Kingdom come / Parte II: Subordinados
“No puedo soportar esta humillación ni un minuto más”
Una nave Imperial sobrevuela el planeta Vegeta.
Vegeta y Páragus, vestidos con armaduras del Imperio, caminan por el largo pasillo principal de la nave escoltados por soldados de Freezer.
En una enorme sala con un gigantesco ojo de buey, el tirano les espera sentado en su trono flotante y admirando el paisaje, acompañado de sus dos hombres de confianza: Zarbon y Dodoria.
Los dos saiyajín son recibidos y enseguida se arrodillan ante el tirano.
- “Señor Freezer” – saluda el Rey Vegeta mirando al suelo.
- “Rey Vegeta…” – responde el demonio del frío en tono sarcástico sin ni siquiera darse la vuelta.
- “Le informamos de que la conquista del planeta Enki ha sido un éxito” – anuncia el Rey.
- “Impresionante” – responde Freezer complacido. – “No esperaba esa noticia tan pronto.”
- “Me alegra complacerle, señor” – dice el Rey, intentando articular esas palabras con la mayor naturalidad posible.
- “Cinco planetas más estarán en sus manos en unos pocos días.” – añade Páragus.
- “Celebro esa noticia” – responde Freezer. – “Os doy mi enhorabuena”.
- “Gracias, señor” – responde el Rey.
- “Podéis retiraros” – sentencia Freezer.
Los dos saiyajín abandonan la sala dejando al tirano a solas con sus hombres.
- “Parece que al final han sido una incorporación muy provechosa” – se burla Dodoria. – “Y la tecnología tsufur es una maravilla” – añade mientras estira el cuello elástico de su armadura.
Su compañero no parece convencido.
- “¿Qué ocurre, Zarbon?” – le pregunta Freezer.
- “Sus resultados son cada vez mejores” – responde el soldado.
- “¿Y eso es malo?” – pregunta Dodoria confuso.
- “Parece que cada vez son más fuertes” – insiste Zarbon. – “Es como si su fuerza aumentara con cada derrota. Además, parece que cada nueva generación tiene un potencial mayor que la anterior.”
- “¿Lo dices por ese mocoso hijo del Rey?” – pregunta Dodoria, que no se toma en serio a su compañero.
- “El joven Vegeta está muy por encima de la media” – responde Zarbon. – “Si en un futuro ascendiese al trono y convenciera a los demás para luchar, podría ser un problema.”
- “¡Jajaja!” – se ríe Dodoria. – “¿Crees que esos animales son capaces de plantarnos cara? Te tenía por alguien más valiente, Zarbon.”
- “No soy ajeno a esa idea” – le interrumpe Freezer. – “De momento, son útiles. Disfrutan peleando y masacrando planetas, y yo les premio por ello. Están controlados.” – sentencia esbozando una sonrisa.
Vegeta y Páragus bajan de la nave que los ha llevado de vuelta al Palacio Real y caminan hacia la sala del trono.
- “No puedo soportar esta humillación ni un minuto más” – refunfuña Páragus.
- “Tranquilo, amigo” – intenta calmarle Vegeta. – “De momento Freezer está cumpliendo su palabra. Incluso nos ha dejado mantener el nombre del planeta.”
- “No dejes que tu ego te ciegue, Vegeta” – responde Páragus. – “Está jugando con nosotros.”
- “¡¿Crees que no lo sé?!” – exclama el Rey, que no puede fingir más. – “Las cosas nos están saliendo bien. ¡Los muy idiotas nos están entrenando! ¡Nos han facilitado todas las herramientas que los llevarán a su caída!”
- “Es cierto que los bebés de infiltración y los niños soldado están funcionando” – dice Páragus. – “Nuestros hombres son cada vez más fuertes. Pero estamos perdiendo nuestra tradición. ¡El espíritu de nuestra raza está cayendo presa de las comodidades que nos ofrece el Imperio! ¡Se les está olvidando el objetivo de todo esto!”
- “Siguen siendo saiyajín” – responde el Rey.
- “¡No lo tengo tan claro!” – le increpa Páragus. – “Si dejan de ver al Imperio como el enemigo, seremos esclavos para siempre.”
Vegeta llega hasta el trono y se sienta en él, cabizbajo y pensativo.
- “¿Qué propones?” – pregunta el Rey.
- “La leyenda del Súper Saiyajín puede darnos esperanza.” – responde Páragus.
- “¿Otra vez con eso?” – suspira Vegeta. – “Son historias para niños.”
- “Tu hijo es el mejor ejemplo de que cada vez somos más fuertes.” – insiste Páragus. – “Siendo un crío ya tiene más fuerza que muchos de nuestros mejores hombres.”
- “Ha entrenado muy duro” – responde el Rey.
- “Parece que él sí entiende lo que hay en juego.” – dice Páragus.
- “¡Suficiente!” – exclama Vegeta poniéndose en pie.
Páragus no se deja intimidar.
- “¡Necesitamos al Súper Saiyajín!” – exclama Páragus.
- “¡Estoy haciéndolo lo mejor que puedo!” – responde el Rey golpeando el reposabrazos del trono de piedra y partiéndolo. – “¡No puedo hacerlo solo, Páragus!”
- “No tienes que hacerlo solo” – responde Páragus suavizando su tono. – “Intento ayudarte.”
De repente, el scouter del Rey le alerta de una comunicación entrante. Vegeta lo agarra de su cinturón y se lo coloca en la oreja.
- “Está bien, déjale pasar” – dice el Rey.
Las gigantescas puertas de la sala se abren para dar paso a un saiyajín fortachón.
- “Bienvenido, Nappa” – dice el Rey. – “¿Ha ido todo bien?”
- “Su Majestad” – saluda Nappa colocando el puño en su pecho, sobre su corazón. – “La misión ha sido un éxito. El Príncipe Vegeta sigue sorprendiéndome cada día.”
- “Eso son buenas noticias” – suspira Vegeta.
- “Muy buenas” – añade Páragus.
El dispositivo del Rey vuelve a emitir una señal y éste responde. El mensaje parece preocuparle.
- “¿Qué ocurre?” – pregunta su hombre de confianza.
- “Hay problemas en el planeta Seth” – dice Vegeta.
- “¿Quién está ahí?” – pregunta Páragus.
- “El equipo de Bardock” – responde el Rey.
- “Son guerreros de clase baja, pero no deberían tener problemas…” – reflexiona Páragus.
- “Deje que yo me encargue, señor” – interviene Nappa.
Páragus y Vegeta escuchan al soldado.
- “Mi próxima misión es dentro de cinco días.” – explica Nappa. – “En ese tiempo puedo viajar hasta Seth y solucionar el problema.”
- “¿Estás seguro?” – pregunta Páragus.
- “Sí, señor” – responde Nappa. – “Incluso puede que esos dos debiluchos aprendan algo.” – se burla confiado.
El Rey Vegeta accede a la propuesta de Nappa y éste se marcha con intención de prepararse para la misión.
Al abandonar la sala del trono, el guerrero saiyajín se topa topa con el Príncipe Vegeta.
- “¿A dónde vas?” – le pregunta el joven.
- “Voy a encargarme de un asunto en Seth” – responde Nappa. – “Pero estaré de vuelta para nuestra próxima misión.”
- “Eso espero” – responde Vegeta con soberbia. – “O me marcharé sin ti”.
- “Sí, señor” – asiente Nappa.
El joven Príncipe sigue caminando hacia la sala del trono y ahora se cruza con Páragus.
- “¡Príncipe Vegeta!” – saluda el saiyajín.
- “Tío Páragus” – responde el Príncipe sin detenerse.
- “Ya he oído las nuevas” – le felicita Páragus. – “¡Enhorabuena por la victoria!”
- “Fue fácil” – responde Vegeta.
- “A este paso, ¡puede que te conviertas en el Súper Saiyajín de la leyenda!” – dice su tío.
Vegeta detiene el paso.
- “Siempre hablas de esa historia” – dice el Príncipe. – “Es solo un mito.”
- “Es un conocimiento que se ha transmitido de generación en generación” – responde Páragus. – “El Súper Saiyajín aparece cada mil años. ¿Quién sabe? Puede que tú seas ese súper guerrero.”
- “Un Súper Saiyajín…” – murmura Vegeta.
En ese instante, el Rey interrumpe la conversación.
- “¡Páragus!” – exclama el Rey. – “Basta de cháchara.”
- “Padre” – saluda el Príncipe.
- “Tenemos mucho de qué hablar” – dice el Rey.
Páragus se aleja, pero el joven Vegeta sigue observándole de reojo. Sin duda esa historia ha despertado cierto interés en él.