DBZ - Saga Bu Rewrite / Capítulo 2: ¡Las aventuras del Gran Saiyaman!
Es un nuevo día en la rutina de Son Gohan. El joven muchacho está listo para ir al instituto. Su madre le despide en la puerta de casa.
- “¡Me marcho!” – se despide Gohan.
- “¡Cuidado con los aviones!” – dice Chichi.
- “Claro…” – sonríe el mestizo.
Gohan aprieta el botón rojo de su reloj y materializa el traje de Gran Saiyaman.
- “¡Hasta luego!” – exclama alzado el vuelo.
Chichi dice adiós con la mano mientras Gohan se aleja en el horizonte.
- “Hay que ver lo contento que está” – sonríe la orgullosa madre. – “Ayer pasó toda la tarde cambiando de traje. Creo que ir al instituto ha sido una buena idea, después de todo.”
En menos de 20 minutos, Son Gohan aterriza en la azotea del Instituto Orange Star.
- “¡Genial!” – dice el chico, mientras comprueba que nadie le vea y desactiva su traje. – “A partir de ahora podré dormir un rato más cada mañana.”
Gohan se dirige con normalidad a su taquilla cuando se topa con un compañero de clase.
- “¡Buenos días!” – le saluda el alumno. – “¡Llegas muy temprano!”
- “¡Buenos días!” – responde Gohan.
- “Oye, ¿ya lo sabes?” – pregunta el muchacho. – “¡Ayer apareció un nuevo héroe en la ciudad! Y no es el Guerrero Dorado...”
- “¿Otro nuevo?” – disimula el mestizo.
- “Al parecer tiene un aspecto ridículo, ¡pero es muy fuerte!” – cuenta el chico. – “Dicen que se hace llamar el Gran Mazapán.”
- “¡Es Gran Saiyaman!” – le corrige Gohan un poco molesto.
- “¡Ah! Vaya…” – responde su compañero. – “¿Y cómo lo sabes?”
- “¿Eh? Pues…” – intenta explicarlo Gohan. – “Hablé con alguien que lo vio…”
Las clases empiezan y el día transcurre con normalidad hasta que, en plena lección de filosofía, Videl recibe una alerta en su reloj de pulsera.
- “¡Videl al habla!” – responde ella.
- “¡Ha habido un atraco en Randosel Town!” – exclama una voz por el intercomunicador. – “¡Los atracadores han huido por la carretera 81 en dirección a la montaña!”
Videl se levanta de su asiento y sale del aula corriendo.
- “¡Tengo que irme!” – se despide.
- “¡Buena suerte, Videl!” – exclama la profesora, que parece acostumbrada a la situación. – “¡Ten cuidado!”
Gohan no comprende lo que acaba de suceder.
- “¿Qué ocurre?” – le pregunta Gohan a Erasa.
- “Videl ha jurado defender la paz” – dice la muchacha. – “No olvides que es la hija de Míster Satán. ¡Es tan fuerte que la policía a veces le pide ayuda!”
- “¿Eh? ¿Ella?” – se sorprende Gohan.
- “¡No la subestimes!” – dice Shapner. – “Es mucho más fuerte que cualquiera de nosotros. ¡Casi tan fuerte como su padre!”
Son Gohan los escucha preocupado.
- “¿Tan fuerte como Satán?” – murmura el chico. – “Entonces puede tener problemas…” – piensa.
Gohan analiza la situación.
- “Si salgo corriendo, todos sospecharán…” – piensa el mestizo. – “Necesito una coartada…”
De repente, el chico se pone en pie e interrumpe la clase.
- “¡PE… PERDÓN, SEÑORITA! ¡¿PUEDO IR AL LAVABO?!” – pregunta con una vehemencia que sorprende a sus compañeros.
Gohan sale del aula, corre a la azotea y acciona el dispositivo de Bulma.
- “¡TACHÁN!” – exclama vestido de Gran Saiyaman.
El mestizo echa a volar a toda velocidad… pero no tarda en detenerse.
- “¿Y dónde está la carretera 81…?” – se pregunta.
Gohan aterriza en un pequeño tejado y se sienta a esperar.
- “Maldita sea… Aún no conozco la ciudad…” – refunfuña. – “Tendría que haberle pedido a Bulma que me pusiera un GPS en el reloj…” – lamenta. – “Tendré que esperar y captar la energía de Videl…”
En la estrecha carretera 81, la policía pisa los talones a dos bandidos que huyen en un coche descapotable. El conductor un tipo delgado de pelo moreno rizado que viste pantalón militar y camiseta oscura. Su acompañante es un hombre musculado de pelo corto que viste camiseta negra ceñida y pantalón marrón. Sus cuerpos están repletos de tatuajes, entre los que destaca un gran tigre de Bengala cuya cabeza asoma por el cuello de sus camisetas.
El grandullón prepara un lanzacohetes y apunta a uno de los coches patrulla que los persiguen.
- “¡Cárgatelos de una vez!” – le alienta su compañero.
El bandido aprieta el gatillo y hace saltar el vehículo policial por los aires, impidiendo que los demás puedan continuar la persecución.
Los maleantes ya celebran la victoria cuando se dan cuenta de que hay un obstáculo en su camino. Videl ha aterrizado con su jet en mitad de la carretera para frenarles el paso y espera de brazos cruzados.
Los delincuentes se ven obligados a detenerse.
- “¡Sal de ahí, niña!” – exclama el grandullón. – “No quieres meterte en líos, ¿verdad, guapa?”
Videl revela un par de esposas en su mano.
- “Tirad las armas y dejad que os detenga pacíficamente o los líos los tendréis vosotros.” – les advierte la muchacha.
El tipo ríe ante las amenazas de la que cree que es una simple chica.
- “¿Has oído eso?” – se burla con su compinche. – “¡Jajaja!”
Su compañero se fija en Videl y no tarda en reconocerla.
- “¡Espera!” – exclama sorprendido. – “¡Yo a esa la he visto en la tele! ¡Es la hija de Míster Satán!”
- “Así que es la hija del Campeón, ¿eh?” – sonríe su robusto socio. – “Parece bastante mona… ¿De verdad buscas pelea, muchacha?” – pregunta amenazante mientras hace crujir sus nudillos.
- “¡Ten cuidado!” – le advierte su compañero. – “¡Dicen que es bastante fuerte!”
El grandullón camina hacia Videl.
- “Nadie es más fuerte que yo” – dice el bandido. – “Ni siquiera el mismísimo Satán.” – fanfarronea. – “Voy a pasármelo bien contigo, chiquilla…”
El tipo se abalanza sobre Videl, pero ella le propina una patada en la barbilla que lo deja sentado en el suelo.
Mientras tanto, el Gran Saiyaman, que esperaba este momento, ha sentido el ki de su amiga.
- “¡Ahí está!” – exclama mientras sale volando a toda velocidad. – “¡Esa es Videl!”
El bandido se pone en pie de nuevo.
- “No está mal, niña…” – dice el tipo mientras se limpia una gota de sangre de su labio y escupe al suelo.
El grandullón ataca de nuevo intentando propinar un puñetazo a hija del Campeón, pero Videl lo esquiva agachándose y contraataca con un "uppercut" que levanta al enemigo del suelo.
El Gran Saiyaman ya observa la escena desde el cielo.
- “¡Vaya! ¡Pues sí que es fuerte!” – se sorprende Gohan al ver a Videl en acción. – “Puede que sí sea más fuerte que su padre…”
Videl sigue propinando una paliza al delincuente cuando su compañero saca una pistola.
- “Niña estúpida…” – refunfuña mientras apunta a la hija de Satán.
Gohan aparece frente al tipejo en un abrir y cerrar de ojos y agarra su arma, estrujándola y haciéndola añicos.
- “¡AH!” – grita asustado el maleante. – “¡¿Y quién eres tú?!”
Videl, al escuchar el grito del bandido se da la vuelta y mira sorprendida al misterioso guerrero
El Gran Saiyaman sonríe. Es su oportunidad para brillar.
- “¡Yo soy el que no permite el mal! ¡El defensor del bien!” – recita mientras posa de varias formas distintas, cada cuál más estrafalaria que la otra. – “¡Soy el Gran Saiyaman!” – sentencia.
Tanto los bandidos como Videl se quedan sin palabras ante tan teatral presentación.
- “Me ha quedado bien…” – piensa Gohan. – “Ayer estuve practicando frente al espejo durante horas…”
- “Qué tipo tan ridículo…” – piensa Videl.
El Gran Saiyaman se pone serio.
- “No te resistas.” – advierte al criminal. – “¡Videl, ponle las esposas!”
La muchacha prepara los grilletes.
- “Sabe mi nombre…” – piensa ella. – “Pero podría haberlo oído en la tele…”
El bandido mira de reojo a su compañero, que se encuentra en el suelo en un estado deplorable.
- “Maldita sea…” – piensa el tipo. – “¡No me atraparán estos dos idiotas!”
El maleante tira una granada de humo al suelo y corre hasta su coche.
- “¡Hasta nunca, pringados!” – celebra mientras acelera y da la vuelta para escapar.
Gohan se eleva lentamente mientas observa al vehículo alejarse.
- “¿Crees que puedes huir de la justicia?” – sonríe el Gran Saiyaman. – “¡No escaparas!”
Videl contempla estupefacta al guerrero levitando.
- “¡Está flotando!” – exclama sorprendida.
Gohan vuela tras el enemigo.
- “¡Está volando!” – exclama Videl. – “¡Y no es un truco!”
El Gran Saiyaman enseguida alcanza al fugitivo y se posa sobre el maletero.
- “¡¿Qué?!” – se asusta el criminal, que puede ver los pies del héroe a través del retrovisor. – “Pero… Pero, ¿cómo…?”
Gohan lo noquea con un coscorrón, detiene el coche y lleva al delincuente hasta Videl.
- “¿Qué hacemos con estos dos?” – pregunta el mestizo. – “¿Puedes encargarte tú de entregarlos a la policía?”
- “Déjalos aquí, llamaré por radio.” – dice Videl.
El Gran Saiyaman deja al bandido junto a su socio.
- “Oye…” – dice Videl. – “Pareces muy fuerte… ¿No me puedes decir quién eres?”
- “¡No, no puedo!” – responde el enmascarado héroe. – “¡Jamás revelaré mi identidad secreta!”
El Gran Saiyaman se eleva de nuevo.
- “¡Buena suerte, compañera!” – se despide antes de salir volando.
Videl se queda mirando al héroe alejarse en el horizonte con una desconfiada mirada.
- “¿Acaso… es eso posible?” – se pregunta la muchacha, que tiene claras sospechas sobre quién puede esconderse bajo el disfraz.
Finalmente, la hija de Satán espera a la policía y los delincuentes son apresados y puestos bajo custodia.
Videl regresa al instituto y recibe una estruendosa ovación por parte de sus compañeros, que ya han oído las noticias. Entre ellos Son Gohan, que se encuentra en su asiento.
La chica disimula, pero el aplauso no va con ella. Además, en esta ocasión, siente que es más inmerecido que nunca. La muchacha regresa a su asiento con una suspicaz mirada fija en Gohan.
Con el paso de los días, luchar contra el crimen se convierte en rutina. Videl recibe llamadas de auxilio de la policía y acude sin falta. Gohan se inventa una excusa para salir de clase y llega a los lugares antes que Videl, algo que frustra a la joven justiciera… pero cuando ella regresa al instituto, Gohan siempre está allí.
El joven muchacho no pretende eclipsar a su amiga, pero su talante teatral y sus habilidades sobrehumanas pronto acaparan portadas en la prensa escrita y ocupan los espacios de muchos medios de comunicación.
Un día, antes del alba, un rascacielos arde en la metrópolis.
Videl se preparaba para ir al instituto cuando ha visto el horror desde la ventada de su habitación en la lujosa Mansión Satán.
La muchacha corre hasta el lugar del incendio. La policía ya ha acordonado la zona y el cuerpo de bomberos trabaja para extinguir las llamas que devoran los diez últimos pisos.
El edifico es demasiado alto para usar mangueras, así que la tarea se encomienda a varios jets específicamente equipados para combatir el fuego con cañones de agua.
Videl se acerca a uno de los bomberos.
- “¡¿Cuál es la situación?!” – pregunta la muchacha, que tiene que gritar para sobreponerse al rugido continuo de las llamas.
- “¡La estructura ha sufrido muchos daños!” – responde el hombre. – “¡No aguantará mucho!”
- “¡¿Hay alguien dentro?!” – pregunta Videl.
- “¡El edificio debería estar vacío!” – explica el bombero. – “¡Son todo oficinas y aún no habían empezado a…!”
Un estruendo interrumpe la conversación. Una explosión en la antepenúltima planta aviva aún más el desastre.
- “¡El incendio se ha descontrolado!” – exclama por radio uno de los pilotos.
- “¡Tened cuidado!” – se preocupa su compañero en tierra. – “¡Mantened una distancia segura!”
El piloto recupera la posición y sigue disparando su hidrocañón.
- “Esto es un desastre…” – murmura el hombre. – “Pero al menos no había nadie…”
Pero de repente, en la azotea, entre el denso humo y las gigantescas llamas, el bombero identifica a un hombre trajeado intentando pedir ayuda mientras se ahoga con su propia tos.
- “¡AYUD…! *cof, cof*” – intenta gritar el hombre. – “¡POR FAVOR!”
- “¡ATENCIÓN!” – avisa el piloto por radio. – “¡HAY UN HOMBRE EN LA AZOTEA!” – exclama. – “¡REPITO! ¡HAY UN HOMBRE EN LA AZOTEA!”
En tierra todos se asustan al oír la noticia.
- “¡¿Qué hace allí?!” – se preguntan los presentes.
El piloto intenta aproximarse, pero el humo y las llamas le impiden situarse sobre el tejado.
- “¡No puedo acercarme más!” – exclama el bombero. – “¡El fuego no me lo permite!”
Los hombres que contemplan el incendio desde la calle suponen lo peor y agachan la cabeza derrotados.
- “Maldita sea…” – lamentan. – “No podemos hacer nada…”
Videl mira al cielo en todas direcciones esperando ver al Gran Saiyaman, pero éste no ha aparecido.
La muchacha estudia la distancia entre la aeronave y la azotea.
- “¡Necesito subir ahí!” – exclama Videl.
El bombero coloca la mano sobre el hombro de la chica.
- “No hay nada que hacer…” – intenta consolarla. – “Es demasiado peligroso.”
Videl aparta la mano del hombre. Ella no se ha rendido.
- “¡He dicho que necesito subir!” – insiste ella. – “¡Llame a uno de esos jets! ¡Ahora!”
En unos instantes, Videl ya se encuentra en el vehículo que sobrevuela la zona en círculos. Ella puede comunicarse con los bomberos a través de unos cascos que le han facilitado.
- “¡Acercadme todo lo que podáis!” – ordena la hija de Satán.
El piloto cumple la petición de Videl y se aproxima la azotea del edificio.
- “¡No puedo acercarme más!” – advierte el bombero.
Entre el tejado y el jet hay más de diez metros de distancia.
Videl mira fijamente su objetivo. La mirada de determinación alarma al piloto.
- “Oye…” – dice el bombero. – “No pensarás…”
Pero antes de que el hombre pueda terminar la frase, Videl salta.
La muchacha logra llegar al edificio y da una voltereta para amortiguar la caída.
- “Buff…” – resopla Videl, aliviada.
El hombre de la azotea está sentado en el suelo, aturdido por el humo, pero consciente.
- “¡¿Se encuentra bien, caballero?!” – pregunta Videl.
- “Lo siento…” – dice el hombre. – “Mi mujer me echó de casa… Vine a dormir a la oficina… Puede que una colilla…”
- “¡Ahora no es el momento!” – le interrumpe Videl. – “¡Tenemos que salir de aquí!”
La muchacha coloca el brazo del caballero sobre sus hombros para ayudarle a caminar y juntos se dirigen hacia el borde de la azotea… pero una nueva explosión sacude el edifico. Parte del tejado cae sobre la planta inferior.
- “¡Se va a derrumbar!” – exclama el piloto por radio. – “¡Salid de ahí!”
Cada vez más humo negro brota de entre las fracturas formadas en la azotea. La tos embarga a Videl.
- “No quiero morir…” – llora el hombre, desesperado.
- “¡No le va a pasar nada!” – intenta calmarlo Videl.
El jet se acerca todo lo que puede a la azotea, mucho más de lo que sería considerado seguro.
- “¡VAMOS!” – exclama el piloto.
El hombre entre en pánico. Al ver el jet tan cerca empuja a Videl y corre hacia el vehículo dispuesto a saltar… pero en el último instante una nueva explosión sorprende a todos y obliga al jet a apartarse para no ser engullido por las llamas. El hombre se precipita al vacío.
- “¡NO!” – grita Videl, que ve desaparecer al hombre ante sus ojos.
La muchacha corre preocupada hacia el borde del tejado, pero el suelo se desmorona bajo sus pies. Videl se hunde entre los escombros y el fuego. El miedo se apodera de la joven muchacha mientras cae.
- “¡G… GOHAN!” – grita desesperada.
De repente, raudo y veloz, el Gran Saiyaman aparece en el cielo y se precipita en picado sobre el edificio para rescatar a Videl de las llamas. El héroe se adentra en el fuego y asciende un solo instante después con la muchacha en brazos.
Los testigos y cuerpos de seguridad celebran la llegada del nuevo héroe de la Satán City.
Videl, que había cerrado sus ojos con fuerza para no ver el final que la esperaba, se atreve a abrirlos y ve el rostro enmascarado de su salvador.
El Gran Saiyaman vuela hasta una azotea cercana.
- “¿Estás bien, Videl?” – pregunta el héroe mientras aterriza y la posa en el suelo.
- “Sí… Gracias…” – responde ella tímidamente.
Videl está agradecida a su héroe, pero a la vez avergonzada por su fracaso.
- “Ese hombre…” – dice ella, preocupada. – “Está…”
- “Lo puse a salvo” – responde el Gran Saiyaman.
La muchacha se alegra de oír eso, pero a la vez parece alicaída.
- “Es una suerte que aparecieras… Has vuelto a salvar el día…” – suspira Videl. – “Creo que esto se te da mucho mejor que a mí.”
El Gran Saiyaman no sabe qué responder.
Tras un incómodo silencio, el héroe prueba suerte.
- “Trabajamos con el mismo objetivo.” – dice el Gran Saiyaman. – “¡Protegemos la paz y la justicia!” – exclama poniendo los brazos en jarra y mirando al infinito.
Videl fuera una media sonrisa.
- “La ciudad está más segura contigo” – dice la muchacha. – “Yo no puedo hacer lo que tú haces.”
El Gran Saiyaman se sorprende al escuchar a su amiga tan abatida.
- “Yo hago esto porque me gusta ayudar a la gente…” – dice Gohan. – “Pero sé que no me va a pasar nada. Sé que no encontraré a nadie más fuerte que yo. Sé que sus armas no van a hacerme daño…” – continúa. – “Pero tú… Tú sabes lo que te puede ocurrir… y decides actuar de todas formas.”
Las palabras del héroe conmueven a Videl, que le mira sorprendida.
- “Luchas por los débiles. Por lo que es justo.” – dice serio el Gran Saiyaman. – “Eres mucho más valiente que yo.”
Videl, sonrojada, agacha la cabeza tímidamente.
- “Gracias… Son Gohan.” – dice la muchacha.
- “No hay nada que agradecer” – responde el mestizo instintivamente.
Una enorme sonrisa se dibuja en el rostro de la hija de Satán.
- “¡LO SABÍA!” – exclama Videl, apuntando con un dedo acusador al enmascarado.
El mestizo se da cuenta de su error y se queda petrificado. Le han descubierto.
- “¡¿C… Cómo… Cómo me has descubierto?!” – titubea Gohan aterrado. – “¡Pero si voy disfrazado!”
Videl sonríe con chulería.
- “La voz, tu forma de hablar, de moverte…” – responde ella. – “Te veo cada día en clase. ¿Creías de verdad que con un casco ibas a engañarme?”
Gohan intenta defenderse como puede.
- “¡¿O sea, que estabas fingiendo?!” – replica el mestizo.
- “¿Eh?” – se extraña ella.
- “Todo esto que has dicho… Era para que bajara la guardia, ¿verdad?” – pregunta el Gran Saiyaman.
Videl se sonroja de nuevo.
- “Pues… ¡Por supuesto!” – disimula ella. – “¡Formaba parte de mi plan!”
Gohan se rinde y suspira.
- “¿Y ahora qué?” – pregunta el chico.
Videl se queda pensando, sujetándose la barbilla.
- “¿Cómo haces eso de volar?” – pregunta ella. – “Porque está claro que no es un truco…”
Gohan parece sorprendido por la pregunta.
- “No, no es un truco…” – responde el saiyajín. – “Es una técnica…”
- “¿Una técnica?” – murmura Videl. – “Así que se puede aprender…”
- “¿Eh? Sí… Claro…” – dice el chico.
- “¡Pues decidido!” – exclama ella. – “Vas a enseñarme a volar.”
- “¡¿QUÉ?!” – se sobresalta Gohan. – “¡¿YO?! ¡¿POR QUÉ?!”
Videl se cruza de brazos haciéndose la dura.
- “Pues porque si no lo haces le diré a todo el mundo que el Gran Saiyaman es en realidad Son Gohan.” – le amenaza.
- “¡No hagas eso!” – suplica el mestizo.
- “Entonces…” – sonríe ella.
- “Está bien…” – suspira Gohan encogiéndose de hombros. – “Te enseñaré a volar…”
El rostro de la muchacha se ilumina con ilusión.
- “¡Estupendo!” – celebra ella.
Gohan se siente derrotado.
- “En menudo lío me he metido…” – piensa el mestizo.
Videl se dirige a la puerta de la azotea.
- “¡Pues nos vemos en un rato en clase!” – le guiña un ojo.
Gohan se despide sin ánimos.
- “Sí… Hasta ahora…” – dice el chico.
Videl intenta abrir la puerta, pero resulta que está cerrada.
Gohan ya se estaba marchando, pero Videl lo reclama.
- “Oye, Gran Saiyaman…” – dice la muchacha con cierta verngüenza.
- “¿Qué ocurre?” – pregunta Gohan.
- “Pues… Está cerrada…” – responde ella.
- “Está bien…” – suspira el chico.
Gohan desciende y se acerca a Videl hasta colocarse a escasos centímetros de ella y la agarra por la cintura.
- “¿Qué haces…?” – dice ella, ruborizada, pero con cierta ternura.
- “¿No quieres que te baje?” – responde Gohan, inocentemente.
- “¿Eh…? Sí, claro…” – dice Videl, apartando la vista hacia un lado.
Gohan y Videl se elevan. Videl queda impresionada al sentir que está levitando en el aire, pero al mirar hacia abajo tiene cierto miedo y se agarra al gi verde de Gohan.
Los dos descienden lentamente hasta la acera de la calle.
Gohan la suelta e intenta apartarse.
- “Nos vemos en clase” – sonríe el mestizo.
Videl sigue mirando al suelo.
- “¿Eh…? Sí…” – responde ella.
- “Videl…” – dice Gohan.
La muchacha se da cuenta de que sigue agarrada al Gran Saiyaman.
- “¡Ah!” – exclama ella, que de repente propina un guantazo inesperado al joven muchacho que le gira el casco noventa grados.
El mestizo, completamente desconcertado, se recoloca su disfraz.
- “¡¿PERO QUÉ MOSCA TE HA PICADO?!” – pregunta el chico.
Videl empieza a alejarse.
- “¡Tú sabrás!” – responde ella. – “¡Nos vemos en clase!” – se despide alzando la mano sin darse la vuelta.
Gohan se cruza de brazos mientras ve a la muchacha marcharse.
- “No hay quién la entienda…” – refunfuña el mestizo.
De repente, una avalancha de periodistas dobla la esquina y corren hacia el Gran Saiyaman.
Gohan se asusta y alza el vuelo rápidamente, desapareciendo en el cielo entre flashes, mientras los reporteros gritan su nombre e insisten en hacerle preguntas.