DBSNL // Capítulo 240: Nada que perder
“Destruiré lo que queda de vuestro mundo.”
En Makyo, Moro esboza una media sonrisa pícara con las seis Dragon Balls convertidas en piedra flotando sobre su mano.
El renacido namekiano mira al brujo fijamente. Los demás lo miran a él con tristeza, pues significa la desaparición de las esferas.
Krilín se acerca al desconocido.
- “¿Piccolo?” – pregunta el terrícola con recelo.
- “Mi nombre no importa…” – revela el namekiano, que con magia cambia su ropa a un gi morado con un chaleco largo amarillo encima, un cinturón y un collarín naranjas y botines namekianos marrones.
Moro sigue sonriendo.
- “Estoy impresionado…” – dice el brujo. – “No esperaba que te atrevieras hacer algo así… Es una pena que no haya servido de nada.”
- “¿EH?” – se asustan todos.
Slug embiste al enemigo a una velocidad de vértigo e intenta propinarle un puñetazo, pero el brujo materializa un espejo que se rompe con el golpe, dejando al brujo y al namekiano cara a cara.
Moro retrocede de un salto para recuperar la distancia. Los dos mantienen la mirada fija el uno en el otro.
- “He visto la destrucción que causaron los Kashvar en Konats… Y lo que le hiciste a mi hogar.” – dice Slug. – “No permitiré que el universo sufra ese horror.”
Slug aprieta los puños y aviva su aura incolora. Moro espera con una inquietante calma.
El namekiano, sin previo aviso, extiende su mano derecha hacia el brujo, agarrando su muñeca con la izquierda, disparando por sorpresa un devastador ataque que ilumina por completo el planeta.
El ataque engulle a Moro. Makyo tiembla. La luz es cegadora.
Lejos de allí, Ub, con su ropa rasgada, magullado y dolorido, camina tambaleándose hacia el combate, viendo el destello a lo lejos.
Son Gohan desciende frente a él con Pan en brazos.
- “Gohan…” – dice Ub, agachando la cabeza. – “Yo…”
- “Por favor.” – le interrumpe el mestizo. – “Cuida de ella.”
Gohan entrega el cuerpo de Pan al chico.
- “Por supuesto…” – dice Ub. – “¿Qué vas a…?”
Ub puede ver en los ojos de Gohan una ira contenida que jamás había presenciado.
Mientras tanto, la polvareda se está disipando, revelando a Moro, aún sosteniendo las esferas en su mano. Un gran surco se encuentra a su alrededor, pero el suelo sigue intacto bajo sus pies.
Slug aprieta los dientes, frustrado y preocupado.
- “¿No ibas a detenerme, namekiano?” – pregunta Moro con retintín.
- “No te saldrás con la tuya…” – replica Slug. – “He presenciado el curso de la historia durante eones… Y la gente como tú no gana…”
De repente, a los pies de Slug aparece un extraño humo negro del que nacen unas cadenas vaporosas que se enrollan en las manos del namekiano y lo subyugan, haciendo que se arrodille
- “K… kk…” – gruñe Slug, sorprendido por la magia del brujo.
- “¿La gente como yo?” – murmura Moro, muy serio. – “Si has vivido tanto tiempo, deberías entenderme… El Universo no será libre hasta que desaparezca la voluntad de los viejos Dioses.”
Un kienzan avanza rápidamente hacia el brujo, que sin mirarlo alza su mano hacia él y un rayo cae del cielo, interceptando el disco y haciéndolo estallar.
Krilín, el lanzador, observa desde una colina cercana.
- “Maldito…” – gruñe el terrícola.
Mai se agacha y agarra a Baicha de los hombros. El pequeño sostiene la cabeza de Pino.
- “¡Huye!” – exclama la mujer. – “¡Aléjate de aquí todo lo que puedas!”
Bra se abalanza sobre Moro por la espalda, pero un torrente de lava brota del suelo bajo sus pies, obligándola a protegerse y saliendo repelida, con su cuerpo humeante, perdiendo si top rosa y las mangas de su camiseta negra, cayendo al suelo de espaldas.
Shula embiste a Moro, pero varias estalagmitas brotan del suelo y una de ellas se clava en su costado, deteniendo su avance.
Moro camina hacia hasta el namekiano y, con una macabra sonrisa, le coloca la mano izquierda sobre la cabeza.
- “Ha sido un truco interesante, Piccolo…” – dice el brujo. – “Pero no puedes esconderte de mí…”
La mano de Moro brilla con una perturbadora luz negra. Slug puede sentir una extraña y aterradora sensación de vacío, como si parte de él estuviera abandonando su cuerpo.
Poco a poco, las Dragon Balls recuperan su brillo y vuelven a la vida.
Cuando Moro termina, Slug se desploma.
- “Ja… jaja…” – ríe el brujo.
Gohan ha regresado al campo de batalla y se da cuenta de que en el suelo se encuentra un trozo del collarín blanco de Pan, ahora ensangrentado. El mestizo lo recoge.
Moro observa detenidamente las Dragon Balls en su poder y sonríe victorioso.
Pero un disparo de energía golpea una esfera, que choca en otra y rompe el equilibrio haciendo que caigan todas al suelo.
- “¿Eh?” – gruñe Moro, sorprendido.
Mai, con una rodilla hincada en el suelo, ha disparado.
- “Moscas molestas…” – gruñe el brujo.
Baicha, con Pino en brazos, corre hacia el castillo.
Son Gohan se ha atado el collarín ensangrentado en la cabeza a modo de cinta.
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Dibujado por Ipocrito |
El mestizo clava su mirada en Moro, alertando al brujo con su presencia.
- “Hmm…” – murmura el brujo.
Los ojos del saiyajín brillan de color verde y un aura amarilla envuelve su cuerpo. Su cabello sigue siendo negro.
Moro no parece impresionado.
- “Tú…” – dice el brujo. – “¿Quieres intentarlo?” – se mofa.
Gohan no responde. La mirada del mestizo da escalofríos.
Moro escupe al suelo con desprecio.
- “Voy a tener que dar una lección a los terrícolas… por entrometidos…” – dice el brujo. – “Destruiré lo que queda de vuestro mundo.”
Gohan aprieta sus puños con rabia.
- “En mi mundo ya no queda nada.” – responde el saiyajín.
Una onda expansiva de energía nace del cuerpo de Gohan y hace temblar el planeta, sorprendiendo incluso al brujo.
- “No está nada mal para un mortal…” – se emociona Moro. – “¡Lo admito!”
Krilín se da cuenta del poder que emana del mestizo.
- “Ese poder… ¡Es…!” – exclama sombrado. – “¡¿Cómo es posible?!”
Son Gohan embiste a su enemigo, y como un rayo aparece frente a él.
- “¿EH?” – se sorprende el brujo.
Gohan le propina un puñetazo, pero Moro materializa frente a él un espejo que se rompe con el impacto, neutralizando el golpe.
El mestizo retrocede.
- “¡MASENKO!” – dispara Gohan.
Moro materializa una pared de roca que estalla con el ataque, frenándolo.
El brujo provoca un socavón bajo los pies de Gohan, hundiéndolo en la tierra, mientras de los alrededores del agujero nacen cuatro serpientes de fuego que se unen y precipitan dentro del hoyo.
Gohan, furioso y protegido por una barrera de energía, resurge del pozo de lava.
Moro aprieta los dientes, frustrado.
- “Diviérteme, mortal…” – sonríe forzosamente entre dientes.
En el Makai, el martillo de Sesshoseki cae al suelo hecho añicos. El demonio se encuentra de rodillas, con su cuerpo humeante y una lanza calvada en su abdomen.
- “Ah… ah…” – respira con dificultad.
Dabra camina hasta él y coloca el filo de su espada en el cuello del demonio.
- “Yo, Dabra, Rey de los Demonios, te condeno a cadena perpetua por traición” – le dice el diablo. – “¿Últimas palabras antes de convertirte en una estatua?”
Una voz interrumpe la escena.
- “Nos encontramos de nuevo, Príncipe Dabra.” – dice el recién llegado.
Dabra sonríe al reconocerlo.
- “Kerubero…” – dice el diablo. – “¿De verdad quieres enfrentarte a mí?”
- “Aún tengo alguna clase que darle, señor.” – responde el mayordomo.
- “La última vez ya no estuviste a la altura…” – se burla Dabra. – “¿Qué te hace pensar que hoy va a ser distinto? Mi poder se ha multiplicado…”
Kerubero agarra su bastón como si fuera una espada y se coloca en pose de esgrima.
- “Y veo que tu prepotencia también…” – sonríe el mayordomo.
Dabra se olvida del moribundo Sesshoseki y clava su mirada en Kerubero.
No muy lejos de allí, Trunks y Goten se ocultan tras unas rocas, observando la escena.
- “¿Debemos confiar en ese demonio?” – pregunta Trunks, preocupado por su padre.
- “¿Es que tenemos otra opción?” – dice Goten. – “Parece que él conoce este lugar mejor que nadie…”
Los gritos de los demonios que esperaban en la plaza del castillo retumban en todo el Makai. Las almas torturadas gritan y claman al cielo, esperando que Moro los libere.
En Makyo, Gohan dispara una ráfaga continua de ki que el brujo detiene lanzando un torrente de piedras que interceptan cada ataque, estallando en el aire.
Gohan aparece entre la polvareda e intenta golpear al brujo, que detiene el puñetazo con su mano izquierda. Las miradas de los dos adversarios se cruzan.
En la mano derecha del brujo se concentra una esfera de aire girando a gran velocidad; el brujo la proyecta hacia Gohan, que intenta detenerlo con su brazo libre, pero al estallar sale repelido a varios metros de distancia.
Moro alza su dedo hacia el cielo y un rayo brota del suelo, alcanzando a Gohan y envolviéndolo en una terrible tortura eléctrica.
- “¡¡¡KYAAAAAH!!!” – grita el mestizo.
Gohan lucha contra el corriente eléctrico y aviva su aura dorada, haciendo que la electricidad se disipe. Su aura dorada ahora se torna transparente.
Krilín observa el combate desde la distancia.
- “Es impresionante…” – dice el terrícla. – “Creía que Beerus…”
- “¿Qué ocurre?” – pregunta Mai.
- “Poco a poco… Gohan está despertando de nuevo todo su poder oculto…” – revela Krilín esbozando una media sonrisa esperanzadora.
Los ojos del mestizo dejan de brillar con luz verde y vuelven a la normalidad.
En la Tierra, Baba mira al suelo mientras recibe una reprimenda de Madas.
- “Lo siento…” – dice la bruja. – “Era la única manera…”
- “Usar la Bella Durmiente… el poder del Makai…” – titubea. – “Para romper la técnica de Beerus…”
- “Son Gohan es el único que puede detener a Moro.” – dice Baba. – “Pero no puede enfrentarse a Moro usando una transformación que usa el odio y la rabia como combustible… Necesitará un corazón sereno.”
Madas se queda pasmado ante las palabras de Uranai Baba, que le impactan como un de ja vu, meditando si, en el fondo de su mente, aunque no pudiera recordarlo, parte de él conoció el plan en algún momento.
Moro y el hijo de Goku se miran fijamente, en sus miradas puede verse la determinación de ambos contrincantes.