¡Feliz año a todos!
Gracias por leer mis historias.
Este año hemos terminado "Old Man Gohan", pero aún nos queda mucho por ver en "DBSNL".
Espero que sigáis conmigo hasta el final :)
Historia alternativa basada en "DB Super". DBSNL se basa en algunas ideas de "Super" y las lleva de forma distinta, alejándose del extraño tono que adoptó la nueva entrega oficial de DB e intentando acercarlo a una continuación de Z. También encontraréis mi otro fanfic, "Old Man Gohan", basado en una historia alternativa en la que Gohan, al perder contra los androides, se tomó la semilla senzu en lugar de dársela a Trunks. Twitter: @batosai_91
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martes, 31 de diciembre de 2019
domingo, 29 de diciembre de 2019
ESPECIAL DBSNL /// Shingeki no Saiyajín // Universos 3, 5, 6 y 7 / Parte X: Despedida
Shingeki no Saiyajín / Parte X: Despedida
“Tsufur matan saiyajín”
Kamin ha explicado sus descubrimientos a Gokua. Raichi derribó la nave del piloto herajín, que volaba bajo las órdenes de un demonio del frío a quién se dirigía como Rey Cold.
- “Cold…” – murmura Gokua. – “Podría ser el demonio del frío que derrotó a Bojack.” – ata cabos. – “Pero creía que era un Guardián del Fruto Sagrado… ¿Y ahora tiene a un herajín trabajando para él? Me resulta extraño.”
- “El Doctor Raichi nos ha tenido engañados” – dice Kamin. – “Su control del planeta es superior del que los propios tsufur conocemos.”
- “Tenemos que informar a Yamoshi” – dice Gokua.
Tras unas horas, Gokua y Kamin se han reunido con el líder saiyajín en las cuevas donde habitan. Yamoshi, por las graves heridas recibidas en la batalla contra Kinkarn, ha perdido su brazo izquierdo.
- “Parece que la verdadera amenaza tsufur no son las ciudades, Yamoshi” – reflexiona Gokua. – “Es el científico Raichi.”
- “Ni siquiera sus habitantes conocen hasta dónde llega el control del doctor” – añade Kamin. – “Creo que nos está enfrentando.”
- “Tsufur matan saiyajín.” – dice Yamoshi, contrariado.
- “Y los saiyajín matan tsufur” – responde Gokua.
El líder saiyajín mira su amigo con recelo al sentir que está defendiendo al enemigo.
- “Creo que deberíamos informar a los tsufur.” – intenta proponer el herajín. – “Deberíamos asegurarnos de que conocen la realidad, antes de seguir con esta guerra eterna.”
- “A mí me creerán” – dice Kamin.
- “No.” – dice Yamoshi, tajantemente. – “Tú… sabes mucho. No puedes marchar.”
- “Creo que podemos confiar en ella, hermano.” – dice Gokua.
- “NO” – repite el saiyajín.
Yamoshi abandona la cueva, pues su decisión está tomada.
- “¡Espera!” – le detiene el herajín, que ha salido tras él. – “Hay más.”
- “¿Más?” – pregunta el saiyajín.
- “He decidido marcharme.” – anuncia Gokua. – “Necesito saber qué ocurrió con mi planeta y mi raza. Voy a regresar a Hera.”
El saiyajín agacha la cabeza, entristecido por la posible marcha de su hermano.
- “¿Y la guerra?” – pregunta Yamoshi.
- “Ya conoces mi opinión.” – responde Gokua.
- “Opinión de tsufur.” – dice el saiyajín.
- “¿De qué estás hablando?” – pregunta el herajín.
- “La mujer…” – responde su hermano.
- “¿Crees que he cambiado de opinión por ella?” – dice Gokua, intentando que tal cosa parezca un disparate.
- “Ellos la mataron.” – dice Yamoshi.
- “Raichi lo hizo.” – responde Gokua. – “Pero no sabemos dónde está.”
Yamoshi no responde y se aleja de su hermano.
- “Mañana tendrás provisiones.” – sentencia el saiyajín.
Gokua agacha la cabeza, triste por el punto de vista de Yamoshi.
El herajín regresa a la cueva, donde le espera Kamin.
- “¿Qué ha ocurrido?” – pregunta la tsufur.
- “Yamoshi es tozudo…” – lamenta Gokua. – “No va a detener esta guerra.”
- “¿Podemos hacer algo?” – dice Kamin.
- “Lo dudo.” – responde el herajín. – “La lucha es la forma de vida de los saiyajín. A veces me pregunto si echar a los tsufur de Plant es solo una excusa para pelear…”
Kamin agarra la mano de Gokua.
- “Podemos marcharnos.” – dice la tsufur.
- “¿Marcharnos?” – se sorprende el herajín, algo confuso por las palabras de Kamin. – “¿Quieres venir conmigo a Hera?”
- “Los saiyajín no me dejarán volver con los míos” – dice la mujer. – “Y si me quedo con ellos, no sé que harán cuando no puedas protegerme.”
Gokua se levanta y se dirige hacia la salida de la tienda.
- “¿A dónde vas?” – pregunta Kamin.
- “Necesito tomar el aire” – dice el herajín.
Gokua sobrevuela el planeta en solitario hasta llegar a la ciudad donde estuvo preso durante tantos años y se adentra en sus ruinas hasta llegar a la torre principal, donde encuentra un acceso al laboratorio.
El herajín recorre los pasillos de tan sombrío lugar acariciando sus paredes con la mano, hasta encontrar la celda donde estuvo con su madre y Yamoshi. Las compuertas fueron arrancadas por la explosión, que se extendió por todo el centro de investigación.
- “Sé que mamá no quería que regresara a Hera…” – reflexiona Gokua. – “Pero necesito saber más sobre mi pasado. En Plant me siento un extraño. Esta no era nuestra guerra… Pero tampoco puedo abandonar a Yamoshi y a los saiyajín.” – el herajín está hecho un lío. – “¡Maldita sea!” – exclama. – “¿Qué puedo hacer?”
De repente, una vieja computadora parece ponerse en marcha, y un holograma parpadeante aparece junto a Gokua.
- “Bienvenido a casa, muchacho” – dice una voz anciana que enseguida reconoce.
- “¡¿Raichi?!” – exclama Gokua, furioso, poniéndose en guardia.
- “Parece que has encontrado la nave derribada…” – dice el tsufur.
- “¡¿Cómo sabes eso?!” – pregunta el herajín.
- “Considérala un regalo.” – responde Raichi.
- “¿Qué?” – Gokua parece confuso.
- “Mis objetivos para ti han terminado, Gokua” – explica el doctor. – “Ahora eres un estorbo.”
Gokua, furioso ante la manipulación del científico intenta golpear el holograma, atravesándolo.
- “Maldición…” – lamenta el herajín. – “¡DA LA CARA!”
- “Eso no va a ser posible.” – sonríe el holograma. – “Estoy en otro planeta, muy lejos de aquí.”
- “¡¿Qué quieres de mí?!” – pregunta Gokua.
- “Ya te lo he dicho.” – responde Raichi. – “Quiero que abandones Plant.”
- “¡¿Por qué?!” – insiste el herajín.
- “Quiero estudiar el desarrollo de los saiyajín.” – explica Raichi. – “Quiero observar el destino de Plant y hasta dónde puede llegar el Súper Saiyajín. Aún tengo muchas preguntas por responder.”
- “¿No quieres eliminarlos?” – pregunta Gokua, confundido ante el discurso del científico.
- “Por supuesto que no” – responde Raichi. – “Yo soy un hombre de ciencia. Me interesa el progreso… y los saiyajín mejoran a pasos agigantados.”
- “¿No te importan los tsufur?” – pregunta Gokua.
- “Son una parte importante de mi experimento, si es eso a lo que te refieres.” – responde el doctor.
A Gokua le cuesta comprender el punto de vista de Raichi.
- “¿Y Kinkarn?” – pregunta Gokua.
- “No voy a engañarte…” – sonríe Raichi. – “Creía que el Súper Tsufur sería superior… Pero me equivoqué. No fui consciente de las verdaderas posibilidades del Súper Saiyajín hasta que os vi luchar contra el viejo Capitán.”
- “Eres un monstruo…” – murmura el herajín.
Raichi ignora las palabras del herjaín.
- “Ahora, quiero hacerte una oferta.” – dice el tsufur.
- “¿Una oferta?” – pregunta Gokua.
- “Si tú abandonas el planeta, yo dejaré de participar activamente en el desarrollo de la historia de Plant.” – ofrece Raichi. – “Me dedicaré a observar los acontecimientos. No habrá más Súper Tsufur.”
- “¿Y si me niego?” – pregunta Gokua.
- “Ya has visto de lo que es capaz mi ciencia, chico” – dice el doctor. – “Yamoshi y tú sobrevivisteis por los pelos. ¿Crees que podríais derrotar a otro Súper Tsufur? ¿Crees que Yamoshi está en condiciones de librar otro combate igual? ¿O cuánto crees que tardaría en formar un pequeño ejército?”
- “Bastardo…” – dice Gokua al darse cuenta de que Raichi conoce el estado de su hermano.
- “Así que… dime, Gokua” – sonríe el tsufur. – “¿Qué vas a hacer?”
Al amanecer, Gokua ya ha regresado al campamento saiyajín. Kamin prepara los suministros para el viaje.
- “No me puedo creer que vaya a abandonar este planeta…” – suspira Kamin.
- “Yo tampoco.” – responde Gokua. – “Pero es lo que debo hacer.”
De repente, Yamoshi se acerca al herajín. En sus manos lleva un obsequio para su hermano. El objeto es alargado y está envuelto en pieles.
- “¿Qué es esto?” – pregunta Gokua.
El herajín desenvuelve el regalo y resulta ser una cimitarra hecha a partir de un colmillo de ozaru.
- “Nuestra fuerza…” – dice Yamoshi. – “Contigo.”
- “Gracias, hermano” – le abraza Gokua. - “Siento mucho tener que irme.” – derrama una lágrima el herajín.
- “Mucha suerte.” – responde el saiyajín.
Los hijos de Yamoshi se abalanzan sobre su tío y lo abrazan.
- “Os echaré de menos” – sonríe Gokua. – “Entrenad mucho.”
Gokua y Kamin suben a la nave Real y se preparan para partir.
- “Sabes pilotar esto, ¿verdad?” – pregunta Gokua.
- “Eso creo…” – responde Kamin. – “No debe ser muy distinto a un aerodeslizador, ¿no?”
El herajín mira asustado a su compañera, que responde con un guiño y esbozando una sonrisa burlona.
La nave se eleva lentamente y, en un abrir y cerrar de ojos, desaparece en el cielo ante los ojos de los saiyajín, que se despiden de su compañero, al que llegaron a considerar uno de los suyos.
Mientras tanto, en Vampa, Raichi observa su monitor con una misteriosa sonrisa.
viernes, 27 de diciembre de 2019
ESPECIAL DBSNL /// El Saiyajín Dios // Universo 7 / Parte VI: Ciencia y magia
El Saiyajín Dios / Parte VI: Ciencia y magia
“La magia no es más que ciencia por descubrir.”
Tras la explosión, en el centro de un gigantesco cráter, el cuerpo de Hatchiyack se encuentra tirado en el suelo, como un juguete roto; ahora con los huecos vacíos donde antes se encontraban las piedras shintai, que han estallado al ser sobrecargadas por Broly.
En el laboratorio, los patrulleros se levantan entre los escombros.
- “¿Qué ha ocurrido?” – se pregunta Obni.
- “Creo que…” – dice Ganos, que esboza una sonrisa. – “Creo que hemos ganado.”
En la superficie del planeta, Tarble y Kale buscan a su compañero en el interior del cráter.
- “¡No le encuentro!” – dice Kale, preocupada.
- “¡Tiene que estar por aquí! ¡Bajo los escombros!” – dice Tarble. – “¡Sigue buscando!”
De repente, el sonido de una pequeña piedra cayendo alerta a Kale.
- “¡Broly!” – exclama la saiyajín, que corre hacia un montón de rocas y empieza a apartarlas.
Finalmente, bajo los cascotes encuentra a su amigo. Broly ha regresado a su estado base.
- “¡Tarble! ¡Está aquí!” – grita Kale.
La saiyajín desentierra a su compañero e intenta reincorporarle, colocando la cabeza del chico en su regazo.
- “¡¿Estás bien?!” – pregunta Kale.
Broly, magullado y agotado, abre los ojos ligeramente.
- “Kale…” – sonríe Broly.
Tarble se acerca a sus amigos.
- “Nos has dado un buen susto…” – dice el saiyajín.
- “Jeje” – ríe Broly.
En el laboratorio, Raichi reflexiona sobre lo acontencido.
- “He subestimado el poder del chico…” – murmura el científico tsufur. – “Sus habilidades han resultado una anomalía que no tenía en cuenta.”
Los ordenadores, que aún se encuentra en funcionamiento, parecen estar procesando la información obtenida.
Ganos se da cuenta de que una compuerta oculta en el suelo ha sido dañada durante la explosión, quedando expuesta la escotilla, y de su interior emana una extraña luz verde.
- “¿Qué es eso?” – se pregunta el patrullero.
Obni y Ganos arrancan la compuerta y descienden deslizándose por una rudimentaria escalera de pared que parece no tener fin. Con cada metro que descienden, la luz verde se vuelve más brillante.
Al llegar al fondo, la luz es cegadora. Los patrulleros se encuentran en mitad de una cueva natural que parece que Raichi ha convertido en una mina.
- “Es increíble…” – dice Ganos, asombrado.
- “Esto son…” – murmura Obni.
La luz verde proviene de cientos de piedras incrustadas en la corteza del planeta.
- “Son piedras shintai” – dice Ganos.
- “Por eso Raichi se estableció en este planeta.” – murmura Obni. – “Ese bastardo…”
- “Tenemos que avisar a los saiyajín.” – dice su compañero.
- “Adelante” – coincide Obni. – “Yo inspeccionaré la zona, a ver si hay algo más de interés aquí abajo.”
Ganos asciende por de nuevo por la escalera hasta llegar al laboratorio, donde se encuentra con Tarble, que acudía al lugar para informar a los patrulleros de que ellos se encontraban bien.
- “Tenéis que ver esto” – le dice Ganos al saiyajín.
- “¿Un sótano secreto?” – pregunta Tarble.
- “Una mina de piedras shintai” – responde el patrullero.
El holograma de Raichi aparece frente a los dos personajes.
- “Esas piedras son el trabajo de toda una vida” – dice el tsufur. – “Desde mis inicios en mi planeta natal, Kudan, hasta hoy, he pasado miles de años investigando sus secretos” – explica. – “Esas piedras son la prueba de que existe un ser creador. Alguien por encima de los meros mortales como nosotros.”
- “¿De qué hablas, viejo?” – dice Tarble. – “No intentes excusar tus acciones.”
- “No lo hago” – responde el científico. – “No me arrepiento de ninguno de mis actos, pues cada uno me ha acercado más a la verdad.”
- “¿Qué verdad?” – pregunta Ganos.
Raichi se queda en silencio un instante, pensativo, ignorando la pregunta del patrullero.
- “Kudan sufrió un horrible destino.” – continúa Raichi. – “Un misterioso viajero me mostró las posibilidades de las piedras shintai y, desde ese día, no he podido apartar la mirada de su brillante luz. El conocimiento al que abrían acceso me cegó. ¿Qué hay más importante que resolver los misterios del universo? Yo también quería ver.”
- “¿De quién hablas?” – pregunta Ganos.
- “Él era visto por todos como un charlatán, pero incluso un hombre ciencia como yo podía ver que había algo más. La verdad tras sus palabras fue confirmada cuando apareció un Dios castigador y purgó los pecados de los tsufur.” – responde el científico. – “Los supervivientes intentaron reconstruir nuestro pueblo en Plant, pero mi forma de ver el mundo había cambiado para siempre. La venda de mis ojos había caído. La magia no es más que ciencia por descubrir. Secretos antiguos que aún no han sido revelados. ¡Me prometí revelar los secretos del universo! ¡Ninguna magia puede ser más fuerte que la verdad de mi ciencia!”
En la mina, Obni examina la gruta, avanzando hasta las profundidades hasta que el camino desemboca en una gran cueva, en el centro de la cual se encuentra una extraña estructura tecnológica formada por tres pilares. Los pilares laterales son cortos, y el pilar central termina formando un gran ojo de piedra. Un centenar de cables conectan las columnas entre ellas.
- “¿Qué significa esto?” – se pregunta el patrullero.
En la superficie del planeta, Broly descansa apoyado en Kale, que limpia sus heridas con la manga arrancada de su camiseta.
En el laboratorio, Ganos recibe un mensaje de su compañero informándole de sus hallazgos.
- “¿Qué es lo que has construido en la mina, Raichi?” – le pregunta Ganos directamente.
- “Supongo que habéis encontrado mi reconstrucción del Amenoukihashi” – responde el tsufur. – “No os preocupéis. No funciona.” – suspira. – “Ahora es solo un monumento a mi fracaso.”
- “¿Qué es?” – insiste el patrullero.
- “Mi verdadero anhelo.” – responde Raichi. – “Pero a pesar de mis esfuerzos, mi ciencia nunca ha logrado estar a la altura de su magia. Lo he intentado, pero incluso mis conocimientos han encontrado su límite. Y ahora, sin Hatchiyack, no hay forma de cosechar la energía necesaria para dar el siguiente paso.”
- “¿De qué está hablando?” – se pregunta Tarble.
- “Los acólitos del brujo son poderosos, pero por ahora solo dan palos de ciego.” – explica Raichi. – “Ellos han fallado en los intentos de seguir sus pasos y ahora solo sueñan con su regreso.”
- “¿El regreso de quién?” – pregunta Ganos.
- “Los Kashvar le llaman "El que vio".” – responde Raichi.
miércoles, 25 de diciembre de 2019
DBSNL // Capítulo 124: Asteroide-Prisión Bihe
DBSNL // Capítulo 124: Asteroide-Prisión Bihe
“No es un tipo normal…”
En el planeta de Kaiosama, Vegeta habla con el Dios.
- “Es complicado, Vegeta” – dice el Kaio del Norte. – “El espíritu de Goku es calmado y pacífico. Para él es fácil entrar en comunión con el Universo.” – dice el Dios. – “Tú en cambio… Tienes un espíritu flamígero.”
- “Lo suponía…” – suspira Vegeta.
- “Lo siento, Vegeta.” – dice el Kaio.
El saiyajín esboza una pícara sonrisa.
- “Tendré que buscar mi propio camino.” – dice el saiyajín. – “Si mi espíritu es flamígero, encontraré un modo de hacer que arda.”
- “¿Eh?” – se extraña el confuso Kaio.
- “Necesito que busques a alguien…” – sonríe Vegeta.
Mientras tanto, Trunks y Cheelai han llegado al anillo exterior del Asteroide-Prisión Bihe, donde se han reunido con sus compañeros de la Patrulla Galáctica, Jiya e Iriko.
Los cuatro patrulleros se dirigen juntos a la plataforma de teletransportación.
- “¿Qué sabemos?” – pregunta Cheelai.
- “Han anulado todos los sistemas de vigilancia.” – responde Iriko. – “No tenemos ninguna imagen del interior de las instalaciones.”
- “¿Vamos a entrar a ciegas?” – se preocupa Trunks.
- “No tenemos otra opción.” – dice Jiya. – “Tenemos que recuperar el control de la prisión.”
- “¿Cómo ha empezado el motín?” – pregunta Cheelai. – “¿Quién ha sido el principal instigador?”
- “No lo sabemos con certeza.” – responde Iriko. – “Solo espero que no haya sido él…” – añade con clara preocupación.
Cheelai se detiene, aterrorizada.
- “¿Él?” – pregunta Trunks, al ver la reacción de su compañera.
- “Si fuera él, ya habría destruido Bihe” – interviene Jiya.
- “¿Alguien me va a explicar de quién se trata?” – insiste Trunks.
Cheelai agarra a Trunks del brazo.
- “Se llama Shiras” – revela la muchacha.
- “Fue uno de los fundadores de la Patrulla Galáctica” – explica Jiya. – “Las leyendas dicen que incluso trabajó para los Dioses.”
- “Fue cegado por sus ansias de justicia” – dice Iriko. – “Al final, fue encarcelado por sus crímenes.”
- “Si era tan fuerte, ¿quién le detuvo?” – pregunta Trunks.
- “Hay demasiadas versiones de la historia para saber cuál es real.” – dice Jiya.
Los cuatro patrulleros llegan a la sala de teletransportación, donde unos cuantos técnicos trabajan preparando la maquinaria.
- “Cuando quieran” – anuncia uno de los operarios.
- “Vamos allá” – dice Jiya.
Los cuatro se colocan en la plataforma, que empieza a brillar.
- “Transporte en 4… 3… 2… 1…” – anuncia el artefacto.
En un remoto planeta, Zamas y Goku contemplan un lugar lleno de vida. En ese planeta todo es gigantesco. Grandes árboles y vegetación se alzan alrededor de los dos personajes. Varios insectos del tamaño de un avión sobrevuelan la zona.
- “¡Es increíble!” – alucina Goku. – “¡A su lado, el Monte Paoz parece yermo!”
- “Estamos en el planeta Monmaas” – dice Zamas. – “Conocido también como "El planeta de los gigantes".”
- “¡¿Hay gigantes?!” – se sorprende Goku.
- “Así es” – confirma el Dios.
De repente, Goku siente como le embarga una fuerte sensación que es incapaz de describir, pero que le abruma.
- “Este lugar…” – murmura Goku. – “Rebosa energía vital… Nunca había sentido algo así… puede que ni siquiera al realizar la Genkidama.”
- “Monmaas tiene unas características muy peculiares” – explica Zamas. – “Creo que aquí podrás perfeccionar tu control de la energía vital.”
- “Sin duda, este parece el lugar apropiado.” – responde Goku. – “¿Qué debo hacer?”
- “Eso deberás descubrirlo por ti mismo.” – dice el Kaioshin. – “Pero debo advertirte sobre una cosa; La energía Genki que alberga este ecosistema es algo que ningún mortal podría soportar. No debes comer ni beber nada. No sobrevivirías a la exposición.”
- “¡¿Qué?!” – exclama Goku. – “¡¿Quieres que no coma?!”
- “Seguiré de cerca tus progresos, Son Goku” – sonríe Zamas. – “Buena suerte.”
Zamas desaparece, dejando a Son Goku solo en Monmaas.
- “Bien…” – suspira Goku. – “¿Por dónde empiezo?”
En Bihe, nuestros amigos han sido teletransportados al interior de la prisión, que se encuentra en completo silencio.
- “Qué extraño…” – dice Jiya.
- “Demasiada calma” – añade Iriko.
Los patrulleros se adentran en las instalaciones, que parecen vacías. A medida que avanzan, empiezan a encontrar cadáveres de patrulleros y de presos.
- “¿Qué demonios ha pasado aquí?” – se pregunta Iriko.
- “¿Se ha colado un mouma?” – pregunta Cheelai.
- “No” – responde Jiya. – “Esos gusanos no dejan cadáveres.”
Al llegar al patio interior de la prisión, alguien les espera de pie, calmado, como si todo el alboroto no fuera con él.
- “¡ALTO!” – exclama Iriko, que le apunta con su arma. – “¡No te muevas!”
- “¿Más patrulleros?” – suspira el personaje, claramente decepcionado.
Jiya analiza al misterioso personaje con el visor de su casco.
- “Su fuerza de combate es asequible.” – dice el patrullero. – “No es una amenaza.”
Iriko avanza hacia el enemigo, dispuesto a ponerle unos grilletes.
Trunks parece preocupado.
- “No es un tipo normal…” – piensa el mestizo. – “Tengo una extraña sensación que me es familiar…”
De repente, cuando Iriko está apunto de tocar al preso, éste esboza una media sonrisa. Trunks puede sentir que algo va mal.
- “¡CUIDADO!” – exclama el mestizo.
Con un rápido y sutil movimiento de muñeca, el enemigo golpea a Iriko con su vara, lanzándole contra el techo, donde rebota para chocar contra la pared lateral y caer al suelo, sin vida.
- “¡IRIKO!” – exclama su compañero.
Jiya se abalanza sobre el enemigo a una velocidad extraordinaria, como si de una locomotora se tratara.
- “¡MALDITO!” – grita el furioso patrullero.
Cheelai desenfunda su arma, dispuesta a entrar en acción, pero Trunks la detiene.
Jiya se prepara para conectar un puñetazo, pero el enemigo permanece inmóvil y se limita a dar un pequeño golpe en el suelo con su vara.
Ese movimiento crea una gran onda expansiva que frena la embestida del patrullero, que pronto sale repelido, pasando entre Cheelai y Trunks, para estrellarse contra las compuertas por las que han entrado, falleciendo en el acto.
Cheelai observa asustada al enemigo.
- “Acaso… él es…” – titubea la muchacha.
- “Tiene que ser Shiras” – murmura Trunks.
Cheelai analiza de nuevo al enemigo, cuyo ki sigue sin ser detectado como una amenaza.
- “Pero, su energía…” – dice Cheelai.
- “Eso es porque no usa un ki de este mundo.” – dice Trunks.
Shiras sonríe al escuchar al mestizo.
- “Vaya…” – dice el legendario patrullero. – “Parece que sabes de lo que hablas, muchacho.”
Trunks desenfunda su espada, se transforma en Súper Saiyajín 2, y se coloca delante de Cheelai.
- “No intervengas” – dice el mestizo. – “Yo me encargaré de él.”
Cheelai, asustada, asiente.
Trunks se abalanza sobre enemigo, que espera inmóvil hasta el último momento para detener el espadazo del saiyajín.
La espada se ha incrustado ligeramente en la vara, y eso sorprende a Shiras.
- “¡Impresionante!” – dice en tono burlón. – “¿Acero Katchin?”
De repente, Shiras se percata del símbolo que Trunks luce en la empuñadora de su arma.
- “Interesante…” – sonríe el enemigo.
En ese instante, Shiras parece hacerse intangible, dejando que Trunks pase a través de él.
- “¿Qué demonios?” – se sorprende el mestizo, que se da la vuelta y se prepara para atacar de nuevo.
Pero esta vez, antes de que Trunks pueda tocar a su adversario, siente que recibe varios golpes que le repelen, haciendo que caiga de espaldas al suelo.
- “Esperaba más de alguien que lleva el sello de los ángeles.” – se burla Shiras, revelando que en su vara luce el mismo símbolo.
Trunks asiste confuso a tal revelación.
En ese instante, Cheelai intenta sorprender a Shiras y le dispara por la espalda, pero el ataque no le causa daño alguno.
- “Patético” – suspira el enemigo, que se da la vuelta y se fija en la patrullera.
Trunks intenta ponerse en pie con ayuda de su espada.
- “¡NO LA TOQUES!” – grita el mestizo.
De repente, Trunks siente que alguien le propina un puñetazo, derribándole de nuevo.
Shiras vuelve a centrarse en Cheelai, pero entonces, una violenta onda expansiva se genera entre los dos personajes, como si un gran impacto hubiera tenido lugar. Alguien ha aparecido.
- “Ha pasado mucho tiempo, Shiras” – dice Whis.
- “Tú…” – sonríe el enemigo. – “Al fin apareces.”
domingo, 22 de diciembre de 2019
ESPECIAL DBSNL /// Shingeki no Saiyajín // Universos 3, 5, 6 y 7 / Parte IX: Misterios más allá de las estrellas
Shingeki no Saiyajín / Parte IX: Misterios más allá de las estrellas
“No son solo monos, Kamin”
Tras una larga noche, los saiyajín han arrasado la ciudad tsufur. Las ruinas de la metrópolis permanecen en silencio. La luna ha desaparecido del cielo y los ozaru han vuelto a la normalidad.
Yamoshi y Gokua han sido atendidos por una joven saiyajín, que ha cubierto sus heridas con un ungüento creado a partir de hojas masticadas y barro.
El saiyajín se encuentra en peor estado y permanece tumbado en el suelo. Gokua, en cambio, enseguida se pone en marcha hacia el interior de la ciudad.
Cerca de allí, los saiyajín recogen la piel de sus hermanos ozaru caídos para usarla como protección en futuras batallas.
El herajín recorre las calles desiertas, dirigiéndose hacia las ruinas de la torre principal, donde se encuentran los puertos de los aerodeslizadores tsufur y el acceso principal a los laboratorios.
En Vampa, Raichi parece más interesado que nunca en el poder del Súper Saiyajín.
- “El Proyecto 317 ha resultado ser un éxito mayor del que había imaginado…” – sonríe satisfecho el científico tsufur. – “Será muy interesante observar sus progresos.”
Entre los escombros de un hangar, Gokua encuentra a una mujer tsufur. Su pierna derecha ha quedado atrapada entre los cascotes. La chica viste con las ropas típicas de su raza. Su cabello es blanco y corto.
El herajín se acerca a ella, pero la tsufur se asusta al ver al que considera un enemigo.
- “¡No te acerques!” – grita la mujer. – “¡Aléjate de mí!”
Gokua se acerca a ella y se agacha.
- “¿Eres mecánico?” – pregunta el herajín.
La mujer continúa gritando. Gokua no tiene paciencia y le tapa la boca con su mano.
- “No te lo preguntaré otra vez.” – le amenaza el herajín. – “Deja de gritar y responde.”
La tsufur se queda en silencio y Gokua aparta su mano.
- “Soy ingeniera.” – responde le mujer.
- “Bien. ¿Cómo te llamas?” – pregunta Gokua.
- “Kamin” – dice ella.
Gokua esboza una media sonrisa.
- “Está bien, Kamin” – dice el herajín. – “Es tu día de suerte. Necesito que alguien repare una nave.”
- “No piensa ayudarte.” – responde ella. – “Estás con los saiyajín.”
El herajín se pone en pie.
- “Si no vas a ayudarme, no te necesito.” – dice Gokua, apuntando a la mujer con su mano. – “Ha sido un placer, Kamin.”
Una esfera de ki verde aparece en la mano de Gokua. El rostro de la mujer se descompone por el miedo.
- “¡NO! ¡ESPERA! ¡ESPERA!” – grita la tsufur.
La energía de Gokua se disipa.
- “¿Has cambiado de opinión?” – le pregunta el herajín, en tono burlón.
- “Repararé tu nave.” – claudica Kamin.
Gokua asiente.
- “Me alegra oír eso.” – dice el herajín, que enseguida libera a la tsufur y le ayuda a ponerse en pie.
Kamin, a pesar de estar cojeando, intenta escapar de Gokua, pero éste utiliza rápidamente sus hilos de ki para atrapar a la mujer, que cae de boca contra el suelo.
- “Teníamos un trato” – dice Gokua.
- “Maldito…” – refunfuña ella.
El herajín lleva a la prisionera al campamento saiyajín. La mayoría de los presentes muestran sus colmillos a la tsufur, molestos de tener a un enemigo entre ellos.
- “Tranquilos, tranquilos…” – les calma Gokua. – “Está conmigo. La necesito.”
En una tienda de campaña, Yamoshi se encuentra tumbado en el suelo, descansando, cubierto en ungüento. Sus hijos le acompañan.
Gokua se acerca a la mujer saiyajín que trató sus heridas en el campo de batalla.
- “Necesito que trates su pierna” – le dice el herajín, señalando la pierna de Kamin.
La mujer saiyajín se niega a ayudar a la tsufur y lo demuestra gruñendo y marchándose.
- “No caes bien a mucha gente…” – suspira Gokua.
- “Son salvajes.” – responde Kamin. – “No me importa su opinión. Son solo monos.”
- “Monos cuyo planeta habéis invadido.” – dice el herajín.
- “Nuestro planeta fue destruido hace miles de años.” – explica Kamin. – “Los supervivientes se estrellaron aquí y se establecieron. No eligieron este destino.”
- “¿Qué ocurrió en vuestro planeta?” – pregunta Gokua.
- “Éramos una civilización próspera. Nuestra ciencia y tecnología era muy superior a lo que ves ahora.” – dice la tsufur. – “Ese fue nuestro pecado. Volamos demasiado cerca del Sol.”
Gokua agacha la cabeza, recordando las historias que su madre le contaba sobre la muerte de su raza bajo el mando de Bojack.
- “Los mortales somos egoístas y arrogantes” – dice Kamin. – “Nunca tenemos suficiente. Siempre nos creemos merecedores de más.”
- “Parece que esa historia se repite en todas partes.” – suspira Gokua.
De repente, la hija de Yamoshi se acerca a Kamin y le entrega un cuenco lleno de ungüento mientras luce una tierna sonrisa.
La tsufur parece confusa ante la amabilidad de la niña.
- “No son solo monos, Kamin” – dice Gokua.
La muchacha es obligada a convivir con los salvajes, siempre bajo la protección de Gokua y con el consentimiento de Yamoshi, que acepta la petición de su amigo.
Kamin trabaja cada día en la nave siniestrada. La tecnología alienígena pone a prueba sus conocimientos, pero poco a poco logra descifrar los secretos que esconde.
Después de meses de investigación, un día, mientras la tsufur trabajaba en el panel de comandos, la nave se pone en marcha y un holograma se proyecta sobre el tablero, mostrando la imagen de un demonio del frío de rocambolesco aspecto.
- “¿Qué ocurre, Capitán Zanko?” – pregunta el demonio.
- “Mi nave ha detectado una extraña señal en un sector cercano.” – responde el fallecido piloto herajín. – “Los sistemas planetarios de esta zona no deberían emitir este tipo de señales electromagnéticas. Solo una civilización avanzada proyectaría este rastro hacia el espacio, pero no aparece ninguna en las cartas de navegación.”
- “Tiene permiso para investigar la señal, Capitán.” – dice el demonio del frío. – “Manténgame informado de sus avances.”
- “Recibido, señor” – responde el herajín. – “Siempre a sus órdenes, Su Majestad.”
Kamin ha asistido asombrada a esa interacción guardada en la memoria del aparato.
- “¿Qué más hay aquí?” – se pregunta la tsufur.
La tsufur aprieta un botón del panel de comandos que hace que se reproduzca otra retransmisión, pero ésta vez solo con audio.
- “Ahora mismo me encuentro en órbita alrededor del planeta Plant.” – dice el piloto. – “Desde que me he aproximado al planeta, las comunicaciones se han vuelto locas.” – explica Zanko. – “Parece que algo o alguien las está alterando. Creo que no estoy solo. He decidido grabar mi acercamiento a la superficie del planeta para tenerlo documentado, ya que no logro contactar con el centro de mando. Me dispongo a salir de órbita y descender.”
Kamin aprieta otro botón, revelando una nueva retransmisión.
- “He entrado en la atmósfera del planeta.” – anuncia Zanko. – “Parece que veo algo… ¿una ciudad? ¿Qué demonios…?” – se sorprende el piloto. – “Creo que lo mejor será salir de aquí e informar al centro de mando.”
- “No puedo permitir eso” – dice una voz que el herajín desconoce.
Múltiples alarmas suenen en la nave. El piloto pierde el control.
- “¡¿Qué ocurre?!” – se asusta el Capitán. – “¡¿Quién es?! ¡Alguien ha tomado el control de mi nave!”
Por los sonidos de la emisión, parece que la el vehículo ha entrado en barrena.
- “¡Ayuda! ¡Socorro!” – intenta comunicarse por radio. – “¡Rey Cold!”
Finalmente, la grabación termina, dejando a Kamin boquiabierta.
- “¿Ese era…?” – titubea la tsufur. – “¿Era la voz del Doctor Raichi?”
Kamin, asustada, corre hacia un pequeño campamento establecido cerca de la nave, donde Gokua y dos saiyajín se encuentran entrenando.
- “¡GOKUA! ¡Gokua!” – grita la mujer.
- “¿Qué ocurre?” – dice el herajín. – “¿Ha pasado algo?”
- “La nave… se ha puesto en marcha…” – dice Kamin, intentando recuperar el aliento.
- “¡Eso es fantástico!” – celebra Gokua.
- “Y eso no es todo…” – continúa la tsufur. – “Sé de dónde venía y por qué se estrelló.”
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