OMG // Capítulo 45: ¡Batalla en la Tierra Sagrada!
La tribu de la Tierra Sagrada de Karín ha recibido a Lupo y Gyuma, que acaban de llegar después de un largo viaje.
Upa les ha proporcionado ropa limpia del estilo tradicional de la tribu y se han reunido alrededor de una fogata, donde Gyuma y Lupo recuperan fuerzas con un pequeño banquete.
- “Muchas gracias por vuestra hospitalidad” – dice Gyuma con la boca llena, devorando todo cuanto tiene a su alcance.
- “Siempre estamos encantados de recibir a gente de buen corazón en estas tierras” – responde Upa.
Lupo parece algo molesto por el comentario de Upa, despreciando un concepto tan vago como el de “buen corazón”. Lupo no ha tenido una vida fácil siendo un lobo-hombre y lleva años viviendo en una guerra que parece no tener fin.
- “Tu debes de ser el extraordinario ki que he percibido hace poco” – le dice Upa a Gyuma.
El joven agacha la cabeza, pues se siente culpable por la destrucción de la Capital del Oeste.
- “Eres la viva imagen de tu abuelo” – sonríe el líder de la tribu.
De repente, los ojos de Gyuma parecen avivarse con la emoción de un niño.
- “¡¿Conociste a mi abuelo?!” – exclama emocionado.
- “Así es” – responde Upa. – “¡Era un gran amigo mío!” – fanfarronea.
- “Y... ¿también conociste a mi padre?” – le pregunta el joven guerrero mostrando ciertas dudas, sin estar muy seguro de querer conocer la respuesta.
Upa responde a Gyuma con una sonrisa tierna.
- “¿Qué te ha traído a la Tierra Sagrada?” – le pregunta Upa.
- “He venido a buscar al Guerrero Dorado” – responde Gyuma. – “¿Sabes dónde está?”
Mientras tanto, las embarcaciones pirata provenientes de Isla Papaya ya se están acercando a la costa.
- “¡Ya queda poco!” – anuncia Punta. – “¡Ya se divisa la Torre de Karín!”.
- “Todo parece tranquilo…” – suspira Shapner observando la costa desde proa.
- “Demasiado…” – responde Videl. – “El combate está apunto de empezar”.
De repente, Upa parece notar algo que le perturba.
- “Ya están aquí” – murmura el nativo. – “¡Rápido, seguidme!” – les dice a Gyuma y Lupo.
Los tres corren hacia la base de la altísima Torre Sagrada.
- “¡Es increíble!” – exclama Gyuma al levantar su mirada hacia el cielo y no poder ver la cima.
- “Las respuestas que buscas están arriba” – le dice Upa.
- “¡¿En la cima de la torre?!” – exclama el joven guerrero. – “¡Esto es una locura! ¡Nadie puede escalar algo tan alto!”
- “Tu abuelo lo hizo” – responde Upa con una sonrisa motivacional. – “Y tu padre también.”
- “¿Ellos escalaron la Torre Sagrada de Karín?” – murmura asombrado Gyuma.
Gyuma inspira aire profundamente y lo espira lentamente, intentando calmarse y centrarse en su misión.
- “Está bien” – responde con seguridad. – “¡Vamos a escalar la torre!”
- “A mí no me metas en esto, chico” – le interrumpe Lupo.
- “¿No vas a acompañarme?” – le pregunta el mestizo.
- “Yo ya no tengo edad para estas cosas” – responde el lobo-hombre. – “Además, no tengo ningún interés en saber qué hay en la cima…” – añade intentando disimular cuánto le impone esa escalada.
- “Esta es una empresa que debes afrontar tú solo” – le dice Upa a Gyuma.
El joven guerrero se ajusta el cinto y realiza unos estiramientos.
- “Pues será mejor que parta cuanto antes” – dice Gyuma.
Upa y Lupo le miran con una sonrisa cómplice, recordando a un joven guerrero con el que cruzaron sus caminos hace tantos años.
En el Palacio Imperial de la Capital Central, Silver ha reunido a todos sus Generales por videoconferencia.
- “La Capital del Oeste ha caído...” – dice el Comandante.
- “¿Qué ha pasado?” – pregunta Kirano. – “¿Ha sido la Resistencia? ¿El Rey Chappa?”
- “Los soldados hablan de un monstruo.” – responde Silver. – “Un mono gigante”.
La sangre de Pamput se hiela al escuchar tal descripción.
- “¿Un... un mono?” – tartamudea el luchador. – “No es posible... ¿Podría ser Son...?”
- “¡Silencio!” – le interrumpe Silver. – “No quiero oír ese nombre.”
- “No podemos descartar el regreso del Guerrero Dorado...” – intenta hacerle recapacitar Killa.
- “No ha sido él.” – responde Silver. – “Pero podría ser alguien de su sangre...”
- “¿Tiene un hijo?” – se pregunta Pamput.
-“¡No podemos permitir la existencia de un guerrero tan poderoso!” – exclama Kirano.
Van Zant, General de la Capital del Norte, sigue en silencio, escuchando a los demás y disfrutando del caos creado.
- “¿Tienes algo que aportar, Van Zant?” – le pregunta Silver al verle disimular una leve sonrisa.
- “Un mono gigante, los Rebeldes, un ejército de monstruos...” – responde el General del Norte. – “Creo que lo tienes todo bajo control, Silver” – ironiza.
- “¡Para ti es Comadante Silver!” – le corrige Pamput.
- “Tranquilo, Pamput” – le calma el Comandante.
Van Zant se pone en pie.
- “Ya hemos perdido el antiguo Cuartel General de la Red Ribbon y la Capital del Oeste” – dice el General. – “Y sabemos que ese ejército de monstruos se dirige a la Tierra Sagrada de Karín.”
- “¿Qué quieres decir con eso? ¡Habla!” – le apresura Kirano.
- “Ningún ejército se interpone entre ellos y la Capital Central.” – dice Van Zant. – “Eres su próxima víctima, Silver”.
Silver no responde. El Comandante agacha la cabeza, pues sabe que las palabras de su General son ciertas.
- “¡Uniremos nuestras fuerzas en la Capital Central!” – dice Kirano. – “¡Acabaremos con ellos de una vez!”
- “Si muevo mis tropas, el Rey Chappa recuperará aún más territorio en el archipiélago Sur.” – responde Pamput.
- “¿Qué propones?” – le dice Silver al General del Norte.
- “Traspasa el poder del Imperio a la Capital del Norte.” – sonríe de forma maléfica Zant. – “Aquí estamos rodeados de montañas. No hay un lugar mejor para resistir un ataque”.
Killa escucha preocupado la conversación, pues conoce el carácter sanguinario de Van Zant y teme lo que podría ocurrir si consigue hacerse con más poder.
En la Tierra Sagrada de Karín, Upa, Lupo y Makekko avanzan junto a las tropas indígenas hacia el campo de batalla.
- “¡Hay que darle tiempo a Gyuma!” – dice Upa. – “¡Vamos a resistir! ¡No les dejaremos pasar!”
Todos los guerreros preparan sus lanzas y sus arcos.
- “Ya vienen” – dice Upa.
En el navío de Punta, una gran explosión lejana alerta a toda la tripulación.
- “¡¿Qué ocurre?!” – se alarma Ikose.
- “¡Ha empezado!” – exclama Shapner.
En el bosque, un gigantesco guerrero dinosaurio irrumpe entre la arboleda y se abalanza sobre los indígenas.
- “¡JAJAJAJAJA!” – ríe el gigantesco guerrero mientras aporrea a varios contrincantes.
El dinosaurio agarra a uno de sus enemigos por la cabeza y la aprieta hasta hacerla estallar como una sandía.
- “¡Sois mis presas!” – sonríe sádicamente el monstruo.
De repente, Lupo salta sobre la espalda del dinosaurio clavando las garras en su lomo.
- “¡Hola, Giran!” – saluda el lobo-hombre en tono burlón. – “¡Ha pasado mucho tiempo, ¿no crees?!”
El dinosaurio intenta agarrar al lobo, pero no logra alcanzarle con sus brazos, así que decide empezar a chocar con su espalda contra árboles y rocas intentando librarse de su enemigo.
- “¡Suéltame!” – grita Giran.
Mientras tanto, varios indígenas agarran a Giran con cuerdas, intentando limitar la movilidad del dinosaurio, pero la fuerza del guerrero es exagerada y consigue liberarse.
Mientras tanto, Jewel se abalanza sobre Upa, que consigue detener varios de sus golpes.
- “Su fuerza está exageradamente aumentada” – piensa el líder de la tribu. – “Esto no será nada fácil”.
Otros soldados poseídos por Babidí irrumpen en escena y atacan a los nativos, que no consiguen hacer frente a tantos enemigos y empiezan a retroceder.
Makekko observa a su alrededor, desolado al ver cómo están cayendo todos fácilmente.
- “Esto es una carnicería...” – murmura el soldado.
Gyuma, que ya ha empezado a escalar la torre, escucha las explosiones y el estruendo de la batalla.
- “Aguantad, amigos” – piensa mientras sigue escalando. – “Os prometo que traeré ayuda”.
En el barco de los rebeldes, Videl y los demás empiezan a impacientarse.
- “¡Tenemos que acelerar!” – dice Shapner.
- “¡Vamos a toda máquina!” – responde Punta. – “Pronto llegaremos.”
- “Maldita sea…” – se lamenta Videl.
De repente, Videl parece recordar algo.
- “¡Tenemos las cápsulas de Norimaki!” – exclama la Comandante.
Los guerreros de la tribu siguen cayendo uno tras otro.
Upa continúa inmerso en su combate contra Jewel. Él es el único capaz de plantar cara a su enemigo.
De repente, Jewel golpea a Upa y éste cae de espaldas al suelo. El guerrero de Babidí se abalanza sobre el líder de la tribu, pero éste agarra una lanza rota del suelo y la clava en el abdomen de su enemigo.
Jewel sonríe y agarra el brazo de Upa, tirando de él y lanzándole contra unas rocas cercanas. Después, el guerrero se arranca la lanza como si nada y la deja caer al suelo.
- “¿Qué demonios...?” – se asusta Upa.
Makekko se abalanza sobre Jewel por la espalda intentando inmovilizarle y levantarle del suelo.
- “¡Ya eres mío!” – grita el soldado.
Pero en ese instante, Otokosuki golpea a Makekko por la espalda noqueándole.
Upa se levanta y se pone en guardia.
- “¡Venid a por mí!” – les grita el líder nativo.
Jewel vuelve a abalanzarse sobre Upa, pero un fuerte grito parece llamar la atención de todos los presentes.
- “¡¡N’CHA!!” – exclama una voz femenina e infantil.
Un potente ataque que parece de ki intercepta al luchador de Babidí y le empuja lejos de allí, arrasando con todo lo que encuentra en su camino.
Todos los combatientes se quedan sorprendidos ante lo ocurrido e intentan averiguar quién a sido el artífice de la técnica.
De repente, un guerrero oculto tras una armadura mecánica de color azul celeste, roja y con detalles violetas aparece en escena y desciende en mitad del campo de batalla, al lado de Upa.
- “¿Llegamos tarde?” – dice la soldado mientras descubre su rostro, revelando una cara conocida.
- “¿Videl?” – se sorprende Upa.
- “Y no vengo sola...” – sonríe la Comandante.
- “¡N’cha!” – saluda alegremente una voz procedente del traje. – “¡Vamos a jugar a peleas!”