OMG // Capítulo 11: Orange City
Los tres jinetes cabalgan por el bosque en dirección a la ciudad.
- “¿Cuánto nos queda hasta Orange City?” – pregunta Shapner.
- “Llegaremos en menos de un día” – responde Johnny.
En Villa Chazke, un silencio sepulcral inunda sus calles repletas de prendas de ropa arrastradas por el viento. El hijo de Mask se esconde bajo el suelo de una de las casas mientras escucha como las pisadas de la criatura se acercan. El niño puede oír a la criatura caminar por los tablones encima de él hasta que de nuevo queda todo en silencio. El niño respira aliviado al pensar que la criatura ha marchado, pero de repente, la cola del insecto rompe los tablones y ensarta al niño.
- “Ya me parecía que quedaba uno...” – murmura la criatura con una sonrisa mientras absorbe la energía vital del crío.
Son Gohan se ha lavado en un río cercano a su casa y se prepara para partir hacia la Torre de Karin. Se ha cortado el pelo, se ha afeitado usando sus manos envueltas en ki y se ha vestido con un viejo Gi de su padre.
- “Lo más fácil es viajar por mar” – piensa el mestizo. – “Necesito encontrar una embarcación”.
Los jinetes ya han cruzado el bosque y galopan por la llanura.
- “¡Ahí está Orange City!” – exclama Videl al identificar el silueta de la ciudad en el horizonte.
Nuestros amigos sonríen satisfechos, pues ven su objetivo cerca. Pero su expresión cambia por completo al divisar varias columnas de humo en la ciudad.
- “¿Qué ha pasado?” – dice Shapner.
De repente, varias explosiones se oyen a lo lejos.
- “¡La ciudad está siendo atacada!” – exclama Videl.
- “¿Son los androides?” – pregunta Johnny.
- “¡Tenemos que darnos prisa!” – dice Shapner.
El sonido de las explosiones llega de forma tenue hasta el bosque, donde una bandada de pájaros alza el vuelo y alerta a Gohan.
No muy lejos de allí, la criatura también es alertada por las explosiones.
- “Puede que sea mi día de suerte...” – dice sonriendo.
Al acercarse a la ciudad, nuestros amigos pueden ver a varios helicópteros sobrevolando la ciudad y abriendo fuego sobre un objetivo desconocido, pero algunos de ellos son derribados rápidamente.
- “Maldición...” – se lamenta Videl. – “Espero que no hayan descubierto la base secreta.” – piensa la Sargento. – “¡Seguidme!” – exclama cambiando de dirección.
- “¿Qué estás haciendo?” – le dice Shapner. – “¡Nuestra misión es informar al Alto Mando!”
- “¡No voy a dejar a esta gente sola!” – responde la Sargento. – “¡Vamos a luchar!”
En las calles se encuentran con varias patrullas, tanques, vehículos de guerra y robots pilotados.
- “¡Es la Sargento Violet!” – exclaman varios soldados esperanzados. – “¡Ha llegado la Sargento!”
Finalmente, los jinetes llegan a un puesto de mando avanzado. Desmontan y entran en una enorme tienda de campaña.
- “¡Sargento Violet!” – exclama el militar que parece estar al mando. Un hombre de tez negra, fuerte, de pelo corto.
- “Coronel Kila” – le saluda Videl.
- “Veo que sigues sin usar los nombres en clave” – dice el Coronel.
- “Coronel White” – le saluda Shapner.
- “¿Cuál es la situación?” – pregunta Videl.
- “Los androides están atacando la ciudad. Se encuentran al norte.” – explica el Coronel. – “Hemos conseguido retrasarles, pero no aguantaremos mucho tiempo. Hemos ordenado evacuar la ciudad.”
- “¿Dónde está mi padre?” – pregunta la Sargento.
- “En la base secreta, en las montañas” – responde Kila.
- “Que todo el mundo se dirija a esa base por los túneles” – dice la Sargento. – “Intentaremos ganar tiempo”.
Johnny observa la conversación. Videl parece ser admirada por las tropas y sus ideas son respetadas incluso por sus superiores.
La Sargento sale de la tienda de campaña y agarra un fusil de asalto. Shapner la sigue.
- “¡Quiero a un pelotón conmigo!” – grita Videl. – “¡Y a todos los robots de combate disponibles!”
Los soldados parecen organizarse tras ella.
- “¿De cuántos bombarderos disponemos?” – pregunta Videl a uno de los soldados.
- “Sólo nos quedan cuatro” – responde el soldado.
- “¡Pues que se preparen!” – dice la Sargento.
Shapner se acerca a Johnny.
- “Ya has cumplido tu parte, abuelo” – le dice en tono burlón. – “Ya puedes volver a la villa”.
- “¿Estás de broma, chico?” – le responde Johnny agarrando un fusil y un cinturón de munición. – “Si todos los soldados son tan torpes como tú, vais a necesitarme”.
Los androides parecen avanzar por la ciudad divirtiéndose. Reciben fuego del Ejército Real sin apenas inmutarse.
- “¡Hacía tiempo que no me divertía tanto!” – exclama la Número 18 mientras dispara a discreción contra varios tanques.
- “¡Llevaba años sin ver a tantos soldados juntos!” – responde 17.
De repente, un proyectil de energía disparado por un robot de combate alcanza al androide 17 y le lanza contra un edificio.
Su hermana se ríe a plena carcajada al ver a su mellizo abatido de una forma que considera ridícula.
El androide 17 sale de entre los escombros peinándose con la mano.
- “Parece que han mejorado” – dice con una sonrisa maliciosa.
- “¡Tendrías que verte la cara! ¡Jajaja!” – sigue riendo la 18.
Mientras tanto, los robots de combate y el pelotón de Videl se sitúan en silencio en los tejados de los edificios colindantes, rodeando así a los androides.
- “Que los bombarderos se preparen” – le susurra Videl a la radio.
Johnny y Shapner, armados con fusiles de asalto, escoltan a la Sargento.
- “Tenemos que hacer que lleguen a la plaza” – dice Videl.
- “Necesitaremos un cebo” – responde Shapner.
- “Yo me encargo” – dice Johnny.
- “¡No!” – le dice la Sargento. – “¡Espera!”
Sin escuchar a la Sargento, Johnny sale en medio de la plaza y dispara a los androides llamando su atención.
- “Otro héroe con ganas de morir” – dice 17.
Los androides caminan hacia Johnny, que sigue disparando hasta quedarse sin munición.
Al tener a los androides a escasos metros de distancia, Johnny recuerda cómo cuando era un niño usó su tirachinas contra Oolong cuando éste aterrorizaba su aldea.
Al tener a los androides a escasos metros de distancia, Johnny recuerda cómo cuando era un niño usó su tirachinas contra Oolong cuando éste aterrorizaba su aldea.
- “Lo siento, Pocawatha.” – murmura el cowboy con una sonrisa de satisfacción. – “Nunca he sido demasiado prudente”.
Videl y el resto observan la escena impotentes.
- “Maldita sea...” – se lamenta Shapner. – “¡Da la orden!” – le dice a Videl.
- “¡Fuego!” – ordena ella por radio.
Los robots de combate disparan desde los tejados a los androides, llenando la plaza de fuego y polvo.
- “¡Los bombarderos! ¡Ahora!” – dice Videl por radio.
Los aviones sobrevuelan la zona y sueltan las bombas sobre la plaza.
Videl y Shapner se alejan corriendo de la zona mientras las bombas explotan tras ellos.
La ciudad se queda en silencio, cubierta por una gran nube de ceniza y polvo.
La Sargento sale de su cobertura para contemplar el desolado paisaje que ha resultado de la explosión.
Los bombarderos han dado la vuelta y dan una segunda pasada para comprobar el resultado de la operación.
- “El impacto ha sido total” – anuncia un piloto por radio. – “Repito: Impacto total sobre el objetivo”.
Los soldados celebran su supuesta victoria, pero Videl está triste por Johnny.
- “Lo hemos logrado” – la reconforta Shapner. – “Gracias a ti. Gracias a Johnny”.
Pero la polvareda empieza a disiparse y en el centro de la plaza, ambos androides siguen en pie, rodeados por sus barreras protectoras. Además, 17 tiene a Johnny agarrado por el cuello y lo levanta varios palmos del suelo.
La número 18 alza su mano y dispara a uno de los bombarderos, derribándolo.
- “Sois ridículos” – dice 17.
Johnny hace un gesto con su mano y se escucha un click metálico. El número 17 ve como una pequeña anilla cae al suelo.
- “Vete al infierno” - murmura Johnny justo antes de que la granada haga explosión.
- “¡NOO!” – grita Videl.
La explosión es contenida dentro de la barrera creada por el androide, que desaparece escasos segundos después.
A pesar de todo, el número 17 reaparece con la ropa algo dañada, pero sin ninguna herida. No hay ni rastro de Johnny.
- “¡Maldita sea!” – grita Videl.
- “Inútil” – murmura la número 18.
La Sargento desenfunda su pistola con lágrimas en los ojos y dispara a los androides.
Johnny hace un gesto con su mano y se escucha un click metálico. El número 17 ve como una pequeña anilla cae al suelo.
- “Vete al infierno” - murmura Johnny justo antes de que la granada haga explosión.
- “¡NOO!” – grita Videl.
La explosión es contenida dentro de la barrera creada por el androide, que desaparece escasos segundos después.
A pesar de todo, el número 17 reaparece con la ropa algo dañada, pero sin ninguna herida. No hay ni rastro de Johnny.
- “¡Maldita sea!” – grita Videl.
- “Inútil” – murmura la número 18.
Shapner coge su radio.
- “¡Impacto negativo!” – avisa. – “Repito: ¡Impacto negativo! ¡Los androides siguen en pie!”
- “¡Retirada!” – ordena el Coronel White por radio.
La Sargento sigue disparando a discreción contra los androides, que caminan hacia ella con su calma habitual.
- “¡Videl, tenemos que irnos!” – le insiste Shapner.
- “¡Tú tienes que irte!” – le responde ella.
Videl sigue disparando, cegada por la rabia, mientras el teniente intenta hacer que reaccione.
- “¡Escapa! ¡Es una orden!” – insiste la Sargento. – “¡Tienes que informar al Alto Mando sobre la criatura!”
Shapner, muy a su pesar, sabe que la Sargento está en lo cierto, y por el bien de la humanidad, uno de ellos tiene que sobrevivir.
- “Tengo que ganar algo de tiempo” – piensa Videl. – “Lo siento, papá.” – murmura, asumiendo que éste es su fin y que su misión ha fracasado.
Pero en ese instante, una onda de energía de color azul celeste impacta contra los androides haciéndoles retroceder y causando una gigantesca explosión.
Tanto Videl como el resto de soldados en retirada alzan su mirada buscando el origen de tal proyectil.
Sobre el edificio más alto de los alrededores, el Instituto Orange Star, un hombre envuelto en fuego dorado se yergue impertérrito.
- “¿Son Gohan?” – murmura Videl con lágrimas en los ojos, pues le cuesta reconocer al vagabundo por su cambio de aspecto.
- “¡Es el Guerrero Dorado!” – grita un soldado. – “¡El Guerrero Dorado ha regresado!”
- “Creía que sólo eran leyendas...” – murmura otro.
- “¡Estamos salvados!” – exclama otro. – “¡El Guerrero Dorado está con nosotros!”
Todos los soldados celebran su llegada como si fuera una victoria y corean su nombre.
La esperanza ha vuelto a la Resistencia.