DBZ/S – Saga Black Reimagined / Capítulo 5: Corazón de madre
Black ha aparecido sobre el tejado de la Kame House.
Todos nuestros amigos se encuentran en la playa, aterrados ante el enemigo. Bulma descansa en el piso de arriba.
Trunks se ha transformado en Súper Saiyajín y se ha puesto en guardia. Krilín, la Número 18 y Videl también se preparan para pelear.
Black se eleva un centímetro sobre el tejado.
- “¡¡AQUÍ VIENE!!” – advierte Trunks.
En un instante, el enemigo se presenta frente a Krilín, con su mano derecha extendida a escasos centímetros de su rostro. Su apariencia es la de Tambourine, el hijo de Piccolo.
- “¡¡KRILÍN!!” – grita el mestizo, que ha sido el único capaz de ver los movimientos del enemigo.
La Número 18 se gira lentamente, pero ya es demasiado tarde. Un ataque de energía engulle al terrícola y lo desintegra.
La androide se queda aterrada en silencio; ni siquiera es capaz de gritar.
Trunks se abalanza sobre el enemigo, que con una sonrisa burlona en su rostro asciende esquivando la patada del mestizo.
- “Bastardo…” – gruñe Trunks. – “¡TE MATARÉ!” – grita.
El hijo de Vegeta se envuelve en el aura del Kaiojoshi y salta para perseguir a su contrincante, que ya está cambiando su forma de nuevo, recuperando la apariencia de Son Goku.
El resto de terrícolas es ahora cuando se dan cuenta de lo que ha ocurrido. Sus rostros reflejan el horror de la situación.
Mientras tanto, en el planeta de los Kaioshin, el Dios de hace quince generaciones tiene un mareo.
- “No…” – murmura el viejo. – “Maldición…”
- “¿Qué ocurre, anciano?” – pregunta Goku.
- “Él… está actuando de nuevo…” – responde el Dios.
Sobre la Kame House, Trunks pelea con Black.
El Hakaishin detiene todos los golpes que intenta conectar el mestizo.
- “Tienes un poder fuera de lo común… No es una habilidad mortal, ¿verdad?” – dice Black. – “Ya lo sentí en la Capital del Oeste... pero te dejé vivir porque los pecados de Vegeta eran mayores.”
Black esquiva un puñetazo de Trunks y contraataca con una patada que el mestizo detiene colocando ambos brazos en cruz frente a su torso, absorbiendo el golpe y retrocediendo unos metros.
- “¡¿Tú hablas de pecados?!” – gruñe el mestizo. – “¡Estás matando a gente inocente!”
- “¿El tal Krilín?” – sonríe Black. – “Ese terrícola fue revivido con las vuestras esferas mágicas en múltiples ocasiones. No debería estar aquí, al igual que tantos otros… Toda esta línea temporal es una abominación… Una aberración que tú y tu madre creasteis.”
- “¿Yo?” – se sorprende Trunks.
- “Pagaréis por vuestros pecados…” – frunce el ceño el Dios caído.
Mientras tanto, en el mundo futuro, Son Gohan despierta en su cama del Monte Paoz.
Dolorido y un poco desorientado, se incorpora en la cama y no tarda en darse cuenta de que su cuerpo ha sido vendado adecuadamente y sus heridas han sido tratadas. Su torso, su brazo izquierdo y su cabeza han sido vendadas; la parte izquierda de su cara lleva una gasa que le cubre el ojo. Va solo en ropa interior.
- “Estoy en casa…” – piensa el mestizo. – “Logré llegar antes de desmayarme…”
Gohan se toca la cara, comprobando la gasa; le escuece.
- “Maldita sea…” – protesta. – “Me duele todo…”
Los recuerdos no tardan en asaltar la mente del muchacho.
- “Black… Freezer… Raditz… ¿Qué está ocurriendo?” – se pregunta. – “¿Qué significa todo esto? ¿Estará bien Videl? Tiene que estarlo… Sentí el ki de papá acudiendo al rescate… Pero la ciudad…”
El mestizo, por el rabillo del ojo se da cuenta de que, en una silla junto a su cama, hay un gi de la escuela Kame plegado delicadamente.
Son Gohan sonríe brevemente. Es un pequeño alivio tras un día terrible.
- “Mi madre debe estar preocupada…” – piensa el muchacho.
En unos minutos, Gohan sale de su habitación con el gi puesto; luce el kanji “Han” en el pecho y en la espalda, su camiseta azul tiene la manga corta un poco más larga de lo habitual, y su cinturón es fino y atado con un nudo. El chico camina hasta el salón.
- “¿He dormido mucho?” – pregunta el chico. – “No siento el ki de los demás, ¿dónde está…?”
Una bandeja de madera se cae al suelo y un estruendo de platos rotos sorprende al mestizo.
- “¿…papá?” – termina la frase Gohan, con dudas.
Una anciana Chichi se encuentra frente a él con los ojos llorosos.
- “Gohan…” – llora la mujer.
- “¿Mamá?” – dice el mestizo, confuso. – “¿Qué ha…?”
Chichi se lanza a los brazos de su hijo.
- “Creí que te iba a perder otra vez…” – llora desconsolada.
- “¿Dónde estoy?” – pregunta Gohan.
- “Te estaba preparando algo de comer…” – dice ella. – “Pero lo he echado todo a perder…” – se disculpa.
- “No pasa nada, mamá.” – dice Gohan.
Chichi abraza de nuevo a su hijo.
Gohan sigue confuso y echa un vistazo a su alrededor. Su casa parece distinta, como si hubiera regresado a su hogar de cuando era un niño, pero hay una clara diferencia: una gran fotografía de Goku y otra suya, que jamás se tomó, lucen sobre un altar adornado con una roca esférica, el bastón mágico y una ofrenda de arroz.
El mestizo sonríe melancólico y acaricia el cabello canoso de su madre.
- “No estoy en casa, ¿verdad?” – pregunta el mestizo.
- “Esta siempre será tu casa.” – responde Chichi. – “No importa de qué universo vengas.”
- “Has tenido que pasarlo muy mal…” – se humedecen los ojos del mestizo. – “Lo siento mucho…”
- “No tienes que disculparte.” – sonríe su madre. – “Siéntate y deja que te prepare un buen desayuno, por favor.”
Gohan ve en los ojos de su madre la chispa de una vieja ilusión. El mestizo sonríe y asiente.
- “Me encantaría.” – responde Gohan.
De repente, el Trunks adulto despierta repentinamente. Su madre le está dando guantazos en la cara.
- “¡¡TRUNKS!!” – exclama Bulma, llorando. – “¡DESPIERTA!”
El mestizo se incorpora repentinamente.
- “¡¡AH!!” – grita Trunks, asustado.
El hijo de Vegeta viste unos pantalones negros largos rotos, una camiseta de tirantes negra deshilachada y un pañuelo rojo chamuscado que al incorporarse se descuelga de su cuello.
Trunks mira a su alrededor, muy agitado.
- “¡¿QUÉ?! ¡¿DÓNDE ESTÁ?!” – exclama el chico.
El muchacho se da cuenta de que se encuentra en el jardín de la Corporación Cápsula, en la Capital del Oeste. La ciudad está intacta y su hogar también.
- “¿Eh?” – murmura confuso. – “¿Qué es todo esto? ¿Dónde estoy?”
Bulma le propina otro guantazo.
- “¡¡DESPIERTA!!” – exclama la mujer.
El mestizo mira a su madre asombrado.
- “¿Mamá?” – se pregunta Trunks.
Su madre viste un traje blanco y una camiseta azul. Su cabello es corto.
- “¡¿Quién quieres que sea?!” – le riñe ella. – “¡¿Se puede saber qué ha pasado?!”
De repente, el recuerdo de su madre abrazándole mientras el ataque del enemigo los engullía a ambos invade su memoria.
- “Mamá…” – brillan los ojos del mestizo, confuso.
Antes de que el muchacho pueda reaccionar, Bulma lo abraza con fuerza. Los dos se funden en un tierno y estrecho abrazo.
- “Todos estos años… ¡Me dejaste sola!” – dice Bulma.
- “¿Qué?” – reacciona Trunks. – “¿Qué años?”
- “¿Cómo has resucitado?” – pregunta Bulma. – “¿Han sido las Dragon Balls de Namek? ¿Quién ha sido?”
Trunks agarra a su madre de los hombros y la aleja de él con delicadeza para observarla con detenimiento y se da cuenta de que es más anciana de lo que debería.
- “¿Qué?” – se extraña Bulma. – “¿Qué ocurre?”
- “Mamá…” – dice Trunks, con dudas. – “No… ¿Qué significa esto? ¿Dónde estoy? ¿Qué año es?”
- “¿De qué estás hablando, hijo?” – pregunta Bulma.
La mujer no tarda en entender de lo que sucede.
- “Tú… tú no eres…” – dice Bulma.
Trunks entiende lo que eso implica.
- “Mi… mi madre ha…” – titubea el mestizo.
El hijo de Bulma llora desconsoladamente como si fuera de nuevo ese niño que huía de los androides; ese crío impotente que no fue capaz de evitar la muerte de su maestro.
Bulma duda un instante, pero conociendo el dolor de la pérdida como nadie, no tarda en abrazar a Trunks con fuerza.
Mientras tanto, en el presente, en la Kame House, los terrícolas pueden ver el combate desatándose en el cielo.
La Número 18 agarra repentinamente el brazo de Videl y junta su mano con la de Marron.
- “¿Eh?” – se sorprende la hija de Satán, confusa.
- “¡Llévatela!” – dice la androide.
- “¿Cómo?” – pregunta Videl.
- “¡¡Sube a tu jet y marchaos de aquí!!” – exclama la Número 18, inquisitiva.
La Número 18 mira a todos los presentes.
- “¡TODOS!” – grita ella. – “¡MARCHÁOS!”
Roshi agarra con fuerza su bastón.
- “Maldita sea…” – murmura impotente. – “¡VÁMONOS!” – ordena a los demás. – “¡SOLO SOMOS UN ESTORBO!”
Videl sube al avión y lo pone en marcha. Chichi ahora cuida de Marron en la parte de atrás. Oolong ayuda a Umigame a subir.
Gyuma se dispone a ir a buscar a Bulma, pero Roshi lo detiene y es él quien decide entrar en la casa.
En el cielo, Black Goku y Trunks siguen luchando. El mestizo está poniendo todas sus fuerzas en el Kaiojosho para poder mantener el ritmo del enemigo, pero parece que el Dios de la Destrucción solo está jugando con el chico.
De repente, un Kienzan se acerca a Black por la espalda, pero el Dios se revuelve en el último instante y lo corta en dos usando una espada de ki morado.
La Número 18 se abalanza sobre él.
- “¡¡YAAAAAH!!” – grita ella, furiosa.
El Dios encaja el puñetazo de la mujer sin pestañear; un golpe directo a la nariz que ni inmuta al enemigo.
- “¡¡BASTARDO!!” – grita la androide, mientras propina otro puñetazo con el mismo efecto. – “¡¡HAS MATADO A KRILÍN!!” – le sigue golpeando con un tercero. – “¡¡NO TE LO PERDONARÉ!!”
- “¡¡NÚMERO 18!!” – intenta Trunks advertir a la mujer.
De repente, la espada de energía de Black ensarta a la androide en el abdomen, atravesándola.
- “Veo que sangras como el resto de mortales…” – dice el Dios, muy serio.
Black desactiva su espada. La Número 18 retrocede lentamente, flotando.
Trunks se abalanza sobre el Dios.
- “¡¡MISERABLE!!” – grita el mestizo.
Black se da la vuelta rápidamente y dispara al chico, obligándole a cubrirse. Una gran explosión tiene lugar y la nube de humo engulle a los dos.
La Número 18 se sujeta el abdomen y se mira su mano derecha ensangrentada.
- “Lo siento… mi amor…” – titubea ella.
De repente, la mano de Cell en su segunda forma aparece de entre la humareda y agarra la cara de la mujer.
- “Solo eres chatarra.” – sonríe la criatura de Gero.
Cell lanza a la androide hacia la isla.
En la Kame House, Roshi ha llegado a la habitación de arriba y agarra a Bulma cuando, de repente, la Número 18 atraviesa el techo y provoca el derrumbe de la vivienda.
En el exterior, todos se preocupan por sus amigos.
- “¡MAESTRO!” – exclama Gyuma.
En el cielo, el humo se ha disipado y Trunks se da cuenta de lo que ha sucedido. Black ha vuelto a tomar la forma de Goku.
- “Maldito…” – gruñe el mestizo.
Gyuma se acerca a las ruinas de la casa para intentar buscar supervivientes pero, de repente, los trozos de madera estallan y un musculoso Mutenroshi sale de entre los escombros cargando con Bulma y la Número 18, una debajo de cada brazo.
En el cielo, tanto Trunks como Black parecen sorprendidos ante la irrupción del viejo maestro.
El Duende Tortuga entrega las mujeres a su pupilo.
- “¡Marchaos!” – dice el viejo.
- “¡¿Y usted?!” – pregunta Gyuma.
- “¡¡NO CONTRADIGAS A TU MAESTRO!!” – grita Roshi. – “¡¡LARGO DE AQUÍ!!”
Gyuma parece regresar a su juventud durante un instante y, sin rechistar, obedece y regresa al jet.
El vehículo se eleva y sale volando a toda velocidad, pilotado por Videl.
Black se da cuenta de lo sucedido y clava su mirada en el aeroplano.
- “Esta vez no…” – dice el Dios, que extiende su mano hacia el objetivo.
Trunks se siente aterrado al temer lo peor.
Pero en ese instante, una esfera de energía amarilla surge del agua y sobresalta a Black, que da un paso atrás y el ataque pasa a ras de su cara.
- “¡¡Esa técnica…!!” – se sorprende Roshi.
Yamcha se posa en el suelo, junto a su maestro.
- “Justo a tiempo…” – dice el Duende Tortuga.
- “No… Llego tarde…” – responde Yamcha.
Roshi agacha la cabeza un instante, pensando en Krilín.
- “Solo las malas hierbas crecen en días oscuros…” – dice Roshi. – “¡Pero el Sol volverá a brillar!” – exclama apretando su puño.
- “Maestro…” – se sorprende Yamcha.
- “Ese tipo está usando el cuerpo de uno de mis estudiantes… de uno de nuestros amigos…” – dice el anciano. – “¡No podemos permitirlo!”
Yamcha asiente y los dos se ponen en guardia.
Trunks mira sorprendido a los dos terrícolas, que demuestran un coraje digno de admiración.
El Dios de la Destrucción frunce el ceño.
- “Solo sois escoria…” – gruñe Black. – “¡¡COMO OSÁIS OPONEROS A UN PODER DIVINO!!”
En el planeta de los Kaioshin, Shin asiste a su antepasado.
- “¡Cuénteme!” – insiste Goku. – “¡¿Qué está sucediendo en la Tierra?!”
El viejo Dios aparta al Kaioshin del Este y se sostiene por su propio pie.
- “No podemos permitirnos distracciones…” – dice el viejo. – “Tenemos mucho trabajo por hacer.”