DBSNL // Epílogo: Negocios sucios
“La codicia es su debilidad, Gran Gurumes…”
En los barrios pobres del planeta Unda, en el sector Dormideus, de noche, un pequeño ser encapuchado, cubierto por una túnica negra, se acerca a la entrada de un local. A su alrededor, gente que parece borracha pasa caminando. Alguno está en el sentado en el suelo medio dormido.
Una rendija se abre en la puerta, revelando unos ojos inquisitivos.
- “Este es un club privado.” – dice el portero, que tiene que mirar hacia abajo para poder ver al recién llegado.
- “Dígale al señor Gurumes que vengo a buscar un paquete.” – dice el pequeño con voz estridente.
El portero cierra la rendija y tras unos segundos abre la puerta.
- “Adelante.” – invita al encapuchado.
El pequeño ser entra en el local y, escoltado por un portero de piel morena, gran envergadura, musculado y rastas moradas, baja unas escaleras, llegando así a un salón de fiestas oscuro con luces de neón y con música tan alta que hace retumbar el local. Gente de distintas razas bailando desinhibida.
Juntos cruzan la pista de baile. Entre la gente se divisa en el fondo de la sala a un orondo personaje sentado en un sofá, rodeado de bellas mujeres. Es un ser feo y casi deforme, de piel morada y orejas puntiagudas, con un ojo más grande que el otro.
El portero se acerca al anfitrión y le anuncia la llegada del invitado.
- “¡Al fin llegas!” – dice Gurumes, con voz ronca, levantando la mano y haciendo que se detenga la música. – “¿Has cumplido?”
La gente observa la escena.
El encapuchado revela su rostro; es el contrabandista Shamo.
- “¡Gran Gurumes!” – hace una reverencia. – “Ya sabe que no falto a mi palabra.”
- “Estupendo…” – dice el orondo anfitrión, dando un trago vino y derramándose por encima una parte. – “¿Y el pago?”
- “Aquí lo tiene.” – dice Shamo, que abre su capa para revelar un maletín.
El contrabandista coloca el maletín sobre una mesita frente a Gurumes y lo abre. Está repleto de azulejos, lo que provoca el murmullo de la gente, impresionada ante tal cantidad de dinero.
- “¡Jajaja!” – ríe Gurumes. – “¡Perfecto!”
- “¿Y la mercancía?” – pregunta Shamo.
- “Verás, Shamo…” – dice el anfitrión. – “Resulta que el Imperio también está interesado en lo que poseo…”
Dos personajes rechonchos idénticos entre sí se ponen en pie, uno de piel roja y otro de piel azul, y se quitan sus abrigos, revelando armaduras imperiales.
- “Lo siento, viejo amigo.” – dice Gurumes. – “Pero ellos pagan mejor.”
Shamo frunce el ceño, molesto ante la traición.
- “¿Le han dado un extra por capturarme a mí?” – pregunta el traficante.
- “¡Por supuesto! ¡Jaja!” – ríe el anfitrión.
El soldado azul camina hacia Shamo y se dispone a agarrarlo, pero en ese instante recibe un golpe que lo lanza contra la pared, incrustándolo en ella de cabeza.
- “¡¿Qué?!” – se sorprende Gurumes.
Alguien ha aparecido de entre la multitud y ha intervenido, bajo una capa marrón y una bufanda que le cubre la cabeza, se intuye una silueta de mujer.
El soldado rojo se pone en guardia.
Gurumes se da cuenta de que la mujer lleva un maletín en la mano.
- “¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!” – se alarma el anfitrión. – “¡ME HAN ROBADO!”
Shamo recoge el maletín de azulejos.
- “La codicia es su debilidad, Gran Gurumes…” – dice Shamo, decepcionado.
Gurumes lo mira desquiciado.
- “¡¡MATADLOS!!” – grita el orondo personaje.
La mujer agarra a Shamo de la capucha, dejando atrás los azulejos y, saltando entre enemigos a los que va pateando, logra llegar a las escaleras y después salir del local.
Ella corre por las calles nocturnas de Unda, esquivando gente alterada, con Shamo bajo el brazo y el maletín robado en la otra mano, perseguida por decenas de hombres de Gurumes.
De repente, una luz amarilla ilumina la noche. Ella se da la vuelta y ve una gran esfera de energía aproximándose rápidamente.
Ella lanza el maletín y a Shamo hacia un lado y recibe el impacto del ataque, que la empuja hasta un edificio al final de la calle y estalla por los aires.
Un gigante de piel morada y gran papada adelanta con paso firme a los hombres de Gurumes.
- “¿Crees que el Imperio ha mandado a cualquiera?” – presume con voz profunda. – “¡Soy AvoCado! ¡Dos en uno en brigada anticontrabando!”
Shamo, asustado, abraza el maletín robado.
- “S… sabía que no era tan buena como Lemin…” – titubea el traficante.
Avocado se agacha sobre Shamo.
- “Estás detenido.” – dice el monstruoso soldado.
Pero de repente, un estallido de ki verde nace de los escombros de la explosión. La mujer sale como una centella y propina un puñetazo en la cara de Avocado, tumbándolo sobre una manzana de edificios.
Shamo se queda asombrado.
- “¡Nunca dudé de ti!” – exclama el contrabandista.
- “¡Aléjate!” – le apresura ella.
Shamo asiente y empieza su carrera.
Sobre un tejado cercano, Jaco y Cheelai observan la escena acompañados por un joven patrullero; Punch.
- “No esperaba que esto se complicara tanto…” – murmura Jaco.
- “Shamo se ha buscado una guardaespaldas poderosa…” – dice Cheelai.
- “Y el Imperio ha mandado a AvoCado.” – dice Jaco. – “Esto es serio.”
- “Mi primer combate…” – golpea los puños Punch.
- “¡Ni en broma!” – le regaña Cheelai.
- “¿Eh?” – se deprime Punch. – “¡Pero ya estoy preparado!”
Cheelai aprieta un botón de su cinturón.
- “He solicitado refuerzos.” – dice ella.
- “Tú te quedarás aquí.” – dice Jaco.
- “Qué mal día para llevarlo a su primera experiencia de campo…” – refunfuña Cheelai. – “Strai me va a matar…”
El gigante se levanta.
- “Así que esas tenemos, ¿eh?” – dice antes de escupir al suelo.
El grandullón prepara un puñetazo, pero una voz le detiene.
- “¿Qué hace el Imperio en este sector?” – pregunta el recién llegado.
AvoCado mira a su izquierda y se encuentra con Jaco suspendido en el aire de brazos cruzados, a poca distancia de su cara.
- “Patrulleros…” – gruñe AvoCado.
La protectora de Shamo se sorprende al ver a Jaco.
- “Nunca van solos…” – refunfuña.
- “Exacto.” – dice Cheelai, que le apunta con el arma por la espalda. – “Por favor, no te muevas.”
- “No tengo tiempo para jugar, amiga.” – dice la enmascarada. – “Lo siento.”
La mujer se revuelve y desarma a Cheelai, que retrocede de un salto.
AvoCado intenta cazar a Jaco, pero éste usa los propulsores de sus botas para revolotear a su alrededor.
Punch observa la escena desde el tejado.
- “Me dijeron que no interviniera…” – rechina sus dientes, nervioso.
Pero en ese instante ve al final de la calle a Shamo corriendo con su maletín.
El pequeño contrabandista ve interrumpida su huida cuando Punch aterriza frente a él.
- “¿Eh?” – se sorprende Shamo. – “La Patrulla Galáctica…” – dice al ver el uniforme.
- “Está detenido.” – dice Punch.
- “Apártate, niñato…” – refunfuña Shamo, frustrado.
- “Deme el maletín.” – dice Punch.
Un resplandor rojo en el cielo. Shamo alza la mirada. Como si de un meteorito se tratara, algo cae a escasas manzanas de ellos, donde tenía lugar el combate.
- “Han llegado los refuerzos.” – sonríe Punch.
Nervioso, Shamo saca un pequeño comunicador de su capa.
- “Lo siento, muchacho…” – dice al apretar dos botones del teclado numérico.
Una extraña niebla aparece detrás de Punch. Una silueta humanoide se intuye en ella.
El chico se da la vuelta, pero no parece tener miedo.
Punch aprieta el puño. El tiempo se detiene y él salta sobre el enemigo, puño en alto.
Pero de repente, Punch recibe un puñetazo en el estómago. El tiempo recupera su flujo habitual. El chico cae al suelo, dolorido.
Shamo, con el maletín, se adentra en la neblina.
- “¡Vámonos!” – dice el contrabandista.
Poco a poco, Punch pierde el conocimiento, mientras ve a sus enemigos desvanecerse.
Mientras tanto, AvoCado está inconsciente en mitad de la calle frente a la figura impertérrita de un patrullero uniformado de piel gris.
La chica mira al imponente guerrero, sabiéndose la siguiente.
- “Maldita sea…” – protesta impotente.
De repente, su musculatura aumenta bajo los ropajes que la cubren. Su poder se incremente rápidamente.
- “¿Una transformación?” – se pregunta Cheelai al verlo.
Ella embiste con todo, pero Jiren extiende su mano y con un empujón de ki la frena y luego la repele hasta estrellarla contra un edificio que se derrumba sobre ella.
La mujer no tarda en salir de los escombros. Su disfraz se ha roto y revela su piel verde y su cabello rojo.
- “¡¿Una herajín?!” – se sorprende Cheelai al verla.
Malherida, aviva su aura de nuevo.
- “¡Te mataré!” – exclama, furiosa.
Pero Jiren se encuentra ya a su lado y la noquea con un golpe certero en la nuca.
Cheelai y Jaco suspiran. Todo ha terminado.
- “¿Puedes hacer las detenciones?” – dice la brench. – “Voy a ver a Punch.”
- “Claro.” – Jaco levanta el pulgar.
La patrullera regresa a la azotea, pero no está Punch.
Ella lo busca en los alrededores y finalmente lo ve tendido en mitad de la calle.
- “¡PUNCH!” – exclama ella, que corre a socorrerlo.
Punch se despierta, aturdido.
- “Te dije que te quedaras en la azotea.” – le riñe Cheelai, preocupada por él.
- “Se han escapado…” – dice Punch.
- “No, tenemos a AvoCado y a la mujer.” – dice Cheelai. – “Shamo, por sí solo, no puede andar muy lejos. Lo encontraremos.”
- “No…” – dice Punch.
Horas más tarde, en Puesto de Mando de la Patrulla Galáctica, Lemon presta declaración a Punch en una sala de interrogatorios. Mientras tanto, Okure y AvoCado son interrogados por separado.
- “Punch… Era tu primera misión… Puede que la tensión te superara…” – dice Lemon.
- “Tengo claro lo que pasó.” – insiste Punch. – “Shamo pidió refuerzos y alguien lo recogió. Intenté detenerlo, pero mi burló mi salto temporal…”
- “Eres joven e inexperto.” – dice Lemon. – “En los informes consta que aún no dominas esa técnica…”
- “¡Lo burló!” – reitera Punch.
- “Está bien…” – suspira Lemon. – “Repasemos otra vez los hechos.”
Al otro lado del cristal, Trunks y Cheelai observan la conversación.
- “Se ha armado un gran revuelo por ser solo Shamo…” – dice Trunks. – “El tipo se las trae, pero para involucrar al Imperio…”
Un mensaje alerta a Cheelai que mira el ordenador de muñeca.
- “Parece que ya sabemos lo que contenía el maletín…” – dice Cheelai, mientras lee el documento.
Punch continúa.
- “Shamo pidió refuerzos.” – dice Punch.
- “¿Cómo lo hizo?” – pregunta Lemon.
- “Tecleó en un dispositivo.” – dice él.
- “¿Pudiste ver qué tecleó?” – pregunta Lemon.
- “Dos cifras.” – dice Punch. – “7-3”
Cheelai sigue leyendo el informe hasta que allá la respuesta.
- “¿De qué se trata?” – pregunta Trunks.
- “No te lo vas a creer…” – dice ella, sorprendida.
En el laboratorio de Raichi, Shido abre el maletín, revelando el trozo de cola de Freezer que le fue cercenada en Namek.
- “Excelente.” – sonríe el diablo.
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