.

- “Las cajas de música pronto estarán en nuestras manos.” – piensa el Kashvar.